EL BISMARCK: «EL MAS PODEROSO DE LOS ACORAZADOS ENEMIGOS»
Cuando comenzó la guerra
la situación de la armada alemana (Kriegsmarine) no era la idónea para entablar
combate con la potente Royal Navy. El plan, dadas las circunstancias,
era establecer un plan de bloqueo al Reino Unido destruyendo todo buque
mercante que le pudiera suministrar recursos. Los submarinos, conocidos
como U-Boot y los escasos navíos de guerra disponibles se
pusieron en marcha. Aunque la Kriegsmarine
nunca puso en peligro de muerte a Gran Bretaña, causó muchos problemas de
abastecimiento hasta principios de 1944.
Victorias de la
Kriegsmarine
A pesar de la diferencia
entre ambas armadas los alemanes consiguieron pequeñas victorias que les
invitaron a ser optimistas. Así el submarino U-47 comandado por Günther Prien en
el ataque a la base naval de Scapa Flow,
hundió al acorazado Royal Oak
y las andanzas del acorazado de bolsillo Admiral Graf Spee acreditaron
esa visión y percepción. En noviembre de 1940, el Admiral Scheer torpedeó
y hundió 15 buques, mientras que el Scharnhorst y el Gneisenau dieron cuenta de
otros 22 buques en enero de 1941. Estas victorias motivaron al almirantazgo
alemán a enviar a combatir a la joya de la corona, el acorazado Bismarck.
El Bismarck desplazaba 41.700
toneladas y podía llegar a las 50.300 a plena carga. Su eslora era de 251 m, su
manga de 36 m y su calado máximo de 9,9 m. Todo ello hacía de este acorazado el
mayor botado por Alemania y en uno de los más pesados construido por cualquier
armada europea.
Alcanzaba una velocidad
máxima de 30 nudos (55,6 km/h) en las pruebas de velocidad. Su tripulación
estándar era de 103 oficiales y 1962 marineros.
El Bismarck en aguas del
Atlántico Norte
En el mes de mayo de 1941
se produjo uno de los momentos más vibrantes en la conocida como Batalla del
Atlántico. El acorazado alemán salió del puerto de Bergen en los fiordos
noruegos en busca de las rutas de convoyes que se dirigían a Gran Bretaña.
Su presencia en aguas del
Atlántico fue detectada por la Royal
Navy que rápidamente ordenó su persecución. El peligro del Bismarck para sus mercantes era real y
muy potente. La “Home Fleet” como se conoce a la flota británica que operaba
en aguas europeas en la Segunda Guerra Mundial, estaba comandada por el
almirante sir John Tovey y la formaban los acorazados King George V y Prince of Wales; los
cruceros de combate Hood y Repulse;
el portaaviones Victorius y su correspondiente escolta de
destructores. En Gibraltar tenía su base otra escuadra al mando del
vicealmirante sir James Somerville con el crucero de combate Renown, el portaaviones Ark Royal, el crucero Sheffield y seis cazatorpederos.
Pese a la desproporción
de cinco a uno a favor de los británicos, el Bismarck superaba a éstos en cuanto a capacidad ofensiva.
La Royal Navy avista
al Bismarck
El 23 de mayo los
ingleses avistan al Bismarck. Comienza
la batalla. El primero en conocer la furia del acorazado alemán es el Hood que es
hundido y el Prince of Wales
recibió grandes daños. «El Hood fue
blanco a una distancia de unos 20 kms, de un cañonazo que penetró en la
santabárbara y estalló, salvándose muy pocos tripulantes. Este esplendido
barco, diseñado hace veintitrés años, es una pérdida seria para la Marina Real
y lo es mucho mayor aún por la desaparición de los marinos y oficiales de a
bordo» Así relataba Churchill la perdida del
acorazado ante la Cámara de los Comunes días después.
Hitler felicita a la
tripulación del Bismarck por
el hundimiento del Hood
A bordo del Bismarck se
desbordó el júbilo que se incrementaría al día siguiente al recibir un
radiograma del mismo Hitler comunicando la concesión de la Cruz de Hierro al
teniente de navío Scheneider, jefe de artillería del buque. La sección de
Propaganda de la Marina alemana había grabado las escenas culminantes del
hundimiento del navío británico y completaba el reportaje con los festejos y
ceremonias a bordo. Pero no tendrían mucho tiempo de celebraciones.
Ataque aéreo
Sería la primera vez en
la historia naval que se realiza un ataque aéreo a un acorazado en alta mar,
cuando nueve aviones procedentes del Victorius
atacan al Bismarck, pero sin alcanzar
el objetivo. El almirante Tovey había pedido ayuda a la escuadra de Gibraltar y
previendo que el Bismarck quería acercarse a la costa francesa para recibir
ayuda de la Luftwaffe, ordena otro ataque
aéreo con aparatos del Ark Royal pero
por error atacan al Sheffield quien
consigue eludir el ataque “amigo”.
El día 26 continua
la persecución y los ataques aéreos y el Bismarck
es alcanzado por varios torpedos.
Duelo artillero
A las 8:15 h del día
27 le avistan el Norfolk y
el Suffolk entablando un duelo artillero. Dos horas después el Bismarck presenta graves daños y se aprecian tremendos boquetes
en los costados despidiendo una columna de denso humo. Sin pedir tregua y
enarbolando la bandera de combate continuó hasta que se hundió. Se
pudieron rescatar 110 supervivientes.
Churchill ante la Cámara
de los Comunes
Así lo contaba Churchill
en la Cámara: «hacia medianoche supimos que el Bismarck había sido blanco de dos torpedos, uno en el centro y otro
hacia la popa. El segundo torpedo afectó, al parecer, a un mecanismo de
tracción, pues no solo se vio reducido a pequeña velocidad, sino que empezó a
trazar círculos sin gobierno aparente. Además, una de nuestras flotillas hizo
blanco en él con otros dos torpedos, que le hicieron prácticamente pararse del
todo (…) Esta mañana, al romper el alba o unos instantes después, el Bismarck fue atacado por acorazados de
la Flota británica. El Bismarck no se
hundió por el fuego de los cañones, sino a consecuencia de otro torpedo aéreo».
«Por grande que sea
nuestra perdida al desaparecer el Hood,
el Bismarck debe ser considerado
como el mas poderoso de los acorazados enemigos, y el eliminar esta unidad
de la Marina germana es una simplificación muy evidente de la tarea que tenemos
que llevar a cabo para hacer eficaz el dominio de los mares del Norte y el
sostenimiento de nuestro bloqueo en esas aguas».
Tras el hundimiento del
Bismarck que supuso un duro golpe para la Kriegsmarine, el III Reich proseguirá la guerra marítima
apostando por los U-Boot.
«El Bismarck presentó una noble batalla, luchando contra fuerzas muy superiores.
Es una pena que por “razones
políticas” este hecho no pueda hacerse público». Escribiría el almirante ingles sir John
Tovey en su informe.
La Segunda Guerra
Mundial, volumen 1, editorial Argos 1969
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