MAGNICIDIOS EN ESPAÑA 1870-1921
Si preguntamos por magnicidios conocidos, rápidamente nos vienen a la memoria los de los presidentes estadounidenses J.F. Kennedy o Abraham Lincoln por no hablar del de Indira Gandhi. Esta insana costumbre ya se vivió en la antigua Roma especialmente es su etapa imperial y su guardia pretoriana como protagonista.
En un poco más de medio siglo, se
vivió en España una peculiar situación. Hasta cuatro presidentes del Gobierno
fueron asesinados en unos tiempos muy convulsos, como fueron el último tercio
del siglo XIX y los que abrieron el XX.
En nuestra piel de toro tuvimos un
peligroso antecedente con los reyes godos allá por la Edad Media. Se dice que
sufrían una epidemia denominada «morbus
gotorum» que inevitablemente terminaba en muerte pero que solo afectaba a
los reyes. No tenían un sistema hereditario en la sucesión en la corona, sino
que se dilucidaba mediante una elección. Resultados que muchas veces no eran
del agrado de todos por lo que se buscaban «soluciones alternativas». De 33
reyes godos 13 fueron asesinados o ejecutados. Si sumamos los que murieron en
combate, resultaba una profesión peligrosa aquello de ser rey.
Pero ¿Qué es un magnicidio?
Entendemos por tal el asesinato de una personalidad de relevancia política, por
su cargo o poder. Generalmente suele haber una motivación ideológica o política
detrás, con una intención clara de desequilibrar políticamente una situación o
eliminar a un adversario.
Hubo una época cuando ser presidente del Gobierno en España
también resultaba peligroso. En situaciones distintas, con casuísticas
diferentes, Juan Prim, Antonio Cánovas del Castillo, José Canalejas y Eduardo
Dato caían abatidos por las balas de unos sicarios. Sin
olvidarnos que entremedias en 1906 hubo un intento de regicidio con el atentado
frustrado contra Alfonso XIII el día de su boda.
JUAN PRIM
El 27 de diciembre de 1870 Juan Prim fue asaltado en su vehículo por unos individuos. Del resultado de sus
heridas moriría el 30 de diciembre. Se vivían unos intensos días esperando la
llegada del nuevo rey, Amadeo de Saboya, que sustituiría a Isabel II, derrocada
y en el exilio tras la Revolución de 1868, La Gloriosa. Prim, héroe de guerra, era en
realidad su mayor baluarte y, casi el único valedor del Saboya. El primer acto
oficial del nuevo monarca fue precisamente el funeral de Prim. De todos los que
vamos a ver es el que más dudas ha dejado con el trascurrir de los años,
levantando todo tipo de especulaciones al respecto.
Amadeo de Saboya en el funeral de Prim |
El principal sospechoso era José Paul
y Angulo, federal radical que dirigía el periódico El Combate, desde
donde predicaba la revolución armada. Antiguo colaborador de Prim en
tiempos de la revolución, en 1870 publicó un llamamiento para derrocarle.
Históricamente ha sido señalado como el ejecutor material del crimen. De hecho,
días antes había amenazado al presidente del gobierno desde su diario diciendo
que «moriría como un perro».
José Paul y Angulo |
Prim había sido advertido de un
posible atentando esa misma mañana, desoyendo el aviso. Al salir del Congreso
se dirigía a su casa en su vehículo y en la calle del Turco fue abordado por
seis hombres, tres por cada lado del vehículo que descargaron sobre él varios
trabucazos. Las heridas no le provocaron la muerte inmediata, sino que tardó
tres días en morir.
¿Fue realmente Paul y Angulo el
autor? ¿Es posible que si lo fuese se hubiese puesto tan en evidencia con esas
amenazas previas y por todos conocidas? La prensa federal condenó el atentado.
El juicio no fue esclarecedor en absoluto. Algunos de los que pudieron aportar
luz al caso cayeron a manos de la Guardia Civil. Otra sombra se extendió en la
atmósfera ya de por si densa. Se sospechó del lobby negrero que por
aquel tiempo estaba luchando contra la más que posible promulgación de la Ley
Moret que legislaba en su perjuicio.
Paul y Angulo en un intento de
exculpación acuso a los unionistas, en concreto a Serrano interesados en que no
se consolidara la nueva monarquía y que no se aboliera la esclavitud.
Pero unas marcas en el cuello del
cadáver han despertado todo tipo de teorías conspiratorias. ¿No murió Prim a
causa de los disparos? ¿Fue estrangulado posteriormente? De esta forma en 2014
se encargó a un equipo de expertos de la Universidad Complutense de Madrid y de
la Universidad de Alcalá de Henares una autopsia del cadáver. El resultado del
informe incide en la misma causa que 144 años antes, la causa de la muerte fue
debido a los impactos y a la infección de las heridas. Pero la sombra persiste
sobre el caso.
ANTONIO CÁNOVAS DEL CASTILLO
Asesinato de Cánovas del Castillo |
Veintisiete años después
Antonio Cánovas del Castillo sería asesinado en el balneario guipuzcoano de
Santa Águeda, en Mondragón, un 8 de agosto de 1897, el gran artífice de la
Restauración borbónica. Tras el corto reinado de Amadeo de Saboya y la también corta experiencia republicana, la Restauración y
su sistema de alternancia en el poder estabilizó la política española del
momento y dio paso a un periodo de transformación político, social y económico.
Pero que, a la vez, granjeó al político malagueño innumerables antipatías y
enemigos.
La mañana del domingo 8
de agosto mientras leía un periódico en un banco del balneario fue atacado por
un anarquista italiano, Michelle Angiolillo, que le descerrajó tres disparos
que acabaron con su vida.
M. Angiolillo |
Es cierto que el sistema
de la alternancia y el bipartidismo, en un sistema nada democrático y dominado
por el caciquismo, dejaba poco espacio en la política a formaciones como la
socialista o la anarquista, emergentes en el momento. El propio Angiolillo se
declaró culpable del magnicidio y reconoció que actuó solo. Pero ¿es eso
posible? La seguridad en aquella época, aunque se tratase de todo un presidente
del Gobierno no era comparable a la actual. Pero actuar con tanta facilidad
deja muchas sospechas. Se sabe que recibió dinero del republicano José Nakéns,
aunque éste declaró que no sabía la finalidad de ese dinero. Y también se
conocen sus contactos con insurgentes cubanos que veían en Cánovas un problema
y obstáculo a sus intenciones. Anhelos que se vieron hechos realidad un año
después con Cánovas ya fuera de juego.
Otro anarquista, Manuel
Pardiñas, segaría la vida de otro presidente del Gobierno, esta vez la de José Canalejas el 12 de noviembre de 1912.
Seis años antes, el 31 de
mayo de 1906, el día de la boda de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de
Battenberg, el también anarquista Mateo Morral atentó contra sus vidas en el
camino desde la iglesia de los Jerónimos al Palacio Real, lanzando un ramo de
flores que camuflaba una bomba desde un piso de la calle Mayor. En plena caída
el artefacto chocó con el tendido del tranvía que desvió su trayectoria, yendo
a parar en la multitud que se agolpaba en la calle para ver a los recién
casados. Los monarcas salieron ilesos pero el resultado del atentado sumó 25
personas entre civiles y militares y un centenar de heridos.
JOSÉ CANALEJAS
M. Pardiñas |
Volvamos a Canalejas y
Pardiñas. El presidente del Gobierno era un reformista que no ocultaba sus
intenciones. Tenía previsto un amplio programa de reformas que no contentaban a
todos. Ley de Asociaciones Religiosas, supresión del impuesto de consumos,
reforma fiscal, el servicio militar obligatorio, estaban en su porfolio de
trabajo sin olvidar la pretendida reforma agraria que levantaba ampollas entre
los terratenientes del campo. A todo ello habría que sumar nuevas medidas de
política social y laboral. Por todo ello se considera que su asesinato truncó
la posibilidad de una verdadera renovación del sistema al quedar interrumpido
el desarrollo de su proyecto. Aunque, por otro lado, también se pone en duda que hubiera podido
poner en marcha todo este proyecto reformista.
Canalejas asesinado yace delante de la librería |
El 12 de noviembre de
1912 cuando Canalejas se detuvo a mirar el escaparate de una librería en plena Puerta del Sol fue atacado por Manuel Pardiñas que disparo tres tiros con su
pistola Browning de gran calibre que le causan la muerte en el acto. A los
pocos minutos el terrorista se suicidó con su propia arma al ser acosado por la
policía.
EDUARDO DATO
El último de nuestros
protagonistas es Eduardo Dato. El inicio de la década de los 20 fue mas que
convulsa y camino de la primera dictadura del siglo. La guerra entre los
sindicatos llegó a niveles insospechados. CNT por un lado y los Sindicatos
Libres por otro hicieron de las calles su jungla. A todo ello se sumará la
represión gubernamental y la conocida ley de fugas o el asesinato de
anarcosindicalistas detenidos con la excusa de un intento de fuga, nunca real.
La espiral de atentados
tuvo su punto culminante en 1921. Y el momento mas caliente se vivió el 8 de
marzo de ese año cuando tres anarquistas (Mateu, Nicolau y Casanellas)
atentaron contra la vida de Eduardo Dato. Dispararon desde una moto con sidecar
al vehículo en el que se desplazaba Dato. Mateu, el único que pudo ser detenido
confesó que no atentó contra Dato sino contra el gobernante que habría autorizado
la cruel y sanguinaria ley de fugas.
Vehículo en el que viajaba E. Dato |
PERSISTEN LAS DUDAS Y LAS SOSPECHAS
Cuatro atentados y tres
de ellos fueron realizados por anarquistas. Eso es una realidad, pero el paso
de los años no ha despejado las razonables dudas que se ciernen sobre ellos.
Salvo el caso de Dato que parece claro, el de los otros tres, empezando por
Prim y esas marcas en el cuello del cadáver, parece que dan pie a una
pretendida teoría conspiratoria. Prim, Cánovas y Canalejas tenían muchos e
influyentes enemigos. Sus políticas podían levantar ampollas y pudo haber gente
que anhelaba su eliminación.
Hay que tener en cuenta
que la situación de aquellos años dista mucho de la actual y eso siempre hay
que tenerlo presente. La seguridad en las calles no era como ahora. El llevar
armas pequeñas, de fuego o blancas, estaba al orden del día. La seguridad
alrededor de las personalidades públicas y políticas mas de lo mismo. Cánovas
estaba sentado plácidamente en un banco leyendo la prensa del día y Canalejas
contemplando un escaparate.
Pero llama la atención
que en alguno de los casos la policía tenía informaciones previas sobre las
amenazas y riesgos y no se hizo nada de forma preventiva. Y la forma cómo se
cerraron los casos sin una mayor investigación, admitiendo la salida más fácil
y que, posiblemente agradaría a la opinión pública y aliviaría a posibles
sospechosos, no ayuda a despejar posibles tramas conspiratorias.
Fuente
Historia Contemporánea de
España 1808-1923, Blanca Buldain Jaca (coord) AKAI
Para saber más:
El vicio español del
magnicidio; de Francisco Pérez Abellán
De Prim a Carrero Blanco:
Cien años de magnicidios en España (1870-1973); de Francisco Narbona y Enrique
de la Vega Viguera
Una vez leído el artículo, se puede decir que los "sicarios" de estos magnicidios eran todos anarquistas menos uno que era un federal radical, bastante curioso y significativo.
ResponderEliminarPor otra parte, "sicario" es una persona que asesina a cambio de dinero, y el único que cumple esta acepción es el que recibió dinero de un republicano activista anticlerical, también muy curiosos y significativo.
En tu opinión ¿el asesinato de Calvo Sotelo se puede considerar también un magnicidio cometido por sicarios?
Gracias por leer el artículo y comentarlo. El problema de aquellos casos es que no se investigaron suficientemente, posiblemente porque no interesó. El hecho de que mediaran anarquistas ya era suficiente. Pero detrás de todos ellos había algo mas y la duda no se ha disipado. Sobre Calvo Sotelo, podría serlo al ser un político influyente en la época pero no se ha considerado como tal.
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