EL INCENDIO DEL REICHSTAG

EL INCENDIO DEL REICHSTAG


La noche del 27 de febrero de 1933, el Reichstag, el Parlamento alemán es pasto de las llamas. Hoy todavía no hay certeza de si los nazis estuvieron detrás del incendio, solo sospechas, pero muy consistentes. Lo único que es cierto es que un holandés Marinus van der Lubbe se declaró autor, pero ¿lo hizo en solitario? ¿por propia iniciativa? ¿incentivado por alguien?

Lo que no es discutible es que Hitler supo aprovechar la oportunidad que los acontecimientos le brindaban y sacó partida de esa noche.

ANTECEDENTES

En ese 1933 todo iba muy rápido. El 30 de enero Hitler era nombrado Canciller de Alemania. No dejó pasar tiempo y comenzó a desarrollar la demoledora actividad política para asentar su poder. Comienza la carrera por restringir derechos y libertades e intentar controlar absolutamente todo en la vida de los alemanes. Poco después presionó al viejo Hindenburg para que convocara elecciones anticipadas el 5 de marzo y en plena campaña electoral sospechosamente arde el Parlamento.

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Desde que ocupó la Cancillería las prioridades de Hitler fueron: llenar de contenido las carteras ministeriales en poder de su partido, el NSDAP (Partido Nacional Socialista de los trabajadores alemanes); ganarse al ejército para que le fuera fiel; desmantelar el sistema parlamentario y democrático y ganar de forma contundente las siguientes elecciones legitimando su poder.

Pero su mayor obsesión era expulsar el comunismo de Alemania. En aquellos días de campaña electoral los mensajes que acusaban a los comunistas de la ruina del país eran constantes. De hecho, la sede del Partido Comunista fue asaltada con el pretexto de que estaban preparando un golpe de Estado.

El incendio le dio pie para la culminación de sus aspiraciones totalitarias y tomar una serie de medidas para suprimir derechos constitucionales, perseguir a miles de opositores y, quitándose la careta, imponer un régimen totalitario por parte de Hitler. Poco había durado la democrática República de Weimar.

ACUSACIÓN

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La misma noche del incendio la maquinaria nazi con Goebbels a la cabeza y muy bien secundado por Goering y el mismo Hitler, se puso en marcha. Primer paso, sin pruebas, acusar a los comunistas, segundo paso, el día siguiente obligar a Hindenburg firmar el decreto para la Protección del Pueblo y del Estado, que implicaba la suspensión de los derechos de reunión, la libertad de expresión y de prensa, y otras garantías constitucionales. Dicho decreto ha pasado a la historia como el “decreto del fuego del Reichstag”.

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Esa misma noche los altos jerarcas del partido nazi no dejaron pasar la oportunidad para inculpar a los comunistas. Goebbels ante la prensa: «éste es el último intento comunista de sembrar confusión mediante el fuego y el terror para hacerse con el poder en medio del pánico general», para rematar Göering: «éste es el inicio de una insurrección comunista. ¡Esa hora cuando van a atacar! No hay que perder un minuto».

CULPABLE

Estando el edificio en llamas, la policía encontró dentro a Van der Lubbe, joven comunista holandés que había llegado a Berlín una semana antes sobreviviendo en albergues y gracias a la caridad pública. Testigos dijeron haber oído rotura de cristales, incluso que se había visto a más de una persona en el interior o entrando.

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Según la versión oficial el holandés había entrado en el Reichstag por la tarde y se había ocultado hasta el cierre del edificio. Sobre las 21:00 había conseguido incendiar el edificio siendo detenido 25 minutos después cuando todo estaba en llamas y nada se podía hacer para detener el fuego.

Esa misma noche se detuvieron a mas de cuatro mil dirigentes comunistas, funcionarios y diputados, la gran mayoría en sus camas, prueba evidente de que no estaban pergeñando ningún golpe de Estado.

EL JUICIO

En el juicio se sentaron en el banquillo de los acusados el joven holandés, Ernst Torgler, líder del grupo parlamentario comunista en el Reichstag y otros tres comunistas búlgaros que vivían en Berlín, Georgi Dimitrov, Simon Popov y Vassili Tanev, detenidos el 9 de marzo. El único condenado fue Van der Lubbe que fue ejecutado en la guillotina el 10 de enero de 1934, quedando los otros cuatro inculpados en libertad pocos días después.
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La jerarquía nazi consiguió designar al juez Paul Vogt como instructor del caso. El juicio se celebró en la ciudad de Leipzig y comenzó el 21 de septiembre de 1933 en una primera fase. Continuó posteriormente en Berlín a partir del 10 de octubre para reconstruir los hechos sobre el incendiado edificio. De vuelta a Leipzig se convirtió en un juicio político.

Van der Lubbe, a pesar de su complexión fuerte se mostró abatido durante todas las sesiones, poco sociable y siempre cabizbajo. Parecía distraído y somnoliento, hechos que levantaron sospechas de estar bajo efectos de sedantes. Aceptó su culpabilidad sin ningún tipo de dudas y sin replicar las acusaciones recibidas. Su defensa poco o nada pudo hacer, con independencia de las pocas garantías procesales, había sido detenido en el interior del edificio en llamas y había confesado.

OTRAS VERSIONES

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Después de finalizar la IIª Guerra Mundial y ya desde los Juicios de Nuremberg distintas teorías han ido apareciendo sobre la autoría del incendio. El historiador estadounidense William L. Shirer recoge una declaración jurada del general alemán Franz Halder, quien afirmaba que Hermann Göring en el juicio de Nüremberg, se había jactado en privado sobre la autoría del incendio del Reichstag. La sombra de la sospecha sobre el resultado final del juicio ha sobrevolado hasta el siglo XXI.

Después de la unificación alemana, desde la propia Alemania se abrieron nuevas líneas de investigación. Así historiadores germanos volvieron sobre la teoría conspiratoria atribuyendo a los nazis la perpetración del incendio poniendo en tela de juicio las supuestas evidencias sobre las que se tomaron la decisión judicial de 1933. Atribuyendo a un comando de las SA la autoría. Integrantes del comando que posteriormente serian asesinados por las SS la noche de los cuchillos largos en junio de 1934.

75 años después, el 10 de enero de 2008, el Tribunal Federal de Justicia de Alemania anularía la sentencia de muerte de Marinus van der Lubbe, absolviéndole e indultándole

CONCLUSIÓN

El incidente del incendio ayudó sobremanera a los nazis a hacerse con el poder. Aunque en las elecciones del 5 de marzo sus resultados no fueron los esperados consiguiendo 288 en una cámara de 647 escaños alejados de la mayoría absoluta. La izquierda, a pesar de todas las trabas puestas en la campaña electoral por el partido de Hitler, consiguió 200 escaños. Pero esto no paralizó a los nazis que apoyados por el Partido Nacional Alemán consiguieron el poder y vía libre para poner en marcha sus propuestas perfectamente definidas en Mein Kampf.

El resto de la historia nos suena, ¿verdad?

“No tenía razón o motivo alguno para incendiar el Reichstag. Desde el punto de vista artístico no me arrepiento en absoluto de que la cámara se quemara; tenía la esperanza de construir una mejor. Por lo que si lo lamento mucho es porque me vi obligado a buscar un nuevo lugar de encuentro para el Reichstag, y al no ser capaz de encontrar uno, tuve que renunciar a mi Ópera Kroll. La ópera me parecía mucho más importante que el Reichstag” Herman Goering en los Juicios de Nuremberg.

Hitler definió públicamente el incendio “como la antorcha que precede a una nueva era en la historia de
 la Humanidad”.












Fuentes:
Aventura de la Historia nº 112 75 años del incendio del Reichstag


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