BREVE HISTORIA DE ESPAÑA: LA RESTAURACIÓN Y EL DESASTRE EL 98

La Restauración
 
Tras el trepidante y traumático Sexenio Democrático se abrirán las puertas para la restauración de la monarquía. Un periodo de estabilidad desconocida a lo largo del siglo. El resultado del propio régimen de la Restauración está estrechamente ligado a su inmediato pasado y los acontecimientos vividos. Recordemos que el Sexenio estuvo caracterizado por el estallido de ilusionantes cambios y proyectos políticos, por experimentos nacidos de la expectación pero acabados en la completa desilusión. Después de ese periodo revolucionario, las elites dirigentes, el ejército, el mundo de los negocios… deseaban seguridad y estabilidad que encontraron en la Restauración.

ANTONIO CÁNOVAS DEL CASTILLO

Una restauración que vino dirigida y preparada  por el partido alfonsino liderado por Antonio Cánovas del Castillo, quien diseñó un sistema político basado en la hegemonía de dos partidos: el Conservador y el Liberal.

Cánovas puso en marcha un complejo proceso de maniobras diplomáticas, la mas importante de las cuales fue la abdicación de Isabel II en su hijo en junio de 1870. Aprovechó el favorable contexto internacional de la era bismarckiana, proclive a soluciones moderadas. «Paz y orden» son las palabras que resumen su programa, que atrajo a las clases medias y altas, temerosas de un nuevo experimento revolucionario como el sexenio. La idea de Cánovas era restaurar la monarquía de forma pacífica y por la vía civil, pero le adelantó por la derecha Martínez Campos y su levantamiento en Sagunto en diciembre de 1874.

Cánovas contó con tres fuertes apoyos, por un lado su partido, el alfonsino, integrado por buena parte de la aristocracia, la alta burguesía, el mundo de los negocios, los círculos coloniales y altos jefes militares. El llamado lobby esclavista, formado por grandes terratenientes propietarios de mano de obra esclava, presionó a los gobernadores de las islas para que no aplicaran las reformas delos gobiernos del sexenio.  Veían en don Alfonso la garantía de sus intereses y de la «integridad» de la patria.

EL MANIFIESTO DE SANDHURST

El programa político alfonsino se reflejó en el Manifiesto de Sandhurst, fue redactado por Cánovas y firmado por don Alfonso en la Academia militar donde se formaba y recogía las ideas básicas del proyecto restaurador:

    • Carácter abierto e integrador de la monarquía constitucional
    • Necesidad de que la tradición católica fuera compatible con la libertad.
    • Superación de las dos constituciones precedentes: 1845 y 1869

Su ideario se forjó mediante una fusión de influencias que dio como resultado un pensamiento caracterizado por:
  • El pragmatismo en política
  • La defensa de la «constitución histórica o interna» de España, es decir, de sus costumbres y su historia. 
  • La soberanía compartida rey-Cortes frente a la soberanía nacional. 
  • Un pesimismo basado en el estudio de la historia de la decadencia española, aunque dejaba abierta la puerta a la regeneración del país.
  • La necesidad de que el ejército estuviera alejado de la política y sometido al poder civil
  • Un sistema electoral basado en la abstención de gran parte del electorado y en el fraude permanente que garantizase el «turnismo». En realidad toda una farsa que manejaba el rey, el gobierno y los caciques locales (poderosos propietarios que, con gran influencia en sus localidades, ayudaban a manipular los resultados electorales).
La Restauración


LA CONSTITUCIÓN DE 1876 

Hasta ahora es la de mayor vigencia en la historia contemporánea de España, pues duró hasta 1923. Su principal logro fue la estabilidad, de la que había carecido el país desde 1808. Se trata de un texto breve, con solo 89 artículos. El texto del anteproyecto fue aprobado por las Cortes surgidas de las elecciones de enero de 1876 mediante sufragio universal, por amplia mayoría. 

Se caracterizó por ser un texto flexible, que ofrecía lecturas diferentes en los puntos mas conflictivos y permitía futuras modificaciones mediante leyes complementarias. Su objetivo era convertirse en un marco legal estable y duradero, capaz de integrar las aspiraciones de las distintas fuerzas sociales y de impulsar el consenso político durante muchos años.

Los rasgos básicos del texto son:
  • La defensa de un Estado unitario y centralista, con división de poderes
  • La soberanía compartido Cortes-Rey
  • El reforzamiento de la figura del monarca
  • Las Cortes tenían una composición bicameral. 
  • El jefe del gobierno debía contar con el respaldo del rey, de las Cortes y de su partido y debería tener el respaldo de una mayoría parlamentaria que le permitiera gobernar y legislar
  • Situaba fuera del marco legal a todo partido o asociación que no aceptara y respetara los principios del sistema político establecido
  • Afirmaba la confesionalidad del Estado, proclamando la religión católica como la oficial, reconociendo la libertad de cultos peor solo en el ámbito privado.
EL PAPEL DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN ESTE SISTEMA

Debían ser un instrumento al servicio de la monarquía. Por lo que fue necesario formar nuevos partidos que constituyesen una especie de muro de contención frente a los radicalismos republicanos y carlistas. Así acabó imponiéndose el sistema bipartidista, similar al británico, dominado por los partidos Conservador, liderado por Cánovas, y Liberal, liderado por Sagasta

El partido Conservador se formó en mayo de 1875 sobre los restos del partido moderado y sectores de los constitucionales y progresistas. La tarea no fue fácil, pues se trataba de conciliar a los isabelinos con quienes habían echado del trono a la reina. 

El partido Liberal tardó mas en formarse. Lo integraban progresistas moderados y la izquierda de la Unión Liberal. Su bandera era la Constitución de 1869. En 1880 el Centro Constitucional, dirigido por Alonso Martínez, se unió con el partido Liberal y se fundó el Partido Liberal Fusionista, con Sagasta como líder. Este partido representaba, por tanto, el sector reformista de la Restauración.

Había otros partidos pero estaban excluidos en la práctica de alcanzar el poder:
  • Los republicanos, divididos tras 1876: los radicales de Manuel Ruíz Zorrilla, los unitarios de Emilio Castelar y los federales de Pi y Margall.
  • A la derecha se situaba el carlismo, dividido tras la derrota de 1876
  • Al margen del sistema estaban los movimientos obreros, tanto socialistas como anarquistas. Solo al final de la Restauración consiguieron cierto peso electoral y alguna representación parlamentaria.

EL «TURNISMO» O TURNO PACÍFICO DE LOS PARTIDOS EN EL GOBIERNO

La Restauración
Esto fue parte de la farsa del nuevo sistema. Comenzó con la exigencia de Sagasta de que el rey llamase a gobernar en 1881 a su partido. La cesión del rey inauguró el relevo pacífico en el poder de conservadores y liberales, y alejó el riesgo de golpes y motines. Para lograrlo se acordó la manipulación electoral. El fraude impide que hablemos de democracia como al entendemos hoy sino de una democracia puramente formal o «sistema liberal sin democracia». 

¿Cuál era la pauta que se seguía?:
  • Primero el rey llamaba a gobernar al partido que estaba en la oposición. Es decir, el primer paso era contar con el apoyo de la corona.
  • Y luego el rey disolvía las Cortes y se convocaban elecciones. El nuevo gobierno manipulaba el resultado para obtener la mayoría y el respaldo de las Cortes.
La consolidación del «turnismo» tuvo lugar durante la regencia  de María Cristina (1885-1902), especialmente tras el llamado pacto de El Pardo (1885) entre Cánovas y Sagasta, que se comprometieron a apoyar la regencia para defender la monarquía de las amenazas carlistas y republicana.

El político e intelectual Joaquín Costa  calificó este sistema como oligárquico, caciquil, corrupto e incapaz de instaurar una auténtica democracia. Y todo ello era cierto, sin embargo, proporcionó un largo periodo de estabilidad política y social sin parangón en el siglo XIX.

El poder político estaba en manos de los altos cargos de Madrid, los gobernadores civiles en las provincias y los caciques en pueblos y pequeñas ciudades. Cada uno en su ámbito concedía favores a cambio de votos y apoyo político. Así, el clientelismo y el populismo fueron dos instrumentos de participación de las masas en la política: el pueblo se sentía parte del sistema a través del cobro de favores, la compra de voto o la fidelidad al patrono. Por eso pervivió durante tanto tiempo.

La ley electoral de 1878 eliminó el sufragio universal masculino, reconocido en 1868. Redujo el censo de votantes a unos 850.000 españoles, hombres mayores de 25 años y contribuyentes, lo que privaba del derecho a voto a cinco de cada seis ciudadanos mayores de 25 años. Dio mucho poder a los ayuntamientos, que elaboraban el censo, y a los alcaldes, que revisaban las elecciones. Claves para  que el sistema funcionara como ya hemos comentado

La ley electoral de 1890 restauró el sufragio universal masculino, con la oposición de los conservadores. La medida suponía elevar el censo electoral a unos 5 millones de electores. España se situaba en la vanguardia europea, junto a Francia, Suiza y Grecia, aunque la realidad política era bien distinta, pues el fraude electoral se mantuvo sin variaciones.

EL REINADO DE ALFONSO XII (1875-1885)  

Su reinado comenzó con un gobierno del partido conservador, de 1876 a 1881. El objetivo de la presidencia de Cánovas era garantizar la consolidación de la monarquía restaurada y construir un sistema político de orden, autoritario y muy centralizado.

Utilizó los recortes de libertades (de expresión, de cátedra y de imprenta) o la aplicación de la censura en la prensa, sobre todo la republicana, para tratar de acallar las protestas. La libertad de reunión quedó regulada por la ley de junio de 1880, que establecía una división de partidos en legales e ilegales. Fue derogada en 1881 por el partido Liberal de Sagasta.

En esta etapa se concluyeron los conflictos pendientes del sexenio:

    • El final de la guerra carlista con la derrota de Carlos VII y la abolición de los fueros de las provincias vascas (julio de 1876). 
    • Y la guerra cubana, iniciada en 1868, que acabó con la firma de la Paz de Zanjón que fue el acuerdo firmado el 10 de febrero de 1878 mediante el cual se puso fin a la Guerra de los Diez Años entre los independentistas cubanos y el gobierno español. Negociada por Martínez Campos y ratificada en el Zanjón (Camagüey) supuso la entrega de las armas de los insurrectos cubanos y el compromiso, por parte de España, de conceder a Cuba los mismos derechos políticos y administrativos que tenía Puerto Rico. Se ofreció la amnistía a presos políticos, la salida de la isla a los líderes rebeldes y la emancipación de los negros y asiáticos que participaron en la insurrección. Algunos cabecillas revolucionarios, como Antonio Maceo, rechazaron el acuerdo y la paz se rompió temporalmente en 1879, cuando tuvo lugar la llamada Guerra Chiquita. No obstante los efectos verdaderos de la paz de Zanjón perduraron hasta 1895.

En 1881 llegan los liberales de Sagasta al poder, lo que se considera la consolidación del sistema. La necesidad de un cambio en el poder hizo que Alfonso XII optara por la alternancia.   Este nuevo aire  supuso la puesta en práctica de derechos y libertades, aprobados durante el sexenio y que el Partido Conservador había postergado.

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Contaba con el recelo de las clases conservadoras que les veían como el heredero del radicalismo democrático. Se aprobaron medidas librecambistas, a las que se opusieron los industriales catalanes y vascos; se reorganizó el ejército y se modernizó el reclutamiento; se amplió la base electoral; se mejoraron las finanzas de ayuntamientos  y diputaciones y se concedió libertad de prensa.

El gobierno de Sagasta finalizó en 1883 por una sublevación militar republicana que fracasó. Aunque la verdadera causa de la crisis del gobierno fue la división en el campo liberal. La ultima etapa del reinado de Alfonso XII dio el gobierno a Cánovas. El rey moría el 25 de noviembre de 1885 y se abría un nuevo periodo, el de la regencia de su viuda, María Cristina.

LA REGENCIA DE MARIA CRISTINA

Con la muerte del monarca el sistema de la Restauración pareció resentirse y corrió gran riesgo  porque, aunque la reina estaba embarazada, Alfonso XII no tenía aun heredero varón. Para evitar el regreso de Isabel II al trono, se llegó a un acuerdo de turno pacífico en el poder, el Pacto de El Pardo, por el que Cánovas cedía el gobierno a Sagasta. Este pacto consolidó la estabilidad política y la regencia de la reina viuda

Sagasta volvería al gobierno desde 1885 a 1890. Este fue el de mayor duración de la Restauración. Emprendió una serie de reformas legislativas de carácter claramente liberal:

    • La ley de asociaciones de 1887, que regulaba el derecho de asociación reconocido en la Constitución de 1876, legalizó los sindicatos obreros y reguló la presencia pública de las órdenes religiosas.
    • La ley del jurado de 1888 favoreció la libertad de prensa al suprimir la censura previa e impedir que la jurisdicción militar actuara.
    • La ley del sufragio universal de 1890 permitió integrar en el sistema a los republicanos de Castelar. Pero se mantuvo el fraude electoral.
    • La reforma del ejército pretendía modernizar las fuerzas armada. Pero la ley fue retirada y el ministro dimitió. Algunas reformas, como el servicio militar obligatorio o el sistema de ascensos, se aplicaron años después.

LA CRISIS DE FIN DE SIGLO

En julio de 1890, Sagasta tuvo que abandonar el gobierno a causa de la división interna en su partido, aunque ha habido distintas interpretaciones. Durante esa década se consolidó el sistema, pues las reformas legislativas de los liberales fueron respetadas por los conservadores. Francisco Silvela, del Partido Conservador, intentó una «regeneración» de la vida política española  y acabar con las prácticas corruptas, pero fracasó. Solo tras el asesinato de Cánovas y el desastre de 1898, el regeneracionismo de Silvela se abrió camino.

La situación en Cuba y Filipinas iba empeorando. En 1892 José Martí , que luego sería héroe de la independencia cubana, creó el Partido Revolucionario Cubano, y José Rizal hizo algo parecido en Filipinas con la Liga Filipina. Ambos se oponían a la presencia española  en sus territorios. Cuba se sublevaría en 1885 con una guerra que finalizaría en 1898 con la independencia, a pesar de que Sagasta, en el poder tras el asesinato de Cánovas, puso en marcha medidas mas moderadas pero ya llegaba tarde. Máxime con la aparición de los EE UU en escena, como luego veremos

La situación de las colonias, la cuestión social y el auge de los regionalismo convertidos en nacionalismos desataron la crisis de 1898.

EL DESASTRE DE 1898

A estas alturas salvo Cuba, Puerto Rico, en América y Filipinas en el Pacífico, España había visto como las colonias de iban independizando desde el reinado de Fernando VII. Pero es que en este tramo final del siglo los problemas coloniales no dejaban de crecer, sumando el creciente expansionismo de Estados Unidos, convertido ya en gran potencia industrial y militar, que tuvo mucho que ver. Los gobiernos españoles no supieron atajar el problema y este se hizo como una bola que crece al rodar. Se tomaban medidas que no surtían efecto porque no convencían en el territorio.

Puerto Rico era otra historia y no planteaba serios problemas, pues en 1872 había conseguido su autonomía, la esclavitud había sido abolida y tenía una economía saneada. 

Pero en Cuba, sin embargo, las reformas fueron más polémicas por la importancia de la isla para España. En 1886 se abolió la forma total de esclavitud. Las propuestas de Maura (reforma administrativa o la ampliación del censo) fueron rechazadas por antipatrióticas; el ministro dimitió creando una crisis en el gobierno liberal.

Los intentos del gobierno por otorgar cierto grado de autonomía como en Puerto Rico eran rechazados frontalmente por los sectores españolistas, reacios a cualquier reforma. Y enfrente los independentistas del Partido Revolucionario Cubano, con Martí a la cabeza. Así que nos encontramos con tres tendencias: españolistas, autonomistas e independentistas, que no llegaban a ningún acuerdo.

En el Pacífico la situación era distinta pues en Filipinas la presencia española esa escasa salvo en Manila. Mestizos y nativos pidieron reformas, lo que originó un movimiento emancipador. Como ya hemos dicho, José Rizal fundó en 1893 la Liga Filipina que  agitó el nacionalismo. 

En 1895 se produjo la insurrección nacionalista que dio lugar a la ultima guerra cubana, que primero contra con los independentistas nativos, y mas tarde contra los EE UU. La guerra hispano cubanas desarrolló en cuatro etapas:
  • 1ª fase: desde la sublevación en febrero de 1895 hasta la muerte de José Martí, en mayo
  • 2ª fase: (octubre de 1895- enero 1896). Fue el momento de mayor avance de los sublevados, que el general Martínez Campos se vio incapaz de frenar.
  • 3ª fase: (enero 1896-diciembre 1897) El general Weyler sustituyó a Martínez Campos con la consigna de «guerra hasta el final», aunque fracasó. Se intensificó en ese momento la interferencia de EE U en el conflicto.
  • 4ª fase: (diciembre 1897-abril 1898). Con el general Blanco al frente y en un ambiente hostil de la prensa y la opinión pública, desembocó en la intervención directa de los EE UU.
Estados Unidos, llevaba tiempo tanteando la posibilidad de comprar la isla de Cuba a España. De hecho hizo ofertas que fueron rechazadas. Y la guerra hispanocubana les vino de perlas. Durante la presidencia del demócrata Cleveland (1893-1897), la ayuda a los insurrectos cubanos fue constante. En el 98 había otro gobierno presidido por Mckinley que fue mucho mas directo.

El Desastre del 98
En febrero de 1898 la explosión del acorazado Maine anclado en el puerto de la Habana, con 266 víctimas, provocó la declaración de guerra. EE UU rápidamente se encargó de culpar a España de aquel incidente, tratándolo como un atentado y fue caldeando el ambiente en su país, que en principio aquello de Cuba y España les pillaba muy lejos. Pero consiguieron encender la mecha patriótica hasta que el clamor de la venganza  hizo insostenible no declarar la guerra.

Hubo un intento  por parte de los EE UU de comprar la isla, así el embajador de EE UU Woodford presentó un plan de compra de la isla en el mes de marzo, que España rechazó. 

El 25 de abril declararon la guerra a España. Aquí se opusieron parte de los carlistas, republicanos, anarquistas, socialistas y sectores populares, ya que estos soportaban el conflicto de forma directa como soldados, mientras que los jóvenes de clase alta se libraban mediante pago del alistamiento.

El resultado fue el esperado, nuestros viejos navíos de guerra no pudieron hacer frente a los nuevos y modernos acorazados de la armada estadounidense y nos llevamos dos derrotas estrepitosas, una en Cavite (Filipinas) y la otra en Santiago de Cuba.

El 10 de diciembre de 1898 se firmaba el Tratado de París, por el que España reconocía la
El Desastre del 98
independencia de Cuba, y cedía Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a EE UU, a cambio de una compensación de 20 millones de dólares. Los representantes españoles apenas pudo negociar, ya que le fueron impuestas las condiciones. Unos meses después, en febrero de 1899, España entregó al Imperio alemán las islas Carolinas, las Marianas (excepto Guam) y las Palaos, a cambio de 25 millones de dólares. Quedaba así liquidado el Imperio español.

CONSECUENCIAS DE LA DERROTA 

Sorprendentemente la derrota no produjo un cambio de gobierno ni hizo peligrar la monarquía. Eso sí, supuso un revulsivo colectivo, en el que se cuestionaron los objetivos de la nación, la situación política, los problemas sociales existentes, el papel que deberían jugar ejército y armada después de todo esto, la orientación internacional, la propia configuración del Estado o la necesidad de sanear la hacienda.

Hubo quien habló entonces de una España «sin pulso» y se extendió el sentimiento de que la nación había entrado en agonía. Fue el pesimismo generalizado de ciertos sectores el que originó la idea del «Desastre».  Pero esa visión catastrofista no se correspondía con la realidad. 

Surgió el movimiento regeneracionista, fue una corriente ideológica de orientación reformista con una importante carga utópica. Pretendió potenciar la modernidad  política, social y económica de España. Sus defensores más activos fueron políticos como Francisco Silvela y Antonio Maura. Como resultado de ese ambiente y de los debates en la prensa de la época, se formó en marzo de 1899 un gobierno presidido por  Francisco Silvela y con el general Polavieja como ministro de la Guerra. Ambos pretendía regenerar el país sin modificar el sistema ni el papel de la corona, el ejército y los partidos. A pesar de las buenas intenciones, el fracaso de ese gobierno mostró la incapacidad del sistema para evolucionar.

Por ello hubo otro movimiento regeneracionista al margen del sistema: el de los intelectuales, como Macías Picavea, Lucas Mallada o Joaquín Costa, y unos escritores con los mismos principios, la llamada Generación del 98 (Unamuno, Valle-Inclán, Machado, Ramiro de Maeztu, Azorín, Baroja…) Para ellos, España estaba en un estado de postración. Partiendo de postulados pesimistas, intentaron formular un diagnóstico y unas soluciones que denominaron «regeneración nacional». Cuestionaban la capacidad  del pueblo español para progresar, consideraban la falta de educación una de las causas fundamentales del atraso del país y criticaban el sistema de la Restauración y su funcionamiento.

Joaquín Costa se mantuvo al margen de los partidos  políticos y, a través de organizaciones como la Liga de Contribuyentes, la Cámaras Agrarias o la Liga Nacional de Productores defendió un programa de reformismo económico más técnico que político. Pero estas organizaciones excluían la participación de obreros y campesinos en la reforma y reducían el protagonismo a «las clases productivas intelectuales». 

La España de final del siglo XIX
Una de las consecuencias a muchos de estos planteamientos fue la creación del Instituto de Reformas Sociales, que respondía al nuevo liberalismo del siglo XX, 





EL RESTO DE PARTIDOS Y LOS NACIONALISMOS

Pues podemos empezar por el carlismo, derrotado en 1876, y que se volcó en la política. Ese  mismo año era nombrado representante de don Carlos en España Cándido Nocedad, quien acercó el carlismo al catolicismo intransigente. Que no gustó o mas bien incomodó a la jerarquía eclesiástica y al mismo don Carlos.

Tras la muerte de Alfonso XII, el movimiento se dividió en dos sectores:

    • El partido integrista, formado en 1888 por los seguidores de Nocedad. Que se difuminó a partir de 1896.
    • El sector propiamente carlista se reestructuró tras la escisión de 1888 y dio lugar a las Juntas Tradicionalistas. En su base social estaban los círculos tradicionalistas, instrumento modernizador del carlismo.

El auge de los nacionalismos estuvo impulsado por la reacción que se produjo en diferentes partes de España  en defensa de sus rasgos privativos, ante la tendencia uniformadora  y centralista del Estado liberal

Desde los años 70 comenzaron a proliferar en Cataluña publicaciones en las que se afirmaba la idea de una nacionalidad  catalana. En 1877 aparece el primer periódico en lengua catalana, el Diari Catalá, 1880 se celebra el Primer Congreso Catalanista y dos años después se el Centre Catalá.

Frete al modelo propuesto por Cánovas la política catalana elaboró dos modelos alternativos de catalanidad:

    • El republicanismo federal catalán, que reclamaba la soberanía para Cataluña, y cuyo principal defensor fue Valentí Almirall
    •  Otro, de carácter conservador y corporativo, defendía desde posiciones regionalistas una Cataluña singular dentro de una España plural. En 1891 nació la Unió Catalanista, 1891.

En 1892 la primera asamblea de la Unió, cuyo secretario era Prat de la Riba, se celebró en Manresa, donde se aprobaron las Bases para la Constitució Regional Catalana. El catalanismo adquirió un carácter de orientación tradicionalista y burguesa. En 1901 se creó la Lliga Regionalista, primer gran partido del nacionalismo catalán. Abogaba por la afirmación catalana pero reclamando, al tiempo, una mayor intervención en la política nacional en razón del peso que tenía Cataluña en el conjunto de España.

La reivindicación de la lengua y la cultura catalanas dio lugar al movimiento literario y cultural conocido como la Renaixença

El nacionalismo vasco tendría una génesis diferente aunque coincidieran en el tiempo con el catalán. Estuvo marcado por dos hechos: por la derogación de los fueros, por la Ley de 21 de julio de 1876, que provocó un movimiento en defensa de los derechos históricos y de las instituciones suprimidas, que conllevó  la afirmación de la lengua vasca y de las particularidades que les caracterizaban  y, por otro lado,  la industrialización, que provocó la llegada de inmigrantes de otras provincias españolas  y la rápida transformación de la sociedad vasca tradicional.

Los principales líderes nacionalistas vascos procedían del carlismo. Sabino Arana, su máximo líder e ideólogo, militó en el carlismo en su juventud. En 1895 fundó en la clandestinidad el Partido Nacionalista Vasco (PNV), Arana, de ideología clerical y tradicionalista, reivindicó la raza, la lengua y las costumbres con un carácter xenófobo y racista. Fue moderando sus ideas al ser elegido en 1898 diputado provincial por Bilbao y se acercó a los postulados moderados del catalanismo burgués de la Lliga.

Los republicanos, por otro lado, de los años 90  estaban divididos en varias fracciones:
  • los progresistas de Ruiz Zorrilla, partidarios todavía del golpe militar  y de las acciones de fuerza como método para acceder al poder
  • los federales de Pi i Margall, que defendían la organización federal de España. Representaba las aspiraciones populares del sexenio y fue el único partido republicano que se mantuvo unido desde 1880 a 1931. De base urbana, aunque con amplia implantación en el mundo rural catalán y andaluz, sus militantes eran laicistas y anticlericales, partidarios de la descentralización, lo que los acercó a algunos movimientos nacionalistas de finales del siglo.
  • los centralistas de Salmerón, entre los cuales destacaba una importante presencia de intelectuales ligados a la Institución Libre de Enseñanza, creada en 1876 por profesores sancionados por su protesta contra los decretos de 1875, que limitaban la libertad de cátedra. Sus fundadores fueron Giner de los Ríos, Azcárate y Salmerón y se basaban en la filosofía krausiana, que por otro lado debe su nombre al pensador Karl C.F. Kraus, quien se basaba en una pedagogía unida a la naturaleza y al conocimiento del medio  a través de la experiencia.
  • y los posibilistas de Emilio Castelar que se autodisolvieron al incorporarse a los liberales en los comienzos de la década.
El papel social del republicanismo fue mayor que su representación parlamentaria. Estaba presente en pueblos y ciudades a través de casinos, clubes, prensa y escuelas, lo que le hizo ser la seña de identidad de amplias capas populares, en pugna con el ascenso del anarquismo y socialismo.

El MOVIMIENTO OBRERO

El Partido Socialista Obrero Español nació en 1879, de la mano de Pablo Iglesias, y lo hizo como partido de clase que defendía los derechos del proletariado. Fue legalizado en 1881, por el gobierno liberal de Sagasta.

La España de final el siglo XIX

A partir de 1883, fue moderándose y combinó el ideario revolucionario marxista con medidas mas realistas, como la participación en la vida política, la creación de las sociedades de producción y consumo o la Mutualidad Obrera de Madrid. En 1886 apareció el semanario El Socialista, pronto convertido en diario. En 1888, en un congreso en Barcelona, se fundó la UGT, sindicato de orientación socialista. En 1890 se celebra por primera vez el 1º de Mayo, con pequeñas manifestaciones, y el mismo año se fundaba la primera casa del pueblo.

El anarquismo fue la ideología obrera mas influyente en la Restauración. Introducido durante el sexenio por el italiano Giuseppe Fanelli, discípulo de Bakunin, el fundador del anarquismo. En esta etapa se centró en la captación de seguidores y la acción terrorista, por lo que fueron clandestinos y perseguidos. La mayor difusión se dio durante la regencia de María Cristina, sobre todo entre el campesinado andaluz y los obreros catalanes.

Su oposición a toda forma de poder, la acción violenta contra los miembros del gobierno, el ejército, la burguesía o la Iglesia o el ataque a las instituciones del Estado hicieron del anarquismo una amenaza al poder establecido. 


Esta serie de artículos sobre la Historia de España están basados en el temario de 2º de Bachillerato. Historia de España, serie Descubre, editorial Santillana. Curso 2020-2021. Forma parte de una serie del mismo nombre publicada como podcast en ivoox por Historia Sin Pretensiones.

Fuentes:

Historia contemporánea de España 1808-1923 Blanca Buldain (coordindora). La Restauración, Mª Dolores Elizalde Pérez-Grueso. Ed. Akal.

Nueva Historia de España. La Historia en su lugar (diferentes volúmenes)

Historia Contemporánea Universal. Del surgimiento del Estado contemporáneo a la Primera Guerra Mundial, Ángeles Lario (coordinadora), Alianza Editorial

Alfonso XIII. El rey que quiso ser constitucional. Ángeles Lario





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