ESPAÑA, 50 AÑOS SIN FRANCO: DE LA DICTADURA A LA DEMOCRACIA
El 20 de noviembre de 1975 moría el general Francisco Franco, el dictador que gobernó España durante casi cuarenta años. Con su muerte se cerraba una etapa marcada por la represión, el autoritarismo y el aislamiento internacional, y que había marcado a varias generaciones de españoles. Medio siglo después, el país que emergió de aquella larga noche poco tiene que ver con la España de 1975. Este medio siglo ha sido uno de los más intensos, convulsos y transformadores de toda la historia contemporánea española. Este es un viaje por estos cincuenta años que transformaron a España en lo que es hoy.
LA TRANSICIÓN: DEL SILENCIO A LA PALABRA
Tras la muerte de Franco, el futuro de España era incierto. Muchos temían un retorno a la inestabilidad o incluso a la violencia. Sin embargo, bajo el reinado de Juan Carlos I y con figuras clave como Adolfo Suárez, se inició un proceso político que pasaría a la historia como la Transición. En apenas siete años, España pasó de ser una dictadura a una democracia parlamentaria moderna.
La Ley para la Reforma Política de 1976 abrió el camino a las primeras elecciones libres en junio de 1977, en las que triunfó la Unión de Centro Democrático (UCD) liderado por Adolfo Suarez cuyo gobierno aceleró los planes de desmantelamiento de las instituciones políticas provenientes de la dictadura, y aunque para muchos estos cambios resultaron insuficientes, no dejaban de ser un salto cualitativo hacia la democracia.
En la calle se respiraba tensión y se vivían momentos difíciles, uno de los más relevantes y de gran impacto social y político fue el asesinato perpetrado, por grupos ultraderechistas, de cinco abogados laboralistas de signo comunista en su propio despacho de abogados en enero de 1977.
La sombra de la dictadura todavía persistía y entre 1978 y 1981 se desmantelaron dos importantes tramas conspiratorias para volver al pasado reciente. En noviembre de 1978 se descubrió la Operación Galaxia y el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 fue el gran sobresalto de aquel proceso. Pero la respuesta firme de las instituciones y de la ciudadanía consolidó la democracia. La llegada del PSOE de Felipe González al poder en 1982 marcó el inicio de una nueva etapa de estabilidad política y modernización, suponiendo la consolidación de la democracia y la apertura al exterior.
EL TERRORISMO: UNA SOMBRA PERSISTENTE EN LA DEMOCRACIA NACIENTE
No se puede entender la historia de España en estos cincuenta años sin mencionar el impacto del terrorismo, especialmente el de ETA. Durante la Transición y las décadas siguientes, el país vivió bajo la amenaza constante de atentados que buscaban desestabilizar el proceso democrático y sembrar el miedo en la sociedad. Miles de víctimas, entre civiles, fuerzas de seguridad y representantes públicos, pagaron un precio altísimo por la libertad y concretamente 853 asesinatos desde 1960 a 2011 cuando finalizó su actividad armada.
Sin olvidarnos de otros grupos terroristas como GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre) responsable de 93 asesinatos y numerosos atentados, secuestros y extorsiones; GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), grupo parapolicial creado en los años ochenta para combatir a ETA en el sur de Francia. Sus acciones incluyeron secuestros y asesinatos; Batallón Vasco Español (BVE): grupo de extrema derecha que actuó principalmente en el País Vasco durante la Transición, con atentados contra militantes de la izquierda abertzale; o Terra Lliure, organización terrorista de corte independentista catalán, activa entre 1978 y 1992, por mencionar a los más activos.
A pesar del dolor y la polarización que generó, la respuesta colectiva fue la defensa de la democracia y el Estado de derecho. La sociedad española, lejos de ceder ante el terror, consolidó su compromiso con la convivencia y la paz. El fin de la violencia de ETA en 2011 supuso el cierre de una de las heridas más profundas de la historia reciente, aunque la memoria de las víctimas sigue siendo un recordatorio permanente de la fragilidad de la libertad y la importancia de protegerla día a día.
EUROPA Y MODERNIZACIÓN
Los años ochenta y noventa fueron los del gran salto europeo. España se convirtió en miembro de la OTAN el 30 de mayo de 1982, la decisión fue controvertida y generó un intenso debate político y social en España.
Posteriormente, en 1986, se celebró un referéndum para decidir la permanencia de España
En lo económico, el país experimentó un crecimiento sostenido y se integró plenamente en la globalización. La llegada del euro en 2002 simbolizó ese proceso. Sin embargo, las desigualdades sociales y el desempleo estructural siguieron siendo sombras persistentes.
CRISIS, CAMBIOS Y NUEVOS ACTORES
El atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid marcó un antes y un después en la política reciente. Aquella mañana diez bombas explotaron casi simultáneamente en cuatro trenes de Cercanías de Madrid, en plena hora punta. Los artefactos explosivos estaban ocultos en mochilas y bolsas de deporte, y fueron activados mediante teléfonos móviles. El atentado causó la muerte de 193 personas y dejó más de 2.000 heridos.
La autoría fue atribuida a una célula yihadista de inspiración islamista radical, compuesta principalmente por marroquíes. Inicialmente, se sospechó de ETA, pero las investigaciones policiales y judiciales descartaron esa hipótesis. Finalmente, se identificó y condenó a los responsables directos y colaboradores. Siete de los terroristas se suicidaron el 3 de abril de 2004 en Leganés, al verse acorralados por la policía.
El atentado tuvo lugar solo tres días antes de las elecciones generales, lo que generó una gran controversia política y social en España. La gestión de la información sobre la autoría de los atentados fue objeto de debate y provocó un cambio en el resultado electoral, con la derrota del gobierno del Partido Popular y la victoria del PSOE
A partir de ese año, bajo los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, se aprobaron leyes que ampliaron derechos civiles: matrimonio igualitario, ley de dependencia, igualdad de género y memoria histórica. España se convirtió en referente en materia de libertades.
Pero la crisis financiera de 2008 golpeó con fuerza, no solo a España, miles de personas perdieron su empleo o su vivienda, y la desafección política se disparó. De ese malestar nació el movimiento 15-M en 2011, que abrió el camino a nuevos partidos como Podemos y Ciudadanos, rompiendo el bipartidismo que había dominado desde la Transición, pero no por mucho tiempo.
En 2014 vivimos la abdicación del rey Juan Carlos I y la coronación de su hijo como Felipe VI. Eran momentos de gran desprestigio de la corona, con un serio deterioro de la imagen pública del rey inmerso en diferentes polémicas y escándalos familiares. La abdicación se interpretó como un intento de renovar la institución y adaptarla a los nuevos tiempos.
La crisis catalana de 2017 volvió a poner a prueba la solidez del sistema. La declaración unilateral de independencia de Cataluña y la posterior aplicación del artículo 155 mostraron las tensiones aún latentes entre identidad y Estado. Aun así, las instituciones resistieron.
PANDEMIA Y DESAFÍOS DEL SIGLO XXI
La pandemia de COVID-19 en 2020 fue el mayor reto social y sanitario desde la Guerra Civil. España afrontó confinamientos, pérdidas humanas y una crisis económica profunda, pero también reforzó su Estado del bienestar y su sistema de salud pública.
Hoy, en 2025, España es una democracia europea madura, con instituciones estables y una sociedad abierta. Los desafíos son otros: la crisis climática, la digitalización, la ciberseguridad, la vivienda, la igualdad y el futuro del Estado autonómico.
DE LA CENSURA A LA LIBERTAD
Comparar la España de 1975 con la de 2025 es comparar dos mundos. De un Estado autoritario, sin libertades y con una economía cerrada, hemos pasado a una sociedad plural, moderna y conectada al mundo. El país que salía del franquismo tenía miedo al futuro; el de hoy, con todas sus contradicciones, discute, debate y decide libremente su destino.
Medio siglo después, España no es perfecta, pero sí irreconocible respecto a aquel país gris y silencioso que despertaba tras la muerte del dictador. Si bien es cierto, una de las grandes asignaturas pendientes ha sido y sigue siendo el apartado de la memoria histórica. En este contexto, conocer la historia reciente se vuelve más necesario que nunca. No para reabrir heridas, sino para evitar que se repitan. La memoria democrática no es una cuestión del pasado, sino una herramienta del presente para defender la libertad, el pensamiento crítico y el respeto a la diversidad. Y todavía en pleno siglo XXI se sigue politizando y polarizando esta vital cuestión de higiene democrática.
MEMORIA Y PRESENTE: LOS ECOS DEL PASADO
En los últimos años, hemos visto el auge de movimientos de ultraderecha y de sectores nostálgicos del franquismo que reinterpretan el pasado desde la desinformación o la idealización.
Estos fenómenos no son exclusivos de España: en toda Europa han reaparecido discursos autoritarios y populistas que apelan al miedo, al rechazo del pluralismo y a la nostalgia de un orden supuestamente más estable.
Recordar no es anclarse en el ayer, sino entender de dónde venimos para decidir hacia dónde queremos ir. Y en ese sentido, los cincuenta años sin Franco no son solo una efeméride: son un recordatorio de lo que costó conquistar la democracia… y de lo fácil que sería perderla si olvidamos su valor.
CONCLUSIONES: MEDIO SIGLO DE APRENDIZAJE COLECTIVO
Cincuenta años después de la muerte de Franco, España se ha convertido en una democracia estable, integrada en Europa y con una sociedad abierta y plural. No ha sido un camino fácil: las tensiones territoriales, las crisis económicas y los debates sobre la memoria histórica muestran que la democracia es un proceso siempre en construcción.
El gran logro de este medio siglo no ha sido solo cambiar de régimen político, sino cambiar de mentalidad. De una cultura del miedo y la obediencia se pasó a una cultura del debate, la crítica y la participación. España aprendió a convivir con sus diferencias y a resolver sus conflictos dentro del marco democrático.
El país de 2025 no es perfecto: la desigualdad, la precariedad laboral o la polarización política siguen siendo retos importantes. Pero la comparación con 1975 deja una lección clara: las libertades conquistadas no son eternas, y mantenerlas exige memoria, responsabilidad y diálogo.
En definitiva, estos cincuenta años sin Franco resumen una historia de transformación y madurez. España dejó atrás el silencio impuesto para aprender a escucharse, discutirse y decidir su propio destino. Y en esa conversación abierta —a veces tensa, siempre viva— reside la verdadera fortaleza de su democracia.
Fuentes:
Historia contemporánea de España desde 1923. Dictadura y democracia. Juan Avilés Farré, Ángeles Egido León y Abdón Mateos López. Editorial Universitaria Ramón Areces UNED.
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