EL ORIGEN DEL REPUBLICANISMO ESPAÑOL

 

Origen republicanismo en España

¿Cuál es el origen del republicanismo español? ¿Dónde lo podemos situar? Mas o menos todo el mundo conoce la historia de la primera y segunda República, pero ¿Cuándo llegaron los vientos del republicanismo a España?

Pues como en tantas otras cuestiones tenemos que profundizar en el siglo XIX porque antes de llegar a la I República de 1873 hay mucha historia con varios intentos previos, muchas experiencias acumuladas y una amplia base social y política detrás.

La república es el antagonismo de monarquía, pero hablando de republicanismo podemos decir que en sus primeros pasos ni si quiera se hablaba de ello como forma de Estado, más bien de derechos y libertades, tengamos en cuenta que para los defensores del absolutismo y para la contrarrevolución hispana, hasta la constitución de Cádiz de 1808 era republicana de facto, como nos dice Daniel Aquillué en su libro España con Honra, una historia del siglo XIX español, 1793-1923, en su repaso al siglo XIX.

La crisis y caída final del Antiguo Régimen trajo a escena un panorama político nuevo, aunque fue un camino largo en el que se mantuvo la disputa entre el sistema del poder heredado de la Edad Moderna y el nuevo concepto de Estado que iría surgiendo a lo largo del siglo. En aquellos levantamientos, pronunciamientos y revoluciones tan comunes en el siglo, la monarquía seguía siendo indiscutible por lo menos en los tres primeros cuartos de la centuria. La diferencia estaba en qué tipo de monarquía, siendo la novedad la monarquía parlamentaria y constitucional. Y como dice Aquillué, esta monarquía: «había sido sancionada por los liberales posrevolucionarios europeos por varias razones. Por un lado, la monarquía constitucional era producto de las revoluciones que la legitimaban. Por otro, la monarquía otorgaba continuidad histórica a la nación y a la vez cumplía un papel simbólico, como una encarnación de las virtudes nacionales. Por último, tenía un papel político teórico como árbitro neutral y otro práctico de dique de contención frente a excesos democráticos republicanos y populares. En la máxima del francés Adolphe Thiers, “el rey reina, pero no gobierna”. El resultado de la tensión de unos reyes y reinas que querían reinar y gobernar llevó al republicanismo a sectores de la población. En España también».

Será en el último cuarto del siglo XIX, bajo la Restauración, cuando el republicanismo adquiera su real protagonismo. Pero hasta llegar a esta mayoría de edad, digámoslo así, hubo que recorrer un largo camino.

Estamos hablando del siglo XIX como punto de partida del republicanismo español, pero también hay voces que retroceden un poco mas en el tiempo como Ricardo Ruíz Santamaría (Tras los primeros pasos tricolores), hundiendo sus orígenes en la Revolución Francesa del siglo XVIII cuando la onda expansiva revolucionaria llega a España «en forma de ideas propagandísticas, mostrándose los primeros conatos de republicanismo en el fallido intento el día de San Blas por parte de Juan Picornell para derrocar a Carlos IV». Y habla de ideas «proto republicanas» ya en las Cortes de Cádiz y en la constitución de 1812.

PRIMERA PRENSA REPUBLICANA

Así surgieron publicaciones como El Robespierre español, amigo de las leyes o Questiones atrevidas sobre la España (1811), periódico liberal de línea radical editado por Pedro Pascasio Fernández Sardinó que continuaría su mujer Mª del Carmen Silva como editora cuando aquel fue encarcelado. Esta publicación manifestaba lo que significaba el republicanismo en ese momento: «un movimiento de corte civil, crítico con aquellos que retenían el poder en sus manos de una forma autoritaria e impedían la expresión de, si no la masa, un pequeño grupo de intelectuales que defendía su derecho a expresión» (Ruíz Santamaría)

Los historiadores Florencia Peyrou y Jordi Roca se van directamente al Trienio Constitucional, tras el pronunciamiento de Riego como el momento en el que se conocen los primeros discursos republicanos. Cuando se comienza a defender la idea de soberanía nacional en contra de la monarquía absoluta liderada por Fernando VII, disfrazada en forma constitucional. No solo esta idea sino también otras como división de poderes o el sufragio universal masculino, siguiendo el ejemplo de sus contemporáneos estadounidenses o de los girondinos franceses.

Volvieron a aparecer periódicos de corte republicano como El Indicador Catalán entre 1822 y 1823, o El Zurriago, periódico satírico publicado en Madrid entre 1821 y 1823 relacionado con el liberalismo exaltado del Trienio Liberal.

ROMERO ALPUENTE ¿EL PRIMER REPUBLICANO ESPAÑOL?

Dentro de ese liberalismo exaltado con ideas cercanas al republicanismo hay que mencionar a Juan Romero Alpuente (1762-1835), quien a veces ha sido visto como el primer republicano español. Desde su escaño en las Cortes, siendo diputado por Aragón defendía ideas como la libertad de enseñanza manifestando principios como que el rey debía ser un mero servidor de la sociedad y nunca estar por encima de ella. O a Francisco Martínez Marina, jurista, historiador del Derecho, filólogo y sacerdote español que sus ideas liberales le valieron que Asturias lo eligiera diputado para las Cortes de durante el Trienio Liberal y, desde esta posición, formó parte de comisiones legislativas que, por ejemplo, dieron lugar al Código Penal (1822), abogaba, como Romero, por una monarquía muy limitada en la que el rey estaba al servicio de la revolución, sin voluntad propia ni autonomía. Es decir, en la práctica el rey era como un jefe de Estado republicano.

Pero la llegada de los Cien Mil hijos de San Luis y la restauración del absolutismo de Fernando VII estas corrientes volverían a la oscuridad. El exilio fue la salida menos perjudicial para los idealistas republicanos desde donde seguirían su labor de crítica contra el sistema de gobierno. Aquí hay que destacar a Ramón Xauradó y Fábregas, también conocido como el Marat barcelonés, quien, alejado del radicalismo, marcaría la pauta de editorial de las ideas republicanas en décadas posteriores.

PERIODO DE REGENCIAS

En 1933 fallecía Fernando VII y comenzaría la regencia de Mª Cristina y es el periodo en el que comienza a producirse una división en este incipiente movimiento republicano. Por un lado, nos encontramos a los republicanos catalanes más radicales, insurrectos y violentos y por otro, una corriente política e institucional surgida a partir de la escisión del progresismo que actuaba dentro del sistema, en ayuntamientos, y que daban un mensaje democrático.

Durante la regencia de Espartero (1840-1843), se apreció una notable libertad de prensa, cuestión que fue aprovechada para poder manifestar de forma explícita las ideas republicanas. Sobre este tema, Antonio Elorza y Juan José Trías publicaron en 1975 Federalismo y reforma social en España, 1840-1875, donde hablan de la proliferación de periódicos republicanos como La Revolución, El Huracán, El Peninsular o Guindilla, todos ellos en Madrid, y El Republicano y El Popular en Barcelona. También tenemos en Aragón, El Centinela dirigido por Víctor Pruneda en Teruel. Por otro lado, Elorza también se refiere a periódicos de corte republicano socialista como El Amigo del País, La Libertad, La Asociación, La Creencia o El Obrero.

Según El Republicano, en su número del 22 de junio de 1842, la salvación del pueblo residía «solo en el triunfo de los principios democráticos, en el establecimiento de una República fraternal».  

En este momento los republicanos no formaban partido alguno, se reunían alrededor de intelectuales que intentaron capitalizar algunos movimientos liberales populares y obreros, especialmente en Barcelona.

Una de las figuras más significativas de este primer republicanismo español fue el catalán Abdón Terradas (1812-1856). Caso curioso el de Terradas, como nos cuenta Daniel Aquillué, cuando ganó las elecciones municipales de 1841 que no pudo disfrutar al negarse jurar fidelidad a la regencia y no poder ser alcalde. Y eso que las elecciones se repitieron cuatro veces en las que en todas resulto ganador él y siempre se negó a reconocer a la regente. En junio de 1842 publicó un plan revolucionario en El Republicano junto a su canción «La Campana» que se convirtió en un himno de los republicanos en Cataluña, llamando a empuñar en masa las armas al grito ¡Viva la República! Pues «el pueblo quiere ser rey». Defensor de la república federal, la democracia, la igualdad, el sufragio universal, enemigo de la corrupción, abogaba por el reparto de bienes eclesiásticos al pueblo. El 13 de junio de 1842, junto a un centenar de partidarios, proclamó la República en la Font d’en Soc de Figueras. Fue condenado al destierro en agosto.

Como ya he comentado antes, el fenómeno republicano comenzó a tener fuerzas también dentro de las filas del Partido Progresista, llegando a tener representación en las Cortes. Aunque la versión más radical consideró la revolución liberal como insuficiente y no era raro verlos en insurrecciones y rebeliones especialmente en Barcelona

El periódico El Huracán había definido la república el 29 de enero de 1841 como ausencia de rey y trono, sufragio universal masculino, ayuntamientos electos, igualdad ante la ley «que no hay aristocracia, grandeza, nobleza hereditaria, títulos, ni órdenes, ni cruces».

CREACIÓN DEL PARTIDO DEMÓCRATA

En abril de 1849 se creó el Partido Demócrata donde confluyeron progresistas y republicanos. En las Cortes de 1854 fueron elegidos 21 diputados que votaron en contra del trono de Isabel II. En los primeros años de la década de 1850 cuando comenzaron a aparecer figuras que años mas tarde serían muy relevantes en el devenir del pensamiento republicano como Sixto Cámara, José Ordax Avecilla, Fernando Garrido, Antonio Ignacio Cervera, José María Orense, Emilio Castelar, Francisco Pi i Margall o Nicolás María Rivero. Así mismo sus mensajes se popularizaban desde las páginas de periódicos como El Pueblo, creado por Sixto Cámara, con un mensaje demócrata, o El Eco de la Juventud de Fernando Garrido, abiertamente declarado socialista que acabaría dando en la publicación La Asociación junto con Ordax Avecilla.

La llegada a la Cámara del bando demócrata durante el Bienio Progresista (1854-1856) fue acompañada de una nueva oleada de prensa, con un tinte mas radical, como la de Sixto Cámara con Soberanía Nacional o más tarde Pi i Margall con La Reacción y la Revolución, publicación donde plasmaba sus intenciones de proclamar una República democrática federal y universal.

En un manifiesto de 1858, José María Orense declaraba que «la única forma de gobierno aceptable para la democracia era la república». 

Dentro del grupo seguía el debate de acudir a la vía insurreccional o la legal. Y sería en marzo de 1856 cuando las diferencias entre las distintas corrientes dentro del Partido Demócrata se hicieron palpables. A saber, la progresista-demócrata, la republicana y la socialista y, sobre todo, las principales personalidades dentro de cada corriente. 

Esta ruptura hizo que se produjera la creación de las sociedades secretas carbonarias, entre los que destacan la creación de toda una red republicana a través de ellas, con el núcleo en el llamado Falansterio, desde donde se encontraba una tendencia republicana clara, que acabaría en la formulación de un programa revolucionario republicano en 1858 a través del Manifiesto Político de la Junta Nacional del Partido Demócrata Español, que dictaba los pasos a seguir en caso de que triunfase la revolución esperada para llegar a la república democrática,  como nos cuenta Ricardo Ruíz Santamaría.

INSURRECCIONES REPUBLICANAS

La primera insurrección republicana, siguiendo a Daniel Aquillué, tuvo lugar en 1857, organizada y con apoyo económico para armar columnas de milicianos por diversos puntos de la geografía española. Pero el plan solo se llevó a cabo muy parcialmente y fracasó.  Tuvo cierta repercusión en algunos pueblos de la provincia de Jaén, como Bailén y La Carolina donde se armaron algunos centenares de jornaleros y obreros liderados por los hermanos Merino y el editor Bernardo García. Hasta que el gobernador militar de Jaén movilizó al ejército y la Guardia Civil con los que reprimió la insurrección. En la provincia de Sevilla también hubo un levantamiento, pero con la misma suerte que el jiennense y en Madrid ni siquiera se pudieron levantar pro las detenciones previas que se produjeron.

En julio de 1859 se repitieron las intentonas con Sixto Cámara a la cabeza con el mismo resultado y la muerte de su líder. Sobre su figura son destacables los trabajos de José Miguel Fernández Urbina. Aquello sirvió a José María Orense, secundado por Rivero, para rechazar los movimientos insurreccionales y el carácter amenazador de las propuestas socialistas.

Otra rebelión destacada fue la que se produjo en Loja en 1861 liderada por Rafael Pérez del Álamo quien llegó a reunir a 11.000 republicanos, proclamar la república y enfrentarse al ejército gubernamental que acabaría sofocando la revuelta. Clara Lida que estudió en los años 70 del siglo pasado la vertiente revolucionaria del republicanismo isabelino mantuvo la tesis de la instrumentalización de los trabajadores por parte de los republicanos poniendo el foco en esta insurrección, destacando que los jornaleros y labradores implicados en la misma estuvieron liderados «por un pequeño grupo clandestino y bien organizado» cuyos intereses eran «ajenos a ellas» y esa dualidad de intereses determino el fracaso de esta.

Castelar, desde 1865 aparecía como la cabeza principal del Partido Democrático con un perfil conciliador y pactista respecto a los progresistas y mostrando para el partido un perfil cada día más republicano. Eso sí, todavía en dura pugna con los federalistas, liderados por Pi i Margall, diferencia que se haría mayor con el triunfo de la Revolución La Gloriosa de 1868.

LA GLORIOSA

Era una realidad que las corrientes opositoras al reinado de Isabel II iban ganado espacio político y fuerza. Progresistas, demócratas y republicanos, todos habían padecido la exclusión del poder, la represión, el exilio y los fracasos insurreccionales.  Y cuando llegó la Revolución de 1868, en España ya había un buen grupo de republicanos. En esos momentos se constituirían en un partido federal «organizado, nutrido y poderoso» diría Nicolás Estévanez.

La gran esperanza republicana llegó con el triunfo de la Revolución y el exilio de la reina, parecía que llegaba su oportunidad. Con los nuevos aires de libertad podrían participar de un gobierno provisional junto a moderados y liberales, aparcando sus diferencias, aunque de forma provisional, en beneficio de los principios democráticos.

Propusieron la República como alternativa real a los principios de la recién estrenada Constitución de 1869 no entendiendo la búsqueda de un nuevo rey propuesta y defendida por Prim, como al final resultó. Pero el fracaso del intento de la renovación monárquica con otra dinastía fue el comienzo del camino hacia la I República.

«Durante el primer tercio del siglo (XIX), lo que se vería sería una proto cultura antimonárquica, influenciada principalmente por el rechazo al Antiguo Régimen y el impedimento de manifestación política. Tras esa primera etapa, la cultura antimonárquica se convertiría en defensora de la democracia y los valores propios de una sociedad más avanzada, en lo que suponía una unión interesada y una forma propagandística que no sobrepasaba el límite legal. Tras esta etapa lo que si podemos ver es la formación de todo un espectro defensor de la república, es decir, aquello que la nueva historiografía ha divido en corrientes. Por lo tanto, hay que entender que el estudio republicano se trata de la búsqueda de una confluencia primaria en contra de la monarquía y después de treinta años de un movimiento definido» Ricardo Ruíz, Tras los primeros pasos tricolores.


FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:

España con Honra, una historia del siglo XIX español, 1793-1923. Daniel Aquillué. La esfera de los libros, 2023

Tras los primeros pasos tricolores: Breve revisión historiográfica sobre el primer republicanismo español (1808-1868), Ricardo Ruiz Santamaría (Universidad de Cantabria 2016)

El primer republicanismo español, Florencia Peyrou (Coord.) Historia y política, enero-junio 2011

Política y verdad en el republicanismo español finisecular, Javier de Diego Romero, VIII Congreso español de Ciencia Política y de la Administración Política para un mundo en cambio.

Republicanismo. Orígenes historiográficos y relevancia política de un debate, Ana Marta González. Revista de Occidente nº 247 diciembre de 2001

El republicanismo en el siglo XIX: recorridos y perspectivas de investigación en la Europa meridional, Mauricio Ridolfi (Universidad della Tuscia, Viterbo) Historia y política enero-junio 2011

Los republicanos e Isabel II: el mito del trono contra el pueblo (1854-1931, Jorge Vilches, Universidad Complutense de Madrid


PARA SABER MÁS

El republicanismo en España (1830-1977), Nigel Townson, Madrid, editorial Alianza 1994

Federalismo y reforma social en España, 1840-1875, Antonio Elorza y Juan José Trías, 1975

El republicanismo: una pasión política, Madrid, Ed Cátedra 2013

Tribunos del pueblo. Demócratas y republicanos en el periodo isabelino, Florencia Peyrou, Madrid, CEPC.


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