EL DESASTRE DE ANNUAL 1921
El norte del continente africano era una región en constante tensión y continuas intervenciones por parte de España desde mediados del XIX. Se denominaba Protectorado a una serie de territorios del sultanato de Marruecos a los que España, según los acuerdos franco-españoles de Fez de 1912, estableció esta figura jurídica en base a la existencia de una administración dual hispano-marroquí, siendo por la parte española competencia de la alta Comisaria de Marruecos, y dividiendo la zona en dos territorios, una cesión a España por parte de Francia de la administración colonial de un 5 % del territorio marroquí, unos 20 000 km² que incluyen una franja del norte del país (la región montañosa del Rif) y otra al sur limitando con la colonia española del Sáhara. Se vivían momentos de expansión colonial en África. La creación de una auténtica administración colonial sobre los mismo no se produciría hasta 1927 una vez el protectorado fue pacificado. Su existencia llegó hasta 1958, año en que ambas zonas de este pararon a Marruecos.
La presencia española en el norte de África hunde sus raíces en la Historia medieval. El riesgo de asaltos a la península como los de los benimerines en los siglos XIV y XV, todavía con la presencia musulmana en al Ándalus, hizo que la Corona de Castilla quisiera preservar el sur de la península con posiciones defensivas en el Magreb mediante ciudadelas en el litoral africano, ese es el origen de la presencia española en Melilla (1497) y Ceuta (1668).
ESPAÑA-MARRUECOS EN EL SIGLO XX
Como ya se ha dicho, este protectorado se estableció según los acuerdos franco-españoles de Fez de 1912 y fue una zona de conflicto permanente. La tensión venia de lejos ya que desde 1840 las ciudades de Ceuta y Melilla sufrían constantes incursiones por parte de grupos marroquíes de la región del Rif. Se había vivido una guerra conocida como la guerra de África, un conflicto bélico que enfrentó a España con el sultanato de Marruecos entre 1859 y 1860, cuyo héroe había sido el general Prim.
Las líneas maestras de política exterior española a lo largo del primer tercio del siglo XX habían quedado trazadas en los primeros años del siglo con su adhesión a la entente franco-británica, lo que le permitió participar en los tratados internacionales para el reparto de Marruecos y convertirse de nuevo en potencia colonial. Pero Marruecos iba a convertirse en una agobiante carga con unos gastos en vidas humanas y dinero muy superiores a los beneficios económicos.
España se vio inmersa en esa política. Francia expandiendo su imperio colonial desde Argelia y Gran Bretaña temerosa de que otra gran potencia se afincara al otro lado del Estrecho de Gibraltar y que le disputara la hegemonía en su dominio marítimo. Y ahí estaba la baza española para frenar a Francia en sus apetencias norteafricanas. Pero no solo esto sino que a Italia y Alemania, segundonas en el ámbito colonial, también les interesaba la presencia española en la zona. Como dice el historiador José Manuel Allendesalazar:
«España, como país europeo, es arrastrada a este juego y su peso en el proceso colonial se ve de pronto artificialmente exagerado, como pieza de regateo en el complejo mercado europeo. Alemania, Francia e Inglaterra utilizan la baza española para frenarse mutuamente en la cuestión marroquí».
En definitiva, la zona española se trataba de un terreno yermo, pobre y montañoso, sin ningún interés económico salvo el dudoso prestigio colonial de esa época, habitado por tribus tradicionalmente indómitas, claramente un territorio de muy difícil colonización, que contrastaba con las fértiles llanuras y los más pacíficos habitantes de la zona francesa.
Para empezar, la idea de colonizar Marruecos suscitaba una enorme oposición por parte de la mayoría de la opinión pública española, especialmente entre las clases bajas, sabedores de quien iba cargar con el coste potencial de hombres y dinero, cuando esos hijos y maridos que irían al frente eran mucho mas necesarios para sacar adelante familias en un estado socioeconómico preocupante. Es más, incluso la clase política tenía sus dudas en asumir esa labor de implantación del Protectorado, pue era una responsabilidad enorme, que quizá excedería las limitadas capacidades de España si requería mucho esfuerzo militar. Pero, por otro lado, eran conscientes que no asumir este temerario reto y no atender la cita significaría la anulación de España en el orden internacional, como si no hubiera sucedido pocos años después, e incluso su desaparición en el norte de África poniendo en peligro son sólo Ceuta y Melilla sino también Ifni, el Sahara y quien sabia si incluso las Islas Canarias.
El conde de Romanones sentenció: «Marruecos fue para España su última oportunidad de mantener su posición en el concierto de Europa».
Otra historia sería el posicionamiento de los militares encabezados por el rey, Alfonso XIII. La guerra de Marruecos que comenzó en1909 y terminó en 1927 no fue un conflicto bélico continuado y sostenido de manera ininterrumpida durante esos años.
ANNUAL
Alhucemas era el gran objetivo, allí se estaba cocinando la revuelta definitiva, donde Abd el-Krim, ¿un Arminio de la época?, líder de los rifeños, desde su cabila de los Beni Urriaguel, estaba organizando un, ejército irregular de nativos, muy motivados y con gran espíritu de combate, conocedores del territorio y habituados no solo a él, sino a las circunstancias, altas temperaturas y poca agua. Pero también disponía de unos 3.000 jóvenes rifeños que tenían experiencia bélica por haber combatido en la Guerra Mundial en las filas de tropas europeas. A ellos, los Beni Urriaguel, se les irían sumando los combatientes procedentes de las otras cabilas circundantes, atraídos por la expectativa de botín. Por lo tanto, Silvestre iba a enfrentarse al embrión de un ejército regular rifeño, con conocimiento de tácticas de guerra moderna, sin ni siquiera saberlo.
En el mes de julio de 1921 Abd el-Krim, se produjo la crónica de una muerte anunciada,
Pero la cifra de muertos no ha sido posible calcularla. El Expediente Picasso habla de 13.000, pero su trabajo se basa en estadillos hechos a posteriori. El cálculo más ajustado da como cifra máxima 7.915. Fue realizado por el coronel de Artillería Fernando Caballero Poveda y publicado en la Revista Ejército nº 522 en julio de 1983, bajo el título “Marruecos. La campaña de 1921. Cifras reales”.
Se había puesto de manifiesto la ineficacia, la desorganización y la corrupción que caracterizaba al ejército español. Unos meses antes ya había informes militares exponiendo las carencias estructurales que tenía el ejército español en el norte de África que le hacían poco efectivo en caso de grave complicación militar. Escasa aviación que cubriera el avance, pocos vehículos que facilitaran el trasporte de tropas y material, Jóvenes reclutas poco motivados, en su mayoría recién llegados de la Península, mal equipados tanto en ropa como en armas, y por supuesto, sin suficiente instrucción apta para el combate, sin buenos medios de combate, dirigidos por una oficialidad excesiva, desmotivada y sin formación adecuada. Sin olvidar las grandes carencias en los dispositivos médico-sanitarios necesarios. Se calcula que había 22 médicos movilizados con el ejército, apenas 400 sanitarios (muchos en Melilla) y únicamente 4 ambulancias y otras tantas camionetas para evacuar posibles enfermos o heridos. Y lo peor de todo, sin agua y muy lejos de las aguadas, no solo en Annual sino el resto del reguero de guarniciones entre Melilla y Annual.
ANNUAL
En el marco de las operaciones dirigidas a someter a las sublevadas tribus rifeñas, lideradas por Abd el-Krim, el 15 de enero de 1921, el comandante general de Melilla, Manuel Fernández Silvestre, tras ocupar un extenso territorio al oeste de Melilla, entra con el grueso de su columna (una brigada que reunía unos 3.000 efectivos) en la hoya de Annual, donde instala su centro de operaciones.
La decisión táctica de establecer su nuevo centro de operaciones tan lejos de Melilla, que era su base logística, de la que se encuentra a 106 km. por pésima carretera, es muy discutida y solo se justifica en su empeño de alcanzar la posición clave de Alhucemas que estaba a unos 35 km.
El enclave de Annual presentaba muchos inconvenientes, no solo la distancia del cuartel general, sino también la pésima comunicación que dificultaba el aprovisionamiento, su emplazamiento en una depresión geográfica rodeada de alturas propicias a las emboscadas y desde las que se podía batir con fuego de fusil, inserta en un territorio controlado por tribus hostiles al avance español y su lejanía a las aguadas, es decir, lugares en que hay agua potable para surtirse de ella. Un “callejón sin salida” como decía el propio Silvestre. Sabía que era una posición difícil de mantener porque, además de todo esto, carecía de agua cercana.
Ante la tentación de la cercanía de Alhucemas, Silvestre planeó una maniobra ofensiva desproporcionada a sus medios y recursos.
«La empresa militar de ocupar la bahía no tiene dificultades de gran monta».
General Silvestre
Voces autorizadas del alto mando opinaban que primero era necesario consolidar el territorio ocupado y esperar a contar con más hombres, armas y recursos en general. Porque se habían ido estableciendo pequeñas guarniciones en el camino, mal equipadas, con soldados no preparados para el combate, sin agua, con muchas dificultades para ser abastecidas y, lo peor, rodeadas de enemigos esperando la oportunidad de atacar.
«Annual no nos dejará dormir, porque todo son barrancadas»
Tte. coronel Dávila
Silvestre comunicó los detalles de su plan a Dámaso Berenguer, alto comisario de España en Marruecos, cargo que llevaba aparejado el mando sobre todas las fuerzas militares desplegadas en el Protectorado. Berenguer apreció aspectos positivos (la penetración por la costa para alcanzar Alhucemas), pero advertía también algunos riesgos (la extensión del frente) en el proyecto, por lo que decidió estudiarlo sobre el terreno.
A 12 de marzo de 1921 el dispositivo español en la zona estaba formado por una red de 135 posiciones, que hemos mencionado antes, defendidas por unos 14.000 hombres, de los que unos 9.000 pertenecían al cuerpo de ejército del general Silvestre. El total de la fuerza española en Marruecos ascendía a casi 20.000 hombres frente a los 95.000 que Francia mantenía repartidos en la mitad de las posiciones en su zona de Protectorado. Sin hablar de la preparación de ambos ejércitos y eso que los franceses venían del esfuerzo bélico de la Primera Guerra Mundial, pero contaban en el norte de África con su Legión Extranjera.
ABARRÁN e IGUERIBEN
El 1 de junio se instaló una posición en el monte de Abarrán a 9 km en línea recta de Annual. Ese mismo día el destacamento fue atacado por las tropas rifeñas. Se perdió la batería de artillería de 4 cañones, muriendo 24 españoles (cuatro de los cinco oficiales) y 59 resultaron heridos. Este episodio, conocido como el Combate de Abarrán, constituyó el primer ataque rifeño en la campaña que dio origen a la derrota de Annual. Muchos historiadores lo consideran el principio del fin.
Berenguer y Silvestre se entrevistaron en el crucero Princesa de Asturias a la altura de Sidi Dris, una playa de la costa norte de Marruecos situada entre Melilla y la bahía de Alhucemas, en la margen izquierda del río Amekran, el 5 de junio. Sobre el encuentro flota la sombra de Abarrán y ambos generales intercambiaron un acalorado cruce de reproches, sin que esto conllevara ningún cambio en la estrategia. Berenguer negó a Silvestre cualquier tipo de refuerzo.
Dos días después, en su avance, Silvestre estableció la posición de Igueriben, una posición en vanguardia a unos siete kilómetros al sur de Annual. Lejos de cualquier aguada, con la más próxima a cuatro kilómetros y medio, se necesitarían varias semanas de trabajo para asegurar el emplazamiento, dotarlo de pozo y artillería suficiente para garantizar su seguridad. Nuevamente se repitieron errores anteriores.
El día 19 se intentó hacer llegar a Igueriben un nuevo convoy de ayuda desde Annual, pero la acción fracasó debido a la superioridad numérica de los rifeños. Ese día, la guarnición había sufrido ya cuarenta bajas, producidas por el fuego enemigo, y hay entre los defensores bastantes enfermos por falta de agua y los efectos de un sol abrasador por estar los soldados constantemente en los parapetos defendiendo la posición sin protección de alguna cubierta.
Agotados todos los recursos para su defensa, se ordenó la evacuación que comenzó el día 21 y la retirada hacia Annual. La evacuación se llevó a cabo en grupos que sufrieron cuantiosas bajas, la mayor parte entre las alambradas y el parapeto. De los cerca de 300 hombres de Igueriben, solo sobrevivirían 33.
Todo un preludio de lo que se avecinaba.
RETIRADA DE ANNUAL
La situación en Annual había empezado, de igual forma, a ser insostenible. Allí se habían concentrado todas las fuerzas disponibles de la Comandancia General de Melilla. Desgastadas física y moralmente, con las líneas de abastecimiento cortadas, escasos de munición y dificultades para conseguir agua, la tropa se mantenía a la espera de refuerzos, mientras observaban cómo sus adversarios aumentaban en número y agresividad. Y la noticia de la caída de Igueriben en una sola mañana, fue un mazazo para la moral de la tropa.
En situación desesperada, la noche del 21 al 22 se sucedieron, con posturas enfrentadas, tres Consejos de Guerra en la tienda del general Silvestre.
Silvestre cursó un radiograma a Berenguer a las 22:35 del día 21 de julio en el que propuso un plan de evacuación por la costa que hubiera necesitado de cinco días como mínimo para poder organizarse. En una última maniobra se acordó la retirada a la posición de Ben Tieb. Silvestre, en sus mensajes radiofónicos a Tetuán y Ceuta del día 21 comunicó que ordenaba la evacuación con la consigna de reunirse posteriormente en Dar Drius.
«…idea de retirarme a la línea de Ben Tieb-Beni Said, recogiendo antes posiciones que me sea posible, en donde esperaré los refuerzos que V.E. me envíe, siendo punto de desembarque de ellos Melilla».
Telegrama de Silvestre a Berenguer
Quedó convenido que “todo se dejaría como estaba en el campamento” y se prohíbe a toda la oficialidad “llevar equipaje de mano”. Se piensa que ya en ese momento la situación empezaba a desbordar a Silvestre que acabaría en un estado de shock incapaz de tomar decisiones.
A las 4,55 horas del día 22 se recibió el último telegrama del general Silvestre, en el que anunciaba que se replegaba hacia Ben Tieb. Curioso cuando menos que se planteara y pusiera en marca una retirada cuando la guarnición no había sido atacada todavía. Decisión, por otro lado, que iba en contra de las recomendaciones del ejército español por ser la maniobra más arriesgada y difícil: la retirada sin combatir.
La retirada finalmente se produjo de manera precipitada y caótica, sin un plan de repliegue ni apoyos. Una huida caótica en desbandada inorgánica y mortífera. El caos fue total y la visión de varias columnas enemigas avanzando empeoró la situación. En media hora se desalojó el campamento, abandonando en manos de los cabileños abundante material y pertrechos militares y la evacuación, a los pocos centenares de metros de la salida, se transformó en fuga para la mayoría.
El general dejó de dar órdenes porqué desapareció, algunos relatan que murió bajo fuego enemigo y otros que se suicidó, lo que descabezó la maniobra. Para complicar más la situación hubo una insurrección general, muchas fuerzas indígenas al servicio de España se pasaron al enemigo y, entre unos y otros, aprovecharon para matar, a veces de la manera más cruel, a miles de soldados aterrorizados, impotentes y desamparados en muchos casos.
Ante el sorpresivo espectáculo ofrecido por esa fuga inesperada, Abd el-Krim, el primer sorprendido, ordenó el asalto a todas las posiciones españolas entre Annual y Melilla, todas las cabilas se sumaron a la guerra enardecidos por el descontrol del ejército español en franca huida. Lo que entonces se produjo fue una masacre sin paliativos.
La avalancha no se detuvo en Ben Tieb y arrastró a su guarnición que abandonó el campamento.
La cercana guarnición de Talilit a unos diez kilómetros al noreste de Annual, que estaba formada por unos doscientos hombres, recibió la orden de replegarse sobre Sidi Dris el día 22, consiguiendo llegar tan sólo ochenta hombres. Esta posición que estaba formada por unos trescientos cincuenta hombres, a los que se unieron los ochenta de Talilit, sufrió a partir del día 22 el asedio enemigo mientras se agotaban las municiones, el agua y los alimentos.
El general Navarro, segundo jefe de la Comandancia General de Melilla que había
El alto comisario Berenguer, nada más recibir el telegrama de Silvestre, ordena el embarque rápidamente todas las tropas disponibles de la Comandancia General de Ceuta para defender Melilla, lo que impediría la pérdida de esta ciudad.
Entre el 23 y el 24 de julio se perdieron las posiciones de Axdir, Azuz, Tunguntz, Nador de Beni, Ulixek y Halaut.
El 25 de julio, la columna que había partido desde Kandussi para socorrer a Annual, se encontraba en Dar Quebdani con unos 1.000 hombres que llevaban dos días de asedio sin comer ni beber. Después de haber perdido más de dos tercios de su fuerza y rechazar repetidas insinuaciones de rendición con promesas tentadoras, se acordó pagar 5.000 pesetas y rendir sus fuerzas sin disparar un solo tiro al jefe de la cabila de Beni Said que les tenía cercados. Lo que no se podían esperar fue la traición y ser aniquilados cuando entraron los rifeños en la guarnición. Ese mismo día cayó también la guarnición de Sidi Dris.
Al finalizar el mes de julio, entre los escasos reductos que ofrecieron resistencia y quedaron sitiados por el enemigo, solamente se sostenían las posiciones de Nador, Zeluán y Monte Arruit.
La columna de retirada del general Navarro que había ido reagrupado a los fugitivos y transportaba más de 250 heridos y enfermos, había recorrido un vía crucis de 25 Km, (Tistutin-Batel-Arruit). Sin artillería y sin apenas comida ni municiones siendo atacados por todos lados.
Ya cerca de Monte Arruit, donde todos creían ver su salvación, un irrefrenable deseo de llegar rompió la poca disciplina que le quedaba a la tropa y se abandonaron las piezas de artillería, y hasta a los heridos, para entrar desordenadamente en la posición, bajo el fuego de un enemigo muy numeroso. De los cerca de setecientos hombres que la componían solamente llegan ilesos alrededor de setenta a Monte Arruit, donde unos tres mil hombres quedaron, desde ese día, 29 de julio, amparados bajo el mando del recién llegado general Navarro.
Nador capituló el 2 de agosto después de nueve días de asedio, los últimos sin agua ni apenas víveres. A los 176 supervivientes les es permitido llegar al Atalayón.
La alcazaba y el aeródromo de Zeluán se encontraban aislados entre sí. El aeródromo se encontraba rodeado por gran número de rifeños que, desde una loma próxima, le dominaban con su fuego. La guarnición cayó finalmente el día 3 de agosto y la mayor parte de sus defensores fueron asesinados. Ese mismo día, la ciudad de Melilla planifica la defensa, creando una línea fortificada en torno al casco urbano.
Desde la península, el ministro de Marina, Fernández Prida, se opuso a la compra de dos barcazas y el envío del acorazado Alfonso XIII para la operación de rescate de la tropa que resistía en Monte Arruit propuesta por Berenguer. Su inacción supuso una condena a muerte a los 3000 hombres que fallecerían en los siguientes días. La guarnición se rendiría el 6 de agosto.
Esos primeros días de agosto, a instancias del alto comisario Dámaso Berenguer, el vizconde de Eza, ministro de la Guerra, nombró por Real Orden al general de división Juan Picasso González, miembro del Consejo Superior de Guerra y Marina, para que investigara en la plaza de Melilla los hechos ocurridos en Annual, a fin de delimitar responsabilidades militares. El informe se conocerá como Expediente Picasso. Para tal fin, Picasso, como juez instructor, fue auxiliado como secretario por el auditor de Brigada Juan Martínez de la Vega y Zegrí.
Durante los días 8 y 9 de agosto de 1921 se produjo la masacre de Monte Arruit. Tras pactar la entrega de la plaza, sitiada, sometida a un constante fuego de artillería y agotadas sus provisiones, la guarnición española de Monte Arruit seria masacrada por los rifeños. Tan solo 69 hombres salvaron la vida de los 3.017 que había cuando se inició el asedio.
¿Por qué no se enviaron tropas de ayuda desde Melilla que estaba a unos 30 kms? Y más cerca aun las guarniciones de Nador y Zeluán. Por aquellas fechas había acantonados unos 30.000 efectivos. Es posible que hubiera dos razones, la primera que Berenguer estuviera más preocupado de proteger la ciudad ante un ataque masivo de las huestes de Abd el-Krim, que bombardeaba sin escrúpulos la ciudad con cañones capturados a las tropas españolas en fuga, y la segunda, que se desconocían las masacres cometidas por los rifeños en Zeluán y Monte Arruit.
CONTRAOFENSIVA
El 17 de agosto de 1921comenzó en Melilla la primera contraofensiva militar y ese mismo día se ocupó ya Nador. En las siguientes semanas se retomaron la mayor parte de las guarniciones de la zona sudoeste, incluyendo Monte Arruit, recuperado el 24 de octubre, seis semanas después de su pérdida. ¿Dónde estaba la diferencia? Pues en un cambio radical en la composición de las tropas, el equipamiento, la moral y hasta las tácticas bélicas del nuevo ejército, nada que ver con el que huía desde Annual. Este desastre fue un punto de inflexión en las campañas militares de Marruecos. Ahora seria ya obra de un ejército colonial profesional, articulado de combatientes expertos, encuadrados en unidades de choque muy bregadas.
El panorama que se encontraron al entrar en Zeluán y Monte Arruit fue aterrador y dantesco. Los cuerpos en proceso de descomposición de los defensores españoles estaban esparcidos por las guarniciones, no se habían enterrados y mostraban los signos de las torturas que habían sufrido. Como algunos testigos dirían, todos con el rictus en sus caras del terror.
El 22 de enero de 1922 comienzan las negociaciones del Gobierno español con Abd el-Krim para lograr el rescate de los prisioneros hechos tras la derrota de Annual. La liberación no se hará efectiva hasta el año siguiente.
El 27 de enero de 1923 llegaron a Melilla los 326 cautivos españoles liberados en Axdir. Ni Alfonso XIII, ni el jefe de Gobierno (García Prieto), ni ninguno de sus ministros, ni militar alguno con graduación superior a general de brigada, estuvieron en los muelles para recibirles. El rey si había ido a recibir a Berenguer en su día.
«En todo caso, el asedio de Monte Arruit, iniciado el propio día 29 de julio, con poco más de 3.000 hombres al mando del general Navarro, fue el último acto de la cadena de desastres militares iniciada en Annual el 21 de aquel mes aciago, que en apenas 10 días había hecho desaparecer toda la presencia militar española en el este del Protectorado, salvo la ciudad de Melilla, ella misma asediada y hostigada desde las alturas del Gurugú y otras ubicaciones. Para entonces, todo el frente se había desmoronado como un astillo de naipes». Enrique Moradiellos.
Que triste que no se aprendiera de experiencias anteriores pues el ciclo de operaciones militares españolas en Marruecos podríamos decir que comenzó en junio de 1909 con el llamado «desastre del Barranco del Lobo»; el sucedido de la Campaña del Kert entre 1911 y 1912; y la Campaña de Yebala de 1913. Y en estas primeras campañas ya se evidenciaron defectos de actuación muy notables que a veces provocaron serios apuros coyunturales: exceso de confianza de los mandos, subestimación de la capacidad operativa del enemigo, falta de competencia táctica de los mandos y tropas, fallos notorios de los deficientes servicios de información, equipamiento inadecuado para el combate en esos lugares, ausencia de conocimiento del terreno y falta de mapas orientativos, muy limitada y precaria asistencia médica, etc.
Y, sobre todo, olvidar una lección que el Estado Mayor formuló en 1911:
«no practicar ningún repliegue, ni menos retirada, en el mismo día que se ha combatido, aunque el encuentro haya sido favorable. El enemigo aguarda siempre su mayor vigor para esos momentos y es maestro en hacer difíciles esas maniobras»
¿Por qué no se tuvieron en cuenta? ¿Por qué no aprendemos de la historia?
De las consecuencias y conclusiones de la derrota de Annual hablaremos en el siguiente post: El Expediente Picasso
PROTAGONISTAS
Felipe Navarro Ceballos-Escalera
Fuentes
Podcast. Memorias de un tambor. El Desastre de Annual 1921-2021 https://go.ivoox.com/rf/72514704
Real Academia de la Historia Annual 1921 https://www.rah.es/annual-1921/
El Desastre de Annual de 1921. Una reconsideración historiográfica. Enrique Moradiellos (2021). Boletín de la Real Academia de la Historia.
Historia contemporánea de España 1808-1923. Quinta parte: el reinado de Alfonso XIII de 1902-1923. Susana Sueiro Seoane (Blanca Buldain Jaca, coordinadora) AKAL 2013
Annual: Una aproximación bibliográfica 1921-2021 Biblioteca Centro de Documentación de Defensa patrimoniocultural.defensa.gob.es
Los intelectuales españoles y la guerra del Rif (1909-1927) Alfonso Iglesias Amorín (2014) RUHM 5/ Vol 3/ 2014©
Morir en África. La epopeya de los soldados españoles en el Desastre de Annual. Luis Miguel Francisco. Edit. Crítica 2014
Aventura de la Historia nº 50 2002. España-Marruecos atracción fatal
Para saber más
El Desastre de Annual. Los españoles que lucharon en África. Gerardo Muñoz Lorente. Edit. Almuzara
A cien años de Annual. La guerra de Marruecos. Daniel Macías y Julio Albí. Edit. Despertaferro.
El vuelo de los buitres. El desastre de Annual y la guerra del Rif. Jorge M. Reverte. Edit. Galaxia Gutemberg
Historia Secreta de Annual. Juan Pando. Temas de hoy. 1999
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