LOS JUICIOS DE NUREMBERG
La alta jerarquía nazi ante
un Tribunal.
Según avanzaba la guerra y las posibilidades de
victoria de los aliados se agrandaba, la idea de sentar a los responsables
nazis ante un Tribunal de Justicia se iba haciendo cada día real a la vez que
necesaria, máxime según se iban descubriendo las atrocidades que se habían
cometido.
De esta forma el 20 de noviembre de 1945 comenzaría
uno de los procesos judiciales más famosos de la historia y que se ha conocido
como los Juicios o Procesos de Nuremberg, ante el Tribunal Militar
Internacional, en el que se juzgarían las responsabilidades de
dirigentes, funcionarios y
colaboradores del régimen nacionalsocialista, instaurado por Adolf Hitler en
Alemania y que se extendió por toda Europa, por los crímenes y abusos contra la
humanidad cometidos desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial en septiembre
de 1939.
No solo se celebró el juicio contra los altos cargos
nazis, sino que también hubo otros donde se juzgaron a los funcionarios menores
del Estado, Ejército, doctores, jueces e industriales alemanes.
Principales líderes acusados
Un total de 21 líderes se sentaron ante dicho
Tribunal, excepto M. Bormann que fue juzgado y condenado en ausencia, siendo otras
ausencias más notorias por haberse suicidado los días previos a la toma de
Berlín por el ejército soviético, las del propio Adolf Hitler, la de su
Ministro de Propaganda J. Goebbels y la de Heinrich Himmler, Reichsführer o
capitán general de las SS.
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H Göring leyendo en su celda |
Tampoco pudieron ser juzgados en presencia por haber
conseguido huir con antelación, Adolf Eichmann y Josef Mengele. Eichmann fue
descubierto en Argentina en la década de los 60 por el cazador de nazis Simón
Wiesenthal y fue llevado a juicio en Israel acusado de facilitar la deportación
de millones de judíos. Fue hallado culpable y ejecutado.
Entre los dirigentes más conocidos y destacados del
régimen se encontraban: Hermann Göring, comandante en jefe de la Luftwaffe;
Karl Dönitz, almirante de la Kriegsmarine y sucesor de Adolf Hitler tras su
suicidio; Rudolf Hess, secretario particular de Adolf Hitler,
capturado en Escocia en 1941 cuando saltó en paracaídas en unas circunstancias
aún no esclarecidas; Alfred Jodl y Wilhelm Keitel, altos mandos de la
Wehrmacht; Joachim von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores; Albert
Speer, arquitecto y ministro de Armamentos o Franz von Papen, político y
diplomático alemán clave en el ascenso de Hitler al poder. Hasta completar una
nómina de 21.
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R. Hess |
Göring se sentó en la primera fila de la tribuna
habilitada para los acusados en el primer asiento de la izquierda. A su lado R.
Hess que llegaba directo de su cautiverio inglés. Era la primera vez que se
veían en mucho tiempo. Dándole una palmadita al jefe de la Luftwaffe le dijo: «Esté ud. tranquilo mariscal, toda esta tramoya se convertirá en humo y dentro de un
mes será usted Führer de Alemania». La cara de estupor del mariscal como la del
resto de acusados que llegaron a escuchar el comentario fue manifiesta, todos
consideraban que Hess estaba loco.
Cargos
El 18 de octubre de 1945 se reúnen en Berlín los
miembros del Tribunal para firmar el acta de constitución y se redacta el
escrito de acusación. Los cargos por los que fueron acusados fueron:
1.
Conspiración
2.
Crímenes
contra la paz
3.
Crímenes
de guerra y
4.
Crímenes
contra la Humanidad.
Tribunal
Ocho magistrados constituyeron el Tribunal que fue
presidido por sir Geoffrey Lawrence que junto a sir Norman Birkett
representaban a Reino Unido; Francis A. Biddle y John J. Parker lo hicieron por
los Estados Unidos; Henri Donnedieu y Robert Falco por Francia y por la
U.R.S.S. el general Iola T. Nikischenko y el teniente coronel Alexis F.
Wolchkow. Solo estos vistieron uniforme militar, el resto lo hizo con togas.
El fiscal jefe de la Corte fue el juez
estadounidense Robert H. Jackson, con la ayuda de los fiscales Hartley
Shawcross, del Reino Unido; el general Román Rudenko, de la URSS; y François de
Menthon y Auguste Champetier, de Francia.
La audiencia duró 218 días celebrándose 407 sesiones
entre el 20 de noviembre de 1945 y el 1 de octubre de 1946 día en que se conocería
la sentencia. Solo se aplazó en el mes de septiembre, el día 30 se reanudó la
vista para dar lectura a los considerandos de la sentencia. Testificaron 240
testigos y fueron comprobadas 300.000 declaraciones juradas. El ministerio
fiscal presentó 2.630 pruebas y todos los documentos tenían que ser redactados
en los cuatro idiomas oficiales, alemán, ruso, francés e inglés.
La disposición de la sala era singular. A un lado en
una especia de tribuna los acusados custodiados por miembros de la policía
militar estadounidense. Delante y en un plano inferior los abogados defensores
y enfrente la mesa presidencial, a sus pies la batería de taquígrafos. Había un
púlpito para las declaraciones de acusados y testigos. Y una mesa para el
ministerio fiscal y los defensores.
Detrás de los acusados, separados por una cristalera,
los traductores. Se utilizó el sistema de traducción simultánea por lo que todo
el mundo disponía de auriculares.
Al llegar a las celdas de Nuremberg, previo a las
sesiones, se les hizo a los detenidos una prueba de inteligencia por un psicólogo judicial
americano, el Dr. Gilbert y sobre un índice de 90 a 100, considerado como la
media de un hombre normal, el que menos puntuación sacó sobrepasaba en 6 puntos
la inteligencia normal y corriente.
Declaraciones
Rudolf Hess, que se encontraba por primera vez con
sus compañeros después de varios años preso en Reino Unido, fue el único que
pronunció palabras de lealtad a Hitler junto a Seyss-Inquart. El resto no
admitió su culpa y buscaron justificaciones que les exoneraban. Ribbentrop,
ministro de Asuntos Exteriores llegó a decir que la política exterior era
dirigida por otro; Keitel que prefería elegir la muerte a dejarse apresar en
las redes de unos métodos tan criminales; Kaltenbrunner que el antisemitismo de
Hitler era una barbarie; Streicher que los asesinatos en masa ordenados por
Hitler no eran ni mas ni menos que unos
actos de represalia por el desgraciado curso de la guerra; Funk que estos actos
criminales le llenaban de profunda vergüenza o el propio Speer: «el pueblo
alemán condenará, después de este proceso, a Hitler como el causante directo de
sus desgracias».
Sentencias
El tribunal dictó once condenas a muerte, tres
condenas de cadena perpetua, dos a veinte años, una a quince y otra a diez años
de prisión. Tan solo Hans Fritzsche, Franz von Papen y Hjalmar Schacht fueron
absueltos de sus cargos.
Martin Bormann Juzgado y sentenciado en rebeldía a
muerte en la horca
Hans Frank Muerte en la horca
Wilhelm Frick Muerte en la horca
Hermann Göring Muerte en la horca. Se suicidó antes
de cumplir la sentencia.
Alfred Jodl Muerte en la horca
Ernst Kaltenbrunner Muerte en la horca
Wilhelm Keitel Muerte en la horca
Joachim von Ribbentrop Muerte en la horca
Alfred Rosenberg Muerte en la horca
Fritz Sauckel Muerte en la horca
Arthur Seyss-Inquart Muerte en la horca
Julius Streicher Muerte en la horca
Walther Funk Cadena perpetua
Rudolf Hess Cadena perpetua
Erich Raeder Cadena perpetua
Albert Speer 20 años de prisión
Baldur von Schirach 20
años de prisión
Konstantin von Neurath 15 años de prisión
Karl Dönitz 10 años de prisión
Hans Fritzsche Absuelto
Franz von Papen Absuelto
Hjalmar Schacht Absuelto
Cumplimiento de las condenas
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Sargento Mayor J.C. Woods |
Los condenados a muerte fueron ejecutados por el
sargento mayor John C. Woods, auxiliado por dos ayudantes, en el gimnasio de la
prisión de Núremberg, el 16 de octubre de 1946. En dicho gimnasio se instalaron
tres horcas pintadas de negro y a las que se tenía que subir por trece
peldaños.
A las 22:45 del día 15 en una ronda de vigilancia
descubren que el prisionero H. Göering había ingerido una ampolla de cianuro y
moriría al poco tiempo, tres horas antes de ser ejecutado. No se ha descubierto
quien pudo haberle hecho llegar la famosa ampolla, pero todo parece apuntar a
su esposa en la última entrevista del 7 de octubre.
A la 1 de la madrugada subió al patíbulo Ribbentrop.
Casi a las 3 finalizaron las ejecuciones. Los cadáveres fueron llevados al
crematorio del cementerio de Múnich y sus cenizas arrojadas al rio Isar.
El 18 de julio de 1947 fueron trasladados a la
prisión de Spandau los condenados a penas de cárcel. El último preso fue Rudolf
Hess condenado a cadena perpetua y que falleció en la prisión en 1987 y que
durante más de 20 años fue el único ocupante de la prisión después de la
liberación de Speer en 1966.
De todos los condenados a penas de cárcel, solo
cuatro las cumplieron completamente, ya que Constantin von Neurath fue
indultado en 1954 al cumplir 81 años; Raeder lo fue en 1955; al año siguiente
Doenitz y Funk el 16 de mayo de 1957.
¿Cuándo se decidió hacer un
Juicio a los líderes nazis?
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Stalin, Roosevelt y Churchill, Conferencia de Teherán |
En los preparativos de la Conferencia de Teherán de
1943 donde los tres grandes líderes aliados, Stalin, Roosevelt y Churchill,
iban a sentarse a diseñar los siguientes pasos en la guerra ya se planteó el
tema de forma muy liviana. De hecho, el premier británico consideraba que
organizar un gran proceso judicial significaría un problema y era más
partidario de la ejecución sumaria de los grandes líderes que pudieran ser
apresados. Como mucho que una comisión de juristas internacionales decidiese
quienes eran los responsables. Pero durante la propia Conferencia fue matizando
su postura.
En la Conferencia de Quebec de agosto de 1944,
Roosevelt y Churchill prestaron especial atención a este tema: «Aparte de las
grandes dificultades que entraña la formación de un Tribunal, la exposición de
cargos, la reunión de las pruebas, el futuro (de los responsables) es asunto
político y no judicial. La última palabra sobre un asunto de tanta relevancia
política y popular no puede depender de unos jueces, por más competentes y
capaces que puedan ser. La política a seguir deberán decidirla conjuntamente
los gobiernos aliados».
Stalin sorprendió a Churchill en su viaje a Moscú en
octubre de 1944 cuando se mostró partidario a reunir un tribunal Internacional
para juzgar a la cúpula nazi y no optar directamente por la ejecución sumaria
que ya antes había manifestado. Esto no significaba que renunciara a una
represión brutal, cosa que hizo en la Alemania bajo su ocupación.
En febrero de 1945 en la reunión de Yalta el tema se
puso encima de la mesa. Pero al igual que otros temas también quedo en el aire
y no se cerró nada.
El nuevo presidente estadounidense, Truman, apostó
por la idea de hacer justicia y no venganza. Churchill le siguió. El siguiente
paso fue encargar a Robert H. Jackson, juez del Tribunal Supremo norteamericano, que
organizara un gran proceso internacional contra los dirigentes nazis.
Tres semanas después finalizaba la guerra en Europa
y la maquinaria judicial se puso en marcha.
Quedaba el trabajo de apresar a los principales
dirigentes. Doenitz, Jodl y Speer ya lo estaban, pues fueron los responsables
de firmar la capitulación. Otros tres recibieron a los norteamericanos con los
brazos abiertos: Göring preso de las SS y a punto de ser fusilado, von Papen en
manos de la Gestapo y Hjalmar Schacht preso desde el atentado contra el Führer
de agosto de 1944.
La captura de otros dirigentes fue más problemática
pues intentaban escapar de los vencedores, sabedores de su futuro inmediato si
eran detenidos.
¿Por qué se eligió
Nuremberg?
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Vista del banquillo de los acusados custodiados por Policia Militar |
En junio de 1945 Robert Jackson preguntó por alguna
ciudad alemana que hubiera mantenido casi intacto su Palacio de Justicia, que
tuviera una serie determinada de despachos, cárcel, buenas medidas de seguridad
y hoteles para albergar jueces, abogados, testigos y periodistas. Dos horas
después tenían respuesta: Nuremberg.
Esta ciudad tenía antes de la guerra unos 400.000
habitantes llena de monumentos e Historia. Pero sobre todo había sido una
ciudad simbólica para Hitler. Allí se celebraron los fastos del nazismo, sus famosos
desfiles de antorchas, allí pronunciaba el Führer sus incendiarios y violentos
discursos y allí fue donde se promulgaron las leyes antisemitas. El Palacio,
además, había recibido escasos daños.
Controversia y voces
críticas
El mismo día que comenzó el juicio se pudo escuchar
a von Ribbentrop referirse al mismo de forma despectiva: «Ya lo veréis. Dentro
de unos años los abogados de todo el mundo condenarán este juicio. No se puede
hacer un juicio sin ley».
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Celdas del Palacio de Justicia de Nuremberg |
No han sido pocas las voces que desde entonces han
cuestionado las garantías legales que rodearon a este macro juicio. Se ha
criticado que los cargos contra los acusados solo fueron definidos como “crímenes”
después de ser cometidos y siempre ha sobrevolado por encima la idea de la
venganza. ¿Deberían haber sido declarados nulos? El mismo Presidente del
Tribunal Supremo de los EE. UU. H.F. Stone (1941
hasta su muerte en 1946) describió a la corte de Nuremberg como "un
fraude" para los alemanes. Y habló de linchamiento. Y William Orville
Douglas jurista y político estadounidense, Juez Asociado de la Corte Suprema de
los Estados Unidos consideraba que «los Juicios de Núremberg no tenían
principio (…) la ley fue creada ex post facto para adaptarse a las pasiones y
al clamor de la época».
También se ha cuestionado la validez del tribunal y
el procedimiento en sí. Los jueces habían sido nombrados por los vencedores.
¿Tenían los acusados posibilidad de recusar a los jueces? La sombra de la
parcialidad sigue vigente.
También se produjeron contradicciones. Uno de los
cargos contra Wilhelm Keitel, Alfred Jodl y von Ribbentrop incluía conspiración
por cometer agresión contra Polonia en 1939, cuando había un pacto con los
soviéticos (Pacto Mólotov-Ribentropp de agosto de 1939) que acordaba el reparto
de Polonia, pero lo lideres soviéticos no fueron juzgados por esa misma
conspiración.
Otra cuestión curiosa fue el tratamiento de la
masacre de Katyn por que el fiscal en jefe soviético intentó presentar
documentación falsa para inculpar a los alemanes de aquel asesinato masivo de
oficiales polacos. Los otros fiscales aliados no lo permitieron. Décadas más
tarde, en 1990 el propio gobierno soviético reconoció la autoría de la masacre
por parte del ejército rojo.
El doble rasero será siempre un condicionante que no
se separará de la historia de los Juicios de Nuremberg. Solo se juzgaron las
barbaridades del bando derrotado quedando impunes la de los vencedores que, como
en toda guerra, también las hubo. Hiroshima, Nagasaki, el avance soviético en
el frente del Este y su actuación sobre la población civil, los bombardeos
británicos a las ciudades alemanas…… en Teherán se discutió
sobre el Plan Morgenthau por el que los americanos, apoyados por los
británicos, querían transformar a Alemania en un país agrícola, expulsando del
país a veinte millones de habitantes.
En una editorial del periódico semanal británico “The Economist”, se criticó la hipocresía de Gran Bretaña y Francia por apoyar la expulsión de la URSS de la Sociedad de Naciones en 1939 por su ataque no provocado a Finlandia y seis años después cooperar con la URSS con respeto de igualdad en Nuremberg.
Fuentes
La Segunda Guerra Mundial volumen II. Argos
La Aventura de la Historia número 85 Nuremberg,
1945. El nazismo al banquillo
Nuremberg, juicio al nazismo. Fernando Paz
El Juicio de Nuremberg 50 años después. A. Fernández
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