CAUSAS DE LA ENTRADA DE LOS EE. UU. EN LA I GUERRA MUNDIAL
Torpedeo del Lusitania imágenes del New York Herald and London Sphere ¿Por un
telegrama o por el hundimiento de un trasatlántico? |
El 6 de abril de 1917, dos años y nueve meses
después de iniciada la guerra, el Congreso de Estados Unidos dio la aprobación
para tomar parte en el conflicto, dejando a un lado su, hasta ese momento,
neutralidad. Era una apuesta del entonces presidente Woodrow Wilson a pesar de
parte de la oposición política que opinaba lo contrario, pero no así la
población, que mayoritariamente apoyaba las tesis de su presidente que, no en
vano, había ganado la reelección en noviembre de 1916 con el lema de campaña
«¿quién nos mantuvo fuera de la guerra?». Sin olvidar que ese papel de neutralidad le
serviría para tener tratos comerciales con cualquier estado, incluido los
beligerantes y recibir cantidades ingentes de inmigrantes que potenciarían su
industria y su economía. Aunque el mero hecho de conceder préstamos de guerra,
especial y únicamente, a los aliados, ponía en tela de juicio esa pretendida
neutralidad.
NEUTRALIDAD
En realidad ¿Cuál era la opinión privada de Wilson?
En 1915 envió a su emisario personal, el coronel House, a Gran Bretaña para
reunirse con el ministro de Asuntos Exteriores, Edward Grey. Allí les pidió a
los británicos que le dijeran que querían que hiciese EE. UU. para ayudar a los
aliados en la guerra. Una pregunta sorprendente para un país neutral.
CAUSAS
CAUSAS
La guerra submarina alemana con el hundimiento de
buques mercantes como el Arabic o el Sussex, cercanos a las costas francesas,
británicas e irlandesas, y en especial, el del Lusitania, junto con la existencia de un telegrama que incluía una
oferta alemana a los mexicanos un tanto peligrosa para los intereses
estadounidenses, hicieron que la neutralidad se difuminara y se
pasase a la total beligerancia y envío de tropas y material militar al Viejo Continente.
Los estadounidenses al principio del conflicto
defendían, desde su estatus de neutralidad, el derecho de libre comercio en los
mares de productos que no tuviesen una utilidad militar. Recordemos que en ese
momento tanto la flota alemana como la Royal Navy patrullaban las costas para
evitar la entrada en las del enemigo de cualquier entrada de mercancías. De
hecho, el gobierno de Wilson sugirió a ambas partes obedecer las Cruiser Rules
(convenciones sobre el ataque de un buque mercante por un buque militar),
permitiendo barcos neutrales con cargamentos de alimentos destinados a la
población civil. Alemania aceptó estas propuestas, pero no así los británicos
que la rechazaron. Aunque el gobierno
estadounidense protestó, no llevó a cabo acción alguna, principalmente porque,
en el fondo, no quería dañar su relación con los aliados mirando al futuro.
ARMADA DE GUERRA DEL KAISER
ARMADA DE GUERRA DEL KAISER
La armada germana, en respuesta al bloqueo
británico, redobló su apuesta por la guerra submarina ya en febrero de 1915. Advirtieron
a los gobiernos neutrales que no permitieran que sus barcos navegaran por esa
zona; el motivo: porque no siempre les era posible a sus submarinos reconocer a
una embarcación neutral. De esta forma acabó torpedeándose al buque de bandera
británica Lusitania, el 7 de mayo de
1915, matando a 1.198 personas y dejando 761 supervivientes a pocas millas de
la costa irlandesa.
HUNDIMIENTO DEL LUSITANIA
Advertencia alemana |
A pesar de que el 23 de abril, la embajada alemana
en EE. UU. avisó de la posibilidad de bombardear buques, a priori no de guerra,
si se sospechara que transportaban material bélico. Ponía en peligro la
seguridad de dichos buques navegando en aguas no neutrales, como lo haría en
breve el Lusitania. De todo esto eran
conscientes la naviera, el Almirantazgo inglés y el capitán del navío William
Thomas Turner
«¡Atención! - Se
recuerda a los pasajeros que tengan la intención de cruzar
el Atlántico, que existe el estado de guerra entre Alemania y Gran Bretaña, y que la
zona de guerra comprende las aguas adyacentes a las Islas Británicas; que
las embarcaciones con bandera de Inglaterra o cualquiera de sus aliados se
arriesgan a ser atacadas en tales aguas, y que los viajeros que atraviesen la
zona de hostilidades en barcos de Gran Bretaña o
cualquiera de sus aliados lo hacen por su cuenta y riesgo»
Embajada Imperial Alemana en Washington D.C datado:
23 de abril de 1915
A pesar de las contradictorias versiones partidistas
de cada país, condenando unos el ataque y justificándolo los otros, lo que es
cierto es que el Lusitania no era sencillamente un inocente barco de
pasajeros, sino un auxiliar británico al servicio de la Royal Navy.
Transportaba, además de civiles, mercancías para la guerra, 1.250 cajas cada
una de ellas conteniendo cuatro proyectiles «Shrapel» para los cañones de tiro
rápido británicos de trece libras utilizados por la caballería. Esto sumaba un
total de 5.000 proyectiles. Además de mas cajas de municiones.
A pesar de que en el ataque murieron 124 estadounidenses,
el presidente Wilson no se dejó presionar y dio un ultimátum a los alemanes en
el sentido de que cualquier otro acto de esta naturaleza seria tenido por su
país como «deliberadamente inamistoso». Los alemanes lo tuvieron en cuenta y
utilizaron sus submarinos durante los siguientes dos años de forma más
restrictiva.
DIPLOMACIA
Ambos bandos buscaban desde la vertiente diplomática
también ganar la guerra. Ningún bando perdió la oportunidad de dirigirse a
grupos «descontentos» que se encontraban en los territorios controlados por el
enemigo. Por ejemplo, los aliados ofrecieron la independencia a las minorías
nacionalistas que poblaban el imperio austrohúngaro y los ingleses provocaron
la revuelta de las tribus árabes contra el imperio otomano, con el archifamoso Lawrence
de Arabia. Pero las potencias centrales no andaban a la zaga, Alemania prometía
una Polonia libre, incitaba al nacionalismo ucraniano, promovía la insurrección
de Egipto o apoyaba a los irlandeses contra El Reino Unido y a los argelinos
contra Francia. Pero la provocación llegaba a las puertas de los mismísimos EE.
UU.
Los alemanes creyeron ver a primeros de 1917 que la
victoria estaba al alcance de la mano. Las cosas no pintaban bien para la
Triple Entente especialmente porque uno de los aliados, Rusia se encontraba
inmerso en un ambiente prerrevolucionario que definitivamente acabaría con el
régimen y su participación en la guerra. Franceses y británicos estaban
sufriendo innumerables pérdidas en los combates y cada día veían que una posible
solución podía venir del otro lado del Atlántico. Por eso los alemanes estaban
convencidos de que al final los EE. UU. acabarían cediendo a las presiones
británicas y francesas y acabarían entrando en la guerra. Pero confiaban que
movilizar a sus tropas y transportarlas al viejo continente les llevaría unos
meses. Meses que ellos estaban decididos a aprovechar.
EL TELEGRAMA DE ZIMMERMANN
Pero volvamos a la provocación comentada respecto a
los EE. UU. El secretario de Estado alemán para Asuntos Exteriores Arthur
Zimmermann remitió un telegrama el 19 de enero de 1917 a la embajada alemana en
México ofreciéndoles un generoso apoyo financiero para entrar en guerra con
Estados Unidos y apoyarles en la recuperación de las perdidas territoriales que
había sufrido México en el conflicto de 1848 en favor de los norteamericanos,
es decir, Texas, Arizona y Nuevo México.
En febrero, además, el embajador alemán en
Washington D.C., Johann Heinrich von Bernstorff, entregó al secretario de
Estado, Robert Lansing una carta en la que Alemania declaraba la reanudación de
su política de ataques submarinos sin restricciones. Días después el presidente
Wilson anunció que su gobierno había roto las relaciones diplomáticas con
Alemania, pero no se tomó decisión alguna respecto a la entrada en la guerra.
Pero todo cambió cuando se enteró de la existencia
del telegrama que también se envió a la embajada alemana en Washington, pero fue
interceptado por los servicios de inteligencia británicos y decodificado y
publicado en periódicos estadounidenses golpeando a la opinión pública del país
que todavía no había olvidado el incidente del Lusitania casi dos años antes.
Esto y el hundimiento de buques mercantes, ya
mencionados, terminó con las reticencias de Wilson y el 6 de abril de 1917 se
emitía un comunicado formal declarando la guerra a Alemania. El 2 abril Wilson
habló ante el Congreso y expuso ante los parlamentarios los últimos
acontecimientos para que considerasen las acciones alemanas como una
declaración de guerra contra el gobierno y el pueblo de EE. UU.
Veinte meses después de la entrada en la guerra,
Alemania firma el armisticio.
CONCLUSIÓN
En definitiva, la actitud de Wilson fue un tanto
ambivalente desde el principio. Es cierto que no era belicista y pretendía una
paz justa pero sus actitudes hacen que la historiografía posterior divida sus
juicios sobre él. Evidentemente estaba a favor de los aliados y no quería una
victoria alemana. La vinculación de los EE. UU. con la causa aliada se hacía
cada vez mayor presionado por la economía, las finanzas y la industria. Wilson
se había convencido de que sus planes de «una paz justa, una paz sin vencedores
y sin castigo» no se podía lograr si EE. UU. no tomaba parte en el conflicto.
Apoyado por su secretario de Estado, Lasing y su consejero personal, House,
decidió que debían entrar en la guerra pero que solo lo harían cuando el pueblo
norteamericano lo permitiera. La reanudación de la guerra submarina por parte
alemana y el famoso telegrama Zimmerman allanaron el camino.
Fuentes:
Historia Contemporánea
(1914-1989) Hipólito de la Torre Gómez (coord.) Cap. 1 La Iª GM Ángel Herrerín
López, Editorial Universitaria Ramón Areces (UNED)
La I Guerra Mundial en
Imágenes, J.H.J. Andriessen Edimat libros
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