LA BATALLA DE GALLIPOLI
PROLEGÓMENOS
Al inicio de la Iª GM
Turquía no había decidido en que bando iba a participar, en el caso de que
entrara en la contienda. La presión de Alemania sobre la neutral Turquía era
muy fuerte, cuestión que desde el Reino Unido se veía con mucha desconfianza
dada la posición geoestratégica del país. Esto pudo provocar dos movimientos
erróneos sobre el tablero de la Gran Guerra por parte británica y más concretamente
por parte de W. Churchill. El primero fue decomisar dos buques de guerra turcos
que se estaban construyendo en astilleros británicos para la armada turca con
la consiguiente reacción otomana, expulsando al agregado naval británico. Esta
situación fue aprovechada astutamente por los alemanes que movieron pieza y
ofrecieron dos de sus buques para sustituir a aquellos, el Goeben y el Breslau. Y no
contentos con su desafortunada jugada los británicos volvieron a equivocarse al
detener un torpedero turco que pretendía pasar por los Dardanelos. Presionados
por los alemanes, los turcos cerraron el Bósforo y los Dardanelos a toda
navegación cortando la ruta de aprovisionamiento de los aliados con Rusia.
Los turcos permitieron
que los buques de guerra alemanes mencionados entraran y fondearan en Estambul.
De esta simple forma Turquía renunció a su neutralidad y entró en la guerra al
lado de las Potencias Centrales. Era octubre de 1914. Pero antes de que
finalizara el mes, los buques alemanes hicieron una incursión y dispararon
contra varios puertos rusos y una refinería de petróleo lo que supuso la
declaración de guerra de Rusia a Turquía.
Dadas las circunstancias
ahora serían los británicos quienes moverían piezas en el tablero y el 3 de
noviembre la armada real entró en los Estrechos de los Dardanelos y dispararon
contra fortificaciones turcas. El 13 de diciembre hundieron el buque de guerra
turco Medusha. Estos ataques
generaron la impresión en los británicos que seria relativamente sencillo
conseguir el paso de nuevo por estas vías navegables y recuperar la posición.
Los rusos reclamaron la
apertura de un nuevo frente que aliviara la presión turca en el Cáucaso,
cuestión que fue aceptada por Churchill quien propuso enviar la armada a los
Dardanelos. Así dejar fuera de combate las baterías turcas y luego dragar de
minas del estrecho dejándolo transitable para acceder a Estambul. La idea era
buena pero la planificación y puesta en marcha la historia ha demostrado que
fue un auténtico desastre.
Se planeó el ataque para
el 15 de febrero de 1915 con ayuda de los franceses y la incorporación a la
flota del modernísimo HMS Queen Elizabeth.
Pero según se acercaba las fechas las dudas se iban apoderando de algunos
responsables.
INICIATIVA
ALIADA
Como complemento de la
acción se decidió desembarcar tropas en la península de Gallipoli, una
pequeña península bañada por el Egeo y posicionada estratégicamente con un
estrecho que era la llave para doblegar al Imperio Otomano. En principio para
controlar los fuertes y los puertos turcos donde se hallaban las baterías
artilleras y después poder retirar las minas colocadas en el paso marítimo.
Las fuerzas aliadas
disponían de un total de 50.000 hombres, que ya tuvieron problemas para
reunirse en la isla de Lemnos, esperando un posterior asalto masivo. Estas fuerzas estaba integradas por la 29ª División, que fue reforzada con dos
batallones de infantería de marina británica y las tropas ANZAC (Australian New
Zealand Army Corp).
El 19 de febrero, cuatro
días mas tarde de lo previsto, los primeros buques entran en los Dardanelos y
bombardea los fuertes, pero con nulo resultado. Se repitió la acción el día 25
con algo más de éxito, reforzado por la acción de los infantes de marina. En
Londres se felicitaron por el éxito, pero nadie parecía darse cuenta de que,
con esta acción habían señalado Gallipoli como el objetivo a alcanzar y un
ataque por sorpresa ya era totalmente inviable. Se pensó incluso que no sería
necesario un desembarco que con la mera presencia de la armada real sería
suficiente para que los turcos desistieran.
Pero no iba a ser así,
los marines tuvieron que retirarse y la resistencia turca no era tan débil como
pensaban los británicos. Los turcos estaban asesorados por fuerzas alemanas a
las órdenes del general Liman von Sanders. Dadas las circunstancias se llegaron
a entablar conversaciones con los turcos no llegando a ningún acuerdo.
Las acciones navales
continuaron y las minas turcas empezaron a causar bajas junto al fuego de los
obuses de tierra.
Las Fuerzas
Expedicionarias habían subido a 70.000 hombres. Estaba decidido, las
operaciones serian conjuntas mar y tierra. Pero los preparativos fueron poco
preparados y nada profesionales. El conocimiento del terreno por parte del
general Hamilton, comandante de las Fuerzas Expedicionarias, sobre el que se
entablaría la lucha, era prácticamente nulo. No había documentación, cartografía
ni nada que ayudara a posicionarse y planear una estrategia adecuada. No había
ni plan de comunicaciones entre el ejército y la marina. No se concia con
exactitud la situación de la artillera turca y las propias tropas de defensa.
Ni tan siquiera se mantuvo el secreto sobre la operación, así que tanto turcos
como alemanes estaban al corriente de lo que pretendían los británicos.
LA
ROYAL NAVY
ENTRA EN
JUEGO
El 18 de marzo estará
grabado con letras muy negras en la historia de la armada real británica. Los
turcos bien asentados en sus puestos vieron como la flota combinada,
anglo-francesa, se acercaba a ellos. Allí estaban el HMS Inflexible, el Lord
Nelson, el Agememnon y el HMS Queen Elizabeth, los más grandes y
potentes que fueron los primeros en abrir fuego contra las baterías y fuertes
costeros. Detrás llegaban el HMS Prince
George y el Triumph. Y justo
detrás bajo mando francés el Suffren,
Bouvet, Charlemagne, HMS Canopus y el HMS
Cornwalis.
Salvo algunos daños
causados por la artillería turca, el fuego aliado era eficaz en líneas
generales, entonces entraron en juego los dragaminas y el desastre cubrió la
atmósfera del estrecho. El primero en chocar con una mina fue el Bouvet, los dragaminas fueron atacados y
no pudieron realizar su trabajo. Y a partir de ahí empezaron a caer buques. El HMS Inflexible, el HMS Irresistible y el HMS Ocean
que fue en ayuda, también.
El general Ian Hamilton,
jefe de la Fuerza Expedicionaria del Mediterráneo, telegrafió a Londres: «Muy a
mi pesar, me veo obligado a llegar a la conclusión de que no es probable que
los estrechos sean forzados por acorazados (…). Ha de ser una operación militar
pausada y metódica, llevada a cabo con nuestras fuerzas al completo, para así
poder abrir un paso para la Armada».
Se ordenó la retirada. El
saldo fue de 700 hombres y una tercera parte de los barcos perdidos. Por el
contrario, solo cuatro cañones turcos habían sido dejados fuera de combate y
las bajas turcas fueron de 40 muertos y 70 heridos. Los campos de minas seguían
intactos y la vía navegable hacia Estambul se mantenía cerrada para los
aliados.
El fracaso era evidente,
pero una primera comunicación a Londres, no ajustada a la realidad, hablaba de
«éxito brillante», que fue rápidamente desmentida y calificado el ataque como
un desastre.
El siguiente paso sería
el desembarco en la península, en Gallipoli, previsto para mediados de abril,
pero dejaron el tiempo suficiente para que los turcos asesorados por los alemanes
repararan sus daños y reforzaran sus posiciones. Disponían de 50.000 efectivos
para la defensa. Los preparativos aliados volvieron a dejar mucho que desear
para un ataque de tal envergadura. Las provisiones eran deficitarias, piezas de
artillería con munición equivocada, sin lanchas de desembarco por lo que hubo
que improvisar. Pero nada se detuvo ni replanteó. Tanto Churchill como el
ministro de la Guerra, Lord Kitchener tenían su reputación que mantener e
hicieron todo lo posible por asegurar que ellos lo llevarían adelante.
LOS
DESEMBARCOS
Estaba a punto de ponerse
en marcha el primer gran desembarco militar del siglo XX, precedente del
legendario Día D en Normandía tres décadas después. La 29ª desembarcaría en
Helles, los ANZACS en Caba Tebe al norte, la infantería de marina en la costa
de Bulais con una unidad francesa desviándose en Kum Kale y bahía de Basika y
un batallón británico en la bahía de Morto. En el último momento se decidió
desplegar una fuerza de 2.000 hombres al oeste de Krithia. La previsión,
demasiado optimista por cómo se había planeado la operación, estimaba que en 24
horas todo hubiera concluido.
El 23 de abril el
impresionante convoy de buques y tropas se pone en marcha llegando a sus
destinos la noche del 24 al 25 de abril. La invasión comenzó a las 3 de la
madrugada, 70.000 hombres se disponían a desembarcar en la península de Gallipoli.
La madrugada del 25 de
abril comienza el desembarco en sus puntos previstos. La idea era colocar al
enemigo entre dos fuegos y atenazarlo poco a poco.
Los 12.000 ANZACs
desembarcaron en un lugar equivocado, con un terreno muy difícil y fueron
barridos por las defensas turcas. El general Birdwood viendo la masacre
solicitó permiso para retirarse, pero le fue denegado. La lucha continuó hasta
el 4 de mayo perdiendo casi la totalidad de los soldados.
El resto de las playas
llevaban nombres codificados con letras. Quienes peor lo pasaron fueron quienes
desembarcaron en las playas «V» y «W» con un número elevado de bajas. En el
resto de las playas la resistencia fue menor y el día 26 los aliados habían desembarcado
unos 30.000 hombres, pero no se avanzaba según lo previsto y el enfrentamiento
se alargó a los primeros días del mes de mayo.
Todavía el 17 de agosto
se intenta un nuevo desembarco en Suvla con tropas de refresco. El desembarco
tuvo éxito, pero fue frenado por los defensores turcos sin ganar terreno
considerable. Éstos habían reforzado todas las defensas de la península y
equipararon el volumen de tropas a las de los aliados. El equilibrio era total
y las posibilidades aliadas iban mermando según pasaba el tiempo. La Armada
británica tampoco fue de mucha ayuda.
LA
RETIRADA
Otro problema a tener en
cuenta fue la deficiente preparación en el ámbito médico que tuvo la operación.
Muchos soldados morían sin poder ser atendidos, al aire libre sin poder
curarles las heridas y el transporte de heridos tampoco era el adecuado. A
pesar de ello Hamilton envió un telegrama el 27 de abril a sus superiores
informando de que todo iba según lo previsto, pero pedía refuerzos. Que
llegaron, pero sin lograr avances notables, solo incrementar el número de
bajas. El 14 de mayo Londres envió estos refuerzos.
Finalmente, el 14 de
octubre Hamilton fue relevado y sustituido en el mando por el general Monroe.
Este indicó que necesitaría al menos 400.000 hombres para conseguir la victoria,
cuestión que hizo replantearse la situación desde la metrópoli. Lord Kitchener
decidió ver en primera persona el campo de batalla y lo que descubrió le
impactó de tal manera que se dio cuenta de que era imposible alcanzar la
victoria final. Y así se lo comunicó al primer ministro Asquith en un telegrama
el 15 de noviembre.
La noche del 7 de enero de 1916 los británicos comenzaron a replegarse a las playas, contando con al cobertura de minas con temporizadores y por la artillería naval. Así comenzaron a embarcar desde los muelles que se habían improvisado para ello. El 8 de enero abandonaban la playa de Lancashire los últimos soldados británicos.
CONCLUSIÓN
La batalla que se
calculaba en 48 horas duró ocho meses y medio y las bajas se contaban por
cientos de miles y medio millón de heridos entre ambos bandos. Cambió el rumbo
de la guerra que todavía duró tres años más. Supuso además destacar dos hechos
relevantes, uno, el nacimiento de la identidad nacional australiana y
neozelandesa, dos, cimentar la Turquía moderna de la mano de Atartük.
La actitud heroica y suicida,
en muchos casos, de las tropas aliadas no se vio respaldada por una estrategia
ni política ni militar de nivel. En el campo de batalla cumplieron con su deber
no así en retaguardia, en el Cuartel General. Gallipoli ha pasado a la historia
como un desastre militar y página negra en la historia militar británica. La
cabeza del primer lord del Almirantazgo, W. Churchill, fue de las primeras en rodar
tras una investigación en Londres. Para quien será una pesadilla que retumbaría
en su cabeza («¿Qué pasó en los Dardanelos?») hasta la IIª Guerra Mundial.
El 25 de abril se celebra
en Nueva Zelanda y Australia el día de ANZAC en memoria de los casi 11.000
soldados del Cuerpo Armado de Australia y Nueva Zelanda que murieron en los
Dardanelos entre el 25 de abril de 1915 y el 9 de enero de 1916: «Lest we
forget».
En la web anzacportal que
se relaciona al final del artículo constatan la siguiente reflexión:
«¿Cómo han evaluado los
historiadores militares la campaña de Gallipoli? Algunos lo han juzgado como mal
aconsejado, en gran parte mal ejecutado y en general poco o nada significativo
en la guerra más amplia que el Imperio británico y sus aliados estaban llevando
a cabo para derrotar al Imperio alemán en Europa. (…)
De la posibilidad de que
la captura de la península de Gallipoli y la llegada de una flota británica a
Constantinopla hubieran sacado a Turquía de la guerra, Robin Prior, el
historiador más reciente de Gallipoli, concluye:
... no hay evidencia de
que Turquía hubiera estado fuera de la guerra incluso si Constantinopla hubiera
caído. Con toda probabilidad, Turquía habría seguido luchando ... A pesar de la
valentía de las tropas aliadas ... la campaña se libró en vano».
Fuentes:
La Iª Guerra Mundial en imágenes, J.H.J. Andriessen. Edimat libros.
Historia Contemporánea (1914-1989), Hipólito de la Torre (coordinador). Editorial Universitaria Ramón Areces (UNED)
Origen fotografias: El País y anzacportal
Le rompieron el culo a los aliados jajaja
ResponderEliminarVisitar Gallipoli y los escenarios de la batalla es impresionante; el paisaje es de una belleza arrebatadora, como arrebatadir es el terror que uno siente cuando lee las guías de lo que sucedió allí. Europeos y norteamericanos solemos trar con mucho desdén a Turquía, pero deberíamos reflexionar sobre el respeto con el que los turcos han tratado siempre a los aliados caídos en la batalla y el cariño con el que son tratados sus descendientes cuandi acuden a los numerosos homenajes que allí tienen lugar
ResponderEliminarGracias Xuso por el comentario, no he podido visitar la zona pero quien ha ido dice lo mismo que tu. Estoy de acuerdo con tu apreciación, tenemos la mala praxis de ver siempre la Historia con un ojo eurocentrista, desdeñando otros puntos de vista. Siempre se habla de derrota aliada y en muy pocos sitios se dice que fue una victoria turca.
EliminarAlguna vez se hablará de Malvinas del mismo modo. Una victoria con sabor amargo para la corona
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