LA NOCHE DE LOS CUCHILLOS LARGOS
Como cualquier sistema
dictatorial que se precie, ya sea de la ideología que sea, el sistema para
consolidar en poder en los órganos propios es la purga, o conmigo o en mi contra.
De esta forma la noche del 30 de junio y la madrugada del 1 de julio de 1934 Hitler
provoca una masacre interna eliminando a sus enemigos. Ha pasado a la historia como
la Noche de los Cuchillos Largos u “Operación
colibrí”.
Limpieza del terreno
Al ascender al poder en febrero de 1933 Hitler no
tenía el control total dentro de su partido ni en el gobierno. Solo contaba con
dos ministros nazis en él. Todavía le quedaba lejano el control absoluto del
poder. Las maniobras maquiavélicas iban a ponerse en marcha. Y lo primero fue
el incendio del Reichstag. Aquel accidente
le brindó la oportunidad no solo de quitarse de en medio a las potentes fuerzas
de izquierda del momento con su represión sino también de dar un golpe en la
mesa por su autoridad. Una consecuencia relevante d aquello fue la aprobación
del decreto para la Defensa del Pueblo y del Estado. Era un instrumento
jurídico que suspendía las garantías constitucionales y legitimaba toda clase
de medidas coercitivas que rápidamente pusieron en marcha tanto las S.S. como una
deriva de las S.A.
Controlando el Parlamento
poco a poco fue aprobando medidas para anular a la oposición y lapidar
el sistema democrático. Una vez conseguido el problema lo tenían entre sus
filas.
Con estos avances en el
control del poder se alzan voces pidiendo mayores cambios, lo que se ha
conocido como la “segunda revolución”, especialmente reclamada por el
líder de las S.A., E. Röhm. Y estas eran sus
palabras:
«Se ha logrado una victoria
en el camino de la revolución alemana. Las S.A. y las S.S., que soportan la gran
responsabilidad de haber puesto en marcha la revolución, no permitirán que ésta
quede traicionada a mitad del camino…»
No a la «segunda
revolución»
Cuando la “vieja guardia”
se da cuenta que la revolución hitleriana es solo política y no económica
sufren una gran desilusión. La brecha entre Röhm y Hitler cada vez se va
haciendo más grande.
El final de los días del
Hindenburg estaba cerca y el ambiente en las esferas de poder de aquella
Alemania estaba muy tenso. Hitler quería tenerlo todo controlado y atar en
corto a las S.A. de Röhm. Necesitaba el apoyo del ejército y consigue que
éste le admita como sucesor del mariscal para lo que Hitler se compromete a limitar
las ambiciones de Röhm, a reducir las S.A. y a garantizar que el Ejército y
la Armada serían las únicas fuerzas del Tercer Reich.
Y es que la Sturmabteilung
(S.A.) era la organización paramilitar más importante dentro del partido
nacionalsocialista y Ernest Röhm, su líder. Desde unos años antes iba creciendo
su poder a la par de los militantes paramilitares que ya alcanzaban los tres
millones y se convertían en una amenaza para el ejército. Porque era
evidente que Röhm quería absorber al viejo ejercito alemán y chocaba con Hitler
por sus maniobras en favor el ese mismo ejército y el entorno financiero y
empresarial del país.
Röhm quería aprovechar la
confianza que tenía con el Führer, era de los pocos que le tuteaban. Exigía de
forma abierta una revolución social o “segunda revolución” como ya se ha
comentado. Estaba tan seguro de su poder que se permitía el lujo de desafía al
líder: «Las S.A. pueden ser también un instrumento para controlar al propio Hitler».
Con esta actitud se iba
granjeando enemigos dentro de la cúpula del partido. No solo H. Goering, del
que su animadversión era conocida por todos, sino también de Himmler, su
teórico superior, que tantas veces le había ensalzado. Pero que ahora vio también
la oportunidad de allanar su propio camino.
Sonido de sables
El siguiente movimiento
llegaría cuando las S.S. detienen y asesinan a otros cargos y jefes de las S.A. enfrentados por el control del poder y con rivalidades manifiestas.
El 30 de junio se
pone en marcha la “Operación colibrí”. Las
S.S. y la Gestapo comienzan a detener a miembros de las S.A. A Hitler le informan
de un posible levantamiento de las camisas pardas en Múnich que era más bien
una sospecha, pero que H. Himmler y H. Göring articularon de forma magistral.
Hitler viaja a Múnich
donde se iba a celebrar una reunión de altos jerarcas de las S.A. Allí son
detenidos junto a Röhm. La purga está en marcha y ya no hay freno. Hasta
que el líder fue asesinado cuando en la celda en la que estaba preso se negó a
quitarse la vida con el arma que le ofrecieron.
Propaganda justificativa
La justificación que
luego airearía la propaganda oficial sería el haber prevenido un
levantamiento interno, un golpe de estado inminente liderado por Röhm. Y de
paso una confirmación de la raza aria ya que Röhm era un reconocido
homosexual, vamos, un dos por uno en toda regla. Lo que no dejó de ser una
purga política.
La represión no solo se
ciñó sobre los miembros de la desprestigiada, ahora, S.A., si no que ya se
aprovechó para hacer limpieza en otros sectores, a río revuelto….
Aunque ha pasado a la
Historia como la Noche de los Cuchillos Largos la
del 30 de junio y la madrugada del 1 de julio en realidad la purga duró hasta
el 2 de julio. Aquellos días se calcula que fueron asesinados cerca de 200
personas aunque como siempre al hablar de datos estos varían según las fuentes.
Consecuencias
Supuso la consolidación
definitiva del poder de Hitler y de la dictadura nazi. Como tal, este
movimiento tuvo una gran repercusión en el ámbito exterior. Aunque los reales
riesgos y peligros que conllevaba esa consolidación no se vieron o no se
quisieron ver dadas las contemplativas políticas diplomáticas de franceses ya
británicos llevaron a cabo en los años siguientes.
¿Qué hubiera pasado si
Röhm le gana la partida a Hitler?
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