TIBERO SEMPRONIO GRACO MAIOR EN HISPANIA

 

TIBERO SEMPRONIO GRACO MAIOR EN HISPANIA

En el año 180 a.e.c. Tiberio Sempronio Graco fue nombrado por el senado de Roma pretor de la Hispania Citerior con la misión de consolidar en dominio romano en la Península Ibérica. Afianzó la frontera en el valle medio del Ebro, donde fundó la ciudad de Gracchurris, la actual Alfaro en La Rioja y se ganó la fidelidad de los pueblos celtíberos mediante su política de pactos.

Pero ¿Quién era Tiberio Sempronio Graco?

Aunque la historiografía actual le ha dado menor protagonismo frente a sus hijos, Tiberio Sempronio Graco Maior tuvo una enorme relevancia en su época: ocupó dos veces el consulado, fue el primer censor de su familia y se casó con la hija de Escipión el Africano. Se distinguió por su moderación y lealtad, siguiendo un cursus honorum más tradicional que el de sus hijos. Es cierto que Plutarco nos dejó una imagen idealizada de Graco, convertida en el espejo en el que debían mirarse todos los romanos.

Como hemos dicho, estaba casado con Cornelia, hija de Escipión el Africano, el vencedor en Zama sobre Aníbal. Nuestro protagonista fue padre de Tiberio y Cayo Sempronio Graco, Tribunos de la Plebe y cuyas actuaciones en sus magistraturas los convertirían en los personajes políticos más famosos de la última parte de aquel siglo II a.e.c. por sus propuestas de leyes que influirían en la historia romana del siglo siguiente.

Su carrera política fue prolífica. Esta comenzó en el año 204 como augur y continuará con los cargos de tribuno militar, edil, curul, pretor en Hispania Citerior, cónsul en el 177, censor y de nuevo cónsul en el 163. Sin olvidar sus misiones diplomáticas por el Mediterráneo oriental por encargo del Senado.

La primera referencia documentada sobre la juventud de Graco señala su participación en la campaña previa a la batalla de Magnesia (190 a.e.c.), bajo el mando de Lucio Escipión. Tito Livio lo describe como el más emprendedor de los jóvenes y Diodoro también destaca sus virtudes.

PRETOR DE LA HISPANIA CITERIOR

Como ya hemos dicho, Graco fue nombrado pretor en al Hispania Citerior en el 180 a.e.c. aunque su viaje se retrasó por unas controversias con su antecesor, Q. Fulvio Flaco, que alego ante el Senado que, dado que la Celtiberia estaba sometida y pacificada, no había necesidad de que al nuevo pretor se le entregaran nuevos recursos, reclamando, incluso, que se le autorizara a licenciar su ejército. La cuestión era que Graco dudaba de si los celtíberos estaban pacificados y, en caso de que no fuera así, solicitaría fuerzas de refuerzo. La decisión del Senado fue un tanto salomónica, permitió licenciar las tropas más veteranas de Fulvio Flaco y aumentó las del nuevo pretor mediante una leva.

Desde su llegada apostó por la colaboración con su colega el pretor de la Hispania Ulterior, Luvio Postumio Albino, para decidir conjuntamente la estrategia que deberían adoptar. De esta forma convinieron que Albino atacase a los vacceos, mientras Graco se dirigía al sur, a la Andalucía oriental actual. allí tomó varias ciudades, especialmente Cartima (Cártama, Málaga). Incluso algunos historiadores le atribuyen la fundación de Iliturgi (Mengíbar, Jaén), cuestión poco probable por la información disponible.

Desde allí Graco recorrió la Carpetania y la Oretania, consolidando las posiciones romanas. Tras la toma de Alce (Campo de Criptana, Ciudad Real) llegó a la Celtiberia. 

Los acontecimientos militares ms relevantes de su actividad fueron el levantamiento del asedio de Carabis (Magallón, Zaragoza), la toma de Ergavica (Cabezo del Griego, Cuenca) y la batalla cerca del monte Chaunus (posiblemente el Moncayo) donde consiguió la rendición de los celtíberos.

Las fronteras romanas se ampliaron hasta el río Duero, con la actuación de ambos pretores, sometiendo a vetones y vacceos, y hasta la parte superior del Ebro, sometiendo a los várdulos.

LA FUNDACIÓN DE GRACCHURRIS

Esta fundación junto a los pactos con los pueblos indígenas son los hitos más destacados por los historiadores. Livio y Festo, nos facilitan la única información que se dispone sobre la fundación de Gracchurris.

Tito Livio comenta que Graco, tras someter a los celtíberos, fundó una ciudad a la que daría su nombre como recuerdo de sus hazañas. Festo sitúa la ciudad en la zona del Ebro donde, con anterioridad, había existido una ciudad celtibérica llamada Ilurcis.

La ciudad se tiende a localizar en Las Eras de San Martín, cerca de Alfaro (La Rioja), por los restos urbanos hallados junto a materiales romanos, en la que, además, se ha encontrado cerámica celtibérica. La datación del yacimiento arranca del siglo II a.e.c. La ciudad se hallaba situada junto a la desembocadura del río Alhama en el Ebro, en la confluencia de la ruta hacia el norte del Ebro y la Meseta, lo que demuestra la ideal elección de su emplazamiento. Los dos campamentos militares estables cercanos a la ciudad, como eran Castra Aelia y Castra Antiliana, nos hablan de que la zona era fronteriza

La opinión más generalizada es que la población de la nueva ciudad estaba constituida básicamente por celtíberos, mas romanos e itálicos, pero no en gran número. Esta dualidad se refleja en el nombre de la plaza, ya que ese sufijo -urri es muy frecuente en la zona situada entre Vizcaya y La Rioja y, en euskera, tiene un significado semejante al de «ciudad».

LOS PACTOS CON LOS PUEBLOS INDÍGENAS

Una de las actividades que mayor gloria dio a nuestro personaje fue la de los tratados firmados con los pueblos indígenas, muy bien recogido por el historiador Livio. Tratados preferentemente regulados con todos los pueblos de esa zona la Celtiberia sobre la base de que serían aliados de los romanos o que le supuso a Graco ser recompensado en Roma con un triunfo.

La labor de Tiberio Sempronio Graco modificará la relación con los pueblos celtíberos en el futuro, estableciendo tratados regulados con obligaciones como la prohibición de construir nuevas murallas, el pago de impuestos o la aportación de tropas auxiliares. Apiano (Iber. 43) describe en detalle la obra de Sempronio Graco: 

«Entonces, veinte mil habitantes de Complega llegaron hasta el campamento de Graco con ramas de olivo a modo de suplicantes y, cuando estuvieron cerca, le atacaron de improviso y provocaron la confusión. Éste con habilidad les dejó su campamento y simuló la huida. Después, dando la vuelta, los atacó mientras se dedicaban al saqueo, mató a la mayoría y se apoderó de Complega y de los pueblos vecinos. Asentó a las clases más menesterosas y repartió las tierras entre ellos. Llevó a cabo tratados perfectamente regulados con todos los pueblos de esta zona, sobre la base de que serían aliados de los romanos. Les dio y tomó juramentos que serían invocados, en muchas ocasiones, en las guerras futuras. A causa de tales hechos, Graco se hizo célebre en Iberia y Roma y fue recompensado con un espléndido triunfo»

Cuando en el año 154 a.e.c., los habitantes de Segeda intentaron ampliar su ciudad construyendo una nueva muralla, los romanos les recordaron que los acuerdos con Graco prohibían esto, además de exigir tributos y la obligación de aportar tropas auxiliares al ejército romano. Estas demandas muestran el contenido de los pactos entre Graco y los pueblos indígenas.

La primera exigencia tenía un sentido ideológico vinculado al ritual fundacional romano. En cuanto a la segunda cláusula, hoy se considera que no existía un tributo fijo y los pagos variaban según las necesidades de Roma. La tercera vía facilitó que la aristocracia local se integrara al sistema romano mediante la ciudadanía y cargos políticos. Las tropas auxiliares indígenas, organizadas bajo nombres étnicos o regionales, tuvieron un papel relevante, como demuestra el bronce de Ascoli (89 a.e.c.), donde se documenta la concesión de ciudadanía a jinetes hispanos por su participación en la guerra contra los aliados.

Bibliografía

Nueva Historia de España. La Historia en su lugar, volumen 8. Las campañas de Graco. Alberto Prieto Arciniega, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona.

La conquista romana de la Hispania Citerior: un modelo teórico a partir de la arqueología. Cesar Carreras, Laia Catarineu, Esther Rodrigo, Núria Romaní y Joaquim Pera, todo ellos profesores de la Universidad Autónoma de Barcelona. (Heródoto, Unifesp, Guarulhos, v.7, n.2 - 2022.2. p. 108-138.)

Reconstruyendo la carrera de Tiberio Graco Maior: algunas reconsideraciones en torno a las magistraturas menores. Andoni Llamazares Martín (Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H.ª antig., 34, 2016, pp. 13-40)


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