10 GENERALES DE LA I GUERRA MUNDIAL
1. HINDEMBURG
Paul Ludwig Hans Anton von Beneckendorff und von Hindenburg, nació Posen, Reino de Prusia (actualmente Poznań, Polonia) el 2 de octubre de 1847 y falleció en Neudeck el 2 de agosto de 1934). Fue un mariscal de campo del Imperio alemán y segundo presidente de la República de Weimar.
Hizo un temible tándem con Erich Ludendorff. La simbiosis entre ambos fue tan perfecta que los ingleses crearon una cifra para nombrar cabalísticamente aquel monstruo de dos cabezas que tantas pesadillas les provocó.
Y eso que su nombramiento como jefe del VIII ejército levantó sus dudas por su edad, pero en dos semanas había neutralizado a un enemigo que le superaba tres a uno, había aniquilado al II ejército ruso, ocasionándole 50.000 bajas y casi 100.000 prisioneros por solo 12.000 bajas propias.
Su leyenda crecería a una velocidad inesperada. En 1916, tras el fracaso de Falkenhayn en Verdún, el Kaiser Guillermo II llamó a Hindenburg. Poco a poco en el subconsciente del pueblo alemán la figura de nuestro protagonista iba superando a la del propio Kaiser hasta ser dejado de lado en la conducción del conflicto y del destino de Alemania a manos de Hindenburg.
La leyenda habría terminado allí, a pesar de la derrota. Pero su afán de salvador de la patria volvió a lucir durante la República de Weimar y su nombre iría aparejado esta vez a otro nombre, el de A. Hitler, porque fue Hindenburg quien al fin y al cabo abrió las puertas del poder al nazismo alemán.
2. JOFFRE
Cesar Joseph Jacques Joffre, Mariscal de Francia, nació en 1824 en Rivesaltes, en los Pirineos. Participó, siendo estudiante, en la defensa de París en la guerra franco-prusiana de 1870. En la Francia de la III República las colonias le ofrecen una brillante carrera militar.
En 1911, es nombrado vicepresidente del Consejo Superior de Guerra y poco después jefe del Estado Mayor General. Al comenzar la guerra de 1914 asciende a comandante en jefe de las Fuerzas Armadas francesas del norte y del nordeste.
Cree que Alemania no violaría la neutralidad de Bélgica y sigue la corriente d pensamiento de un grupo de jóvenes y valientes oficiales, la llamada Jeune école. Según esta tendencia el mantenimiento de la iniciativa es un factor determinante para la victoria final, y por eso Joffre espera tener que dirigir una serie de ofensivas.
En el inicio de la guerra y ante el fulgurante avance alemán, Joffre muestra dotes poco comunes de mando, y coordina, imperturbable, las maniobras de retirada hacia el Marne. Donde estuvo a punto de detener el avance alemán.
En diciembre de 1915 es nombrado comandante supremo de todas las fuerzas francesas. Ante la ofensiva alemana en Verdún elige a Pétain para dirigir la defensa. Su aurea de victoria se difumina en la batalla del Somme cuando sería sustituido por Neville, que promete abandonar la táctica de las pequeñas ofensivas repetidas.
Al retirarse del mando activo, Joffre se dedica a escribir sus memorias, así como obras de estrategia militar. Falleció en París en 1931.
3. PÉTAIN
Ya hablamos de él en nuestro artículo sobre los 10 personajes de la II Guerra Mundial, pero ahora lo haremos sobre su papel de militar en la primera y su protagonismo, por ejemplo, en la batalla de Verdún.
Si al finalizar la Gran Guerra era considerado un héroe y el símbolo del patriotismo francés, al acabar la Segunda su estrella se apagaría y acabaría siendo condenado a muerte por traición.
Pero esta teoría que ralentizaría su carrera fue lo que le ayudó a conquistar la gloria. Su éxito consistió en tener muchas menos bajas que otras unidades, pues no ordenaba avanzar a la desperada y utilizaba inteligentemente la artillería.
Pese a que Jofre con confiaba en sus teorías, cuando comenzó la ofensiva alemana sobre Verdún tuvo la intuición de que Pétain sería el hombre indicado para resistir. Decisión acertada como se pudo comprobar. Pétain atendió además al factor humano, a los soldados, su condición física y su moral. Preparó un sistema de rotación continua de unidades, así, los atacantes encontraban siempre tropas relativamente frescas y los defensores franceses no caían en la desesperación absoluta, pues sabían que serían relevados. Otra de sus innovaciones fue utilizar a la aviación como apoyo de la artillería para dirigir su tiro. Verdún no cayó y Pétain se convirtió en héroe nacional.
En otoño de 1918, por una vez, Pétain se dispuso a lanzar a su infantería a la ofensiva. Tenía superioridad y el ejército alemán estaba al borde del colapso. Pero llegó el armisticio y el final de la guerra.
De su final ya hablamos en el post de los 10 personajes de la II Guerra Mundial que citábamos al principio, cuando aceptó el “nuevo orden europeo” de Hitler.
4. ROBERT NIVELLE
Robert Georges Nivelle nació en Tulle el 15 de octubre de 1856. Como otros protagonistas de este artículo combatió en la Rebelión de los Bóxers. Entre 1914 y 1916 asciende desde el mando de un Regimiento de artillería al de un cuerpo del ejército. Jugó un papel clave para frenar los ataques alemanes durante la Ofensiva de Alsacia, la Primera Batalla del Marne y la Primera Batalla del Aisne, gracias al intenso fuego de artillería que organizó contra ellos.
Dirige con éxito el contraataque francés en Verdún y reconquista la plaza fuerte de
Su estrategia y victorias dejaban muy claro su poco respeto por la pérdida de vidas humanas.
En 1917 se compromete a destruir las líneas enemigas utilizando su método ofensivo a mayor escala, «ofensiva Nivelle» y el primer ministro inglés, Lloyd George, que estaba cansado de Haig, acepta poner bajo su mando las tropas británicas para este ataque masivo. Su ofensiva no tuvo éxito y con un coste muy elevado de vidas humanas: los Aliados perdieron 350.000 hombres (100.000 de ellos franceses) solo por ganar unos pocos kilómetros.
A causa de este sangriento fracaso es inmediatamente sustituido por el general Pétain. Enviado al norte de África, alejado de participar en el frente occidental.
Falleció en París el 23 de marzo de 1924.
5. FERDINAND FOCH
Nacido en Tarbes, Francia, el 2 de octubre de 1851, y fallecido en París el 20 de marzo de 1929, París, Francia, Ferdinand Jean Marie Foch fue un mariscal francés y comandante en jefe de los ejércitos Aliados durante la Primera Guerra Mundial.
Foch tuvo su protagonismo en el Marne y el Iser al salvar la grave situación del momento. Pero su agresividad le llevó a plantear estrategias de combate muy arriesgadas que llevarían a inútiles matanzas, lo que le llevó a un ostracismo que duraría hasta mayo del 1918, cuando Clemenceau y Lloyd George, primeros ministros francés y británico, acuerdan crear un mando único aliado bajo el mando del mariscal francés, ante la gran ofensiva de Ludendorff que puso en jaque el equilibrio en la guerra y fue una amenaza real de acabar con ella.
Sacrificó las reservas francesas para acudir en apoyo de los británicos, pero les impuso sacrificios sobrehumanos que despertaron un clima de hostilidad en el Estado Mayor británico. Su decisión de resistir hasta la muerte, esperando que la llegada de los estadounidenses compensara la superioridad que les dio a los alemanes con su paz con Rusia fue ampliamente alabada por Churchill. Peor no era solo coraje lo que caracterizaba a Foch, era ciencia militar. Evaluaba fríamente como la ofensiva alemana iba perdiendo fuerza. A partir del verano se cambiarían las tornas, Foch se encontró en superioridad de recursos.
En la victoria fue magnánimo y generoso y cuando a la firma del armisticio se planteó la exigencia de desarmar a las tropas alemanas, Foch lo rechazó con su célebre frase: «Han combatido bien, dejadles conservar sus armas»
6. DOUGLAS HAIG
Douglas Haig nació en Edimburgo el 19 de junio de 1861 Mariscal de Campo y primer conde Haig, otro protagonista de la I Guerra Mundial. Estuvo en la India y participó en la guerra contra los Boers.
Al estallar la guerra, la defensa de Ypres (oct-nov 1914) le vale el nombramiento de
En julio de 1916, convencido del rápido hundimiento de las líneas alemanas, Haig desencadena la del Somme, pero no consigue su objetivo, sino, en su lugar, una larga e interminable batalla de desgaste en la que Haig, batallón tras batallón, lanza durante meses a centenares de miles de voluntarios al ataque con un alto coste en vidas. Entre julio y noviembre, en la batalla del Somme se cuentan unas 400.000 víctimas, entre muertos y heridos, casi todos reclutas. La tragedia se repite en la batalla de Arras (abril de 1917) y sobre todo en la insensata ofensiva en Flandes lanzada en junio de 1917 y obstinadamente prolongada hasta finales de septiembre.
Cuando en marzo de 1918, Ludendorff se juega el todo o nada en una última ofensiva, Lloyd George prefiere confiar la suerte del mando supremo interaliado al francés Foch con el que Haig colabora perfectamente.
Terminada la guerra, Haig se retira. Su falta de imaginación, su frialdad ante las inmensas pérdidas, las responsabilidades adquiridas durante el conflicto, unido a su arrogancia militarista, lo han convertido en el prototipo de la torpeza militar.
Falleció en Londres en 1928.
7. ERICH LUDENDORFF
Erich Friedrich Wilhelm Ludendorff nació en Kruszewnia, Prusia, el 9 de abril de 1865. Hizo carrera gracias a su brillante inteligencia. Discípulo de Schlieffen y de Moltke trabajó en la modernización del ejército entre 1903 y 1913. Un año después es nombrado general de brigada. Al restallar la guerra, bien considerado, participó en primera línea en la toma de Lieja (Bélgica). Es ambicioso, agresivo y tienen de él buenas referencias en la corte del Kaiser.
Las grandes ofensivas de 1918, que pusieron a prueba a los aliados, fueron en gran parte obra suya. Sobre todo, Ludendorff consiguió sacar provecho de su posición militar hasta orientar algunas decisiones políticas con enormes consecuencias, como, por ejemplo, la sustitución del canciller Bethmann-Hollweg por el más belicista Michaelis o la proclamación de la guerra submarina indiscriminada, que acabaría provocando la entrada, entre otras causas, en la guerra de los estados Unidos.
En octubre de 1918, Ludendorff hundido por la inminente derrota, se dio de baja en el ejército y se retiró a Suiza. De vuelta a Alemania se aproximó a los grupos de extrema derecha que están en alza en la Alemania de aquellas fechas.
Falleció en Múnich en 1937.
8. ERICH VON FALKENHAYN
Erich von Falkenhayn nació el 11 de noviembre de 1861, cerca de Graudenz, Prusia Occidental. Fue jefe del Estado Mayor imperial alemán a principios de la Primera Guerra Mundial. A finales del siglo XIX fue enviado a China y se distinguió en la represión de la revuelta de los Bóxer.
La retirada de los ejércitos alemanes después de la batalla del Marne dio como resultado el
Falkenhayn regresó a lo básico. Estaba convencido de que Alemania tenía una larga guerra por delante, para la cual posiblemente no serían suficiente las reservas de hombres, materiales y alimentos. Dio órdenes a la industria alemana de orientarse totalmente hacia la producción para la guerra y conceder menor prioridad a la producción de bienes de consumo. También introdujo una política mucho más estricta para aquellos que se eximían del reclutamiento, con el fin de poder armara más hombres, y posteriormente ordenó a sus tropas que llegaran a la costa belga a la mayor rapidez posible, para rodear a las tropas francesas y británicas y cortarles el paso hacia el mar.
Sus primeros pasos en la guerra fueron exitosos hasta llegar a Verdún.
En Navidad de 1915 von Falkenhayn presentó un informe al Káiser para una ofensiva en el frente oeste atacando el campo fortificado de Verdún. Si lograran sus objetivos asestarían un duro golpe a los franceses sobre todo desde el punto de vista psicológico. En enero de 1916 comienzan los preparativos alemanes para la batalla. «Un esfuerzo final, dada la actual situación favorable, inclinaría la balanza a favor de Alemania», le diría al Káiser. resumen el ambiente de optimismo que reinaba en los ejércitos de las Potencias Centrales.
Ordenó construir carreteras, vías de tren, estaciones, alojamientos y grandes almacenes de municiones. Los alemanes contaban con seis divisiones compuestas por 90.000 hombres. Todo se organizó en el mayor secretismo posible, de hecho, no se informó de la operación a la mayoría de los oficiales implicados hasta el último momento.
Pero cometió varios errores que acabaron condenado su objetivo. En primer lugar, no abrir el ataque a ambas orillas del rio Mosa y en segundo no tener en cuenta la climatología, ese mal tiempo convirtió el terreno en un fangoso y pantanoso espectro que no solo hacía muy difícil la maniobrabilidad y movimiento de las tropas, sino que el hielo, el barro y la humedad provocaron innumerables bajas en ambos bandos si tener que disparar un solo tiro.
Apartado del cargo tras la infructuosa ofensiva sobre Verdún, a finales de 1916 todavía tuvo ocasión de firmar su mejor victoria: la campaña que en tres semanas pone en fuera de juego a Rumanía.
Falleció el 8 de abril de 1922, cerca de Potsdam, Alemania.
9. ALEKSEI ALEKSEIEVICH BRUSILOV
Al inicio de la Gran Guerra manda el VIII Ejército contra los austriacos en Galitzia. Hasta 1916 no logra tener bajo su mando efectivos suficientes para poder emprender ataques siguiendo sus iniciativas. La ofensiva desencadenada al sur de los pantanos del Pripet sorprende a los austriacos, atraviesa las líneas del frente y reconquista una parte de Galitzia y Bucovina. Se trata de la victoria rusa más importante, y la última. Pero su ofensiva demoledora se detiene por falta de recursos. Al año siguiente, Brusilov es uno de los generales que, tras la revolución de febrero, aconsejan al zar su abdicación.
Falleció en Moscú el 17 de marzo de 1926
10. MUSTAFA KEMAL ATATÜRK
El héroe de Galípoli. Desde cadete en la escuela militar, preocupado por la decadencia del régimen otomano, se implicó en actividades políticas prohibidas. Ingresó en el movimiento de los Jóvenes Turcos, aunque no hizo carrera.
Cuando los aliados desembarcaron en Galípoli, Kemal cerró el paso a la invasión, mantuvo embotellado en las playas al cuerpo expedicionario y lo sometió a un contundente castigo, que haría fracasar la operación con enormes pérdidas aliadas. Neutralizada esta amenaza combatió a los rusos en el Cáucaso donde obtuvo nuevos triunfos.
Una vez perdida la guerra y Turquía perdiendo territorios por los tratados de paz, se levantó el espíritu nacionalista, precisamente cuando unos de esos favorecidos en los repartos fueron los griegos. El 19 de mayo de 1919 desembarcó en el oriente de anatolia, fecha que los historiadores turcos consideran como el inicio de la Guerra de Liberación nacional. Convocó un Congreso Nacional turco en Erzurum, que negó obediencia al gobierno de Constantinopla y formó su propio gabinete nacionalista. Llegó al poder y consiguió la anulación del Tratado de Sevres que había firmado el extinto Imperio otomano tras la derrota en la Gran Guerra y el reconocimiento como turca de la totalidad de Anatolia y el Este de Tracia (la actual Turquía).
En 1934 la Asamblea Nacional le asignó el apellido Ataturk, Padre de los Turcos.
Fuentes
La I GM como antes nunca se la habían contado (fascículos) Aventura de la Historia
La I GM en imágenes JHJ Andriessen. Edimat Libros
Atlas Ilustrado de la I GM. Antonella Astorri y Patrizia Salvadori. Ediciones Susaeta.
PRIMERA GUERRA MUNDIAL EN HISTORIA SIN PRETENSIONES
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