BREVE HISTORIA DE ESPAÑA: EL SEXENIO DEMOCRÁTICO 1868-1874

 

El sexenio democrático

Nos sumergiremos en esta ocasión en el periodo histórico conocido como sexenio democrático, periodo que transcurre entre 1868 y 1874. En él, veremos cómo se implanta el sufragio universal, cómo se pretenden afrontar reformas sociales de gran calado y reconocer derechos que hasta el momento no habían sido atendidos.

La política isabelina estaba languideciendo y la atmósfera estaba muy resentida con un patente malestar político, económico y social. Así progresistas y demócratas firmaron en 1866 el pacto de Ostende, primer paso de un movimiento que acabaría con el reinado de Isabel II. Movimiento al que en enero de 1868 se sumaría la Unión Liberal.

LA «GLORIOSA» REVOLUCIÓN DE 1868

La «Gloriosa» revolución, como así ha pasado a la historia fue un levantamiento militar liderado por el almirante Juan Bautista Topete y que se produjo en la bahía de Cádiz el 19 de septiembre de 1868. Esta revolución tuvo algunas peculiaridades: fue resultado de la alianza entre  progresistas y unionistas, con la aprobación de los demócratas; y aunque intervinieron militares de prestigio (Prim, Serrano o Dulce), hubo una presencia destacada de civiles de las clases burguesas y medias; el objetivo era derrocar a la reina, no acabar con un gobierno.

Podemos decir que la Gloriosa inauguró la fase de la construcción de una España democrática, que no se cerraría hasta 1978, más de cien años después.

El verdadero ideario revolucionario lo aportaba el partido demócrata, que pedía el sufragio universal, la supresión de los consumos y las quintas, y se centraba en la defensa de las clases medias y trabajadora.

El objetivo era derrocar a la reina a la que consideraban auténtica artífice del bloqueo parlamentario, que impedida, por ejemplo gobernar a los progresistas de Sagasta. El país necesitaba una regeneración nacional y, como siempre, una reforma económica importante.

El sexenio democrático
Pero también hay que decir que fue una revolución «falseada», digámoslo así, entre comillas, pues las juntas y los movimientos de base popular fueron pronto excluidos o perseguidos. Su pretensión era completar la transición iniciada en 1833 hacia una sociedad burguesa, apoyada en un sistema capitalista eficaz dominado por hombres de negocios vinculados al poder político.

La revolución se extendió como la pólvora por toda la Península. Y el 28 de septiembre, en la batalla de Alcolea (Córdoba) la victoria de los sublevados provocó que el día 30 Isabel II huyera a Francia. El gobierno entregó el poder en Madrid a una Junta Superior Revolucionaria.

Se formaron juntas revolucionarias por todo el país, pero la deriva radical fue cortada con rapidez. El programa revolucionario se limitó a pedir libertades políticas y civiles, secularización del Estado, reforma de la Hacienda, libertad económica y rechazo a los Borbones. 

El 3 de octubre la junta revolucionaria encomendaba al general Serrano la formación de un gobierno provisional, que se constituyó el día 8, tras la llegada del general Prim. La primera medida fue la disolución de las juntas. Y para compensar a muchos de sus miembros se les dieron puestos en ayuntamientos y diputaciones. Pero no en todos los lugares se consiguió esa disolución, por que los hubo donde se mantuvieron y ocuparon un poder paralelo al del gobierno provisional. Su programa variaba según predominaran progresistas o demócratas. 

Este gobierno provisional presidido por Serrano, estaba constituido por progresistas y unionistas, quedando los demócratas fuera, vamos que apartaron del poder al sector más revolucionario. Sus primeras medidas se dirigieron a controlar la revolución: disolución de juntas, desarme y reorganización de los Voluntarios de la Libertad, milicia civil en defensa de la revolución, y restitución de la disciplina en el ejército. Sagasta, ministro de la Gobernación, ordenó mantener el orden a «toda costa».

Una vez conseguido esto como cuestión prioritaria se pasó a atender algunas peticiones populares y las promesas hechas en el inicio de la Revolución:

    • Supresión del impuesto de consumos

    • Emancipación de los hijos de esclavos nacidos tras la revolución

    • Decreto de libertad de enseñanza y reforma de la segunda enseñanza

    • Decreto de libertad de imprenta

Los pilares de las reformas, recogidas en el manifiesto del 25 de octubre, todo un programa del nuevo gobierno, eran el sufragio universal y las libertades religiosa, de enseñanza, de imprenta, de asociación y de reunión. También incluyeron medidas económicas: una nueva moneda nacional, la peseta, y un arancel librecambista. Este programa definía un orden social conservador y burgués. Y se declaró a favor de una monarquía constitucional, para no despertar la desconfianza de Europa.

Evidentemente esto distanció al gobierno del sector republicano del partido demócrata, que apostó por la república federal. Al comprobar que el gobierno se declaraba monárquico y que se limitaba a hacer reformas económicas que beneficiaban a las clases acomodadas consideraron el momento de fundar el Partido Republicano Federal, independizándose de esos demócratas que aceptaban la monarquía.

Por que en efecto, también había un sector moderado, que se inclinaba por la monarquía y que se les conoció como los cimbrios. Entre ellos destacaban Nicolás María Rivero, el primer alcalde demócrata de Madrid, Cristino Martos o Manuel Becerra.

En diciembre el gobierno convocó elecciones municipales, coincidiendo con una oleada de motines federales y que dieron el triunfo a los republicanos en 20 capitales de provincia. En enero de 1869 tuvieron lugar elecciones a Cortes constituyentes, el primer sufragio universal masculino, desde los veinticinco años. El triunfo fue de Prim y sus aliados monárquicos, así que se constituyeron las Cortes con mayoría de progresistas y unionistas, pero con un notable grupo de diputados republicanos. Ambas elecciones se hicieron mediante sufragio universal masculino, como hemos dicho, con casi cuatro millones de electores. 

LA CONSTITUCIÓN DE 1869

De esta forma las Cortes Constituyentes se abrieron en febrero de 1869 y la nueva constitución se promulgó el 6 de junio, aprobada por amplia mayoría el 1 de junio. Será la primera Constitución democrática de España.

Es un texto de 112 artículos, influido por la constitución belga de 1831 y la estadounidense de 1787. Establecía en el preámbulo la soberanía nacional de base popular y proclamaba la división de poderes  y una amplia declaración de derechos. Destacaban los siguientes aspectos:

    • Regulaba todos los derechos individuales: los de libertad de cultos (que suscitó un encendido debate), de reunión y asociación, de residencia, de enseñanza, de expresión y de inviolabilidad del domicilio. En caso de uso indebido, esos derechos se podían suspender, pero solo mediante una ley.

    • Establecía el sufragio universal masculino como la conquista política más destacada de la revolución de 1868.

    • Se instauró un sistema bicameral. Congreso y Senado se elegían por  sufragio universal masculino, pero solo podían ser senadores los mayores contribuyentes  y las «altas capacidades», es decir, altas personalidades.

    • El rey tenía atribuciones semejantes a las recogidas en constituciones anteriores, pero estaba sujeto a la soberanía nacional, de la que emanaban todos los poderes del Estado. Se planteó la necesidad de una nueva dinastía. Esta búsqueda marcó la vida política de España hasta finales de 1870.

Pero la situación política no era nada esperanzadora:

    • Se enfrentaba a una guerra colonial en Cuba que se había iniciado en 1868

    • En frente se encontraron a carlistas y los moderados o alfonsinos (partidarios del retorno de los Borbones en la persona del hijo de Isabel II, el futuro rey Alfonso XII. Los primeros preparaban la que seria la tercera guerra carlista a partir de 1872.

    • Sin olvidar la permanente oposición de los republicanos, que no aceptaron la solución de la monarquía en la constitución

    • Y por supuesto, la agitación en la calle ya que el descontento de las capas populares urbanas y rurales iban en aumento por que no recibían respuesta a sus demandas sociales.

Estos dos últimos puntos llevaron a que en septiembre de 1869 se produjera un alzamiento republicano federal, que unió a sectores burgueses con el incipiente movimiento obrero. El descontento radicaba en que el gobierno provisional no había suprimido las quintas y el impuesto de consumos fue sustituido por otro, dos peticiones básicas de las clases populares que no fueron atendidas. 

PACTOS REPUBLICANOS

Un poco antes, en la primavera de 1869, los líderes republicanos de las provincias habían adquirido su protagonismo. En Tortosa se firma un pacto federal entre los Comités de Cataluña, Aragón, País Valenciano y Baleares del partido republicano, lo que prefiguraba el modelo de organización de una república federal. Lo líderes provinciales y regionales le ganaron protagonismo a los líderes parlamentarios. De inmediato se firmó un pacto similar en Córdoba congregando a los  comités federales de Andalucía, Extremadura y Murcia. Los siguientes fueron los comités de ambas Castillas que lo hicieron en Valladolid. En La Coruña se firmó el pacto de Asturias y Galicia, en Éibar el del País Vasco.

Fueron llamados republicanos «intransigentes». Este plan culminó con la firma de un pacto nacional que creaba el Consejo Federal. Su programan reclamaba una república española democrática federal y una extensa autonomía en municipios y provincias.

Prim reprimió estos  levantamientos, que hemos comentado antes, los de septiembre, y asumió amplios poderes en el orden público. Decretó el estado de excepción de octubre a diciembre. A la par tuvo que afrontar el bandolerismo en Andalucía. Zugasti, el gobernador civil de Córdoba se hizo famoso por organizar «partidas de seguridad pública» e iniciar la practica de lo que se conoce como la «ley de fugas» sin contemplaciones. Todo esto bajo el amparo del ministro Rivero. El resultado fue mas de 70 muertes, lo que provocó un duro debate en el Parlamento. La ley de fugas es una ejecución extrajudicial aplicada en la supuesta huida de un detenido, que era abatido a tiros con el pretexto de que quería escapar.

LA BÚSQUEDA DE UN REY

Si el país no tenía problemas, como estamos viendo, este tema de la búsqueda no era nada fácil, implicaba una gran complejidad  diplomática: la elección de nuevo rey y de una dinastía que no fuera de los Borbones.

El sexenio democrático
Hubo distintos candidatos, por ejemplo el propio cuñado de Isabel II, duque de Montpensier, Fernando de Coburgo, Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen e incluso se le propuso a  Espartero, pero él se negó. También entró como elegible Alfonso el hijo de Isabel y al final se optó por Amadeo de Saboya como nuevo rey de España. La propuesta se planteó en el verano 1870 en un contexto interior y exterior muy complejo. La derrota de Francia contra Prusia, con la desaparición del Segundo Imperio francés, era un elemento desestabilizador, y en política interior la oposición de los republicanos y los partidarios del duque de Montpensier, a quien apoyaba la Unión Liberal y parte del ejército, amenazaban la estabilidad del gobierno presidido por Prim.

Por todo ello, Prim agilizó la proclamación del candidato oficial, Amadeo. El 3 de noviembre, se presentó la candidatura y el 16 se votó se votó en las Cortes con un claro triunfo: 191 votos para Amadeo, 27 a favor de Montpensier y 8 para Espartero. Los republicanos emitieron 63 votos a favor de la república.  

AMADEO I DE SABOYA REY DE ESPAÑA

El sexenio democrático
La opción de Amadeo fue una apuesta del general Prim, quien quería evitar la proclamación de la república. Pero el mismo día en que el nuevo monarca desembarcaba en Cartagena, el 30 de diciembre de 1870, Prim fallecía en Madrid víctima de un atentado efectuado tres día antes. 

En esas circunstancias, Amadeo entró en Madrid el 2 de enero de 1871, juró la constitución y comenzó la primera experiencia de una monarquía democrática en España. No contaba con el beneplácito ni del ejército ni de la aristocracia que desde el primer momento le menospreció. 

El primer gobierno se lo encargó a Serrano, con quien nunca llegó a entenderse.

Los partidos que apoyaron su candidatura, unionistas y progresistas, estaban profundamente divididos, cuestión que no ayudaba. El motivo principal era el personalismo que dominaba la vida política. 

Dentro del progresismo había dos tendencias:

    • La que lideraba Sagasta, más conservadora, los llamados constitucionalistas, que tuvieron el apoyo de los unionistas de Serrano

    • Y la de Ruíz Zorrilla, más reformista, los radicales, a la que se unieron los cimbrios, provenientes del partido demócrata que se habían escindido entre los partidarios de la monarquía y los de la república.

El enfrentamiento entre ambas facciones hacía inviable la acción del gobierno porque este dependía del partido progresista. La ruptura de los progresistas se confirmó en las elecciones de abril de  1872.

Sagasta presidió el gobierno desde diciembre y buscó alianzas cambiantes con unionistas y demócratas, pero usó el fraude electoral a pesar de las demandas de Amadeo de que las elecciones fueran limpias.

En la calle se hacía notar nuevas movilizaciones obreras bajo el influjo de la Comuna de París y la  difusión de los principios de la I Internacional en España. Parte de las clases populares se alejaron definitivamente del régimen liberal, apostando por una revolución obrera. El miedo a la revolución empujó a Sagasta, ministro de la Gobernación, a prohibir todas las actividades de los internacionalistas.

El gobierno de Sagasta estaba muy desprestigiado y el rey lo sustituyó por Serrano de nuevo. Pero duró poco porque firmó el convenio de Amorebieta con los carlistas, lo que indignó a los militares y radicales. Le sustituyó Ruíz Zorrilla, que presidió el último gobierno de Amadeo. A toda esta inestabilidad política y social contribuyó la oposición de los republicanos federales, cada vez más radicalizados.

Recordemos que Amadeo se enfrentaba a dos guerras, la carlista desde el verano de 1872 y la que ya había en Cuba, donde además de los independentistas tenían en frente al «partido español» de la isla, que controlaba los negocios, exigía mantener la esclavitud y se oponía a reformar el sistema de explotación.

Y la gota que colmó el vaso ante tanto despropósito vino de un conflicto con el arma de artilleros por el nombramiento del general Hidalgo como capitán general en lo que hoy es el País Vasco. El cuerpo de artillería protestó por considerar que había participado en la represión de la sublevación del Cuartel de San Gil en 1866. Para presionar, los mandos artilleros solicitaron la separación colectiva del servicio. El gobierno y las Cortes querían reafirmar el poder civil sobre el ejército y aceptaron la renuncia. Este nuevo enfrentamiento colmó la paciencia del rey. Amadeo se negó en un primer momento a rubricar el decreto de reorganización del arma de artillería, pero al haber apoyado el Congreso, lo firmó.

El rey se encontraba solo, tenía en contra a la aristocracia, declaradamente borbónica, al ejército, a los carlistas, a los republicanos federales, ahora a los hacendados y negreros de las Antillas, y los pocos pocos apoyos con los que contaba eran muy tibios. 

Ya lo dijo al presentar su renuncia a la corona: «Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, (refiriéndose a España) entonces, al frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra, agravan y perpetúan los males de la Nación son españoles, todos invocan el dulce nombre de la Patria, todos pelean y se agitan por su bien, y entre el fragor del combate, entre el confuso y atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cuál es la verdadera, y más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males». 

Así el 11 de febrero de 1873 renunció a la corona. Esa tarde el Congreso y el Senado, en sesión conjunta, asumieron los poderes y proclamaron la república.

LA GUERRA CARLISTA

Antes de adentrarnos en la Iª República daremos una notas sobre la nueva guerra carlista que asolaba el país. El carlismo adquirió nuevo impuso durante el sexenio, ya que a él se sumó el ala derecha del partido moderado, los neocatólicos. La base del conflicto era la de siempre: la resistencia campesina a las formas de producción capitalista, la resistencia de los antiguos territorios  forales al centralismo liberal y la resistencia de la religiosidad  tradicional frente a la secularización iniciada con la revolución liberal. 

Comenzó en abril de 1872 con levantamientos en Barcelona, Valencia, Gerona, el Maestrazgo y las provincias vascas. A pesar de que el autoproclamado Carlos VII entró en España, todos los levantamientos v fracasaron. Cogió fuerza en diciembre de 1872 y se generalizó todo el 1873. Los carlistas se hicieron fuertes en las provincias vascas, Navarra y parte de Aragón, Valencia y Castilla la Nueva. 

HACIA LA REPÚBLICA, POR ABDICACIÓN

El 11 de febrero de 1873 se proclamaba la república por una amplia mayoría de votos (258 a favor, 32 en contra). Los parlamentarios pretendía establecer un régimen similar al de Amadeo I, pero sin monarca. Pero esa no era, sin embargo, la idea de los republicanos ni de los desencantados del régimen instaurado en 1868.

El sexenio democrático
La pugna entre federales y unitarios o radicales marcó esta primera experiencia republicana en España. Hay una primera fase de menos de un año, del 11 de febrero de 1873 al 3 de enero de 1874. En ese tiempo se sucedieron numerosos acontecimiento: cuatro presidentes (Figeras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar), seis gobiernos, una intensa agitación social, dos guerras (carlista y cubana) y la revolución cantonal.

La República se encontró con múltiples dificultades:

    • En primer lugar se cuestionó la legitimidad de su origen, al haberse proclamado en sesión conjunta de ambas Cámaras, constituida en Asamblea Constituyente, algo que no permitía la Constitución de 1869.

    • Y en segundo, la diversidad de corrientes y proyectos políticos de federales y radicales, cada uno con un modelo de república y que no conseguían ponerse de acuerdo.

El primer presidente del poder ejecutivo fue Estanislao Figueras que mantuvo la Constitución de 1869, suprimiendo solo los artículos referidos a la monarquía. Un mes después se disolvía la Asamblea tras haber abolido la esclavitud en Puerto Rico y haber suprimido las quintas.

Para mayo de 1873 se convocan elecciones con carácter constituyente, pero la agitación federalista hizo temer a los radicales que perdieran las elecciones, por lo que prepararon un golpe para el 23 de abril, liderado por Serrano, que fracasó. La consecuencia de este fracaso fue la ruptura entre radicales y republicanos. Finalmente, las elecciones se celebraron el 10 de mayo con una limpieza ejemplar en los procedimientos. Se había rebajado al edad de voto a los veintiún años, hubo un alto abstencionismo y ganaron los federales. Las nueva Cortes constituyentes proclamaron la república democrática federal en junio.

Y el 11 de junio hubo un nuevo cambio de porque a Figueras le sustituyó Francisco Pi i Margall, que había ido ganando peso político y  quien intentó conciliar las corrientes republicanas con un programa de «orden y gobierno». Pero los problemas que tenía que afrontar eran casi insuperables: recordemos las dos guerras (la carlista y la de Cuba) con un ejército en disolución y unos oficiales contrarios a la república, y diversos cambios de gobierno en semanas para contentar a la derecha republicana.

El programa de reformas era muy ambicioso y llegó a tildarse de socialista. Reforma agraria, reducción de la jornada laboral a nueve horas, salario mínimo, prohibición del trabajo para los niños en edad escolar y protección a las mujeres en las condiciones de higiene en los trabajos industriales, jurados mixtos para arbitrar en conflictos laborales, reformas en las herencias… Pero la principal reforma era la Constitución.

EL MOVIMIENTO CANTONAL

Otro grandísimo problema que tuvo que afrontar la República, además de las guerras carlistas y la de Cuba, fue el movimiento cantonal que proclamaba la república federal. Como movimiento social su objetivo era llevar el federalismo hasta sus últimas consecuencias: democracia directa, autonomía de municipios y diputaciones, supresión de consumos y quintas, reparto de la tierra, anticlericalismo y defensa de las clases medias y populares. 

El movimiento cantonal de 1873 dividió a los republicanos entre los transigentes, como Pi, y los partidarios de la represión. El presidente intentó dar respuesta a las demandas sociales, pero la agitación existente hizo inviable todas las medidas que antes hemos expuesto.

La secuencia temporal de este movimiento se inició en Cartagena  en julio de 1873 y pocos días después se declararon otros muchos cantones: Valencia, Alicante, Almansa, Sevilla, Salamanca, Murcia, Cádiz, Málaga, etc. Pi i Margall se negó a reprimir los levantamientos cantonales y el gobierno entró en crisis. Pi dimitió por que prefería el recurso a la razón y al convencimiento por las ideas, que no el uso de la fuerza para levantar la España federal.

EL PROYECTO CONSTITUCIONAL

Nicolás Salmerón sustituyó a Pi  en la presidencia de la república y se comprometió a restablecer el orden y a aprobar las reformas  sociales pendientes. La represión se inició el 20 de julio y en un mes cayeron los principales cantones andaluces y valencianos. Los últimos en someterse fueron Málaga, el 19 de septiembre y Cartagena, en enero de 1874.

Así, comenzó la discusión del proyecto constitucional, ya sin Pi, que fue quien había presentado en las Cortes un proyecto de constitución para la república federal.

El 11 de agosto comenzó la discusión del proyecto, ya con Salmerón en el poder. Pero el escaso interés por parte de los diputados y los serios problemas del periodo aplazaron el debate. En su proyecto se hablaba de derechos humanos inviolables, del escalonamiento de poderes en la Federación y de un estado social democrático y federal. Se hablaba de una «nación española» compuesta por 17 Estados federados delimitando los poderes del Estado federal y de los Estados de que se componía.

Pero continuaba la inestabilidad y el 6 de septiembre, Salmerón dejaba la presidencia del poder ejecutivo al negarse a firmar dos sentencias de muerte . Se había debatido esos días la cuestión de la pena capital, y Salmerón, que se oponía, prefirió dejar el poder a cumplir la exigencia de los militares.

EL GOLPE DEL GENERAL PAVÍA

El cuarto presidente de la república fue Emilio Castelar, orden, autoridad y gobierno fueron sus máximas en la toma del poder. En el ámbito internacional, tuvo que lidiar con el incidente del Virginius y el gobierno de los EE.UU y con las relaciones con la Santa Sede. Ante la situación interna de conflictividad bélica, suspendió las garantías constitucionales y obtuvo poderes extraordinarios de las Cortes, que cerraron sus puertas hasta el 2 de enero. Pero ese mismo día de reapertura, el general Pavía sacó las tropas a la calle y disolvió la Asamblea por la fuerza. Pero no disolvió la república. 

Ya nadie se acordaba del proyecto de Constitución y la de 1873 fue considerada «non nata». Después de lo de Pavía la República continuó casi todo un año mas.

Podemos hablar de una segunda fase, y de nuevo aparece Serrano al frente del Estado: asume la presidencia de la República y la jefatura del gobierno. Se inauguró un régimen conocido como república unitaria o dictadura del general Serrano, por lo que acabamos de comentar. Aunque en mayo se nombró presidente del gobierno al general Zavala al que luego sucedería Sagasta.

El mandato de Serrano se abrió con un golpe de Estado y se cerró con otro, el 29 de diciembre, del que luego hablaremos. 

El propio Cánovas, del partido alfonsino, definió el régimen del general Serrano como «la aspiración al poder supremo de un soldado con fortuna». Se trataba de una dictadura personal encubierta bajo la fórmula republicana. 

Era un sistema híbrido sin constitución descrito en el manifiesto a la nación del 8 de enero de 1874. Dicho manifiesto definía las intenciones de los actores del golpe: «un poder robusto cuyas deliberaciones sean rápidas y sigilosas, donde el discutir no retarde el obrar». Este sistema:

    • Reconocía la Constitución de 1869, pero quedaba en suspenso hasta que la normalidad retornase  a la vida pública.

    • Se daba un papel primordial al ejército.

    • Apelaba a los grupos sociales acomodados, la «gente de orden», lo que permite concluir que el golpe de Pavía fue el resultado de la disidencia de un sector poderoso de la sociedad civil.

EL LEVANTAMIENTO MILITAR DEL GENERAL MARTÍNEZ CAMPOS

Mientras tanto se estaba cocinando la vuelta de los Borbones. Esta situación de inestabilidad y provisionalidad facilitó los preparativos del retorno del hijo de Isabel II, Alfonso. Aunque Cánovas, principal dirigente del sector alfonsino, estaba preparando la restauración monárquica por la vía civil, evitando el alzamiento militar, se vio adelantado por el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto, el 29 de diciembre, proclamando a Alfonso XII nuevo rey de España. Cánovas ya había preparado el terreno desde primeros de diciembre, con el Manifiesto de Sandhurst, con motivo del cumpleaños de Alfonso de Borbón. 

LA SITUACIÓN EN CUBA

En Cuba se inició una guerra en 1868 liderada por Carlos Manuel de Céspedes, quien promovió el grito de Yara e inició la guerra de los Diez Años o «guerra larga» (1868-1878). Y con la situación que teníamos en la Península esta rebelión independentista iba creciendo a marchas forzadas.

La fase mas dura de la guerra se desarrolló ya en la etapa de la Restauración hasta la firma de la Paz de Zanjón en 1878.

Detrás del conflicto estaba la abolición de la esclavitud, que fue derogada en Puerto Rico en 1873. En el caso de Cuba el sistema productivo no podía prescindir de la mano de obra esclava, incrementada incluso después de prohibida la trata de esclavos en 1815.

Las presiones de Francia, Reino Unido y EE UU, que habían abolido la trata y la esclavitud, obligaron al gobierno provisional español a aprobar la Ley Moret de julio de 1870, que declaraba libres a los nacidos de madre esclava, a los menores de edad y a los mayores de una determinada edad.

Pero el sistema esclavista pervivió en la isla hasta 1886. La oposición de los criollos cubanos a la abolición de la esclavitud y la interferencia constante de los gobiernos estadounidenses forjaron el nacionalismo cubano.

Y no podemos olvidar el papel de EE UU que estaba muy pendiente de lo que sucedía en la isla, por intereses propios, como no podía ser de otras forma. 


Esta serie de artículos sobre la Historia de España están basados en el temario de 2º de Bachillerato. Historia de España, serie Descubre, editorial Santillana. Curso 2020-2021. Forma parte de una serie del mismo nombre publicada como podcast en ivoox por Historia Sin Pretensiones.

Fuentes:

Historia contemporánea de España 1808-1923 Blanca Buldain (coordindora). El sexenio democrático 1868-1874 por Juan Sisinio Pérez Garzón 

Nueva Historia de España. La Historia en su lugar (diferentes volúmenes)

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