LA GUERRA DE LAS MALVINAS
Dos países, Argentina y Reino Unido, ambos encuadrados en el mismo grupo de naciones según la división mundial de aquel entonces, se enfrentaron. Uno de estos grupos estaba liderado por EE. UU. con su modelo democrático y capitalista, y el otro por la URSS, comunista y de economía planificada. Ambos contendientes estaban en el primer grupo, con un teórico aliado común, EE. UU. que, de repente, se vio en medio de un conflicto inesperado y terminó tomando partido por su viejo aliado europeo, dando la espalda a otro americano. Lejos quedaba el “América para los americanos” de la doctrina Monroe del siglo XIX.
¿POR QUÉ?
Argentina vivía desde 1976 bajo una dictadura militar de corte ultraderechista. Seis años después los militares estaba acosados por la presión internacional y nacional, por una crisis económica e inflación y sobre todo ante la multitud de denuncias provocadas por los miles de desaparecidos, por la represión y las terribles violaciones de los Derechos Humanos. Fue el momento elegido por la Junta Militar gobernante cuyo máximo representante era en aquellos días Leopoldo Galtieri para provocar una guerra que sirviera de cortina de humo a los reales problemas del país y que sirviera de elemento unificador en el patriotismo argentino. Estimó que la guerra elevaría la popularidad de su Gobierno y terminaría con las críticas. Daba igual la magnitud del rival y su poderío militar porque en Buenos Aires pensaban que no se llegaría a combatir y que al final todo se resolvería de forma pacífica, pero ellos darían el primer golpe.
Gran Bretaña estaba gobernada por Margaret Thatcher, que luego sería conocida como la Dama de Hierro, del partido conservador. Tampoco vivía buenos momentos en su política interior muy desgastada por sus duras políticas sociales neoliberales con importantes huelgas, especialmente los mineros, y contestación popular en la calle. Y la guerra no le llegó nada mal, la aprovechó para consolidarse en el poder e incrementar popularidad. Reactivó la flota que era objetivo de su reestructuración, pues entraba de lleno en sus planes de recorte.
Argentina en un primer momento solo quería realizar una demostración de fuerza militar. Atacar y luego retirarse para obligar de alguna forma a Gran Bretaña se sentarse en la mesa de negociación.
“SI QUIEREN VENIR QUE VENGAN”
Galtieri informó a Reagan, presidente estadounidense, de su decisión el 1 de abril. Los británicos conocían las intenciones argentinas días antes de la invasión y desplegaron una ofensiva diplomática ante el Consejo de Seguridad de la ONU, pero no movilizaron su ejército.
El 2 de abril de 1982, con la Operación Rosario, Argentina invadió las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, iniciando lo que también se conoció como la Guerra del Atlántico Sur. Inmediatamente Margaret Thatcher movilizó a la Royal Navy, dos días después lo autorizó la reina Isabel II y la puso rumbo a la zona de operaciones, encabezada por los portaviones Hermes e Invencible que partieron del puerto de Portsmouth junto con el buque de asalto Fearless. En los días siguientes Gran Bretaña envió el resto de las unidades, conformando el mayor convoy militar desde la II GM, con 6.000 militares para recuperar la posesión de las islas. Bajo el mando del contraalmirante sir John Woodward que navegaba a bordo del Hermes.
Mientras, la Junta Militar argentina decidió permanecer en las islas y reforzar su presencia con cerca de 12.000 soldados, en su mayoría reclutas con instrucción básica y muy pocas unidades preparadas. Galtieri, ante la multitud que se congregó en la Plaza de Mayo, proclamó: “si quieren venir que vengan”.
Se prepararon para el conflicto, pero siempre con la idea de que Gran Bretaña no combatiría, convencidos de la intervención estadounidense invocando la aplicación del TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca). Pero este seria interpretado por los estadounidenses de una forma distinta a la que pensaban los argentinos, pues estaba ideado para el caso de que un país americano fuese atacado, pero fue Argentina la que atacó y la administración Reagan además consideró que las islas no eran parte del continente americano. De hecho, los británicos se cuidaron mucho de atacar la Argentina continental.
Por hacer un poco de contextualización histórica, para conocer el origen de esta disputa por estas islas tenemos que retroceder al colonialismo del siglo XVIII, al enfrentamiento hispano-británico, cuando estos controlaban las islas. En 1744 se retiraron, pero nunca renunciaron a sus derechos sobre las Malvinas o Falkland Islands. Tras su independencia en 1816, Argentina pasó a administrarlas y años más tarde, 1833, Gran Bretaña las recuperaría. Desde ese momento la actividad diplomática ha sido intensa pero sin ningún resultado.
COMIENZAN LAS HOSTILIDADES
El 25 de abril llega la flota a la isla de San Pedro, en las Georgias del Sur a 1.300 kms de las Malvinas y los británicos las recuperan sin muchos problemas. La imagen de la capitulación tuvo mucha repercusión mediática con significados opuestos. En el Reino Unido se vio como una confirmación de sus expectativas y en Argentina fue un jarro de agua fría que redujo esa euforia inicial.
Cinco días después otro jarro de agua fría en el ánimo argentino, los EE UU, como se esperaba, anunció su voluntad de apoyar materialmente a su aliado europeo quien comienza a lanzar los primeros ataques aéreos y bombardeos sobre las Malvinas.
Los primeros que llegan fueron los submarinos nucleares y la primera pieza que se cobran no fue nada más ni nada menos que el buque insignia argentino, el General Belgrano, hundido el 2 de mayo con 323 bajas. Ahora sí que las intenciones estaban claras y las cartas sobre la mesa. Los argentinos no tienen marcha atrás.
4 de mayo un avión argentino hunde el destructor británico Shefield. Siguen creyendo que no iba a ir a más, una especie de duelo a primera sangre. Pero los ataques sobre Puerto Argentino/Port Stanley se intensifican y especialmente sobre los buques encargados del aprovisionamiento de alimentos, medicinas y combustible argentino.
El crudo invierno del Sur se acercaba y los británicos pensaban que todo tenía que ser rápido. Pero los ataques aéreos enemigos les sorprendieron. Los pilotos argentinos se adaptaron de la manera más ingeniosa para plantar cara, pero con un alto coste humano.
El 21 de mayo los británicos desembarcaron en San Carlos, al noroeste de la Isla Soledad, para rodear Stanley, la capital de las Malvinas, lugar donde se concentraba el mayor número del enemigo y lo hicieron muy bien coordinados entre sus tres fuerzas, tierra, mar y aire, a diferencia de los argentinos, que cada uno hizo su guerra. Desembarcaron ante poca resistencia y avanzaron con más de 3.000 hombres hasta ocupar Pradera del Ganso y Darwin.
Las fuerzas argentinas, mientras que la Navy se desplazaba, habían montado un sistema estático defensivo que les perjudicó por el clima, el abastecimiento, el equipamiento que, junto a la desesperada espera, fue desgastando la moral y supuso un terrible desgaste físico antes incluso de la llegada del enemigo. Y a pesar de ello, en algunos puntos, plantaron cara a los británicos. El primer encuentro serio se produjo en Darwin. Los argentinos no conocían nada del enemigo. El combate se produjo entre los días 28, 29 y 30 de mayo cuando los británicos sufrieron múltiples bajas, lo que supuso un impacto, no se esperaban esa resistencia. Acabó el 1 de junio tomando los paracaidistas británicos más de 1.000 prisioneros.
El control del espacio aéreo era británico con sus Sea Harrier. El 14 de junio la situación es límite y a las tres de la madrugada, bajo fuerte nevada los británicos lanzan su última ofensiva contra la capital consiguiendo la rendición argentina y restaurando la Union Jack en la sede del gobierno.
Los protagonistas del acto de rendición fueron el general Jeremy Moore por parte británica y El general argentino Mario Benjamín Menéndez.
BAJAS Y PERDIDAS MATERIALES
Por parte argentina: 1submarino, 1 crucero, 75 aviones, 22 helicópteros y 655 muertos. Por lo que se refiere a los británicos perdieron 2 destructores, 2 fragatas, 1 buque de transporte, 10 aviones, 24 helicópteros y sumaron 236 muertos.
La derrota argentina supuso el fin de ese animo patriótico que se respiraba antes de la guerra y sobre todo con la llegada de los supervivientes que a pesar de la censura dieron a conocer las penurias pasadas y sus pésimas condiciones en la isla. Provocó además la dimisión de Galtieri que fue sustituido por Reinaldo Bignone. A la dictadura le quedaba muy poco tiempo y así en diciembre de 1983 unas elecciones celebradas el 30 de octubre volvían a restaurar el régimen democrático en el país de la mano del ganador, Raúl Alfonsín.
El lado de los ganadores, esta victoria supuso un aldabonazo a Margaret Thatcher en el poder, ganando al año siguiente de forma contundente las elecciones. Se había olvidado los años de desgaste por sus políticas sociales y económicas.
Fuentes
La Aventura de la Historia núm. 162. El tiro por la culata. La guerra de las Malvinas, por Mario Amorós.
Episodio del canal de podcast de WARcheology: Guerra de las Malvina arqueología y memoria https://go.ivoox.com/rf/137608996
Webgrafía
A short history of the Falklands conflict Imperial Wars Museums
40 años de la Guerra de las Malvinas Instituto Geográfico Nacional, Ministerio Defensa ARG
40 años de la Guerra de las Malvinas, el conflicto que enfrentó a RU y Argentina France24.com
2 de abril de 1982: comienza la Guerra de las Malvinas El Orden Mundial
El hundimiento del General Belgrano Blog David López Cabia
Fin de la Guerra de las Malvinas zendalibros.com
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