LA BATALLA DE OKINAWA
Tras Iwo Jima y las islas
Palau le tocaba el turno a Okinawa. Esta isla formó parte del antiguo reino de
las islas Ryukyu, tributario del emperador de China. Estuvo siempre más
vinculado a China que a Japón.
La importancia de Okinawa
para los aliados era su situación estratégica, vía de comunicación vital entre
Japón y los territorios conquistados. Era el eslabón central en una cadena de
islas que, como si fuera una barrera natural, discurrían entre Kyushu hasta Formosa, protegiendo el mar de China
oriental. Era la isla de mayor tamaño, en ella se habían construido aeródromos
e instalaciones militares, tenia un puerto y los dos únicos fondeaderos
adecuados para la flota imperial al sur de Kyushu. Era la plataforma de
lanzamiento para la Operación Downfall que tenía como objetivo la invasión de
Japón. El lanzamiento de las bombas atómicas en agosto de 1945 haría inútil tal
plan.
La batalla se conoce
también por Tifón de Acero, rememorando la intensidad y agresividad de los
combates y la gran cantidad de buques que participaron en ella. Resultó ser una
de las batallas de la Segunda Guerra Mundial con más víctimas entre civiles y
militares, con cerca de 250.000.
Después de la pérdida de
Filipinas e Iwo Jima, el cuartel general del ejército
imperial preparó la operación Ten-Go, contemplando varios escenarios de ataques
aliados. Con esta previsión decidieron concentrar a todas las fuerzas
disponibles en las islas Ryukyu y en Kyushu y utilizar los ataques suicidas
masivos como gran arma defensiva. El acorazado Yamato, el acorazado de guerra más
pesado y fuertemente armado de la guerra, comandado por el almirante Seiichi
Ito, junto con otros nueve buques de guerra, puso rumbo a Okinawa. Iba a ser la
última operación naval de la armada japonesa en la IIª Guerra Mundial, fue
hundido antes de llegar el 7 de abril junto a otros navíos. La Armada Imperial
perdió ante el ataque aliado alrededor de 3.700 marineros, incluyendo a su
almirante por escasas bajas aliadas, 12 aviones con sus respectivos pilotos.
DEFENSA DE LA ISLA
La isla contaba con una
guarnición defensiva de 120.000 hombres, incluyendo el apoyo de casi 40.000 habitantes
de las islas Ryukyu, mal preparados y sin apenas formación militar en combate,
y gran cantidad de piezas de artillería. La cobertura aérea procedía de la base
de Kyushu y de las de Formosa, además de las cuatro bases de la propia isla,
Kadena, Yontan, Machinato y Oruku y la de la isla vecina de Ie-Shima. Su punto flaco, carecían de carros de combate, solo disponían de 27. Al frente de todas
las tropas defensivas de la isla estaba el general Mitsuru Ushjima que contaba
con su segundo al mando, Isamu Cho y con el jefe de Operaciones, Hiromichi
Yahara. Éste abogaba por una estrategia defensiva mientras que Cho era más
partidario de la ofensiva. El norte de
la isla estaba defendido por el Coronel Udo Takehido.
La operación Iceberg,
como se conocía el asalto a Okinawa concedía especial importancia al control
del sur de la isla. Era la parte mas adecuada para construir aeródromos e
instalaciones portuarias. Desde allí tomar el resto de la isla y en una tercera
fase adueñarse del resto de islas del archipiélago. Del minucioso estudio de la
isla se concluyó que las playas más adecuadas para los desembarcos eran las de
la costa occidental, alrededor de Hagushi.
FUERZA DE ATAQUE: LOS MARINES
Para la ocasión se preparó
una fuerza de asalto de más de 180.000 hombres, de los cuales 80.000 pertenecía
al cuerpo de Marines, y más de 100.000 en servicios logísticos. Formaban el Xº Ejercito y a su mando el
teniente general Simo Bolivar Buckner. Estaba compuesto por dos cuerpos, el III
Cuerpo Anfibio comandado por el mayor general Roy Geiger y el XXIV Cuerpo bajo
el mando del mayor general John R. Hodge.
Pero el desembarco
necesitará cobertura aérea y artillera por lo que se reunió la mayor armada que
hasta entonces cursara las aguas del Pacífico, la 5ª flota del almirante Nimitz
al completo. 330 buques de guerra y más de 1.000 de transporte, con 12
portaaviones estadounidenses (Enterprise, Essex, Interpid o Hornet entre
otros), 9 cruceros, 14 acorazados y 12 destructores. Apoyados por la Flota
Británica del Pacífico que aportaba un cuarto del poder naval y aéreo de los
aliados, con portaaviones como el formidable, Illustrius, Indomitable o
Victorius. El volumen total de la Armada aliada superaba el que participó en la
Operación Overlord del pasado mes de junio.
Los ataques preparatorios
comenzaron el 25 de marzo con bombardeos aéreos y navales, pero como ya pasó en
Iwo Jima los resultados no fueron los esperados. Previamente la aviación aliada
se había encargado de bombardear las bases japonesas de la zona en distintas
islas con lo que la presencia aérea enemiga sobre la isla era prácticamente
inexistente.
EL DESEMBARCO
A primera hora de la
mañana del domingo 1 de abril salen las primeras lanchas de desembarco hacia
las playas de Okinawa. A las 8:24 el alto mando aliado recibe un mensaje: «las tropas acaban de desembarcar».
En una hora 16.000 hombres ya estaban sobre la playa de la isla. Desde ese
mismo momento los buques que bombardean la isla como apoyo artillero reciben
las primeras visitas de los kamikazes japoneses. Un barco hundido y tres
seriamente tocados es el balance de ese primer ataque contra la flota. Los
ataques suicidas fueron aéreos (kamikazes) y con lanchas motoras con base en
tierra.
Al finalizar ese día
había sobre la isla un total de 60.000 marines. Cuatro días después habían
llegado a la costa oriental y asegurado el centro de la isla y los aeródromos
de la zona con menos resistencia de la esperada. A bordo del buque-almirante
las noticias de esa escasa resistencia no sorprenden. Tenían la lección
aprendida de Iwo Jima y todo el mundo con el recuerdo en mente desconfía de la situación.
PROPAGANDA NIPONA
El 12 de abril fallece el
presidente Roosevelt, en medio del ataque a la isla y los ataques aéreos contra
la flota aliada; la propaganda japonesa aprovecha para lanzar octavillas con el
siguiente texto:
«Debemos expresar nuestro profundo sentimiento por la muerte
del presidente Roosevelt. Esta perdida agrava la tragedia estadounidense en
Okinawa. Como ustedes lo habrá visto, el 70 por ciento de sus portaaviones y el 73 por
ciento de sus acorazados se han ido a pique o han sufrido averías, de
lo cual resultan 150.000 bajas. Una poderosa Armada norteamericana del fondo
del mar, compuesta por 500 barcos, está concentrándose alrededor de esta isla»
En realidad al final del
combate los aliados contabilizaban 368 navíos dañados y 28 hundidos. Por 16 de
la Armada Imperial.
EL AVANCE
La subida por la costa
oriental no fue dura hasta que se encontraron con el primer gran escollo en la
península de Motobu, en cuyas escarpaduras los japoneses habían construidos
túneles que comunicaban cuevas y bunkeres como en Iwo Jima, Habían dispuesto
armas pesadas y ametralladoras y resistieron hasta el 18 de abril. Otro hito
fue la isla de Ie-Shima para cuya conquista se necesitó más de 6.000 hombres.
Las tropas de la 77ª División de Infantería de Marina del general Bruce
tuvieron que utilizar lanzallamas contra las cuevas japonesas y la aviación,
por primera vez, emplearía bombas de napalm.
El camino hacia el sur
fue tormentoso en cuanto se toparon con la línea Shuri, el 9 de abril, una
concatenación de fortificaciones que unía ambas costas. En el centro de la
misma está el macizo Shuri, pieza clave del sistema defensivo. Ushjima había
elegido perfectamente el emplazamiento, una zona áspera y abrupta con
magnificas defensas. Los ataques no eran productivos y solo conseguían ganar
unos pocos metros. El recuerdo de Iwo Jima se hizo aún más presente. El general
Buckner estuvo a punto de ser reemplazado pero la fortuna le sonrió en el
ultimo momento ante un movimiento inesperado de Ushjima que el 24 de abril
ordenó a sus hombres que se retiraran a una segunda línea defensiva y los
marines pudieron tomar Naha y avanzar unos dos kilómetros hasta una segunda
línea Shuri.
Un mes estuvieron los
atacantes empantanados en esta situación. A finales de mayo las lluvias
producidas por el monzón convirtieron el escenario en una reencarnación de los
paisajes vistos en Flandes durante la I Guerra Mundial.
El 4 de junio el general
japonés, instigado por Cho partidario de la estrategia ofensiva, ordena un
contraataque por tierra y con un desembarco rodeando a los atacantes. Pero no
da el resultado esperado y abandonar la táctica defensiva le costo al ejercito
nipón unos 5.000 hombres.
Una nueva retirada de la
línea Shuri sorprendió a Buckner y los japoneses consiguieron llegar a una
tercera línea defensiva. Durante el ataque el general norteamericano fue herido
de muerte y sustituido por Roy Stanley Geiger, del cuerpo de marines.
HARAKIRI
El día 19 cuando ya
estaba todo perdido, tras ordenar una última carga suicida, los generales
Ushjima y Cho realizaron la ceremonia del seppuku, que finaliza con el suicidio
por harakiri y decapitación que llevó a cabo un ayudante de la plana mayor.
El 21 de junio finalizó
el combate tras 82 días de encarnizada lucha. Aquella misma noche volvieron los
kamikazes hundiendo el buque-taller «Curtis», añadiendo una nueva victima a su
lista desde que se iniciara el asalto a Okinawa.
LAS BAJAS
Las bajas entre las
tropas aliadas alcanzaron la cifra de 50.000, de las que 12.000 fueron muertos
y se estima que 20.000 fueron bajas por fatiga de combate o crisis nerviosas; y
casi 10.000 entre heridos y muertos a bordo de los buques que apoyaron el
desembarco y la invasión, muchos de ellos producto de los ataques kamikazes de
los pilotos nipones.
Del lado japonés se calcula
cerca de 110.000 muertos en combate más los que pudieron quedar atrapados en las
cuevas*. Otros 7.400 fueron capturados como prisioneros, poco habitual, porque
muchos soldados se suicidaron o se inmolaron al hacer estallar sus granadas de
mano.
LA POBLACIÓN CIVIL
Capítulo aparte merecen
las bajas entre la población civil (unos 100.000 según la Prefectura de Okinawa).
En Iwo Jima, por ejemplo, no hubo bajas civiles, pero Okinawa tenía una elevada
población civil indígena que sufrió de primera mano las consecuencias de la
batalla. También se hicieron prisioneros entre la población civil, muchos eran
indígenas con una cultura diferente a lo de resistir hasta el final.
Es posible que parte de
la población civil se suicidara ante el temor de la posible represalia aliada y
a instancias del propio ejército nipón. De hecho la controversia y polémica
llega hasta nuestros días ante la petición local de reconocimiento de este
hecho y la negativa del gobierno central. Aunque en 2007 el gobierno japonés
admitió parcialmente el papel del ejército en los suicidios en masa de los
civiles.
CONSECUENCIAS
Tras esta batalla el
potencial militar del Imperio del Sol Naciente ha quedado reducido a 0. Los
aliados se encuentran a 470 kms de las principales islas niponas y un poco más
de 2.000 kms de Tokio. La batalla del Pacífico ha terminado el objetivo ahora
es evidente: Japón
Japón se ha quedado solo,
en mayo había terminado la guerra en Europa y el nuevo presidente H. Truman
sentencia:
«Cuanto mas tiempo dure
la guerra, mayor el sufrimiento y las penalidades que sufrirá el pueblo
japonés, y todo ello en vano. Nuestros ataques no cesarán hasta que las fuerzas
militares y navales japonesas hayan depuesto sus armas en una rendición
incondicional».
Que lejos quedaba aquella
mañana del 7 de diciembre de 1941 cuando la aviación nipona atacaba Pearl Harbor provocando la entrada de EE. UU en la
contienda mundial y que cerca estaba ese lúgubre inicio de agosto de Hiroshima
y Nagasaki.
En memoria de los caídos
en aquellos días entre los meses de abril y junio de 1945, cincuenta años después se levantó un
monumento en el lugar delos combates al sureste de Okinawa, el Cornerstone of
Peace. En él se recogen los nombres conocidos de todos los que murieron,
militares y civiles, japoneses y aliados. En junio de 2008 había inscritos
240.734 nombres.
*las cifran bailan
dependiendo de las fuentes
Fuentes:
La Segunda Guerra Mundial en el mar. Una historia global. Craig L. Symonds. La Esfera de los Libros
La Segunda Guerra
Mundial, editorial Argos, 1969
Gran Crónica de la
Segunda Guerra Mundial, tomo 15, De Europa a las Filipinas. La bomba atómica,
Edilibro
Segunda Guerra Mundial
1939-1945, tomo 29, Iwo Jima y Okinawa, biblioteca El Mundo
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