SIGLO XIX FRANCÉS: MONARQUÍA, IMPERIOS, REPÚBLICAS Y REVOLUCIONES
El siglo XIX francés fue
bastante convulso, en realidad como en otros muchos países europeos, no en vano
se le conoce como el “siglo de las revoluciones”. En este siglo, Francia vio
gobernar a dos emperadores, dos Napoleones, de nuevo a los borbones, vio tres
Repúblicas más varias revoluciones. Para terminar con una comuna en París y una
dolorosa derrota ante los alemanes en Sedán cuyas consecuencias fueron trágicas
empezado el siglo XX.
TOMA DE LA BASTILLA
Pero vayamos por partes.
Tomemos como punto de partida el año 1789 y no por azar, sino porque es un año
clave en la historia. Con la revolución francesa y la toma de la Bastilla el 14
de julio se derroca el Antiguo Régimen, un sistema de gobierno basado en la
monarquía absoluta. La guillotina pasa a ser un símbolo que refleja esa
transición de una forma un tanto violenta. Empiezan a producirse cambios
profundos en la sociedad, en la política y la economía que han influido hasta nuestros
días.
En 1789, por ejemplo, fue
elegido George Washington como primer presidente de unos Estados Unidos que
recientemente habían conseguido su independencia. Y ese mismo año se comenzaron
a utilizar maquinas de vapor en telares de Manchester (Reino Unido) dentro de
lo que hemos conocido como revolución Industrial. Por todo ello, no es muy
arriesgado definir el año 1789 como clave y crucial en nuestro devenir
histórico.
Pero entremos en el siglo XIX francés. Francia salía de una monarquía borbónica a finales del s. XVIII, franqueaba el tránsito de siglo con la Iª República (1792-1804) y se adentraba en un Imperio, el de Napoleón Bonaparte y la conquista de Europa. hasta que el 11 de abril de 1814 tuvo que marchar al exilio en la isla de Elba. Volvió al trono Luis XVIII respaldado por las potencias del Congreso de Viena (1814-1815).
NAPOLEÓN BONAPARTE
Napoleón escapó de Elba
en febrero de 1815 y desembarcó en Francia el 1 de marzo desde donde se preparó
para retomar el poder. Llegó a París veinte días después, sin disparar ni un
solo proyectil y aclamado por el pueblo, levantando un ejército regular de 140.000
hombres y una fuerza voluntaria que ascendió a 200.000 soldados. Comenzaban los Cien Días.
En Waterloo vio llegar su
final, el 18 de junio de 1815, y un nuevo destierro a una nueva isla, esta vez
Santa Elena, donde muere el 5 de mayo de 1821.
EL REY DE LAS BARRICADAS
Vuelven de nuevo los
borbones y Luis XVIII retoma el poder a quien sucedió Carlos X en 1824. Hasta
la revolución de julio de 1830, que no derrocó definitivamente la monarquía, si no que instauró otra de corte liberal, con Luis Felipe de Orleáns a su cabeza. Quien gobernó como
monarca constitucional como Luis Felipe I el “rey ciudadano”, a la sazón último
rey de los franceses.
También ha pasado a la
historia como rey de las barricadas ya que ascendió al trono y fue derrocado de
él a través de dos revueltas populares, la Revolución de 1830 y la Revolución
de 1848, respectivamente.
Durante el primer
semestre de 1848 Europa vive un nuevo rebrote revolucionario. Definida por Eric
Hobsbawn como la Primavera de los Pueblos, la revolución significó un nuevo
avance del liberalismo, el inicio de la cuestión social y de las corrientes
nacionalistas. Su mayor logro fue finiquitar de una vez por todas el sistema
absolutista renacido con el Congreso de Viena de 1815.
NAPOLEÓN III
Como consecuencia de este
movimiento cayó la monarquía francesa de Luis Felipe, dando paso a la IIª República
cuyo primer presidente fue Luis Napoleón Bonaparte, sobrino del antiguo
emperador. Pero en diciembre de 1851 da un golpe de Estado, disuelve la Asamblea
Nacional y el Consejo de Estado y manifiesta su voluntad de mantener la
república. Voluntad que dura poco ya que el 2 de diciembre de 1852, Luis
Napoleón, seguramente por reminiscencias genéticas insuperables, asumió el
título imperial con el nombre de Napoleón III.
Pero ¿y el IIº Napoleón?,
¿existió? Si, y no fue otro que el hijo del primer Napoleón y su segunda
esposa, la archiduquesa María Luisa de Austria, pero que nunca llegó a
gobernar. Cuando su primo Luis Napoleón Bonaparte se convirtió en emperador al
fundar el Segundo Imperio francés en 1852, se hizo llamar Napoleón III para
reconocer a Napoleón II.
LA BATALLA DE SEDÁN
Al igual que su antecesor
lleva a Francia a un nuevo periodo de expansión o, por lo menos, lo intenta. Se recordarán sus
intentos de intervención en México con Maximiliano I. Su régimen cayó como
consecuencia de la derrota ante los alemanes en la Batalla de Sedán el 2 de
septiembre de 1870. La situación era caótica, nada se interponía ya ante el
avance de los alemanes hacia París. La multitud parisina se dirigió al
Ayuntamiento donde proclamó la IIIª República. El 10 de mayo de 1871,
Adolphe Thiers como jefe del ejecutivo firmó el Tratado de Fráncfort que ponía
fin a la guerra. Francia perdía Alsacia y Lorena que volverían a la palestra al
finalizar la Iª Guerra Mundial.
A todo esto,
entre el 18 de marzo y el 28 de mayo de 1871, con los alemanes a las puertas de París y negociándose la paz, la capital vive un movimiento insurreccional conocido
como la Comuna de París instaurando un proyecto político popular socialista
autogestionario de la ciudad.
LA TERCERA REPÚBLICA
Nacida en la
derrota, la Tercera República evolucionó de su proclamación a su caída (1940)
en un contexto de confrontación con Alemania. La Tercera República es el
régimen que permitió a la república instalarse de manera duradera en la
historia francesa después del fracaso de la primera (1792-1804) y segunda
(1848-1852), las cuales sólo habían durado doce y cuatro años, respectivamente.
Instaurándose en Francia una fuerte corriente ideológica de republicanismo y de
laicismo. Durante los últimos años del s. XIX Francia vio modernizarse el país,
ferrocarriles, alfabetización, escolarización fueron símbolos del progreso.
Esta prosperidad económica permitió que París recuperase
su posición como urbe europea de prestigio siendo uno de los principales
centros de la Belle Époque. Además, Francia se vio inmersa como otras
potencias europeas en la carrera colonial.
FIN DE SIGLO
Para
finalizar este periplo decimonónico francés podemos destacar el caso Dreyfus como el escándalo que más perjudicó a la imagen de la IIIª República pudiendo
haber sido el detonante definitivo que no solo la hiciera tambalear, como así
fue, sino derribarla, ya que mostró la corrupción existente en la administración
y el Ejército. Quienes lo destaparon fueron los intelectuales, en concreto E. Zola
que escribió una carta abierta al presidente F. Faure en enero de 1898, el
famoso J`accuse. Pero esto bien pude ser objeto de otra entrada en el blog.
Fuentes
Historia
contemporánea universal. Del surgimiento del Estado contemporáneo a la Primera
Guerra Mundial. Alianza Editorial. Ángeles Lario (coordinadora)
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