PRIMAVERA DE PRAGA 1968
La Primavera de Praga de 1968 fue un momento crucial en la historia de Checoslovaquia y del mundo. Este periodo de liberalización política y protesta masiva marcó un intento valiente de reformar el sistema comunista y otorgar mayores libertades a los ciudadanos. Bajo el liderazgo de Alexander Dubček, el país experimentó un breve pero significativo respiro de las estrictas políticas soviéticas, buscando un "socialismo con rostro humano". Sin embargo, este sueño de cambio fue brutalmente reprimido por la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia, dejando una huella imborrable en la memoria colectiva de la nación y del mundo. En este post, exploraremos los eventos clave de la Primavera de Praga, sus protagonistas y su legado duradero.
ALEXANDER DUBČEK
En enero de 1968, Antonin Novotny, principal dirigente checo desde 1953 y con orientación estalinista, presentó su dimisión tras perder la confianza de los líderes soviéticos, quienes buscaban un sucesor que garantizara lealtad al bloque. El nuevo candidato, Alexander Dubček, se perfilaba como el comunista ideal cuyo historial político reflejaba una identificación constante entre los intereses de Checoslovaquia y los de la Unión Soviética, consolidándose, así como un aliado fiable para Moscú.
A diferencia de la revolución húngara de 1956, en Praga el socialismo no se cuestionaba y seguía siendo intocable, simplemente se criticaba el mal gobierno estalinista. Una corriente liderada sobre todo por muchos intelectuales se consolidó para denunciar que el estalinismo no podía aplicarse en el país, por lo que era necesario debatir nuevas vías de desarrollo.
El jurista Zdenek Mlynar, uno de los reformadores de la Primavera de Praga decía: «la cuestión esencial hoy, no es “mejorar” el sistema político existente, sino el de ejecutar su transformación». Proponían «un Parlamento que funcione con una oposición. La rehabilitación de la opinión pública. Una neutralidad activa. Un Estado independiente con una estructura federal».
Los pasos se daban lentamente, pero firmes y significativos como la eliminación formal de la censura. Pero pasos, al fin y al cabo, que eran vigilados con recelo por Moscú
MOVIMIENTO REFORMADOR
En primavera se empezaron a ver los primeros cambios reformadores. El general Svoboda asumió la presidencia de la República en sustitución de Novotny, y el Presidium del PCCh fue renovado. Asimismo, representantes partidarios de la reforma ocuparon la presidencia del Gobierno y la Asamblea Nacional.
Los reformistas de Dubček buscaron modernizar y democratizar el régimen comunista con el “socialismo con rostro humano”, sin desafiar a la URSS. Liberaron disidentes, permitieron viajes al extranjero, legalizaron partidos y sindicatos, promovieron libertad de prensa y derecho a huelga, e impulsaron la economía manteniendo el control estatal.
No iba a ser fácil. Entre fines de junio y el 20 de agosto, los reformadores del PCCh se vieron en medio de dos corrientes, por un lado, la demanda de democratización interna y por otro la corriente vinculada al intervencionismo soviético.
TANQUES DEL PACTO DE VARSOVIA EN PRAGA
La amenaza estaba sobre la mesa. El 29 de julio tuvo lugar una tensa reunión con Dubcek y Breznev, máximos dirigentes de Checoslovaquia y la URSS, a la cabeza, sin llegar a un acuerdo. Se propuso convocar otra reunión en Bratislava, el 6 de agosto, con presencia del resto de los firmantes de la Carta, la Conferencia de los Seis.
Los soviéticos lo tenían claro y Hungría 56 era un ejemplo que seguir. Necesitaban, discretamente, consolidar un grupo de leales en el interior de la dirección del PCCh, y a la par, preparar a las fuerzas militares para su más que posible intervención.
Ante la falta de respuesta a sus demandas, Moscú inició la operación Danubio. Las tropas del Pacto de Varsovia penetraron en Checoslovaquia el 20 de agosto de 1968, ocupando Praga y deteniendo a Dubček junto con otros dirigentes reformistas. El líder soviético justificó esta acción alegando el derecho a intervenir en un país socialista cuyas reformas pudieran afectar al bloque, mediante la Doctrina Brézhnev. Sin embargo, la población respondió con una intensa movilización pacífica
En pocas horas los soldados rusos ocuparon el edificio, el Presidium (órgano supremo del poder estatal y único cuerpo legislativo checo) aprobó por ligera mayoría, una resolución en que declaraban la invasión «contraria a todos los principios de las relaciones entre los países socialistas y a las normas básicas del derecho internacional», recomendando a los ciudadanos, «que conserven la calma y que no se resistan al avance de las fuerzas armadas».
El 22 de agosto, en una fábrica del distrito obrero de Vysocanny, se reunieron de forma clandestina, los delegados del XIV Congreso del PCCh, por lo menos dos tercios de ellos. Tras la respuesta unánime del país ante las tropas aliadas, el Congreso desaprobó sus acciones y eligió a Dubček como líder de una nueva dirección reformista. Así, se restableció la alianza entre el Partido Comunista y la sociedad checoslovaca, base política de la Primavera de Praga.
Moscú apostó, antes de regar de sangre las calles de Praga, por una vieja estrategia: divide y vencerás, intentando provocar la desunión de los dirigentes del PCCh. Encontrando a «su hombre», el eslovaco Gustav Husak. Un reformador por encima de toda sospecha, porque había sido torturado y condenado a muerte en los años 50 y rehabilitado solo en 1963. Ya en Moscú, encabezó al sector que fue imponiendo la cesión al dictado de Breznev.
PUNTO FINAL A LAS REFORMAS
A pesar de las intenciones de Dubček y su equipo de reformadores, la tutela soviética quedaría ratificada tras invalidarse el XIV Congreso por iniciativa de Husak. El 26 de agosto aceptarían el protocolo de rendición
En Diez años después, Jiri Hayek, entonces ministro de Asuntos Exteriores, proporcionó una explicación válida tanto para explicar esa aceptación como para entender las concesiones en el futuro: «si finalmente se decidieron a suscribir el documento conocido como “protocolo de Moscú” fue para salvar así a la República y a sus pueblos de una catástrofe histórica considerable. Comunistas convencidos, amigos sinceros de la URSS, juzgaban una terrible tragedia el hecho de que semejante catástrofe pudiera surgir de sus diferencias con la URSS por un malentendido en el cual estimaban tener razón». Solo que no había malentendido alguno y esa lealtad de fondo condenaba toda posibilidad de salvar el legado democrático de la Primavera.
Moscú echó en cara a Dubček no haber respondido con lealtad a la defensa que le manifestara a Moscú, ni haber cambiado las resoluciones del partido de acuerdo con las objeciones de Moscú, ni haber consultado los nombramientos de dirigentes, práctica habitual en aquel momento entre los países del bloque comunistas dominados por la URSS. En definitiva, de no haberse plegado a las exigencias soviéticas. El líder de un partido hermano debía asumir en todo y para todo, la condición de vasallo del líder soviético. Comenzaba un proceso escalonado de anulación de todas las reformas y de regreso a las formas tradicionales de represión características del post estalinismo. Una vez amainado el temporal de movilizaciones, mientras persistía la hostilidad popular, la batalla se desplazaba al interior del PCCh.
A finales de agosto, el Comité Central del PCCh aprobó el protocolo de Moscú e invalidó el XIV Congreso, aunque incorporó a ochenta de sus miembros. Según Dubček, en sus memorias, esperaban frenar la purga encubierta con acciones moderadas. Otros cambiaron de bando por influencia de la embajada soviética.
En enero de 1969, la reforma era agua pasada. El suicidio a lo bonzo el 16 de enero del estudiante Jan Palach era un reflejo de la desilusión ciudadana. A finales de marzo, durante la celebración popular por la victoria sobre el equipo ruso en hockey sobre hielo, se produjeron unos disturbios que fueron aprovechados por el mariscal ruso Gretchko para ordenar implantar la censura y «descabezar la contrarrevolución». El 17 de abril de 1969, el Presidium, por práctica unanimidad sustituyó a Dubček por Gustav Husak al frente del PCCh que ocuparía también la presidencia de la República hasta 1987.
Quienes apoyaron la línea prosoviética obtuvieron puestos en la administración checa, mientras que los reformistas se enfrentaron a la depuración, prisión o exilio. Dubček fue expulsado del Partido y vivió veinte años vigilado en Bratislava como mecánico forestal.
Tuvieron que esperar a finales de 1989 para ver cumplido su sueño. Muchos de ellos vieron como Vaclav Havel se convertiría en el principal protagonista de la transición. Seria presidente de la República elegido democráticamente y Dubček el de la Asamblea Nacional
CONCLUSIONES
La Primavera de Praga fue un intento valiente y significativo de reformar el sistema comunista en Checoslovaquia bajo el liderazgo de Alexander Dubček, en plena guerra fría. Este periodo de liberalización política buscaba un "socialismo con rostro humano", otorgando mayores libertades a los ciudadanos y eliminando la censura. Sin embargo, la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia en agosto de 1968 puso fin a estos esfuerzos, demostrando la determinación de la Unión Soviética de mantener su control sobre los países del bloque comunista.
A pesar de la represión, la Primavera de Praga dejó un legado duradero en la memoria colectiva de la nación y del mundo. La movilización pacífica de la población y la resistencia a la invasión evidenciaron el deseo de cambio y la lucha por la libertad. Aunque las reformas fueron revertidas y los líderes reformistas enfrentaron la depuración, prisión o exilio, el espíritu de la Primavera de Praga resurgió en 1989 durante la Revolución de Terciopelo, que finalmente llevó a la caída del régimen comunista.
Fuentes:
Praga, la primavera segada. Antonio Elorza. La Aventura de la Historia nº 115
webgrafía:
5 de enero de 1968: comienza la Primavera de Praga con la llegada al poder de Alexander Dubcek El Orden Mundial
La Primavera de Praga El Orden Mundial
Cuando los tanques del Pacto de Varsovia aplastaron la Primavera de Praga RTVE
Comentarios
Publicar un comentario