BREVE Hª DE ESPAÑA: LOS REINOS CRISTIANOS

 

Los reinos cristianos

En nuestro viaje por la historia de España de forma resumida seguiremos en la Edad Media pero ahora desde la perspectiva de los reinos cristianos. Y comenzaremos con la formación de los primeros reinos.

La primera pregunta que nos podemos hacer es ¿Dónde se frenó la conquista musulmana? ¿hasta dónde llegaron?

Pues entorno a las cordilleras cantábrica y pirenaica, donde se formaron núcleos de resistencia cristianos. La cornisa cantábrica era un territorio poco poblado y de escasa romanización. La organización política de estos territorios se basaba en la adhesión personal a caudillos locales que controlaban pequeños valles. 

LOS REINOS DE LA ZONA NORTE PENINSULAR

Con unas defensas naturales muy importantes como son las montañas, astures, cántabros y vascones occidentales habían conseguido mantener su independencia, limitándose en algunos casos a pagar tributos como símbolo de su dependencia a Córdoba, sin que los emires tuvieran control sobre territorio ni sobre el avance hacia Galicia y León.

Los reinos cristianos
Aquí es ineludible mencionar la batalla de Covadonga en el 722, protagonizada por don Pelayo. Aunque la revisión histórica sobre esta batalla  nos indica que fue magnificada por las crónicas cristianas y por mozárabes refugiados en Asturias, ya que la expedición musulmana derrotada debió de ser una de tantas escaramuzas entre grupos de guerreros astures y destacamentos enviados por los valíes de Córdoba para el cobro de tributos. Sin embargo, la importancia de Covadonga no es la acción en sí, sino que radica en la actitud de resistencia a cualquier tipo de dominación y en el inicio de una expansión que cobrará fuerza a medida que avanzan las transformaciones sociales internas.

Al hablar de este tipo de enfrentamientos hay que evitar imaginarse dos Estados modernos enfrentados, con una rígida política de fronteras, cuando lo que había en realidad era un emirato musulmán con algunos pueblos insumisos en el norte a los que, de manera más o menos periódica, atacaba con objeto de mantenerlos sometidos. En general se trataba de expediciones combinadas de verano.

El reino asturiano se asentó bajo los reinados de Alfonso II (791-842), que restableció la legislación visigoda (Fuero Juzgo) y de Alfonso III (886-910) que aprovechó la crisis del emirato cordobés para iniciar la expansión hasta el Duero. Además, trasladó la capital del reino de León a principios del siglo X.

Al mismo tiempo se fue consolidando el dominio leonés sobre su frontera oriental donde se fundó el condado de Castilla. En la segunda mitad del siglo X, el conde de Castilla, Fernán González, aprovechó los problemas dinásticos del reino asturiano para convertir sus posesiones en hereditarias.

LOS REINOS DE LA ZONA NORORIENTAL PENINSULAR

Primero mencionaremos a Carlomagno, emperador de los francos, quien creó la Marca Hispánica, una frontera sólida para frenar la expansión musulmana al sur de los Pirineos. Su objetivo era conquistar el valle del Ebro, pero fracasos como el de la batalla de Roncesvalles (778) no le permitieron avanzar y se limitó a su dominio de la zona pirenaica y a Cataluña. 

En la zona oriental del Pirineo nos encontramos a Wifredo el Velloso quien amplió  sus territorios convirtiéndolos en hereditarios.  Pero el nacimiento de los condados catalanes y su desvinculación de la monarquía franca no se produjeron hasta el año 988, cuando el conde Borrel II rompió, de hecho, pero no de derecho, con el rey de los francos.

Y en los Pirineos occidentales, hacia el año 830, en Pamplona, un miembro de la familia Arista expulsó a los nobles carolingios y se proclamó rey de Pamplona, germen del futuro reino de Navarra. Lo mismo ocurrió en los valles centrales pirenaicos, donde Aznar Galíndez estableció su dominio sobre el condado de Aragón hacia el 820. En 905 Sancho Garcés, se apoderó de Pamplona y se convirtió en el primer rey de toda Navarra.

Figura relevante del reino de Navarra fue Sancho III el Mayor (1004-1035) quien controló

Los reinos cristianos
no solo diversos condados pirenaicos, sino también Castilla. ¿Cómo lo hizo? Pues con políticas matrimoniales y con relaciones de vasallaje, y cuando no era suficiente utilizaba fuerza militar. Su muerte significó también el final de la hegemonía política del reino de Navarra, pues su patrimonio se dividió entre sus hijos:

    • García Sánchez III reinó sobre Navarra

    • Fernando I (1035-1065) gobernó Castilla, que se transformó en un reino, y ocupó también León.

    • Ramiro I se convirtió en rey de Aragón (1035-1063)

    • Gonzalo fue conde de Sobrarbe y Ribagorza

Entre inicios del siglo X y el primer tercio del XI, entre las muertes de Alfonso III de Asturias y de Sancho el Mayor de Pamplona, los reinos y condados del norte de la Península Ibérica avanzaron hacia el sur modificando paulatinamente las fronteras a la par que la nobleza, aprovechándose de esta expansión, va acumulando territorios  y, en definitiva,  ganando poder. Junto a la Iglesia, cada vez es mas fuerte, irán condicionando el poder de  los monarcas que, en definitiva, anunciaban el próximo advenimiento del feudalismo.

AVANCE DE LOS REINOS CRISTIANOS

A partir del siglo X podemos empezar a hablar de lo que hemos conocido como  Reconquista. Se inició con el control del valle del Duero tras la victoria cristiana en la batalla de Simancas (939). Y fue a partir del siglo XII cuando los avances de los reinos cristianos fueron más rápidos y exitosos.

Dato relevante: el 22 de junio de 1038, Fernando I fue reconocido y coronado como rey de León. Se había consumado, de esta forma, la primera unión entre León y Castilla. Lo que sucede a partir de este momento es que el reino de León pasa a formar parte de las posesiones patrimoniales de Fernando I, es decir, de Castilla, ya transformada en reino.

Los reinos cristianos


Fernando I dominó toda la cuenca del Duero. Con sus incursiones militares por diversas taifas consiguió incrementar su poder económico con ingresos en forma de parias que sirvió para acrecentar su poder militar. En esta situación, el reino de Castilla y León pasó a convertirse en la potencia hegemónica peninsular. 

En sus últimos diez años de reinado, Fernando I impulsó el avance conquistador, especialmente en la frontera occidental. Las taifas de Badajoz, Toledo y Zaragoza se declararon vasallos del rey Fernando I y se vieron forzados a pagar esas parias, que hemos comentado antes,  para evitar sus ataques. En 1063 lo hizo Sevilla . 

Después de su muerte (1065) el reino se dividió entre sus hijos.

Uno de ellos, Alfonso VI fue quien volvió a unificar todos los territorios de la Corona (1072). Y continuó el proceso de expansión tomando Toledo en 1085 y extendiendo sus dominios hasta el Tajo.

Durante el siglo XII los problemas sucesorios dividieron y unieron varias veces la Corona. Pero a pesar de ello los reyes castellano-leoneses consiguieron conquistar enclaves estratégicos como Calatrava o Alcántara, para cuya protección se crearon ordenes militares. Ello permitió a Alfonso VIII avanzar hacia el rio Guadiana y el alto Júcar para tomar Cuenca.

Por otro lado tenemos el protagonismo de Ramiro I, uno de los hijos de Sancho III el Mayor, rey de Navarra, que se convirtió en rey de Aragón (1035-1063). 

Los reinso cristianos
En el siglo XII la expansión aragonesa  se aceleró, gracias a la ayuda franca. Así Pedro I tomó Huesca (1096) y su sucesor, Alfonso I el Batallador (1104-1134) ocupó Zaragoza en 1118 y diversas fortalezas del Bajo Aragón. 

A mediados del siglo XII nacería la Corona de Aragón. En 1137 se firmó el contrato de esponsales entre el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV y la heredera de Aragón, Petronila (que tenía solo un año de edad). 

La nueva corona orientó su expansión hacia las costas mediterráneas con la toma de Lérida y Tortosa. En el siguiente siglo, Jaime I (1213-1276) ocupó las islas Baleares y el reino de Valencia (1238), llegando hasta donde los pactos con Castilla le permitían: la línea Biar-Villajoyosa. Con ello, la Corona pasó a estar integrada por cuatro territorios: Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares.

Al inicio del siglo XIII, en 1212, tuvo lugar la batalla de Las Navas de Tolosa que significó un punto de inflexión, cuando los reinos cristianos se unieron y, con refuerzos de caballeros franceses, derrotaron a un ejército almohade. 

La unidad lograda por castellanos y leoneses en el año 1230, durante el reinado de Fernando III, permitió la expansión del reino castellano leonés por Extremadura y el valle bajo del Guadalquivir (ocupación de Córdoba en 1236 y Sevilla en 1278). En el Este ocupó el reino musulmán de Murcia (1243). Cerraba así la posible expansión aragonesa hacia el sur pactada en el Tratado de Almirza el 26 de marzo de 1244 firmado por Jaime I de Aragón y el infante Alfonso que luego sería Alfonso X.

DESARROLLO POLÍTICO E INSTITUCIONAL

A la par del avance los reinos cristianos fueron madurando en su desarrollo político aunque de manera lenta, conservando buena parte de la tradición anterior, sobre la que se superponen algunas novedades. El orden político descansaba en buena medida en la capacidad e iniciativa de las monarquías. Los poderes del rey se seguían ciñendo a unas cuantas funciones, simples pero fundamentales, como la organización misma de la casa real y de la dinastía, la organización eclesiástica, la aplicación de la justicia, la dirección de la guerra y la capacidad para movilizar recursos. Aunque, en realidad, su poder estaba limitado por la autonomía de los señoríos y los privilegios de la nobleza y la Iglesia.

Los problemas dinásticos o sucesorios están siempre en la base de muchas de las crisis políticas que llegan a ser en ocasiones muy profundas. 

El rey era la figura fundamental del gobierno, pero en torno a él fue creándose un grupo de personas que le ayudaban en estas tareas, al que se denominó corte o curia regia.  Su fin era asesorarle, y lo conformaba gentes procedentes de los estamentos privilegiados que se integran en una especie de junta o curia que en León y Castilla desde Fernando I se llamó Curia Regia. Tiene carácter consultivo y sus componentes prestan consejo al monarca y refrendan, como confirmantes, los documentos reales emanados de su cancillería.

En el siglo XIII surgieron los Parlamentos o las Cortes. Y lo hacen como resultado  de la evolución económica y social, especialmente del crecimiento de las ciudades, dueñas de abundantes recursos, de la aparición de una categoría social dedicada a los negocios y de las necesidades de los monarcas, que se ven obligados a solicitar contribuciones extraordinarias para hacer frente a sus problemas financieros. A partir del siglo XIII, las Cortes castellanas estaban compuestas por tres estamentos o brazos: los nobles, los eclesiásticos y los ciudadanos de las villas reales. 

Las Cortes de León de 1188, celebradas un 18 de abril, cuando Alfonso IX accede al trono, son consideradas desde 2013 por la propia UNESCO, en el Programa Memoria del Mundo «el testimonio documental más antiguo del sistema parlamentario europeo» 

Nos adelantamos a todos y la aparición y difusión de las Cortes se produjo en los reinos hispánicos entre los siglos XII y XIII. Las primeras se celebraron en el reino de León en 1188, en Cataluña en 1214, en Aragón en 1247 y en Valencia en 1283. 

Una diferencia importante entre las diferentes coronas era su modelo de monarquía. Existieron dos modelos distintos: autoritarismo y pactismo. Y aunque las Cortes mantuvieron una estructura y una composición básicamente semejante en todos los reinos, encontramos algunas diferencias respecto a su poder y sus funciones.

En Castilla se impuso un modelo autoritario de monarquía en el que el rey tuvo un gran poder a costa de las instituciones que hemos visto (Curia Real, Cortes…), que vieron reducidas sus funciones a meras tareas de consultas o simplemente para certificar acciones del rey. 

En la Corona de Aragón se implantó un modelo político diferente, conocido como el modelo pactista. Cada uno de los reinos que lo conformaban mantuvieron sus propias Cortes. En este caso tanto nobles como Iglesia gozaban de suficiente fortaleza lo que otorgó a las Cortes un poder legislativo importante, ya que el rey no podía legislar sin ellas. Además, al ser investido, se comprometía a respetar las leyes (fueros) y costumbres.

EVOLUCIÓN POLÍTICA EN LA BAJA EDAD MEDIA

En el siglo XIV nos encontramos con un mapa político y un espacio territorial dividido en cuatro unidades políticas: Portugal, la Corona de Castilla, Navarra y la Corona de Aragón. Cuyas relaciones entre sí fueron cambiantes, pasando fácilmente de la alianza al enfrentamiento.

Por ejemplo en este siglo se vivirá el enfrentamiento entre Aragón y Castilla, lo que  se conoce históricamente como la Guerra de los dos Pedros, entre Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón entre 1356 y 1369. O la guerra civil y la revolución Trastámara en Castilla.

Pero la tendencia dominante desde el siglo XII hasta el siglo XV fue, no obstante, la de la unificación. Y así, en los inicios de la Edad Moderna, a principios del siglo XVI, solamente existirán dos grandes unidades políticas en la península ibérica: el reino de Portugal y la unión dinástica de las coronas castellana y aragonesa personificada en los Reyes Católicos.

En la Corona de Castilla, en el siglo XIII, Fernando III y sobre todo su hijo Alfonso X elaboraron un auténtico programa político capaz de crear expectativas soberanas para la monarquía. Dicho programa lo constituye un conjunto heterogéneo de iniciativas y líneas de actuación armonizadas por el común denominador del reforzamiento del poder real. Y cuyo fundamento jurídico serían Las Partidas, cuerpo normativo redactado durante el reinado de Alfonso X con el objetivo de conseguir una cierta uniformidad jurídica del reino. 

Los reinos cristianos


La lucha de la monarquía por afianzar su poder se acentuó con Alfonso XI, quien se apoyó en la burguesía comercial y los judíos para obtener la autonomía económica y no depender de a nobleza. Pero el principal conflicto se desencadenó con Pedro I (1350-1369). Su intento de someter a la nobleza y a la Iglesia hizo que los dos estamentos apoyaran las pretensiones al trono de su hermanastro Enrique de Trastámara.

Como consecuencia estalló una guerra civil que finalmente ganó Enrique, coronándose  rey como Enrique II (1369-1379). Daba comienzo la dinastía Trastámara en la Corona castellana. El reinado de Enrique II significó también un cambio en la política real, ya que buscó el apoyo de la nobleza y de la Iglesia a los que concedió abundantes privilegios.

Pero los monarcas posteriores no verían esta estrategia favorable a sus intereses e intentaron, una vez mas,  reforzar el poder real y de la administración central, pero, como no podía ser de otra forma, se encontraron con una fuerte resistencia nobiliaria que dio lugar a rebeliones y guerras civiles. 

En política exterior nos encontramos con tres focos:

    • El reino musulmán de Granada

    • Las rutas marítimas del estrecho de Gibraltar y del mar Cantábrico, fundamentalmente para desarrollar el comercio con el norte de África y con la Europa atlántica

    • Las islas Canarias: en el siglo XV se inició la conquista de las islas, punto estratégico en la navegación por las costas africanas.

En la  Corona de Aragón los problemas eran prácticamente los mismos, es decir, los enfrentamientos entre el monarca y la nobleza. En esta lucha el rey acabó imponiéndose con el apoyo de la rica burguesía catalana. 

Un caso curioso que pudo acabar en guerra pero se resolvió de forma pacífica se produjo al morir sin descendencia el monarca aragonés Martín el Humano (1410) produciéndose una grave crisis política que se resolvió mediante el llamado Compromiso de Caspe (1412), un acuerdo de los representantes de cada uno de los reinos que componían la Corona por el que eligieron rey a Fernando I de Antequera, de la familia Trastámara, la misma que ya reinaba en Castilla.

En política exterior la corona aragonesa, tras ocupar el reino de Valencia en el siglo XIII y sin posibilidad de continuar la conquista terrestre por sus pactos con Castilla, orientó su expansión hacia el Mediterráneo. 

Podemos considerar el Mediterráneo entre los años 1276 y 1327 como el «teatro del mundo» occidental, el verdadero eje de la actividad cultural, económica y política, el mar donde confluían los intereses de los países ribereños por hacerse con su control, por aumentar su influencia política y económica, y por asegurarse  las rutas que llevaban al rico Oriente.

La Corona de Aragón tenía un programa de expansión que perseguía conseguir una hegemonía política en el ámbito del Mediterráneo occidental, en el área cuyas terminales eran Túnez, Sicilia y la zona costera italiana hasta Génova. También respondía a los intereses mercantiles de las clases emergentes de la sociedad.

El primer paso se dio con la toma de las islas Baleares, a la que siguió la intervención de Pedro III (1282) en Sicilia. El control del Mediterráneo occidental se reforzó con la conquista de Cerdeña por Jaime II (1324) y del reino de Nápoles, ya en el siglo XV, por Alfonso V el Magnánimo.

El caso del reino de Navarra fue distinto, lo tuvo complicado emparedado por poderosos vecinos (Castilla, Francia y Aragón) lo que le imposibilitó su expansión territorial a costa de los musulmanes. ¿Cuál fue su salida? Pues un acercamiento a Francia desde el siglo XIV que significó la entrada de dinastías francesas en el gobierno del reino.

El predominio francés perduró hasta 1425, fecha en la que Juan II de Aragón fue proclamado también rey de Navarra. Pero la guerra civil de 1451 con su hijo Carlos debilitaría al reino que en 1512 seria conquistado por Fernando el Católico, quien lo incorporó al reino de Castilla.

TOMA DE GRANADA

A principios del siglo XV la estabilidad política en el reino nazarí de Granada comenzó a declinar. Los problemas sucesorios desestabilizaron el reino y Castilla aprovechó la situación para conquistar algunas ciudades.

En este contexto, los principales enclaves del reino fueron cayendo en manos cristianas: Ronda (1485), Almería (1489), etc. Finalmente los Reyes Católicos pactaron con el rey Boabdil la rendición de Granada, que tuvo lugar a comienzos de 1492. Desaparecía así el ultimo vestigio del dominio musulmán en la Península, comenzaba la Edad Moderna y el protagonismo de los Reyes Católicos 


Esta serie de artículos sobre la Historia de España están basados en el temario de 2º de Bachillerato. Historia de España, serie Descubre, editorial Santillana. Curso 2020-2021. Forma parte de una serie del mismo nombre publicada como podcast en Ivoox por Historia Sin Pretensiones.


Fuentes:

Historia de España de la Edad Media. ÁLVAREZ PALENZUELA, V.A. (coordinador). Ariel. Madrid 2011

Nueva Historia de España. La Historia en su lugar (diferentes volúmenes)

Comentarios

SUSCRIBIRSE

Escribe tu correo electrónico:

Delivered by FeedBurner

Entradas populares de este blog

AVANCES DE LA MEDICINA EN LA II GUERRA MUNDIAL

EL PAPEL DE LA MUJER EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

10 PERSONAJES DE LA II GUERRA MUNDIAL