BREVE Hª DE ESPAÑA: AL-ÁNDALUS

 

Al-Ándalus

Continuamos con nuestro viaje por la Historia de España  adentrándonos en la Edad Media peninsular, tratando la presencia musulmana en la Península Ibérica, es decir de Al Andalus. Desde su llegada hasta la caída del reino nazarí de Granada, pasando por el emirato dependiente, el independiente, el califato y las taifas.

Al Andalus, un espacio político-cultural que perduró ochocientos años.

TARIK Y LA BATALLA DE GUADALETE

El final del reino visigodo, siendo rey Rodrigo o Roderico, vino con la llegada en abril del año 711 de Tarik a Gibraltar y la posterior batalla de Guadalete, pocos meses después, donde fue derrotado el ejército visigodo y muerto su rey. 

¿Cómo se llegó a esa situación? Podemos hablar de dos razones: por un lado hay que mencionar la profunda crisis que vivió el reino visigodo, especialmente como consecuencia de los continuos problemas sucesorios en la corona y la inestabilidad que provocaba esto. Luchas entre la nobleza que debilitaron el poder militar visigodo. Y por otro, el ímpetu expansivo del islam, que entre los años 632 y 700 había conquistado un extenso territorio que comprendía desde el Magreb al imperio persa.

La rapidez de la conquista puede explicarse por varios factores. Por ejemplo, porque algunos de los aristócratas visigodos como Teodomiro en el sudeste peninsular (pacto de Tudmir del 5 de abril de 713) o Casius en Zaragoza, prefirieron pactar con los musulmanes el sometimiento a su autoridad y el pago de tributos a cambio de mantener su señorío y practicar su religión; lo mismo hicieron las comunidades judías y una parte de la población que estaba descontenta con la monarquía visigoda. Sin olvidar la ayuda recibida por el pueblo autóctono, en guías e información sobre la geografía que sin ella hubiera sido todo mas complicado.

En menos de tres años desde la batalla de Guadalete prácticamente la totalidad de la Península está en poder del Islam.

Los primeros años de estancia musulmana en la Península fueron, cuando menos ajetreados, pero especialmente entre ellos. Árabes y bereberes estaban en permanente disputa por los territorios conquistados. 

EL EMIRATO DEPENDIENTE

Del 714 al 756 al-Ándalus fue un emirato dependiente de la autoridad del califato de Damasco, que era el centro político y religioso del mundo musulmán del momento. Pero en el año 750 se produjo un hecho que cambiaría la perspectiva y los designios de al-Ándalus. Y es que la dinastía Omeya, que hasta ese momento gobernaba en Damasco, fue derrocada del poder y una nueva dinastía ocupó su lugar, que fue la Abasí. Uno de sus primeros objetivos fue la eliminación de la familia Omeya.

Comienza un periodo de persecuciones y matanzas de miembros de la dinastía Omeya, pero uno de ellos, Abd al-Rahman, logró sobrevivir y huyó a al-Ándalus en el año 755, donde conservaba apoyos. Con el respaldo de sirios, yemeníes y una parte de los bereberes, ocupó la capital y se proclamó emir en 756.

Al-Ándalus


EL EMIRATO INDEPENDIENTE

Comienza una nueva etapa como emirato, ya independiente, que transcurre desde ese 756 hasta el 929. Abd al-Rahman I creó el emirato independiente de Córdoba e inauguró un larga etapa de autonomía política andalusí. De este emirato podemos destacar cuatro fases:
  1. La inicial corresponde al gobierno de los dos primeros emires, Abd al-Rahman (756-788) y su hijo Hisham I (788-796), una fase de despegue y constructiva consolidación del régimen.
  2. Una segunda fase caracterizada por desórdenes y violentas respuestas emirales protagonizada por al-Hakam I (796-822)
  3. La tercera vuelve a responder a un periodo de positivos avances organizativos, protagonizada por el decisivo gobierno de Abd al-Rahman II (822-852)
  4. La última etapa es de debilitamiento y descomposición del régimen que comienza avanzado el gobierno de Muhammad I (852-886) y que se tornará irreversible con sus sucesores, al-Mundhir (886-888) y Abd Allah (888-912)
Abd al-Rahman I con su hijo Hisham I son los principales responsables de la creación de este nuevo Estado y necesitaron alcanzar cuatro objetivos:
  • Creación de una amplia base de apoyo social al régimen. Necesario dado el clima de guerra civil que se encontró  Abd al-Rahman I al inicio de su gobierno. Y lo hizo ampliando las concesiones de tierras con arrendamientos enfitéuticos.
  • Prudencia política en materia religiosa. 
  • Organización de un potente ejercito mercenario, compuesto fundamentalmente por esclavos y bereberes. Llegando a contar con unos 40.000 hombres.
  • Represión de los núcleos cristianos de resistencia principalmente del núcleo asturiano. Y hacer frente a problemas derivados de la presión reactiva del régimen de Carlomagno, como en 778 que llegó a sitiar Zaragoza pero que tuvo que volver al recibir noticias de nuevas sublevaciones en Sajonia. Fue cuando se produjo la casi mítica batalla de Roncesvalles, una escaramuza sobre la retaguardia del ejercito en la que murió Rolando
De la segunda etapa, la de al-Hakam I, solo comentar la inestabilidad provocada por el descontento social debido a las cargas fiscales. Descontento específico de los muladíes, es decir de los descendientes de los primeros conversos, que se sentían social y políticamente discriminados y de ciertos sectores religiosos. Todo ello reprimido por la implacable firmeza del emir. Sumando algunos importantes reveses frente a los cristianos y carolingios que contribuyeron a empeorar el clima.

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La tercer fase de las mencionadas corresponde a Abd al-Rahman II, quien reorganizó el Estado sobre la base de criterios nuevos, alcanzando importantes cotas de centralización político-administrativa, con un único y supremo organismo de gobierno, el Diwan. Las zonas fronterizas siempre conflictivas, quedaron definitivamente constituidas  en tres Marcas: la Superior con capital en Zaragoza, la Media (Toledo) y la Inferior (Mérida).

Los distritos básicos de la administración seguían siendo las kuras gobernadas por un vali, con un jefe militar y un juez. Las ciudades, dependientes a todos los efectos de las autoridades de la kura se hallaban controladas por el “señor de la ciudad” (sahib al-madina). Todo este sistema más una mejora del  económico financiero, provocó el engrandecimiento de al-Ándalus sobre la base de una cada vez mas radical islamización del régimen.

Otro hito relevante del gobierno de  Abd al-Rahman II fue su política diplomática, un reforzamiento de la imagen e influencia exterior, con su dimensión propagandística. Y lo hizo en dos líneas, una, manteniendo un predominio comercial en la cuenca occidental del Mediterráneo con los países norteafricanos de la ribera occidental y, dos, con el Imperio carolingio.

Pero la diplomacia no pudo contener a los normandos que en el 844 desembarcaron en Lisboa, y días después, remontando el Guadalquivir llegaron a Sevilla que fue saqueada.

Para terminar con el gobierno de Abd al-Rahman II digamos que un siglo después de la invasión comenzó a sentirse unos efectos psicológicos en la población autóctona de despertar, de ser conscientes de haber sido invadidos y conquistados y dentro de los mozárabes, cristianos, empezaron a surgir ciertos movimientos radicales. Aunque gozaban de libertad religiosa.

En la cuarta etapa, tras los primero años de Muhammad I comenzó el declive de este emirato. Manteniendo las políticas anteriores y los problemas que irían aumentando. Así como las típicas aceifas o razias, es decir, las expediciones militares de castigo contra los cristianos del norte. Hasta que la final todos los problemas comentados irían in crescendo y la fragmentación feudalizante sufrida provocaría el debilitamiento del poder central.

EL CALIFATO DE CÓRDOBA (929-1031)

Al-Ándalus

A principios del siglo X el emirato cordobés sufrió una
grave crisis. Las disensiones internas y las amenazas de unos reinos cristianos cada vez más fuertes fueron los problemas mas acuciantes. En este contexto llegó al poder Abd al-Rahman III (912-961). Y lo hizo tras la muerte de su abuelo quien lo había nombrado sucesor anteponiéndolo a sus propios hijos.

El califato constituye, creo que sin ningún lugar a dudas, el periodo mas relevante de la historia de al-Ándalus.  Es el momento de máximo esplendor y desarrollo. Como características de este periodo podemos destacar que hay un control absoluto y un ejercicio incontestable del poder civil religioso, gana  prestigio, hay un dominio político militar casi permanente sobre los reinos cristianos del norte peninsular, y adquiere una  proyección diplomática exterior relevante e influencia en el Magreb.

Lo que conocemos como califato omeya  andalusí se reduce a los gobiernos de Abdal-Rahaman III (912-961 y desde el 929 como califa) y de su hijo al-Hakam II (961-976), porque el final del Califato no gobernaría el califa sino en su nombre el hachib, destacando la figura de Almanzor. 

Las victorias militares de Abdal-Rahman III sobre sus enemigos internos le otorgaron el prestigio necesario para proclamarse califa en el año 929, lo que significaba desligarse de la sumisión religiosa y el fin de cualquier dependencia del califato de Bagdad.

Heredó un Estado en una condiciones caóticas, en pleno proceso de fragmentación político-territorial. Consiguió pacificar el territorio de al-Ándalus, para lo que tuvo que invertir los primeros 27 años de los 49 que dura su reinado, lo que le posibilitó fortalecer la estructura del estado:
  • Su nombramiento como califa le otorgaba la supremacía religiosa, que se sumaba a la política y la militar.
  • Reorganizó la recaudación fiscal y centralizó su gestión, lo que le permitió obtener grandes recursos económicos.
  • En la administración destacó el papel del hachib (una especie de primer ministro o jefe del gobierno) y el de los visires (con funciones semejantes a las de un ministro), así como la importancia de la nobleza de palacio, vinculada directamente al califa.
  • Los impuestos le permitieron el pago de un potente ejercito mercenario formado especialmente por bereberes y eslavos (de origen esclavo)
También procuró detener el avance los reinos cristianos del norte logrando invertir la situación e incluso convertirlos en tributarios y vasallos de Córdoba, como ocurrió con el rey leonés Sancho I.

En el año 929 Abd al-Rahman III se proclamó califa. Con la conquista de Santarem en 939, en la que se había rebelado un hermano del visir entregando la ciudad al monarca leonés, Abd al-Rahman III concluye la tarea emprendida al comienzo de su reinado, pacificar al-Ándalus. 

Aumentó igualmente su influencia en el Magreb, donde consiguió conquistar algunas plazas importantes (Ceuta, Melilla y Tánger) y organizar un protectorado omeya para defender la península de la creciente influencia fatimí en la zona, la dinastía árabe que gobernó el norte de África entre los siglos X y XII. Su nombre proviene de Fátima, hija de Mahoma, ya que su fundador basó su legitimidad en la descendencia de ella.

Otra de las cuestiones destacables de su gobierno fue la actividad diplomática que no se centraría única y exclusivamente en el Magreb, o en los reinos y condados cristianos del norte peninsular, pues, se hace notar, sobre todo a mediados del siglo X en otras partes de la cristiandad latina y en Bizancio.

El conjunto de estas acciones convirtió a al-Ándalus en la potencia hegemónica de la región. 

Al-Ándalus
Tras su muerte le sucedió su hijo Al-Hakam II (961-972) que continuó su labor. 

Aunque hay escasa información sobre este periodo, posiblemente debido a la paz general que conoce el califato. Sí sabemos que su gobierno tuvo un carácter menos personalista y que procuró delegar el poder en personas de confianza. Era un consumado bibliófilo, se dedicó al estudio  y realización de practica devotas y religiosas y a tareas de mecenazgo. Durante su mandato se dio un fuerte impulso intelectual y artístico.

ALMANZOR

A la muerte de Al-Hakam II se inició un periodo de pérdida de poder efectivo de los califas. Estos conservaron únicamente un poder simbólico. Quien realmente gobernaba el califato era Al-Mansur o Almanzor para los cristianos, un hachib que concentró gran poder político y militar.

Azote de Dios o espada del Islam, depende de quien hablara, nos encontramos ante una personalidad  marcada por un innato deseo de poder capaz de conseguir un prestigio personal tan marcado que aun en nuestros días despierta admiración en muchos y deja indiferentes a muy pocos de los historiadores contemporáneos que se han centrado en su estudio.

Al-Ándalus


Consiguió llenar el verdadero vacío de poder que se abre cuando Al-Hakam II designa sucesor a un muchacho de corte edad que requería, lógicamente, una tutela. Un hecho que aprovechó nuestro protagonista para convertirse en el amo de al-Ándalus.

Gracias a Almanzor se mantuvo al estabilidad ganada durante los reinados anteriores, proporcionó suficiente prosperidad y seguridad a los andalusíes para gozar de unos años de paz dentro de sus fronteras y les devolvió el orgullo de recibir, cada pocos meses, una parte de victoria obtenida por sus tropas frente a los infieles.

Inició numerosas obras públicas, amplió la mezquita-aljama de Córdoba, ordenó la construcción de canales, invirtió en mejorar la calidad de vida de la plebe capitalina. Y premió con largueza a los mercenarios, bereberes y cristianos, que participaban con él en sus campañas.

Almanzor organizó un nuevo ejército integrado por bereberes y mercenarios cristianos, que acabamos de mencionar. Incorporó, respecto a los primeros, grupos tribales completos con sus jefes naturales.

Entre los años 977 y 1002 llevó a cabo un total de 56 campañas en tierras cristianas sin conocer la derrota, razón por la cual recibió el sobrenombre de al-Mansur (el Victorioso), con el que pasaría a la historia. La gesta más memorable del caudillo árabe se produjo el 11 de agosto del 997, cuando destruyó Santiago de Compostela (sólo respetó el sepulcro del apóstol Santiago) y obligó a los cautivos cristianos a trasladar a hombros las campanas de la catedral y las puertas de la ciudad hasta Córdoba.

Almanzor murió en la noche del 10 de agosto de 1002 en Medinaceli al regresar de una incursión por tierras cristianas. Dejó a su hijo predilecto, Abd al-Malik un Estado basado sobre bases endebles cimentadas en su prestigio personal. Su heredero muere y le sucede otro de sus hijos, Sanchuelo, llamado así por haber nacido del matrimonio de Almanzor con la hija de Sancho II rey de Navarra. El califa Hisham II, sin descendencia, nombró a Sanchuelo su sucesor lo que generó un gran malestar entre los poderosos familiares omeyas del califa. Suponía un cambio de dinastía califal, los omeyas por los amiríes, es decir, los descendientes de Almanzor.

En una de las habituales aceifas de la época, los descontentos aprovecharon la ausencia de Sanchuelo para desencadenar una sublevación en Córdoba en febrero de 1009. Hisham II fue depuesto por el bisnieto de Abd al-Rahman III, Muhamad que se proclamó califa con el título de  «el bien guiado por Dios».

LOS REINOS DE TAIFAS

Esta guerra por el califato duró 21 años y al-Ándalus se fue quebrando y fraccionando en territorios autónomos, los reinos de taifas. Grandes linajes locales aprovecharon el vacío de poder. 

Se inició así un periodo de conflictividad (en veinte años fueron proclamados siete califas) que se caracterizó por una verdadera guerra civil o fitna, que duró 21 años, entre tres grupos: los mercenarios bereberes, los árabes andalusíes y los mercenarios eslavos. Como consecuencia de estos enfrentamientos se produjo un fuerte debilitamiento del poder central que provocó la desaparición del califato y la disgregación política de al-Ándalus en 1031.

Este debilitamiento del poder hizo que el aparente sólido estado andalusí se fuese quebrando y fraccionando en territorios autónomos, los reinos de taifas. 

Con el nombre de reinos de taifas conocemos a los numerosos y pequeños Estados surgidos a partir de la fitna en los cuales se dispersó el poder político de al-Andalus durante algo más de los sesenta años que siguieron a la descomposición del califato. Con frecuencia, quienes ejercían el poder en ellos, ostentaban el título de hachib o chambelán, como si quisieran dar a entender que ejercían esa autoridad en nombre de un hipotético califa que en ese momento no existía más que en la nostalgia o en las aspiraciones de quien así lo imaginaba. 

Tenemos información sobre algo menos de 30 taifas en la primera mitad del s XI.Y como se hallaban enfrentadas entre sí  al final las mas pequeñas fueron absorbidas por las más poderosas. A finales del s XI, antes de la llegada de los almorávides, el número de taifas se había reducido prácticamente a una decena. 

Al-Ándalus
Los reinos cristianos aprovecharon esas rivalidades y, a cambio de apoyo y protección, las obligaron a pagar parias. En 1085, Alfonso VI de Castilla ocupó Toledo. Ante el creciente expansionismo cristiano, las principales taifas (Sevilla, Badajoz, Granada…) buscaron la ayuda de los almorávides.

Las parias eran una especie de régimen de protectorado impuesto por los cristianos, a través del cual los musulmanes se aseguraban la benevolencia, la neutralidad y la protección de los cristianos en un momento en que éstos eran ya claramente mas poderosos desde el punto de vista militar, a cambio de los cual debían abonarle anualmente una determinada cantidad de dinero en concepto de paria.

Respecto al final de las taifas diremos que o bien fueron conquistadas por otra taifa, o lo fueron por los cristianos o por los almorávides, la mayoría, llegados del Magreb en auxilio del islam y quienes reorganizaron políticamente al-Andalus. Pero ojo que luego volvieron a resurgir tras el debilitamiento de los almorávides y los almohades y surgieron los llamados segundos (1144 y 1170) y terceros reinos de taifas (s. XIII).

LOS ALMORÁVIDES

Desde Sevilla se pidió ayuda a los almorávides (1086-1144), un movimiento de pureza religiosa que triunfaba en el Magreb que profesaban los principios mas estrictos del islam. 

En 1086 los almorávides cruzaron el estrecho de Gibraltar, a finales de julio, el objetivo era recuperar Toledo que había sido tomada un año antes por Alfonso VI. Y ese mismo año el 23 de octubre derrotaron a los castellanos en Sagrajas, pero no continuaron hacia Toledo donde el rey castellano  se había refugiado.  Mas tarde, en 1089, iniciaron la ocupación de taifas como Granada o Málaga, y en 1110 conquistaron Zaragoza. Su dominio se basó en la ocupación militar y en la imposición de una estricta ortodoxia religiosa, que apoyó buena parte de la sociedad andalusí.

Aunque habían llegado a la península con el compromiso de ayudar a las taifas frente a los cristianos, no lo cumplieron y el objetivo que era Toledo lo cambiaron por el del sometimiento de las taifas. 

La supresión de los reinos de taifas convirtió el territorio andalusí en una provincia fronteriza de un Imperio que se gobernaba desde Marraquech.  Los almorávides trajeron y conservaron una sólida organización tribal, la cantidad de inmigrantes que llegaron a la península desde el norte de África fue importante. Esto hizo una difícil y compleja convivencia con la población andalusí lo que a la larga fue un problema. Pero había mas diferencias, la lengua, la relajación en materia religiosa, la intransigencia contra los judíos se dejó sentir sobre todo por la presión fiscal.

Pero los avances cristianos y la impopularidad de sus medidas, como la implantación de impuestos extraordinarios, provocaron revueltas que llevaron a su caída en 1144. Como consecuencia, al-Ándalus volvió a fragmentarse en pequeño Estados, los denominados segundos reinos de taifas.

LOS ALMOHADES

La historia se repetiría dos años después con los almohades (1146-1232) ya que algunas taifas pidieron ayuda a los almohades, que dominaban el Magreb, otro movimiento de carácter religioso con aspiraciones de dominio político. La invasión almohade comenzó en 1146, pero solo controlaron la parte del antiguo territorio de al-Ándalus.

La derrota de Las Navas de Tolosa (1212) frente al rey castellano Alfonso VIII marcó el principio de la decadencia almohade en al-Ándalus.

Esta victoria cristiana significó el comienzo de la descomposición almohade, como decíamos. El califato almohade, inmerso en sus conflictos internos en al-Andalus y el norte de África, no tardaría en sucumbir en el transcurso de las décadas inmediatas. Su muerte era el fracaso del intento de unificación de los particularismos andalusíes y norteafricanos, bajo el mando de una clase dominante de origen bereber.

La subsiguiente fragmentación del poder político permitió la aparición de unas terceras taifas, como ya avanzamos, (Murcia, Valencia, Niebla…) que, poco a poco, fueron cayendo en manos cristianas, con la sola excepción del reino de Granada.

EL REINO NAZARÍ DE GRANADA (1246-1492)
Al-Ándalus

Desde el siglo XIII hasta finales del XV el reino nazarí se mantuvo como la única entidad política andalusí en el territorio peninsular. Estaba gobernado por la dinastía de los Banu Nasr o nazaríes. Esta dinastía mantuvo la independencia de Granada gracias a tres factores:

    • Una hábil gestión diplomática pues se hizo vasalla de Castilla (1331) y pactó con los benimeríes (dinastía bereber que dominaba el Magreb y pretendía controlar el estrecho de Gibraltar).
    • Las minorías cristianas y judías eran muy reducidas, lo que favorecía la estabilidad al no haber tensiones religiosas
    • La llegada masiva de andalusíes procedentes de otros reinos musulmanes que huían de la conquista cristiana. Se incrementó así la población y la potencialidad económica del reino, basada en la agricultura de regadío y la producción sedera.

El reino nazarí alcanzó su máximo esplendor durante el siglo XIV, bajo los reinados de Yusuf I y su hijo Muhammad V. Entre 1333 y 1391 se produjo la construcción de algunos de sus monumentos más emblemáticos. Como la Alhambra.

A principios del siglo XV la estabilidad política comenzó a declinar. Los problemas sucesorios desestabilizaron el reino y Castilla aprovechó la situación para conquistar algunas ciudades.

En este contexto, los principales enclaves del reino fueron cayendo en manos cristianas: Ronda (1485), Almería (1489), etc. Finalmente los Reyes Católicos pactaron con el rey Boabdil la rendición de Granada, que tuvo lugar a comienzos de 1492. Desaparecía así el ultimo vestigio del dominio musulmán en la Península.

Al-Ándalus



Esta serie de artículos sobre la Historia de España están basados en el temario de 2º de Bachillerato. Historia de España, serie Descubre, editorial Santillana. Curso 2020-2021. Forma parte de una serie del mismo nombre publicada como podcast en ivoox por Historia Sin Pretensiones.

Fuentes:

Historia de España de la Edad Media. ÁLVAREZ PALENZUELA, V.A. (coordinador). Ariel. Madrid 2011

Nueva Historia de España. La Historia en su lugar (diferentes volúmenes)



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