EL MOVIMIENTO DE LA ROSA BLANCA

La Rosa Blanca

¿Hubo algún movimiento contrario al régimen del III Reich durante su vigencia? ¿O por el contrario,  todo el mundo callaba asustado o engañado por la barbarie nazi? 

Vamos a contar aquí la historia de uno de ellos, de los primeros síntomas del antinazismo en la misma Alemania. Y la de sus protagonistas Hans y Sofía Scholl, aunque no estuvieron solos.

EL DESPERTAR DEL SUEÑO

La derrota en Stalingrado marca un punto de inflexión, no solo en la guerra, sino en la moral del pueblo alemán. Fue como un ir despertando del sueño en el que los habían sumido y hacerlo en medio de una pesadilla. Y todo ello a pesar del frenético trabajo del Ministerio de la Propaganda de Goebbels para minimizar el efecto, pero las cartas que llegaban del frente eran terribles.

Aunque es cierto que desde hacia algún tiempo el alemán medio empezaba a darse cuenta de lo que estaba pasando, o por lo menos a intuirlo. El volumen de bombas que cada día y noche caían sobre sus ciudades hacía que la sensación de vulnerabilidad se incrementara. Una sensación que al principio de la guerra no tenían, todo lo contrario. Y chocaba frontalmente con el mensaje triunfalista que emanaba de las ondas de radio oficiales. La duda de lo que realmente estaba pasando comenzó a planear en el cielo alemán junto con los aviones aliados. 

«Cualquier alemán honesto se avergüenza de su gobierno actual»

PRIMEROS SENTIMIENTOS ANTINAZIS

La Rosa Blanca

Esa sensación y despertar del letargo vino acompañada de movimientos de hartazgo y sentimientos antinazis. Múnich, otrora epicentro del nazismo, vio surgir uno de esos sentimientos. Concretamente su Universidad, de la mano de dos jóvenes estudiantes, hermanos, Hans de veinticinco años estudiante de medicina y Sofía de veintiuno, de filosofía. Aconsejados y guiados por un profesor de ésta, Kurt Huber, fundaron el movimiento antinazi clandestino “Las cartas de la Rosa Blanca” (Die Weisse Rose). Y junto a ellos otros estudiantes como Christoph Probst, Willi Graf y Alexander Schmorell. Su lema "la pluma contra la espada". Toda una declaración de intereses.

«un gobierno que comete los crímenes más horribles, crímenes que sobrepasan ilimitadamente cualquier medida humana»

OCTAVILLAS Y PANFLETOS

Desde el inicio la actividad es intensa, reuniones secretas, reparto de octavillas en el campus de la Universidad, por las aulas, repartidas en buzones. Sorprendentemente en poco tiempo la actividad y su alcance supera los limites de la Universidad, extendiéndose por toda la ciudad y saltando a otras como Hamburgo, Friburgo, Viena o la mismísima Berlín.

La Rosa Blanca


El siguiente paso seria la acción, el sabotaje. Así un ataque contra la central eléctrica que surte de luz a la ciudad provoca un apagón que deja a oscuras Múnich durante casi una semana. Aunque las acciones violentas no eran su fuerte y no las prodigaron.

«Somos su conciencia. La Rosa Blanca no los dejará en paz»

Otra inspiración del grupo fue el obispo de Münster, otro opositor del nazismo.

RECLUTADOS PARA EL FRENTE DEL ESTE

Como muchos otros adolescentes, Hans se había unido a las Juventudes Hitlerianas y creído en sus magníficos postulados sobre la futura Alemania. Y desde dentro del sistema vio claramente el futuro, cuestión que no le agradaba en absoluto y comenzó a tener dudas casi de inmediato. Llegó a ganar un puesto de abanderado en uno de los congresos anuales de Núremberg y regresó sintiéndose perturbado por lo que había visto. Cuando comenzó a estudiar Medicina lo reclutaron como asistente médico en Francia y comenzó a ver de cerca el drama. Pudo regresar a la Universidad a terminar sus estudios. Pero cuando las cosas se pusieron feas en el frente del Este tanto él como  Schmorell, Graf y Probst fueron reclutados y enviados al frente. Allí se dieron cuenta de la cruda realidad. Pudieron escuchar los relatos de los soldados sobre las ejecuciones en masa de polacos y rusos. Además, Schmorell hablaba ruso y pudieron conocer de primera mano los horrores de la represión nazi.

INQUIETUD ENTRE LOS DIRIGENTES NAZIS

El 16 de febrero esta nueva situación alerta a los dirigentes nazis de la ciudad pero la policía local no es capaz de controlar ni reducir esta agitación que empieza a extenderse peligrosamente. Así el gauletier de Baviera, Paul Geisler decide tomar cartas en el asunto y convoca una reunión de estudiantes en la Universidad dirigiéndoles una arenga en toda regla. Su discurso fue cogido con escepticismo por los estudiantes lo que provocó su ira y mensaje. Ante esta situación cambia el tono y pasa a la amenaza directa. Si continúan los disturbios habrá una movilización general entre los estudiantes y para ellas el destino era ser enviadas al frente como prostitutas de la tropa. Pero a pesar de aquella amenaza no puedo acabar el discurso al ver su voz apagada entre los gritos y silbidos de los estudiantes para nada amedrentados. Los SS allí desplegados no pudieron evitar el desorden y los estudiantes envalentonados se movilizaron por toda la ciudad entonando eslóganes antinazis.

EL FINAL DE LA ROSA BLANCA

El final del grupo fue casi por casualidad y mala suerte. Dos días después los hermanos Scholl iban a repartir por la Universidad sus panfletos. Pero tomaron una mala decisión y fue tirar el excedente de octavillas desde un balcón del edificio y un acto tan descarado no podía pasar desapercibido. De hecho fue el conserje del edificio, Jakob Schmid, un ferviente simpatizante del partido nazi quien se percató del suceso y los denunció a la Gestapo. Quienes no tardaron en aparecer para detener a los jóvenes y llevarlos al cuartel general donde comenzaron a ser interrogados. Sus compañeros también fueron arrestados.

«Nuestro pueblo se alza contra la esclavización de Europa a manos del nacionalsocialismo en una nueva irrupción de libertad y honor»

Fueron juzgados por un tribunal del pueblo, toda una farsa, presidido por Roland Freisler, que representó mas bien el papel de un fiscal acusador. Los hermanos Scholl fueron condenados a muerte por alta traición, por decapitación.

Ante su verdugo, Sofía diría: «No se puede matar a la libertad»

El 22 de febrero fueron ejecutados y al día siguiente, manos anónimas escribirían en al paredes de la ciudad: «Ihr Geist lebt weiter» (Su espíritu permanece).

Pero tras su ejecución la llama de la resistencia pasiva seguía viva, y una copia de su último panfleto cayó en manos de Helmuth James Graf von Moltke, quien consiguió hacerla llegar a los aliados en Londres. Estos lo utilizaron para lanzar miles de ellos sobre Alemania en un intento de provocar la reacción del pueblo contra sus dirigentes pero el miedo y la indiferencia eran muy fuertes y la estratagema no surtió efecto alguno.

«Desde las llamas de Beresina y Stalingrado los muertos nos convocan...»



Fuente:

Gran Crónica de la IIª Guerra Mundial, Volumen 13

La Rosa Blanca. José García Pelegrín. Libros Libres, Madrid 2006


 

http://www.elcajondegrisom.com/search?q=la+rosa+blanca

https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/white-rose

Comentarios

  1. Este movimiento, aunque fuese minoritario, explica que no todos los alemanes eran nazis.
    Me ha encantado la información

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  2. Gracias Miguel por tu comentario. En efecto, no todos eran nazis, pero si mayoría y el resto callaba por miedo, algo lógico.

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