LOS HERMANOS GRACO Y SU REFORMISMO

Hermanos Graco, República de Roma


La década que va desde el 133 al 122 a.e.c. en Roma, estuvo caracterizada por el intento reformista a nivel social, político y económico protagonizado por los hermanos Graco, Tiberio Sempronio y Cayo Sempronio Graco, hijos del general y estadista Tiberio Sempronio Graco, de gran recuerdo en Hispania donde hizo reparticiones de tierra a los íberos y firmó con ellos tratados que mantuvieron la Península pacificada unos 25 años, y de Cornelia, hija de Escipión el Africano. Durante ese periodo, ambos hermanos obtuvieron el cargo de tribuno de la plebe desde donde intentaron ese movimiento reformista.

EL TRIBUNADO DE LA PLEBE

Una de las piezas claves en el juego de las instituciones políticas durante la República fueron las magistraturas. Generalmente eran colegiadas, es decir que había varios miembros en cada una de ellas. Y tenían cada una sus funciones, pero el gran objetivo era limitar lo más posible cualquier intento de obtener poderes absolutos.

Y una de ellas era el Tribunado de la Plebe. Su principal función era tratar de eliminar toda situación de privilegio patricio o por lo menos intentar que no hubiera abusos. En la típica lucha patricios y plebeyos que ahora veremos.

El Tribunado de la Plebe fue una de las piezas esenciales del funcionamiento de la República romana. Una institución que nació como una figura revolucionaria, entre comillas, que surgió como consecuencia de los disturbios provocados por las masas populares, al exigir el derecho de elegir a sus propios magistrados. Y que al final acabó convirtiéndose en un arma en manos de las aristocracia para asegurarse su control sobre el estado.

Los tribunos de la plebe gozaron de una serie de poderes únicos en la República romana. Estos poderes les convertían en agentes muy poderosos dentro del sistema político, ya que podían detener cualquier proyecto, tenían derecho de veto, o proteger a cualquier ciudadano sólo con su presencia física. Por ejemplo, los tribunos de la plebe estaban investidos de un carácter sagrado que los hacía inviolables durante el tiempo que duraba su mandato, pero como ahora veremos, no siempre fue así.


SIGLO II a.e.c.

En el s. II a.e.c. Roma estaba sufriendo importantes cambios, el desarrollo del incipiente imperialismo romano, desde la victoria en la Segunda Guerra Púnica, había enriquecido notablemente a las clases medias y altas. La sociedad queda dividida, más o menos, en una oligarquía terrateniente que se encargaba de la dirección del estado y manejaba los órganos de gobierno; la clase de los ecuestres o caballeros que se ocupaban de los negocios, abastecimiento de los Ejércitos o la explotación de minas y canteras; y las masas populares, que formaban las fuerzas productoras. Sin olvidar el estrato de esclavos y libertos.

OPTIMATES Y POPULARES

La lucha entre patricios y plebeyos de principios de la República, da paso a otro tipo de conflictos sociales, la confrontación de dos grupos, que no partidos como se entenderían hoy en día, optimates y populares diferenciados por la capacidad económica y no tanto por el origen, que surgen de la propia clase dirigente. Los primeros se consideraban guardianes de las tradiciones, preocupados por mantener el control que el Senado ejerce sobre la vida pública y estaban capitaneados por Escipión Emiliano, Q. Mucio Escévola y Calpurnio Pisón. Y los segundos, favorables a la ampliación del Senado proponiendo reformas institucionales para resolver los problemas de la República, tenían a la cabeza a Apio Claudio Pulcher y los hermanos Graco.

En el ámbito económico, las devastaciones que los ejércitos cartagineses habían llevado a cabo en sus incursiones al Norte y Sur de Roma generaron una gran cantidad de “tierra quemada” que se perdió para sus campesinos. Por otro lado, los pequeños campesinos desatendían sus tierras para engrosar las filas del ejército y éstas fueron compradas a bajo precio por la oligarquía senatorial de Roma. El régimen de propiedad pasa ahora del minifundio al latifundio. La abundante llegada de productos agrícolas de otras regiones, el aumento de mano de obra esclava, procedente de las guerras y el nuevo orden ecuestre, que se adueña de los mejores mercados, hace que se genere un círculo vicioso: a los campesinos arruinados sólo les queda trabajar en los latifundios o abandonar su modo de vida e instalarse en las ciudades donde solo encuentran miseria.


Hermanos Graco, República de Roma
En esta situación socioeconómica accedió al tribunado de la plebe Tiberio Graco. En el regreso de una desafortunada campaña militar en Hispania  pudo comprobar la desastrosa condición en la que se encontraban los campesinos itálicos. Por su familia, como ya hemos dicho, lo lógico es que hubiera seguido la carrera política, lo que se conoce como cursus honorum, de los jóvenes pertenecientes a su clase social. Y en vez de eso en el año 134 a.e.c. se presentó a las elecciones de tribunado de la plebe, apoyado por Apio Claudio Pulcher, que ya hemos mencionado antes, recibiendo el apoyo y beneplácito de los populares.

Puso en práctica su reforma agraria, beneficiado por la ausencia de oposición en Roma ya que uno de los cónsules, Calpurnio Pisón se hallaba en Sicilia sometiendo un levantamiento de esclavos, el otro cónsul Mucio Escévola era partidario suyo y su principal opositor, Escipión Emiliano estaba en Hispania. Su reforma ya tenía antecedentes en Roma y en el fondo pretendía recuperar la ley agraria de Licinio y Sextio del s. IV a.e.c.

EL PROGRAMA DE TIBERIO
  • Todos aquellos que habían ocupado tierras del ager públicus (tierras públicas) sin concesión previa o arrendamiento del estado debían devolverlas.
  • En el caso de que existiera esa concesión o arrendamiento tan solo podrían conservar 500 yugadas (unas 125 ha). Si tenía hijos se incrementaba en 250 yugadas por cada uno de ellos hasta un máximo de 1.000. El resto se devolvería al Estado.
  • Las tierras recuperadas se repartirían en lotes de 30 yugadas, consideradas inalienables, y los asignatarios pagarían un pequeño canon anual.
Por último, y aquí posiblemente lo más controvertido, se creaba un tribunal, formado por tres miembros (Apio Claudio Pulcher y los hermanos Graco), que por turnos anuales debían alternarse en la dirección. Su misión, las concesiones de las tierras, decidían sobre qué tierras podían ser consideradas como públicas y cuales privadas.

Aunque se han considerado unas medidas revolucionarias por parte de algunos autores hay otro sector que no piensa igual puesto que no iban en contra de la propiedad privada ya que solamente afectaban al uso del ager publicus, pero es incuestionable que repercutieron contra los intereses de la oligarquía senatorial.

Hermanos Graco. República de Roma


Si la ley encontró gran apoyo entre la masa popular la única oposición vino de otro tribuno de la plebe, M. Octavio, defensor de los intereses de la aristocracia romana. Tiberio ante la imposibilidad de sacar la ley adelante por la oposición de un tribuno, convocó al concilio de la plebe, una de las asambleas populares romanas, e hizo deponer por votación a Octavio, una maniobra peligrosa y polémica. Además en su lugar se eligió a Quinto Mummio un hombre de su confianza.

Eliminada la oposición se aprobó la nueva ley y el Senado no tuvo más remedio que ratificarla, muy a su pesar, aunque, eso sí, intentó torpedearla desde el principio. 

Entre la artimaña para deshacerse de la oposición y la configuración de la comisión del reparto de las tierras, antes mencionada, la sombra de la sospecha partidista se apoderó del escenario.

PROBLEMAS PARA APLICAR LA LEY

La aplicación de la ley, como podemos suponer, tuvo innumerables problemas. Y el principal fue el económico. No había dinero para pagar la indemnizaciones a los propietarios de las tierras que había que repartir, los nuevos dueños de las tierras no tenían dinero para empezar las explotaciones y, ya lo hemos dicho, el Estado tampoco podía ayudar pues su situación económica no era boyante. La aristocracia pensaba que esto era el fin del proyecto reformador y que todo volvería a su cauce normal.

Pero en este momento llegó a Roma una delegación de Pérgamo para informar del fallecimiento de su soberano Atalo III, el que había dejado en herencia su fortuna al pueblo de Roma. A Tiberio se le abrió el cielo y propuso rápidamente una ley por la que pudiera aprovechar esa fortuna en beneficio de su reforma agraria. Esto supuso un nuevo mazazo para el Senado que recrudeció aún mas su postura. Tiberio no se granjeaba precisamente la amistad de los senadores lo que, al final, le costaría muy caro.

Hermanos Graco, República de Roma


REELECCIÓN

En esta atmósfera, nada propicia para el tribuno de la plebe, Tiberio intentó presentarse a la reelección para continuar con su labor reformadora y porque era consciente de que perdiendo la inmunidad peligraría su vida. Presentarse a la reelección no era ilegal, pero iba en contra de la costumbre sin haber solicitado el permiso indispensable para ello. Y en su nuevo programa contemplaba una serie de medidas que, como nos podemos imaginar, tampoco agradaban a los senadores.

Sus adversarios comenzaron una campaña en contra e hicieron correr la voz de que Tiberio quería alcanzar el máximo poder y coronarse rey, cuestión que para los romanos de aquella época era todo un sacrilegio. La votación no llegó a celebrarse y un motín alentado por la oligarquía senatorial acabó con su vida junto con la de un buen número de sus partidarios.

Sin embargo, su muerte no impidió la aplicación de la ley, auténtica necesidad del proletariado romano. Por que no se atrevieron a suprimirla por miedo a la ira del pueblo. Además el Senado estaba mas preocupado de lavar su imagen después de todo lo sucedido e intentó ganarse las simpatías del pueblo con una política colonial. 

La facción gracquiana, a pesar de la persecución sufrida, volvió a reagruparse bajo la dirección de Licinio Craso que accedió al consulado en el 131 a.e.c. Pero el problema fue que las posturas se fueron radicalizando y con ellas el problema de la propia República que iba perdiendo el control.

A todo esto tenemos a los itálicos que no tenían la ciudadanía romana y no podían acceder a los beneficios de la ley sempronia y comenzaron a jugar un papel importante en este escenario. La tensión se agigantó hasta que se concedieron los ansiados derechos a los itálicos.

CAYO SEMPRONIO GRACO

Diez años después el movimiento reformista fue retomado por su hermano Cayo quien quiso ir un poco más allá y reformar la estructura del Estado en su totalidad. En el año 123 a.e.c. Cayo Graco fue elegido tribuno de la plebe y continuó los proyectos políticos que su hermano Tiberio no pudo llevar a cabo, introduciendo algunas reformas para intentar poner en marcha la reforma agraria.

Sus primeras disposiciones se dirigían contra el tipo de acciones represivas que habían sido lanzadas contra Tiberio y sus partidarios. Junto con el resto de su legislación en materia judicial, constituyen un modelo cuidadosamente pensado para abordar el problema de la creciente acumulación de poder en manos de la nobleza gobernante. 

En palabras de Plutarco eran leyes de carácter económico, político y finalmente judiciales, morales y sociales, para gratificar al pueblo y disminuir el poder del Senado. No se limitó a poner en funcionamiento la Lex Sempronia, que creara su hermano, sino que propuso nuevas leyes, en total hizo 15 propuestas de ley, seis de carácter económico (precio máximo del trigo, reactivación de la ley agraria, regulación de impuestos en Asia, nuevos derechos de aduana y autorización de nuevas colonias); cinco leyes políticas para asegurar la libertad de los populares e impedir al Senado sabotear sus propuestas; y cuatro leyes de carácter moral y social como aumentar el Senado con caballeros, conceder el derecho de ciudadanía a las poblaciones latinas y el latino a las itálicas o limitar la edad de ingreso en el ejército entre otras.

UNA COLONIA EN CARTAGO

También pretendió la creación de un complejo entramado de colonias. Y una de sus propuestas respecto a nuevas colonias fue la de crear una en Cartago, que generó protestas en el Senado, y supuso el centro de la campaña de desprestigio que iniciaron contra Cayo, ya que había sido maldecida por Escipión y no se podía edificar sobre ella. Excavaciones posteriores demuestran que el levantamiento de la colonia no estaba encima de la antigua ciudad. 

Su obra ya no era una simple reforma, pretendía reformar la propia constitución de la República en la que el Senado se vería privado de la mayor parte de sus prerrogativas.

Precisamente por eso la oligarquía decidió combatir a Cayo con sus mismas armas y apoyó la figura de Livio Druso para que, aparentemente defendiera mejor los intereses del pueblo, pero de acuerdo con el Senado, aumentando en sus proyectos de ley las concesiones del Graco.

Hermanos Graco. República de Roma


De hecho, Cayo no logró ser elegido en las nuevas elecciones. Y el Senado viéndose fuerte de nuevo, lo primero que hizo fue derogar la ley por la que se fundaban la colonia de Cartago. Esto provocó disturbios y los partidarios de Graco se amotinaron en el Aventino. Este decidió suicidarse sabiendo que estaba perdido.

RENACIMIENTO DEL PODER DE LA OLIGARQUÍA

La muerte del segundo de los Graco significó un renacimiento del poder de la oligarquía pero ya no se podía volver a la situación anterior al inicio de la crisis del 133 a.e.c. ya que el pueblo se había acostumbrado a unos derechos a los que no estaba dispuesto a renunciar y la aristocracia, a pesar de su recuperación, ya no tenía la fuerza que tuviera en épocas pasadas.

Tras unos años, durante los cuales la obra de los Graco fue paulatinamente destruida y sus seguidores perseguidos, encarcelados y expulsados del Senado, comenzó a producirse una paulatina recuperación de los populares tanto que la oligarquía senatorial se vio incapacitada para detener su ascenso. Apareciendo figuras como Cayo Mario.

CONCLUSIONES

Años más tarde se intentó recuperar el programa político de los Graco y lo hizo en el año 91 a.e.c. Livio Druso cuando fue elegido tribuno de la plebe. Precisamente quien era hijo de aquel que acabara con el segundo de los Graco con sus demagógicas propuestas de ley.  Livio Druso intentó dar satisfacción a las aspiraciones tanto de la plebe como del orden ecuestre, sin cuestionar la autoridad del Senado, utilizando las bases programáticas de los Graco dado que los problemas político-sociales que acuciaban la República no habían cambiado desde entonces y que la situación tampoco había mejorado.

Si las reformas que los hermanos Graco se hubieran podido llevar a cabo tal vez el curso de la historia romana de los años sucesivos hubiese cambiado, pero su fracaso contribuyó sin duda a precipitar los acontecimientos que desembocaron en la bellum sociale.

Respecto a esa idea de tildar de revolucionarios a los Graco, es cierto que incluso estudiando las fuentes clásicas el testimonio mas cercano es el de Cicerón y no es contemporáneo a nuestros protagonistas. Plutarco y Apiano son posiblemente quienes mas hablen de Tiberio, lo hacen en época imperial y no sabemos qué fuentes utilizaron. ¿Qué significa eso? Pues que posiblemente no se basaran en una realidad histórica porque lo que quedó fue la versión de los vencedores, es decir, de sus asesinos.

Pero es cierto que todas las fuentes presentan la labor política de Tiberio con tintes de revolución que de haber triunfado podría a haber socavado los cimientos de la República.

Y analizando el sentido de las leyes de Tiberio no lo podríamos catalogar como revolucionario en sentido estricto. Sino como conservador.

Veamos, su ley agraria. No solo tenia un objetivo social sino militar. En aquella época sólo los propietarios podían combatir en el ejército, si unos pocos acumulaban todas las propiedades dejaba de haber hombres disponibles para las legiones. Es decir pretendía también sanear la base de la cual se nutría el ejército romano.

En realidad, por tanto, no quería cambiar el sistema sino legislar para que el sistema siguiera igual. 

Además ya dijimos que su reforma agraria no era novedosa, que ya hubo antecedentes y  que pretendía recuperar la ley agraria de Licinio y Sextio del s. IV a.C., en el año 367 a.e.c., por que habían caído en el olvido. No suena muy revolucionario, ¿verdad?

FUENTES CLÁSICAS


Prueba de la dificultad que entraña la obra de los Graco es el testimonio ambivalente del propio Cicerón, quien llega a alabar sus logros, pero que con mayor frecuencia criticará al tribunado turbulentissimus de Tiberio o la popularis levitas de Cayo, que llegaron, según sus palabras, a hacer añicos el Estado. El propio Salustio hará de los hermanos Graco un doble juicio, destacando sus nobles principios, pero denostando sus malas artes.

Aunque como dijo Plutarco, “… (el pueblo) más no tardó en manifestar cuánto echaba de menos y deseaba a los Graco. Porque levantándoles estatuas, las colocaron en un paraje público, y consagrando los lugares en que fallecieron, les ofrecían las primicias de los frutos que llevaba cada estación, y muchos les adoraban y les hacían sacrificios cada día, concurriendo a aquellos sitios como a templos de los dioses.”

TOM HOLLAND

Para finalizar me quedo con las palabras de Tom Holland en su libro Rubicón, auge y caída de la República romana: “Esta era la verdadera tragedia de los Graco. Sí, los movía la búsqueda de la propia gloria –al fin y al cabo, eran romanos-, pero también intentaron con verdadera pasión mejorar las vidas de sus conciudadanos. Las carreras de ambos hermanos habían sido valientes intentos de lidiar con los múltiples y manifiestos problemas de Roma. En ese sentido, los Graco habían muerto como mártires de sus ideales. (…) El destino de los Graco había demostrado de forma fehaciente que cualquier intento de imponer reforma de raíz en la República sería interpretado como una vuelta a la tiranía. Los programas que incluyesen cambios radicales, por muy idealista que fuera su inspiración, se desintegrarían por culpa de las rivalidades internas de la propia República,”

Bibliografía
Historia Antigua Universal III (UNED) Fe Bajo Álvarez, Javier Cabrero Piquero y Pilar Fernández Urdiel
Los Graco: una gran revolución contra la plutocracia de Roma, años 133 a 123 a.C., José María Blázquez Martínez, catedrático emérito de Historia Antigua Universidad Complutense

Sobre el carácter revolucionario de las reformas de los Graco: https://portalclasico.com/fue-tiberio-graco-un-revolucionario



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