BREVE HISTORIA DE ESPAÑA: EL REINADO DE ALFONSO XIII

 

El reinado de Alfonso XIII

Entramos en el siglo XX. Atrás dejamos  un siglo convulso, intenso y llegamos a otro que no se queda atrás. Alfonso XIII llegó al trono en 1902, tanto Conservadores como Liberales eran los partidos denominamos dinásticos, que participaban del turnismo. Esta fórmula había dado estabilidad al sistema, pero de qué forma. 

Ambos partidos habían perdido a sus dos grandes líderes, Cánovas asesinado en  1887 y Sagasta que fallecería un año después a la llegada del monarca a su trono. Y evidentemente se encontraban sumidos en sus correspondientes crisis. Ahora Antonio Maura lideraba a los conservadores y Canalejas a los liberales. Parecía que llegaban nuevos aires.

Muy pronto llegaría una de las peores crisis del reinado, en 1905, por la cuestión catalana con protagonismo para los militares. Estos se consideraban ofendidos por el trato recibido de ciertas publicaciones como las revistas satíricas Cut-Cut y  La Veu de Catalunya. La solución que encontraron a estos agravios fue asaltar las redacciones de ambas publicaciones y acabar con el problema. Esto sucedió la noche del 25 al 26 de noviembre. Además presionaron al gobierno y consiguieron que este aprobara en 1906 la ley de jurisdicciones por la que los delitos contra el ejército y la patria serían juzgados por tribunales militares. Como vemos, uno de los males del siglo XIX persistía al comienzo del XX, la injerencia del ejército en la vida civil.

EL GOBIERNO LARGO DE MAURA

El reinado de Alfonso XIII
El llamado gobierno largo de Maura (1907-1909) puso en marcha su «revolución desde arriba». Partía de la necesidad de acometer desde el gobierno hondas reformas de un sistema político que se había convertido en un tinglado artificial, en una farsa que provocaba pasividad  en una parte de la sociedad. El principal mal radicaba en la desmovilización social.  Pero temía la «revolución desde abajo», que es donde nacen todas las revoluciones. Así que su objetivo para esa movilización era lo que el llamaba la «sana mayoría silenciosa»
Y lo intentó moralizando las instituciones, introduciendo honestidad en la vida pública, con ello pretendía crear una verdadera ciudadanía y que los individuos se integraran de manera activa y consciente en el juego político.

Una de las cuestiones que abordó de forma enérgica fue combatir al caciquismo. La principal reforma debía  comenzar por depurar los mecanismos electorales. En esta lucha de regeneracionar el sistema  le había llevado a  enfrentarse incluso con el rey en su primera experiencia como Presidente del Gobierno, y en diciembre 1904 había tenido que dimitir cuando el monarca pretendía imponer a su candidato para el puesto de jefe del Estado Mayor Central del Ejército  en vez de elegir al propuesto por el Ministro de la Guerra.

En este gobierno largo, consiguió poner en marcha la reforma electoral  y en 1907 se aprobó una ley que pretendía la limpieza electoral, eliminar el caciquismo y lograr el apoyo de las desencantadas clases medias. Pero no tuvo mucho éxito. Porque su artículo 29 fue muy polémico ya que parecía que dejaba la puerta abierta a colocar a determinados candidatos. El objetivo del artículo era evitar la simulación de una contienda electoral cuando no había oponentes. Es decir, si el número de los candidatos no excedía al de los escaños que debían cubrirse, estos serían adjudicados automáticamente sin necesidad de realizarse la elección. Cuestión que provocó el caos, los caciques se frotaron las manos y se renovó la tendencia al pacto y al turnismo. De hecho en las lecciones de 1910, las primeras tras la aprobación de la ley, nada menos que 119 diputados fueron elegidos por el artículo 29.

Su estrella fue el proyecto de ley de administración local. Quería darle mayor autonomía a las corporaciones locales y se contemplaba la posibilidad de crear mancomunidades locales y provinciales. Otro objetivo era contentar las crecientes aspiraciones autonomistas catalanas y para ello abrió la vía para el entendimiento con la Lliga Regionalista. Eso si, tanto liberales como republicanos se opusieron e incluso parte del sector conservador, por lo que no fue aprobaba en el Parlamento.

En el campo económico apostó por una política económica de intervención estatal y proteccionista, fomentando la industria, con medidas sociales, como la creación del Instituto Nacional de Previsión, la ley del descanso dominical y la legalización de la huelga.

Otro tema importante era el terrorismo pero no consiguió sacar adelante la ley de represión del terrorismo por la oposición de republicanos, socialistas y liberales.

LA SEMANA TRÁGICA DE BARCELONA

En 1909 se produjeron unos sucesos muy relevantes en Barcelona con Marruecos y la guerra de fondo. Tras lo sucedido en el 1898 y la pérdida de Cuba y Filipinas y cómo se produjo, España intentó recuperar el prestigio internacional y lo intentó hacer en Marruecos que fue el eje de la política exterior del primer tercio del siglo XX.

Francia y España se habían adjudicado sus zonas de influencia en la zona de Marruecos y lo hicieron en la Conferencia de Algeciras de 1906. A España le correspondió la zona Norte, cuya pieza esencial era el Rif. La oposición de la población autóctona fue muy fuerte al no aceptar ese reparto y España se vio obligada  a incrementar el contingente de tropas en el territorio y a realizar campañas militares  para someter el territorio, controlar la explotación de sus riquezas mineras y proteger la construcción del ferrocarril hasta Melilla. Los enfrentamientos con los rifeños era constante y el ejercito necesitaba cada vez mas tropas. 

El detonante fue la movilización de reservistas en Cataluña, la mayoría hombres casados y con hijos. El 18 de julio en el embarque de las tropas explotó un movimiento de protesta contra la guerra. El recuerdo de lo que había pasado en Cuba estaba muy fresco y si a eso le sumamos lo de siempre, que solo iban los que no podían librarse por pagar una cantidad de dinero, pues se dieron todos los condimentos para la revuelta. El republicanismo mas radical, los socialistas y los anarquistas promovieron una huelga general contra la guerra que comenzó el día 26  de julio de 1909.

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A la par, en Marruecos el ejercito cayó en lo que se ha conocido como la Emboscada del Lobo con muchas bajas y cuando la noticia llegó a la península poco se necesitó para avivar el fuego de la huelga y de la protesta, que acabó degenerando en revuelta, conocida como la Semana Trágica de Barcelona. Grupos armados levantaron barricadas y se enfrentaron a las fuerzas del orden. El fuerte sentimiento anticlerical salió a la luz y se quemaron iglesias y conventos. Se declaró el estado de guerra y se enviaron refuerzos militares pare reprimir con fuerza la revuelta.

Al final la represión fue muy dura y se saldó con numerosos heridos y muertos, y 17 condenas a muerte de las que se ejecutaron 5. Entre ellas la de Francisco Ferrer Guardia, un pedagogo anarquista y anticlerical, fundador de la Escuela Moderna, acusado, sin pruebas, de ser responsable de la rebelión. Su ejecución supuso un gran escándalo internacional.

Al rey no le quedaba mas salida, presionado por liberales y republicanos de deponer el gobierno de Maura, fundamentalmente para salvar él su puesto.

JOSÉ CANALEJAS

De esta forma le llegó el turno a José Canalejas el 9 de febrero de 1910, que también intentó
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la regeneración del sistema para lograr su progresiva democratización y ampliar su bases sociales. Su objetivo: la mejora del sistema parlamentario, la secularización del Estado y la intervención estatal en materia social  para apaciguar las protestas. Desde luego presentó un amplio programa de reformas. 
La modernización del país implicaba la separación de Iglesia y Estado, la libertad religiosa y el fin del monopolio religioso en la educación, así como la implantación de una enseñanza laica. Y había que negociar con la Santa Sede. Mientras tanto se aprobó la ley del candado (1910), que limitaba el establecimiento de nuevas ordenes religiosas en España. Para disgusto y oposición de los sectores católicos y el papado.

Otro objetivo fue la reforma social. Se mejoraron las condiciones de vida y de trabajo de las clases más humildes con medidas de protección social: reducción de la jornada laboral, la ley de accidentes de trabajo, la prohibición del trabajo nocturno para la mujer, la regulación del derecho de huelga y los contratos colectivos. La cuestión social empezaba a tener protagonismo.

También sustituyó el odiado impuesto de consumos por otro progresivo sobre las rentas urbanas, y con la ley de reclutamiento estableció el servicio militar obligatorio en caso de guerra, suprimiendo la redención en metálico.

Respecto a las demandas descentralizadoras del catalanismo de la Lliga logró que las Cortes aprobasen la ley de mancomunidades de 1912.

En Marruecos negoció con Francia un nuevo tratado en 1912, que fue la base del Protectorado franco-español sobre Marruecos.

Pero todo el plan de reformas si vio truncado con el asesinato de Canalejas el 12 de noviembre de 1912 a manos del anarquista Manuel Pardiñas. Algunos autores consideran que su asesinato supuso una verdadera oportunidad perdida para la renovación del sistema al quedar interrumpido el desarrollo de su proyecto.

LOS OTROS PARTIDOS Y EL MOVIMIENTO OBRERO

Nos referimos a aquellos partidos que habían quedado excluidos del sistema, que habían tenido muy poco peso desde el comienzo de la Restauración, pero que en los inicios del siglo XX cambiaría su suerte y tanto su fuerza como sus apoyos comenzaron a aumentar. Y lo mismo sucedió con el sindicalismo y los partidos obreros, que llegaron a convertirse en auténticos movimientos de masas.

Comencemos con los partidos republicanos. El republicanismo representaba la aspiración de los intelectuales y de sectores de clases medias a una democratización política, y consideraban que una república era el camino para conseguirlo. Vivió su renovación ideológica con la inclusión de las doctrinas del nuevo liberalismo democrático, laicista e incluso anticlerical, y más sensible a las reformas sociales.

En 1903 se formó Unión Republicana, por  Alejandro Lerroux y Nicolás Salmerón con una idea de unificación y regeneradora. En las elecciones de ese año lograron un  notable éxito especialmente en las grandes ciudades, obteniendo 36 diputados, aunque con sus divergencias ideológicas y tácticas:

    • El republicanismo moderado y reformista, representado por Salmerón y Melquiades Álvarez, apostó por el abandono definitivo de la vía insurreccional y optó exclusivamente por la lucha electoral y parlamentaria.
    • Y por otro lado Lerroux y su republicanismo radical, con su discurso populista y demagógico, anticlerical y anticatalanista,  sólidamente implantado en Cataluña, en especial en Barcelona. Su objetivo era integrar las reivindicaciones obreras e implantar la república a través de la insurrección. Algo parecido sucedió en Valencia bajo la dirección del escritor Vicente Blasco Ibáñez.

Al final las divergencias en Unión Republicana terminaron por dividir de nuevo al republicanismo. En 1908 se escindió el sector radical liderado por Lerroux, que formó el Partido Radical, y el republicanismo moderado, con unas bases sociales mas reducidas, democrático en lo político y conservador en lo social, se constituyó en 1912, en el Partido Reformista, dirigido por Melquiades Álvarez. No descartaba aceptar la monarquía si emprendía un proceso de democratización efectiva.

El nacionalismo catalán, el de mayor relevancia en las primeras décadas del siglo. Dominado por la Lliga Regionalista, que había sido fundada en 1901 y liderada por Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó. Consideraban que se debía compatibilizar la regeneración política y la modernización económica con su reivindicación de la autonomía de Cataluña.

Se convirtió en el partido de la burguesía y de las clases conservadoras urbanas y rurales catalanas, sin embargo no contó con el apoyo de las clases obreras por la ausencia de un programan de reformas sociales. Practicó una política pactista colaborando en ocasiones con los partidos de turno. Su creciente conservadurismo llevó a un sector de nacionalistas a formar el Centre Nacionalista Republicá.

Un momento decisivo del catalanismo fue en 1906 con la ley de jurisdicciones. Esta ley fue considerada como un instrumento para reprimir el catalanismo lo que suscitó un movimiento de protesta generalizado en la sociedad catalana contra el intervencionismo militar. Ese año todas las fuerzas catalanistas formaron un frente común llamado Solidaridad Catalana, que obtuvo en las elecciones generales de 1907 un espectacular éxito (41 de los 44 escaños correspondientes a Cataluña).

El catalanismo poco a poco fue capitalizado por la Lliga, cuyo dirigente Prat de la Riba, presidió la recién constituida Mancomunidad de Cataluña. Órgano político y administrativo al que la ley de mancomunidades de 1912, que entró en vigor en 1913, permitía que las diputaciones provinciales se mancomunaran solo con fines administrativos. 

Respecto al  nacionalismo vasco hay que tener en cuenta que cuando Sabino Arana falleció en 1903, dejó un vacío considerable y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) vivió un duro y largo enfrentamiento entre el sector radical, independentista y defensor de la pureza original de las ideas aranistas, y otro mas moderado, liberal y posibilista que optaba por la autonomía, mas próximo al nacionalismo de la Lliga. De esta forma se aproximó a la burguesía industrial, amplió sus bases sociales y se consolidó como la fuerza mayoritaria en el País Vasco.

Por otro lado, el movimiento obrero tuvo un protagonismo especial. A comienzos del siglo XX no tenía un gran seguimiento. Solo contaba con cierta presencia en  Madrid, Barcelona, Asturias y Vizcaya. Hubo que esperar a los años 20 para que se formara un verdadero sindicalismo de masas. Este movimiento estaba dividido en dos corrientes: anarquistas y socialistas

El anarquismo rechazaba participar en política y el reformismo social. A comienzos del siglo estaba arraigado en las zonas industriales y urbanas de Cataluña, y también en el campesinado andaluz y extremeño. También tenía dos tendencias enfrentadas: quienes apostaban por la estrategia terrorista y aquellos mas proclives al sindicalismo.

En 1910 se fundó la Confederación Nacional de Trabajo (CNT) partidario de la acción directa, es decir, el rechazo a la implicación política y la apuesta por la lucha obrera por medio de huelgas generales, sabotajes industriales, ocupación de fábricas, sublevaciones y terrorismo. Tras la huelga general de 1911 la CNT fue declarada ilegal hasta 1915.

Y en el lado socialista tenemos a la Unión General de Trabajadores (UGT) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Este era un partido político que crecía lentamente y con poca implantación social, mientas que el sindicato UGT, estrechamente ligado al partido, conoció un impresionante crecimiento que pasó de los 41.000 afiliados en 1910 a los 129.000 dos años después.

Pero hay un momento clave en su despegue cuando Pablo Iglesias cambia de estrategia y
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decide colaborar con el republicanismo en la lucha por la democratización del régimen sin renunciar a la revolución social. Este giro estratégico se produjo tras los incidentes de la Semana Trágica con la formación de la Conjunción Republicano Socialista en 1909, que puso fin al aislamiento del PSOE.  A la par, el socialismo sumó a sus filas a figuras intelectuales como Luis Araquistáin o Julián Besteiro. Esta alianza con los republicanos ayudó a Iglesias  a ser elegido diputado en 1910 y convertir al socialismo en fuerza parlamentaria. 
Por lo que se refiera a UGT también experimentó profundos cambios, amplio su base social y se incorporaron los obreros industriales, sobre todo del sector minero y ferroviario, y acrecentó su implantación en Asturias, Vizcaya y Madrid.

LA ECONOMÍA, BENEFICIADA POR LA NEUTRALIDAD EN LA GRAN GUERRA

Para empezar prácticamente España se vio obligada a declararse neutral por el aislamiento diplomático, la debilidad económica y la incapacidad militar  principalmente.

La sociedad, aunque no se entrara en guerra, especialmente la mejor informada y con inquietudes políticas, se dividió en dos bandos, los aliadófilos y los germanófilos. En general se puede decir que los sectores más conservadores mostraron sus simpatías por los imperios centrales, donde veían reflejados los valores del orden y de la autoridad, frente a los sectores más liberales y la izquierda que simpatizaron con las potencias de la Entente, que representaban los principios democráticos. Salvo los anarquistas, que no se decantaron por ningún bando y calificaron la guerra como un enfrentamiento entre imperialismos.

Y en efecto, la neutralidad favoreció de forma  espectacular el crecimiento de la economía. España se convirtió en abastecedora de los países beligerantes, a los que suministró materias primas y productos industriales. Pero ese beneficio no fue el mismo para todos. Mientras la burguesía industrial y financiera se enriqueció con las ganancias extraordinarias de la guerra, las clases trabajadoras sufrieron un fuerte descenso de su nivel de vida a pesar del alza de los salarios, por la escasez y subida vertiginosa de los precios de los  productos de primera necesidad. Y peor fue la repercusión en las zonas agrarias, donde se acentuó la ya precaria situación del campesinado y forzó la emigración de muchos de ellos a las grandes ciudades.

Al final se agravaron las diferencias sociales de la época  lo que acabaría provocando una gran agitación social y el auge del movimiento obrero. Este clima de extrema tensión social intensificó el número de huelgas.

LAS CRISIS DE 1917 

En el verano de 1917 el sistema político de la Restauración atravesó por un momento crítico al confluir tres tipos de conflictos, militar, político y social.

El proyecto de reforma militar estaba provocando un gran malestar entre los militares. Se pretendía modernizar el ejército reduciendo el excesivo número de oficiales, cuyos salarios se comían una gran parte del presupuesto. Por no hablar del sistema de ascensos, otro punto sensible, en su mayoría por méritos de guerra, lo que favorecía a los militares que servían en África. El descontento cristalizó en la formación de Juntas de Defensa con una clara orientación sindical. En junio de 1917 presentaron un ultimátum al gobierno conocido como el manifiesto de las Juntas. Al final, estas, con el apoyo del rey, lograron imponer sus demandas.

La crisis provocada por las Juntas fue vista a nivel político como una señal inequívoca de quiebra del régimen y una oportunidad para abordar una reforma o una verdadera revolución democrática. La Lliga de la mano de Cambó tomó la iniciativa. Ante la situación de suspensión de las garantías constitucionales, la imposición de la censura de prensa y el cierre de las Cortes decretado por el gobierno conservador de Dato, convocó a todos los senadores y diputados a una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona en junio de 1917. No tuvo mucho éxito esta llamada porque solo acudieron 70 de los 760 y sus pretensiones de formar un gobierno provisional y convocar Cortes constituyentes no salió adelante y el gobierno pudo disolverla.

En marzo de 1917 UGT y CNT suscribieron un manifiesto convocando una huelga general. Y en agosto se puso en marcha, pero solo tuvo una especial intensidad en los centros industriales de Madrid, Barcelona, el País Vasco y Asturias, donde se produjeron serios incidentes. El ejército acabó  disparando contra los obreros con un resultado de 71 muertos y 1200 detenidos.

COLAPSO DEL SISTEMA LIBERAL

Este conjunto de crisis provocaría el colapso del sistema liberal y la descomposición de los partidos dinásticos, se acabó con el turnismo pero ello llevó también a generar inestabilidad porque ya no era posible formar gobiernos con mayorías parlamentarias.

Una primera solución por lo menos en los años 1917 y 1918 fueron los llamados gobiernos de concentración en los que participaban las distintas facciones en las que se habían dividido tanto el partido Conservador como el Liberal, e incluso regionalistas de la Lliga. Pero ni fueron solución ni limitaron la inestabilidad

Luego vino otra etapa de gobiernos débiles que, con frecuencia, recurrieron a medias excepcionales, como el cierre de las Cortes, la suspensión de garantías constitucionales y el recurso al ejército para sofocar y reprimir conflictos, lo que sirvió para acrecentar el desprestigio del sistema.

Pero es que los partidos no dinásticos, por distinguirlos de Conservadores y Liberales, tampoco atravesaban por su mejor momento. Así el PSOE que había crecido entre 1910 y 1920 por su alianza con los republicanos y que en las elecciones de 1918 fueron elegidos parlamentarios, Pablo Iglesias, Indalecio Prieto, Largo Caballero, Julián Besteiro, Daniel Anguiano y Andrés Saborit. vio como a consecuencia del triunfo de la revolución bolchevique en Rusia y la fundación de la III Internacional en 1919 se dividió el partido y una minoría radical fundó en 1921 el PCE.

Otros que seguían divididos era los republicanos. Por un lado el Partido Racial de Lerroux que empezó a declinar en 1910 y por otro el Reformista de Melquiades Álvarez que acabó aproximándose a los liberales y evolucionó hacía postulados monárquicos.

La Lliga se puso al frente de las demandas catalanistas en favor de la autonomía y elaboró un proyecto de estatuto. Pero su fracaso trajo al escisión. Jóvenes nacionalistas mas radicales fundaron Acción Catalana en 1922. Así mismo la izquierda catalanista desarrolló nuevas propuestas frente al conservadurismo burgués de la Lliga. Lluis Companys fundó el sindicato Unió de Rabassaires y Frances Maciá formó Estat Catalá, un partido claramente independentista. Y en el País Vasco el nacionalismo estaba capitalizado por el PNV que en las elecciones de 1918 consiguió una importante representación parlamentaria con seis diputados. Pero en 1921 se sumió en una profunda crisis que provocó la escisión entre el sector radical y los moderados.

Sin embargo el movimiento obrero vivió su expansión. La crisis social, la recesión económica de la posguerra y el influjo de la revolución rusa de 1917, jugaron a su favor. Por ejemplo, UGT aumentó el número de afiliados de 160.000 en 1916 a 240.000 en 1920, creció su presencia en el mundo rural, sobre todo en Andalucía. Por otro lado, la CNT vivió un crecimiento parecido especialmente en  Cataluña. Pero este crecimiento requirió de una reorganización del sindicato. En el congreso celebrado en Sants en 1918 se configuró una nueva estructura unitaria  en la que los antiguos sindicatos de oficio dejaron paso a los sindicatos únicos. La CNT reafirmó la postura apolítica y de lucha sindicalista, y su estrategia de la acción directa y la huelga general. De nuevo afloraron las diferencias entre los sindicalistas mas moderados, como Ángel Pestaña y Salvador Seguí y los radicales partidarios de la actividad terrorista como Durruti, García Oliver o Ascaso.

Pero en el otro lado de la acera se crearon los llamados sindicatos libres, fundados en Barcelona en 1919, por Ramón Sales y otros carlistas radicales, que colaboraron con los empresarios contra el enemigo común, la CNT, protegidos por la autoridades gubernativas. Grandes nubarrones que presagiaban un gran conflicto.

Y en el bando empresarial también hubo movimientos y se crearon organizaciones como la Liga Nacional, la Confederación Patronal Española o la Federación Patronal de Empresarios Catalanes. Los empresarios apostaron también por radicalizar sus posturas, dispuestos a combatir a los sindicatos con la intención de eliminarlos mediante los despidos y el cierre de fábricas.

En Andalucía, los campesinos que secularmente se había rebelado contra el sistema de propiedad latifundista, y cuyas miserables condiciones de vida se habían agravado con la guerra, intensificaron sus movilizaciones a partir de 19218, dando lugar al llamado «trienio bolchevique» entre 1918 y 1920.

LA HUELGA DE LA CANADIENSE EN BARCELONA 

Así se conocía popularmente a la compañía de suministro eléctrico. La huelga comenzó el 5 de  febrero de 1919 y  duraría 44 días dejando prácticamente paralizada la ciudad y la producción que dependía de la electricidad. Fue la huelga mas importante de la historia sindical española.

La empresa no estaba por la negociación y tuvo que ser el gobierno quien la forzara. De esta forma se acordó la jornada laboral de 8 horas, un aumento de los salarios, la readmisión de los despedidos y la liberación de los presos no procesados. La huelga terminaba el 19 de marzo cuando Salvador Seguí líder de la CNT convenció a los trabajadores del éxito de la misma y de volver a sus puestos de trabajo.

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Milans del Bosch, la autoridad militar de Barcelona, en un auténtico desafío al gobierno, boicoteó el pacto y se negó a liberar a los presos. El sector radical de la CNT se impuso al moderado y lanzó una huelga general. Lo que comenzó siendo un conflicto, laboral en su origen, derivó en una auténtica «guerra social». La patronal respondió con el cierre de empresas y la contratación de bandas de pistolero , y contó con la colaboración de los sindicatos libres en su empeño por eliminar el anarcosindicalismo.

Barcelona vivió en los años 1920 y 1921 una auténtica espiral de violencia  fruto del sangriento enfrentamiento entre pistoleros de uno y otro bando. El gobierno se vio obligado a  ceder el orden público al ejército. Nombró al general Martínez Anido gobernador civil de Barcelona, quien impuso la represión militar y el terrorismo policial mediante la aplicación de la «ley de fugas», por la que los sindicalistas detenidos eran asesinados alegando que intentaban escapar.

EL DESASTRE DE ANNUAL 

En la guerra permanente que se vivía en Marruecos por someter su zona del Protectorado en el verano de 1921 llegó esta derrota. El alto comisario, el general Dámaso Berenguer, era de la teoría de un avance paulatino combinando la acción miliar y la «acción política», es decir, realizar una política de alianzas y de obras (escuelas, carreteras..) para ganarse a la población nativa. Frente a la prudencia mostrada por Berenguer que estaba dando buenos resultados en el sector occidental (la región de la Yebala) en el oriental era distinto al mando del orgulloso e impaciente comandante general de Melilla, el general Manuel Fernández Silvestre que realizó un precipitado y mal preparado avance hacía el corazón del Rif penetrando en un territorio extenso y de difícil orografía, muy alejado de los centros de aprovisionamiento. Silvestre aseguraba estar a punto de ocupar la bahía de Alhucemas, pero la realidad era que la cantidad de posiciones que habida ido estableciendo a lo largo de un amplísimo frente eran estratégicamente indefendibles en caso de ataque.

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Y este se produjo en el mes de julio de 1921 cuando Abd el-Krim, el jefe de los rifeños, derrotó a las tropas españolas en Annual. Se perdió toda la zona que había sido ocupada durante años y murieron o desaparecieron más de 10.000 soldados, incluido el general Silvestre. Se había puesto de manifiesto la ineficacia, la desorganización y la corrupción que caracterizaba al ejército español.
La tragedia de Annual tuvo grandes consecuencias políticas y la cuestión de Marruecos, objeto de incesante debate público, se convirtió en una pesadilla que envenenó la vida nacional y acabó siendo una de las principales causas del fin del régimen parlamentario. 

EL EXPEDIENTE PICASSO

La exigencia de responsabilidades forzó al gobierno a nombrar una comisión presidida por el general Picasso para delimitar las culpabilidades militares. En aquellos días tanto militares, como  partidos dinásticos y el propio rey se vieron envueltos en los debates sobre las responsabilidades, acrecentando  el desprestigio del régimen. El envío del Expediente Picasso (1922) a las Cortes abrió también el debate de las responsabilidades políticas. Los socialistas, con el apoyo de la izquierda republicana, iniciaron una campaña de denuncia contra el régimen. Conducida por Indalecio Prieto, atribuyó al rey toda la responsabilidad del desastre.

Las conclusiones que se derivaban del expediente Picasso (que no fue dado a conocer y sería publicado años mas tarde durante la República) dieron pie para que el máximo tribunal militar acordase procesar a un buen número de militares, incluido Berenguer. El gobierno del momento llevó el expediente al Congreso de los Diputados, donde se formó en julio de 1922 una primera Comisión de Responsabilidades se abrió un encendido debate que duró algo mas de un año, pero no se pudo emitir ningún dictamen por que el 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, lideró un pronunciamiento militar contra el gobierno constitucional

LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA. 

Que también pretendida el regeneracionismo pero a su forma, inspirado en el modelo intervencionista y corporativista  de los regímenes autoritarios, que estaban en auge en la Europa de entreguerras. 

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El 13 de septiembre de 1923 Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado. Como motivos argumentó el profundo malestar del ejército, la indecisión del gobierno y la falta de confianza del rey Alfonso XIII en el sistema constitucional de la Restauración, desprestigiado y sumido en una profunda crisis, todo esto facilitó que el golpe militar no hallase prácticamente oposición.

Además sectores empresariales, especialmente de la burguesía barcelonesa, de los principales bancos nacionales y de la Iglesia apoyaron el golpe y la opinión pública, en general, lo acogió favorablemente o se mostró pasiva.

Vendió la idea como algo transitorio y una vez solucionado sus problemas se retornaría a la normalidad constitucional. El rey Alfonso XIII le llamó para formar un nuevo gobierno y le concedió el cargo de presidente y de ministro único, comenzaba así la dictadura de Primo de Rivera.

La primera fase de la dictadura se conoció como el Directorio Militar que transcurriría de 1923 a 1925. Proclamó el estado de guerra durante dos años, suspendió la Constitución de  1876 y las garantías constitucionales, disolvió las Cortes, implantó la censura de prensa y prohibió las actividades de los partidos políticos y de los sindicatos. 

Impuso el orden público con duras medidas represivas contra la CNT y el PCE. Y el nacionalismo no se salvó por que reprimió cualquier manifestación del mismo, tachado de separatista, y se prohibió el uso del catalán en el ámbito oficial.

Los gobernadores civiles fueron sustituidos por gobernadores militares. Los ayuntamientos fueron disueltos y sustituidos por juntas de «vocales asociados» elegidos por los  mayores contribuyentes, estrechamente vinculados al sistema caciquil.

Emprendió su reforma de la administración para destruir el caciquismo.  Así la aprobación del Estatuto Municipal de 1924 dio paso a una nueva administración sometida y centralizada, y lejos de hacer desaparece el viejo caciquismo, lo que se perpetuó fue otro diferente.

En Cataluña, con el Estatuto Provincial de 1925 desapareció la Mancomunidad, lo que potenció el nacionalismo radical e incluso separatista.

Y como buen militar encontró en Marruecos, otrora pesadilla de militares y políticos una solución para desviar la atención, así que asumió personalmente el Alto Comisariado en Marruecos. En 1925, España y Francia acordaron una ofensiva militar conjunta. El desembarco de las tropas españolas en Alhucemas fue un rotundo éxito y un año después quedó sometido todo el protectorado.

La segunda fase se conocería como el Directorio Civil de 1925 a 1930.

Primo de Rivera sustituyó el Directorio Militar por un gobierno civil con la clara intención de permanecer en el poder, y afirmó su voluntad de construir un régimen inspirado en las dictaduras autoritarias y de corte corporativo de la Europa de entreguerras, especialmente la de la Italia fascista de Mussolini. Para seguir el ejemplo italiano necesitaba de un gran partido de derechas, que no tenía, así que fundó la Unión Patriótica en 1924. Carente de un programa y una ideología definida, fue solo un instrumento de propaganda gubernamental para asegurar el apoyo popular al régimen.

En 1926 anunció la convocatoria de una Asamblea Nacional Consultiva, compuesta por representantes del Estado y de la administración y de la Unión Patriótica, y encargada de elaborar  una nueva «constitución». Pero cualquier idea de parecerse a un Parlamento dista mucho de la realidad, por que la Asamblea estaba bajo el control de gobierno y sus funciones eran meramente consultivas.

La dictadura aprovechó la coyuntura expansiva internacional de los años veinte. Su política económica se caracterizó por el intervencionismo estatal y el nacionalismo económico. Sus objetivos fueron impulsar la industria nacional mediante unos elevados aranceles proteccionistas y la concesión de ayudas a las grandes empresas. También creó grandes monopolios estatales, como la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos S.A. (CAMPSA), a la que concedió en exclusiva la importación y venta del petróleo y la gasolina, y la Compañía Telefónica Nacional de España.

Otro de sus aspectos mas destacados fue el fomento de las obras, así en 1926 se crearon las confederaciones hidrográficas para aprovechar los ríos, tanto para el regadío como para la producción de energía eléctrica.

Ya sea por la represión y depuración que sufrió el movimiento obrero y al desarrollo de un amplia política social (construcción de viviendas baratas, creación de escuelas…), y de una legislación laboral inspirada en un nuevo modelo de relaciones laborales, el sistema corporativo, basado en la intervención y mediación por parte del Estado, disminuyó su actividad y a la par la conflictividad social.

La base de la Organización Corporativa Nacional era los «comités paritarios» de cada uno de los oficios, en los que había el mismo número  número de vocales obreros y patronos. Su misión sería resolver pacíficamente los conflictos mediante la negociación, y tenían atribuciones sobre cuestiones laborales tales como la reglamentación del trabajo y los contratos.

Su puesta en práctica contó con la colaboración de los socialistas, que la consideraron ventajosa para consolidar  tanto al partido como al sindicato.

Pero poco a poco iría creciendo la oposición y se llegaría el final de la dictadura. Y fue a  partir de 1926 cuando la dictadura empezó a perder apoyos y arreciaron la crítica y la oposición, de las que no se libró el rey.

Para la noche de San Juan, el 24 de junio de 1926 hubo un intento de acabar con la dictadura y restablecer el régimen constitucional mediante otro golpe y se conoció como la «Sanjuanada». Contaba con algunos  militares descontentos pero solo uno de relieve, Eduardo López Ochoa. También había políticos como el conde Romanones o Melquíades Álvarez, presidentes de la Cámaras que habían sido clausuradas. El objetivo era restablecer la Constitución de 1876 y convocar elecciones.

Otro conflicto le estalló a Primo de Rivera cuando promulgó una norma general que suprimía los ascensos por estricta antigüedad. Se encontró con la oposición de los oficiales de artillería y forzó al rey a que ratificase el decreto de disolución del cuerpo de artillería. Esto supuso el distanciamiento de parte del ejército respecto a la dictadura y del propio rey.

A la par ese mismo año de 1926 el movimiento republicano se activó y se unió creando Alianza Republicana, integrada por Acción Republicana, liderada por Manuel Azaña; el Partit Republicá Catalá de Marcelino Domingo y Lluís Companys, y el Partido Radical de Lerroux. Incluso antiguos liberales como Alcalá-Zamora fundaron Derecha Liberal Republicana como una alternativa republicana, católica y conservadora.

El mundo cultural e intelectual también comenzó a moverse en oposición al régimen y destacadas figuras de prestigio como Unamuno, Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez o Fernando de los Ríos, se enfrentaron al dictador. Por su parte, los estudiantes se movilizaron contra la dictadura y protagonizaron manifestaciones callejeras. En 1929 surgió la prorrepublicana Federación Universitaria Española.

A nivel nacionalista nació Esquerra Republicana de Catalunya y en Galicia, nacionalistas y republicanos formaron la Organización Republicana Gallega Autónoma en 1929.

La CNT, tras los años de represión, volvió a la carga mas radicalizada. Los partidarios de la insurrección revolucionaria constituyeron en 1927 la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Sin embargo la oposición del PSOE a la dictadura fue más tardía.

En estas circunstancias, perdiendo apoyos, incluidos militares y del propio rey, llegó la dimisión del dictador en enero de 1930. La caída del régimen supondría también la caída de la monarquía en el periodo entre 1930 y1931.

LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA

Alfonso XIII encargó la formación del gobierno al general Dámaso Berenguer con el fin de retornar a la normalidad constitucional. Pero a estas alturas la sociedad española, especialmente en el mundo urbano, estaba cansada y había cambiado, ya no era propensa a dejarse controlar por la maquinaria caciquil. Así que no se podía volver al punto anterior a la dictadura como si nada hubiese pasado.

El movimiento republicano ve su oportunidad y se moviliza, así en agosto de 1930, los diversos partidos republicanos, incluidos los nacionalistas catalanes y gallegos, acordaron el llamado Pacto de San Sebastián. Cuyo objetivo fundamental era proclamar la república. En octubre, los socialistas acordaron adherirse y participar en el futuro  gobierno de la república.

El reinado de Alfonso XIII



Los intelectuales también movieron ficha y encabezados por José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala publicaron el manifiesto fundacional de una Agrupación al Servicio de la República en el que instaban al resto de intelectuales a apoyar  el triunfo de la república. 

En febrero de 1931, Berenguer presentó su dimisión y le sustituyó un gobierno presidido por el almirante Aznar, que anunció la convocatoria de una elecciones municipales para el 12 de abril a las que seguirían otras generales con carácter constituyente. La llegada de la República era inminente.

LA EDAD DE PLATA DE LA CULTURA ESPAÑOLA

El desastre del 98 fue el revulsivo, no solo para el movimiento regeneracionista, sino para que un grupo  de pensadores y literatos se pusieran de acuerdo en sus reflexiones  sobre la esencia y el significado de lo español.  Para ellos, España estaba en un estado de postración. Fueron muy críticos moral y culturalmente y abogaban por esa regeneración.  Hablamos de la generación del 98, termino acuñado por Azorín. Formada por un grupo heterogéneo de escritores como Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Antonio Machado, Valle-Inclán o Ramiro de Maeztu.

Otro movimiento artístico y literario desarrollado entre 1885 y 1915 fue el Modernismo. Destaca la figura del arquitecto Antonio Gaudí en el plano artístico. En la literatura fue el nicaragüense Rubén Darío quien introdujo el modernismo en España. Juan Ramón Jiménez (premio Nobel de literatura en 1956) fue la  principal figura del modernismo.

Y saltamos al periodo de la Gran Guerra cuando un grupo de filósofos, historiadores, literatos e investigadores conformarían la generación del 14. La figura central fue José Ortega y Gasset, fundador de la Liga de Educación Pública en 1913 y de la Revista de Occidente en 1923, dedicadas a la reflexión intelectual y política. Preocupados por el problema del atraso español proponían como solución una europeización de España. De esta generación, ademas de Ortega, destacamos a Ramón Pérez de Ayala, Gregorio Marañon, Gabriel Miró, Ramón Gómez de la Serna, Américo Castro, Salvador de Madariaga, Eugenio D’Ors y Manuel Azaña.

A mediados de la década de los 20 surgió la generación del 27. A ella pertenecieron entre otros Luis Cernuda, Pedro Salinas, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Jorge Guillén, Gerardo Diego y Vicente Aleixandre, premio Nobel de Literatura en 1977. Se caracterizaron por una decidida voluntad de renovación de la vida cultural española en todos los ámbitos. Reaccionaron a los problemas de su época con un claro compromiso social y político. 

Pero a esta relación falta las siempre olvidadas, las sin sombrero, un grupo de escritoras y artistas que pertenecían a dicha generación pero que la historia ha silenciado o no ha puesto foco principal al igual que sus compañeros. Podemos mencionar a Marga Gil Roëset (escultora y poeta), Concha Méndez (escritora), Maruja Mallo (pintora surrealista), María Zambrano (filósofa), M.ª Teresa León (escritora), Josefina de la Torre (actriz), Ernestina de Champourcín (escritora), Rosa Chacel (escritora), Carmen Conde (escritora), Ángeles Santos (pintora), María Blanchard (pintora) o Margarita Manso (pintora y escritora). 

Y por último a la generación del 36, que surgió en el panorama cultural de la república. Aquí encontramos a Miguel Hernández, Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Juan Gil Albert, Max Aub o Ramón J. Sender entre otros.

Esta serie de artículos sobre la Historia de España están basados en el temario de 2º de Bachillerato. Historia de España, serie Descubre, editorial Santillana. Curso 2020-2021. Forma parte de una serie del mismo nombre publicada como podcast en ivoox por Historia Sin Pretensiones.

Fuentes:

Historia contemporánea de España 1808-1923 Blanca Buldain (coordindora). El reinado de Alfonso XIII 1902-1923 por Susana Sueiro Seoane. Ed Akal

Nueva Historia de España. La Historia en su lugar (diferentes volúmenes)


Comentarios

  1. Un buen trabajo, es de agradecer el esfuerzo que hacen para que conozcamos realmente este ultimo siglo. Muchas gracias

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