CONSPIRACIONES CONTRA EL FÜHRER: LOS ATENTADOS QUE PUDIERON CAMBIAR LA HISTORIA

Atentados contra Hitler

Desde los años 30 del siglo pasado, Adolf Hitler, el líder del Tercer Reich, fue objeto de numerosos intentos de asesinato. Estos atentados, llevados a cabo por diversos grupos y personas, reflejan la resistencia y el rechazo que su régimen generó tanto dentro de Alemania como en el extranjero. Desde conspiraciones militares hasta acciones individuales, los intentos de acabar con la vida de Hitler son un testimonio de la desesperación y la valentía de aquellos que se opusieron a su tiranía. En este artículo, exploraremos algunos de los atentados más significativos y las historias detrás de estos audaces esfuerzos por cambiar el curso de la historia.

OPOSICIÓN O RESISTENCIA

La resistencia alemana fue mayoritariamente pasiva en sus comienzos y el punto de inflexión fue finales de 1942 y principios del 43, cuando se hizo más activa, especialmente, entre el ejército y ciertos mandos militares. Hablamos de iniciativas concretas que se desarrollaban de forma independiente e incluso local. 

Pero no solo en el ejército, también hubo focos en redes clandestinas de socialistas, comunistas o sindicalistas, en definitiva. aquellos grupos que eran perseguidos por el nazismo y cuyas organizaciones habían sido prácticamente desmanteladas o desmanteladas totalmente. Los hubo en la iglesia, por ejemplo, que, aunque en general no fue beligerante con el sistema, teniendo en cuenta que la iglesia protestante más importante en número en Alemania fue la Iglesia Evangélica alemana, generalmente pro nazi, si hay que destacar a algunos casos como el del obispo católico Clemens August von Galen, conocido como el "León de Münster" por su valiente oposición al régimen nazi. Denunció abiertamente sus políticas, especialmente el programa de eutanasia y la persecución de la Iglesia católica. Fue beatificado por el papa Benedicto XVI en 2005.

Otro tipo de ejemplos de resistencia fue el juvenil como los Piratas de Edelweiss, una amplia red de grupos de jóvenes de clase obrera de distintas ciudades alemanas que celebraban reuniones no autorizadas y participaban en luchas callejeras con las Juventudes Hitlerianas; o los Swingjugend, jóvenes que se identificaban con la música swing y que se oponían a las Juventudes Hitlerianas y al adoctrinamiento nazi, a menudo a través de actos de sabotaje y confrontaciones violentas. Más que resistencia en estos grupos, hablaríamos de actos de rebeldía, transgresores para las normas del momento. En definitiva, sí que existió esa resistencia pasiva en el mismo interior de la Alemania nazi a pesar de la represión y de la temible Gestapo. Movimientos marginales, poco conocidos, máxime teniendo en cuenta que el régimen de Hitler fue abrumadoramente popular y apoyado por el pueblo alemán por lo menos hasta los primeros años de la guerra.

No podemos olvidar la protesta pacífica que se produjo en el mes de febrero de 1943 en pleno Berlín conocida como la protesta de Rosen Strasse motivada por la detención y deportación a campos de concentración de 1.800 hombres judíos, pero casados con mujeres no judías, alemanas. Protestas llevadas a cabo por sus esposas. La protesta, que terminó con la liberación de los maridos, fue un ejemplo significativo de la resistencia alemana al nazismo. Se estima que unas 6.000 personas se presentaron allí, la mayoría mujeres y se manifestaron durante una semana bajo el intenso frío invernal. Finalmente, Hitler, preocupado por el efecto sobre la moral de los civiles que esto podría acarrear cedió y permitió que los hombres arrestados pudieran ser liberados.

LA ROSA BLANCA

Mención especial merece el movimiento de la Rosa Blanca, de los hermanos Hans y Sophie Scholl, de que ya hablamos en este blog.

«Cualquier alemán honesto se avergüenza de su gobierno actual»

Sus armas: octavillas y panfletos. Reuniones secretas, reparto de octavillas en el campus de la Universidad, por las aulas, repartidas en buzones. Sorprendentemente en poco tiempo la actividad y su alcance supera los límites de la Universidad, extendiéndose por toda la ciudad y saltando a otras como Hamburgo, Friburgo, Viena o la mismísima Berlín.

«Somos su conciencia. La Rosa Blanca no los dejará en paz»

Los hermanos Scholl fueron detenidos y condenados a muerte por alta traición, por decapitación.

«Desde las llamas de Beresina y Stalingrado los muertos nos convocan...»

Una copia de su último panfleto cayó en manos de Helmuth Himes uno de los fundadores del Círculo de Kreisau quien consiguió hacerla llegar a los aliados en Londres y estos lo utilizaron para lanzar miles de estos folletos sobre Alemania en un intento de provocar la reacción del pueblo contra sus dirigentes, pero el miedo y la indiferencia eran muy fuertes todavía y la estratagema no surtió efecto alguno la verdad.

GRUPOS CIVICO-SOCIALES

Un sector que no comulgaba con los nazis fue la aristocrático, la élite de la sociedad alemana, de ahí nace por ejemplo el Grupo de Kreisau, antes mencionado. Un grupo de resistencia civil más que de oposición política fundado por dos condes, Helmuth James von Moltke y Peter Yorch von Watenburg, pero de composición heterogénea, con destacadas personas provenientes de diversos sectores profesionales, políticos, juristas, profesores, gente de ideología conservadora y social demócrata, católicos, protestantes. Entre sus integrantes se encontrarían algunos de aquellos que idearon el atentado contra Hitler que luego resultó fallido del veinte de julio de mil novecientos cuarenta y cuatro del que luego hablaremos.

EL EJÉRCITO

En el ejército alemán también surgieron focos de oposición o resistencia, sobre todo entre oficiales de alta graduación, sobre todo de origen aristocrático. Militares de carrera que no comulgaban con las ideas del Führer, pero como buenos militares prusianos anteponían la lealtad y el ser fieles a su juramento a cualquier acto de rebeldía, deslealtad e infidelidad. Desde incluso antes de comenzar la guerra, en mayo del 38 cuando conocieron las intenciones de Hitler de hacerse con el control de los sudetes checos, zona de influencia germana, se temieron lo peor en cuanto a las reacciones de británicos y franceses principalmente, pero también de la los soviéticos De hecho el jefe de Estado mayor del Ejército en ese momento el general Ludwig Beck, que había apoyado a Hitler en sus inicios, como tantos otros, valoró este hecho como imprudente ya que creía que Alemania no estaba preparada para la guerra, que la perdería si llegaran a esa situación, envió emisarios a París y Londres para asesorar a franceses y británicos para que se opusieran a las demandas de Hitler, pero como todos sabemos cayeron en saco roto.

Beck pertenecía a un grupo cívico-militar conservador encabezado por Carl Goerdeler, que había sido alcalde de Leipzig, al que también pertenecían otros generales como Oster y von Schullenburg, horrorizados por la barbarie nazi y las humillaciones recibidas por compañeros discrepantes respecto a la preparación de una guerra inmediata.

También encontramos otro grupo, poco homogéneo, de militares opuestos a Hitler por diferentes motivos: odio a su dictadura, sus atrocidades, sus decisiones militares y los desaires y humillaciones que les había ofrecido, como Walter von Reichenau, Franz von Halder, Wilhelm Canaris o Hans Oster. Todos unidos por esa idea, pero dubitativos e indecisos de tomar una decisión para derrocar a Hitler. No se ponían de acuerdo sobre si asesinarle, apresarle y juzgarle o internarle en un manicomio. A veces, incluso, las tramas se cruzaban, anulándose unas con otras y al final no actuarían.

Una cuarta trama estaba reunida en torno al general Henning von Tresckow, enemigo temprano del nazismo, pero cuyos llamamientos a organizar una oposición, incluso un atentado, no tuvieron eco. También era un grupo poco estructurado, en el que, incluso, ni se conocían entre sí. Militares de prestigio, de impoluta carrera, la mayoría luchaban o lo habían hecho en el frente ruso. La disciplina militar prusiana y la fidelidad al juramento personal a Hitler imposibilitaron cualquier toma de decisión violenta.

Hasta 1942, cuando Alemania sufrió una serie de derrotas militares, la primera en África (Tobruk y El Alamein), luego con el exitoso desembarco de los aliados en África del norte y sobre todo la más importante a principios de 1943 con la derrota en Stalingrado que puso fin a cualquier esperanza de derrotar a la Unión Soviética y que reveló a los alemanes la atrocidad de la guerra en sus carnes. Muchos oficiales con experiencia llegaron a la conclusión de que Hitler estaba llevando a Alemania a la derrota, al caos y a su destrucción, y esto dio impulso a una nueva resistencia militar. Consideraron que era el momento para derrocar al tirano, disolver el régimen y negociar una paz con los aliados que salvaguardara a Alemania de la destrucción.

A finales del mes de febrero nace la operación Flash, ideada por los generales Friedrich Olbricht y von Tresckow, con el objetivo de asesinar al Führer. Otro general, von Schlabrendorff se encargaría de la ejecución. Tendría lugar en Smolenko, en el frente ruso, a donde viajaría Hitler para realizar un viaje de inspección de una semana a partir del 13 de marzo. La idea era colocar una bomba de efecto retardado en el avión en el que se desplazaría el objetivo. Nadie podría confirmar un atentado, podría deberse a un fallo mecánico, incluso que hubiera sido atacado por aviación soviética. Se decidió utilizar bombas inglesas, abandonadas por los rusos durante su retirada, ya que las alemanas funcionaban mediante un mecanismo que no era totalmente silencioso y podrían ser detectadas antes de la explosión o incluso del despegue. Pero no fue así y Hitler llegó a su destino intacto.

La operación Flash había fracasado como lo harían los otros 5 atentados contra el Führer en aquel año de 1943. Se estima que desde 1923 al menos 42 veces se atentó contra la vida de Hitler, todas frustradas.

Como la protagonizada por el capitán Eberhad von Breitenbusche en marzo de 1944. Lo tenía todo previsto como ayudante del mariscal von Busch para estar presente en una reunión con Hitler, pero al final a los ayudantes no se les permitió la entrada. Estaba preparado con su pistola Browning amartillada en su bolsillo. Su osadía suicida podría haber ahorrado una tragedia en el frente del Este.

OPERACIÓN VALKIRIA 

Una de las operaciones más famosas y conocidas por el gran público, en general gracias al cine, fue la operación Valkiria. Su cabeza más visible fue el aristócrata Claus S. von Stauffenberg, que como muchos otros militares en el inicio del periodo hitleriano comulgaron con sus ideales como, por ejemplo, en el tema de la remilitarización, del impago de las deudas de guerra o la integración de los territorios desgajados a Alemania. Pero que rápidamente se dieron cuenta del error al ver desplegarse una brutal dictadura en su país y la política antisemita. Su relación con von Tresckow fue clave.

Curiosa y originalmente, la Operación Valkiria era un plan de contingencia de la Wehrmacht para situaciones de disturbios civiles en Alemania, para movilizar reservas en el caso de que se produjeran problemas en el interior del país. Incluso Stauffenberg tuvo que ir, en junio de 1944, a Berchtesgaden a exponerle al Führer el operativo.

La operación del atentado no solo contemplaba la eliminación de Hitler sino también el día después. Se tenía previsto un grupo que dirigiría Alemania con Ludwig Beck en la Presidencia.

Durante el mes de julio, Stauffenberg estuvo en varias ocasiones con el Führer dispuesto a eliminarlo, pero por unas cosas u otras no pudo hacerlo. La situación de los conspiradores se iba complicando porque la Gestapo estaba haciendo indagaciones peligrosas y el cerco se cerraba.

El 20 de julio se presentó una nueva oportunidad para el magnicidio, en la misma Guarida del Lobo, cuartel general de Hitler escondido en un bosque próximo a Rastenburgo, Prusia Oriental. En un momento dado de la reunión Stauffenberg se disculpó para salir a lavarse y cambiarse de camisa, estaba todo sudoroso, el intenso calor de la sala y los nervios pasaban factura. Le acompañó su ayudante. En un cuarto de baño para oficiales, montaron el detonador, pero solo en uno de los explosivos, por que reclamaron rápidamente su presencia en la sala. En medio de la sala había una gran mesa de madera de roble, cubierta de mapas. Stauffenberg no solo llevaba un parche en un ojo como herida de guerra, sino que también sufría de sordera por eso le colocaron cerca del Führer y muy cercanos a él, Keitel y Jodl. En un momento dado de la reunión volvió a excusarse para salir, dejando su cartera con el explosivo en el suelo. A las 12:42 explotó la bomba, Stauffenberg pudo sortear los controles y salir hacia Berlín. No pudo verificar el resultado.

Y el resultado, como en tantas otras ocasiones, sonrió a Hitler. Uno de los asistentes, el coronel Brandt, apartó, de forma fortuita la cartera explosiva y la puso detrás de una gran pata de madera. Sin saber qué portaba. 

Hitler estaba apoyado en la gran mesa cuando se produjo la explosión. La onda expansiva le lanzó hacia atrás, pero sin graves heridas salió por su propio pie. Por la explosión murieron tres militares y un taquígrafo, el resto solo sufrió heridas superficiales.

Tres circunstancias atenuaron las consecuencias. Primero que solo pudieran activar uno de los explosivos; segundo que la sala estuviera en superficie, con ventanales, si hubiera sido en un bunker hubieran muerto todos; y tercero que Brand colocara el maletín al otro lado de la gran pata de la mesa, lo que libró a Hitler de recibir el impacto de forma directa.

Todas las sospechas recayeron de inmediato sobre Stauffenberg. Cuando aterrizó en un aeropuerto cercano a Berlín no parecía que nada hubiera ocurrido. Las primeras horas de la tarde todo fue caótico. Los conspiradores se movían como si hubieran tenido éxito, pero de forma inconexa. Dejaron muchos cabos sueltos. A las 18:28 se emitió un comunicado informando que Hitler había salido ileso de un atentado y que se había producido un intento de golpe de Estado. Comenzaba la cacería de sospechosos y la represión. Según pasaban las horas y el fracaso se consumaba, muchos de los conspiradores se suicidaron, otros fueron detenidos, juzgados y ejecutados.


Fuentes: 

Operación Valkiria. Matar a Hitler. David Solar. La Aventura de la Historia nº 123

Gran Crónica de la II Guerra Mundial, volumen 13

Para saber más:

Matar a Hitler. Conspiraciones y atentados contra el Führer. Moorhouse R. Debate, 2008

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/objetivo-matar-a-hitler-los-42-intentos-de-asesinar-al-fuhrer_17807



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