CAMINO DE LA RESTAURACIÓN MANIFIESTO DE SANDHURST (1 de diciembre de 1874)
El siglo XIX español,
como en el resto de Europa, fue intenso y convulso. Empezamos con la invasión
napoleónica y terminamos con la pérdida de las últimas colonias. En medio, revoluciones,
asonadas, república, vuelta a la monarquía (hasta tuvimos un rey italiano),
magnicidios, regencias y espadones, guerras carlistas, constituciones…Goya, el
romanticismo de Larra, Espronceda, Becquer.., el realismo de Pérez Galdós o la
Generación del 98. En este siglo nacen circunstancias que hemos heredado, que
han marcado la vida española y que, de una forma u otra, permanecen en nuestros
días.
FIN DE LA REPÚBLICA
Uno de esos episodios se
vivió en 1874. El general Pavía había puesto la primera piedra en enero para el
desmantelamiento de la República que oficialmente continuaría casi otro año
más, con el general Serrano al frente. Con la república agonizando, la sombra
de la Restauración monárquica planeaba en el ambiente, aderezado por la persistente guerra carlista que
continuaba con altibajos, los levantamientos cantonalistas o la situación de
las colonias que se iban, o ya lo habían hecho, independizándose. Y con esta
situación las conspiraciones de los generales alfonsinos arreciaron con el
objetivo de instaurar de nuevo la monarquía en España, con Cánovas
dirigiendo la trama.
MANIFIESTO DE SANDHURST
Con motivo del cumpleaños
de Alfonso de Borbón, éste publicó una carta-manifiesto firmada en Sandhurst(Inglaterra), en la academia militar en la que estaba estudiando, el 1 de
diciembre de 1874, para agradecer las felicitaciones recibidas. Aprovechando la
misma, y desde su inicio, mostraba claramente su intención de restablecer la
monarquía constitucional como solución a los problemas del país, postulándose a
dirigirla.
“He recibido de España un
gran número de felicitaciones con motivo de mi cumpleaños, y algunas de
compatriotas nuestros residentes en Francia. Deseo que con todos sea usted intérprete
de mi gratitud y mis opiniones (…)”
Y así finalizaba:
“(…) Por mi parte, debo
al infortunio estar en contacto con los hombres y las cosas de la Europa
moderna, y si en ella no alcanza España una posición digna de su historia, y de
consumo independiente, culpa mía no será ni ahora ni nunca. Sea la que quiera
mi propia suerte ni dejaré de ser buen español ni, como todos mis antepasados,
buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente liberal.
Suyo, afmo., Alfonso de
Borbón”.
ANTONIO CÁNOVAS DEL CASTILLO
Aunque la carta-manifiesto
estaba firmada por el futuro Alfonso XII, en la redacción del texto
participaron varias personas, incluida la reina Isabel, pero, sobre todo fue
responsabilidad última de Antonio Cánovas del Castillo (Málaga, 8 de febrero de
1828-Mondragón, 8 de agosto de 1897) político e historiador español, una de las
figuras más influyentes de la política española de la segunda mitad del siglo
XIX.
Fue el mayor artífice del sistema político de la Restauración borbónica. Durante
el Sexenio Democrático (1868-1874) creó el partido Alfonsino, a favor de la
vuelta de los Borbones. Dicho sexenio estuvo caracterizado por el planteamiento de
ilusionantes proyectos políticos con cambios en el devenir político del país,
creando una desmesurada expectación que desembocó en competa desilusión. A las
ya citadas guerras carlistas, levantamientos cantonales e insurrecciones en las
últimas colonias se añadió la incapacidad para solucionar problemas planteados
por y en la Administración, el ejército, la Iglesia, el campo y las ciudades.
Todo ello creó un creciente clima de inestabilidad que hizo que en amplios sectores de la sociedad española aflorara
una mentalidad conservadora en lo social y en lo político.
Sumándose en esos
sectores el temor al contagio de ciertas corrientes procedentes del exterior:
la Comuna, la Internacional y el socialismo. Con todos los antecedentes, los sectores
progresistas habían perdido credibilidad y fuerza no siendo capaces de ofrecer
una fórmula política relevante. En consecuencia, se impuso y primó el deseo de
un gobierno estable que garantizara el mantenimiento del orden, el crecimiento
económico y la gobernabilidad. Un régimen donde fuera posible la convivencia
pacífica, el desarrollo fructífero y la prosperidad. Es decir, orden, estabilidad
y seguridad. Que se plasmó en una nueva Constitución, la de 1876.
PRONUNCIAMIENTO DEL GRAL. MARTÍNEZ CAMPOS
Aunque Cánovas preparó
una vuelta tranquila del legítimo heredero a la corona, apostando por una
fórmula civil que pudiera ser aceptada por todos, los acontecimientos se
precipitaron con el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto el 29 de diciembre
de 1874. Cánovas, que calificó el levantamiento de “botarada”, consiguió
controlar la situación y presidió un gobierno provisional que trajo de vuelta a
Alfonso XII en enero de 1875 en un ambiente sin agitaciones y con un desenlace más
pacífico de lo que se podía pensar.
EL MANIFIESTO
Volviendo al manifiesto,
Alfonso, se reconoce como legítimo heredero al trono, aludiendo a la
generosidad de su madre por abdicar en él. Abogando por el establecimiento de
la monarquía constitucional, frente a la tradición isabelina, como solución a
los problemas y males que asolan a España según su visión. Continúa defendiendo
el sistema monárquico parlamentario, con una monarquía constitucional y
hereditaria, como solución a esos problemas. No se olvida de mencionar a las
clases trabajadoras tan agitadas en esos momentos. Pretende con su argumentación
que España goce de un régimen semejante al de otras potentes naciones de
nuestro contexto, en clara referencia a Gran Bretaña, culpando de la situación
al fracaso de los gobiernos que han dejado al margen a la monarquía. Y a partir
de este momento la carta-manifiesto ofrece el programa político a realizar en
el caso de que se produzca la Restauración.
La gran novedad y característica
del nuevo sistema político apadrinado por Cánovas fue el turno de partidos y un
nuevo sistema electoral, siguiendo el modelo inglés (wighs y tories) donde imperaba
también la figura del monarca. El bipartidismo o el turnismo es un modo de
funcionamiento político, que consistía en la existencia de dos fuerzas políticas únicas
con capacidad de presentarse a las elecciones turnándose en el poder, basado en
el fraude electoral: mediante el encasillado de los candidatos, los líderes de
las dos fuerzas políticas dominantes, conservadores y liberales, negociaban y
se repartían los diferentes distritos electorales entre los políticos
dinásticos, de manera que se garantizase la mayoría al partido que tenía que
ganar las elecciones en ese momento. Vulnerándose, de esta forma, cualquier
principio democrático. La figura fundamental para el funcionamiento del sistema
político fue el cacique local o regional, que controlaba el comportamiento
electoral en su circunscripción. El turnismo en realidad se consolida con la
llegada de Sagasta el poder y en concreto en 1885 con el Pacto del Pardo cuando
las dos fuerzas políticas se comprometen a mantener el sistema propuesto por
Cánovas.
CONCLUSIÓN
Como conclusión podemos
decir, primero sobre el artífice del cambio, Cánovas del Castillo, que con su
actitud moderada, conciliadora, realista y pragmática resolvió problema de la gobernabilidad,
propició una Constitución abierta y de larga duración, y consiguió la pacificación
tras la derrota del carlismo y el fin de la guerra colonial en 1878. En su contra
se argumenta que implantó un sistema excesivamente cerrado y autoritario, caracterizado
por el fraude electoral y el caciquismo que asfixiaba el sistema, con imposibilidad
de incorporación de todas las fuerzas sociales y provocando, en consecuencia,
un desequilibrio en el desempeño de los poderes ejecutivos, legislativo y judicial,
con ausencia de democracia plena, siendo incapaz de
integrar las aspiraciones de las grandes masas y de los sectores descontentos. Así
mismo le falto visión en la cuestión colonial y en política internacional.
Por otro lado, y en
líneas generales, la nueva etapa que se iniciaba en 1875 aportó ventajas
importantes para España. Por un lado, se incorporó a la normalidad de las
potencias de su entorno, se sentaron las bases de un Estado liberal, se logró
instrumentalizar el pacto, el dialogo y el consenso entre fuerzas políticas y se relegó
la solución armada como único método para resolver problemas internos, por lo
menos de forma provisional. Se aprobaron leyes que consolidaron el Estado de derecho.
Se consiguió un crecimiento económico sostenido desde 1870. Se crearon las
estructuras básicas para superar el atraso industrial. Se forjó una nueva
sociedad civil y profesional donde las clases medias se convirtieron en el
nervio central de la estructura social. Crecieron las ciudades y los servicios,
y se vivió una edad de plata española.
La Restauración fue una
etapa de normalización y de modernización que favoreció su incorporación al
normal desarrollo de los países europeos a fines del siglo XIX. Su drama, que
no supo o pudo evolucionar hacia un sistema constitucional y parlamentario
verdaderamente democrático, sumado a la importante crisis del final de siglo, avivándose
la sensación de desastre y la permanente discusión, tan española, sobre quienes
fueron los responsables y la causa que nos llevó a esa situación.
Fuentes:
Historia Contemporánea de
España 1808-1923, Blanca Buldain Jaca (coordinadora), Akal. La Restauración Mª. Dolores Elizalde Pérez-Grueso
Historia Contemporánea
Universal. Del surgimiento del Estado contemporáneo a la Primera Guerra
Mundial, Ángeles Lario (coordinadora), Alianza Editorial
Alfonso XIII. El rey que
quiso ser constitucional. Ángeles Lario
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