LA CAÍDA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

Caída de la URSS

Vamos a contar cómo se resquebrajó de forma fulminante y diría que sorprendente a los ojos del mundo occidental, una de las dos potencias  que dominaban el planeta tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Vamos a hablar de la caída de la Unión Soviética.

Desde la llegada al poder de Gorbachov y su perestroika a la reacción territorial en las repúblicas que formaban parte de la Unión pasando por la intentona de golpe de estado, último recurso de ala más conservadora del régimen.  Un periodo de la historia cercano, apasionante y sorprendente

ANTECEDENTES

Situémonos en noviembre de 1982 cuando fallecía Leónidas Breznev, líder de aquella sólida URSS, el último gran representante de la burocracia del partido único y de la férrea ortodoxia comunista. En ese momento la gran cúpula soviética estaba compuesta por personas de avanzada edad que daba una imagen de gobierno gerontocrático que reflejaba la realidad simbolizando un fuerte anquilosamiento que sufría el régimen soviético. 

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Breznev tuvo un largo mandato y durante el mismo fue partidario del consenso interno que evitara confrontaciones dentro del sistema, lo que produjo la continuidad  de los mismos responsables al frente de instituciones y el incremento singular de las redes clientelares. El resultado fue el estancamiento de esa gerontocracia dirigente (Kosiguin, Suslov, Kirilenko, Gromiko, Ustinov, Andropov…) que no era la mejor preparada precisamente para afrontar los desafíos que aparecieron en el mundo soviético desde la década anterior

Además su herencia era demoledora: una guerra en Afganistán de imposible victoria que sangraba la economía y a la propia sociedad; creciente malestar y contestación interna en los países satélites de la Europa oriental; situación delicada en la economía que empeoraba año tras año y una  evidente parálisis política y administrativa del país. La realidad de la URSS en aquellos años 80 era la de un país mal gestionado, lleno de ineficiencias y un estado de evidente precariedad.

Ese sistema, aparentemente sólido, no lo eran tanto. La economía soviética presentaba cinco grandes fallas estructurales: la primera era el atraso en la industria  de bienes de consumo respecto a la industria pesada, lo que afectaba directamente en el nivel de vida de los ciudadanos; el segundo problema venia del mantenimiento del férreo sistema de planificación centralizada que burocratizaba toda la gestión productiva y comercial; el tercer factor era el déficit de innovación tecnológica, toda ella estaba canalizada al sector militar, lo que provocada pérdida de competitividad  y estancamiento del nivel de vida; el cuarto lo encontramos en la sobredimensión precisamente de ese sector militar cuyo elevado coste de mantenimiento afectaron de forma directa al conjunto de la hacienda del Estado y la economía soviética; y por último el alto coste medioambiental que tuvo la tradicional sistemática del crecimiento expansivo.

La situación interna había provocado que surgiera una tensión dentro del propio partido comunista entre un ala liberalizadora y reformista, partidaria de introducir cambios en la estructura del sistema para mejorar su funcionamiento, y un ala inmovilista contrario a todo ello porque suponía una traición a la ortodoxia comunista. La URSS y el conjunto de países europeos bajo su influencia no solo se distanciaban de forma creciente del desarrollo occidental, sino que cada día era mas difícil encubrir las disfuncionalidades del sistema y el descenso del nivel de vida.

Todo ello explica la compleja sucesión de Brezniev con Yuri Andropov y Konstantin Chernienko, otros dos ancianos que mantuvieron la línea oficial.

MIJAÍL GORVACHOV

Y en 1985 aparecía en escena Gorbachov y sus reformas. Con una palabra que recordamos todos: perestroika

Tres años después de la muerte de Breznev la situación no solo no había cambiado sino que

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había empeorado. El 11 de marzo de 1985 fue elegido un reformista como Secretario del Comité Central del Partido comunista de la URSS: Mijaíl Gorbachov. Pocos sospechaban que ese día era el principio del fin de la Unión Soviética.

Comenzaría lo que se ha venido a conocer como una especie de segunda revolución rusa, cuyo impacto convulsionó a toda Europa y acabó reformulando las bases del final del siglo XX.

Hay que dejar bien claro que Gorbachov era un reformista, si, pero continuista, comunista convencido, no un demócrata. Su objetivo inicial fue superar la inercia paralizante heredada y tratar de devolver a la URSS su anterior dinámica y su capacidad de resolución. Pronto introdujo nuevas fórmulas y procedimientos y un estilo más directo, si bien manifestó un magnífico conocimiento de cómo funcionaba el Kremlin, comenzando por la conquista y afianzamiento del poder. Con él también llegó una nueva generación de políticos: Ligachov, Gratchev, Shevardnadze o Yeltsin. Su pretensión era modernizar, flexibilizar y liberalizar un sistema carcomido con síntomas de clara parálisis. No pasaba por su cabeza iniciar ninguna transición hacia la democracia. Pero la realidad y las circunstancias fueron mas rápidas y se vio envuelto en una vorágine que le engulló, a él y al sistema.

Gorbachov, relativamente joven respecto a sus predecesores, 54 años, era un gran comunicador, aparentemente dialogante, con un nuevo talante y nuevas ideas que permitieron cultivar una excelente imagen internacional enormemente beneficiosa para sus planes reformistas. Así fue como se ganó el favor de la opinión pública internacional.

REFORMAS

La línea reformista de Gorbachov se basó en tres pilares fundamentales: un nuevo pensamiento político del que derivó una nueva concepción del papel de la URSS en el mundo; una reestructuración de todo el modelo productivo que conocimos como perestroika y una nueva política de transparencia e información: glasnost. la segunda de las palabras que recordaremos de aquella época.

El primer paso era reconocer que no podían luchar con el sistema capitalista en condiciones de paridad. Es decir, aceptar la realidad de que no se podía seguir el ritmo competitivo que marcaban los EE. UU. y occidente. La carrera armamentística estaba obligando al país a destinar más de la quinta parte  de su presupuesto a gastos militares que para más inri tenían un alto carácter improductivo, ya que la industria civil no se beneficiaba de los avances tecnológicos y su capacidad era muy baja. Había que buscar una argumentación para poner freno a esa locura, pero sin que se evidenciara haber perdido esa carrera.

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Todo esto sin poder obviar otro de los grandes problemas a los que se tenia que enfrentar: la eclosión nacionalista que luego analizaremos.

En el XXVII Congreso del PCUS, Gorbachov propuso un cambio en las relaciones internacionales, pasando de la situación de coexistencia pacífica que asumía la existencia de dos bloques diferenciados que se toleraban pero que no se relacionaban, a apostar por la interdependencia global, con colaboración, consenso y cooperación de todos a favor de acciones constructivas recíprocas. Todo el vuelco en el modelo de relaciones internacionales que imperaban en la guerra fría. Este giro fue muy bien acogido en Europa occidental y EE. UU., de hecho, el presidente Reagan tan combativo en sus inicios con el comunismo se vio obligado a favorecer los contactos con el nuevo líder soviético en busca de acuerdos concretos. 

La pieza angular de las reformas era la perestroika, Gorbachov tuvo el acierto de sintetizar sus ideas reformistas en el concepto perestroika que significa reestructuración, transformación... pero esta no fue nunca un programa mínimamente definido, ni mucho menos fueron explicitados en ese momento los instrumentos que debían utilizarse para llevarlos a cabo. La perestroika fue esencialmente una explícita voluntad de cambio, que Gorbachov fue adaptando según sus necesidades, exigencias y oportunidades que aparecieron a lo largo de su mandato.

Gorbachov lo que pretendía era conseguir un acuerdo general que minimizara los perjuicios que para su posición internacional iba a derivarse de la obligada política de repliegue que debía acometer.

De la perestroika podemos señalar tres etapas definidas:

  1. Los dos primeros años de gestión, 1985-1987 permitieron superar las reticencias del núcleo continuista y consolidar el poder de la nueva generación de dirigentes, diagnosticando los principales problemas del sistema. Las primeras iniciativas se pusieron en marcha de forma moderada.
  2. Desde 1987 hasta mediados de 1990 se pusieron en marcha los mas ambiciosos planes de transformación del sistema. En el ámbito político se llevó a cabo una doble reforma del sistema para profundizar en su democratización, acercar a la sociedad a los asuntos del Estado y reconocer la pluralidad ideológica y territorial existentes en la URSS. En el campo económico se reconoció el diferencial con los sistemas no centralizados, se fueron abriendo posibilidades a la iniciativa privada y, en consecuencia, debilitando la confianza en la economía planificada. En la política exterior se mantuvo el empeño negociador hasta alcanzar una clara distensión
  3. La tercera y última, hasta el golpe de Estado de agosto de 1991 estuvo caracterizada por el incremento de tensiones internas. Llegando a la confrontación entre los sectores mas conservadores y los reformistas. En esta fase se manifestó de forma abierta el problema territorial con los procesos secesionistas.

Pero la perestroika, que tan buenos réditos produjo en un primer momento a Gorbachov, especialmente en el escenario internacional, produjo una convulsión dentro del sistema con consecuencias finalmente revolucionarias. El proceso reformista desbordó a sus propios promotores, la transparencia informativa generada por la glasnost, hizo aflorar ante la opinión pública las disfunciones del sistema y, finalmente, las tensiones territoriales condujeron a la implosión de la propia URSS. La glasnost supuso gozar de unas condiciones inéditas de libertad en el debate periodístico y académico sobre problemas del país. Se relajaron los controles sobre la prensa, se liberaron miles de presos políticos y se avanzó hacia el pluralismo político. 

Respecto a las reformas, Gorbachov y su equipo eran conscientes de la gravedad de la situación económica por eso priorizaron en este campo. Buscando una recuperación acelerada que permitiera salvar el déficit productivo, tecnológico y de calidad de vida con Occidente. Para ello era necesario mejorar  los medios empleados, en espacial el reparto más adecuado de los recursos, la descentralización de la toma de decisiones dejando libertad a las empresas, incentivando la productividad y la responsabilidad, y reduciendo drásticamente la burocracia, la ineficacia y la corrupción.

Los programas económicos puestos en marcha por Rizhkov y Abalkin no estaban centrados en producir una transformación en el sistema  económico soviético sino en conseguir una mayor efectividad de la maquinaria planificadora estatal. Se incrementó sustancialmente la autonomía financiera de las empresas, se legalizaron la actividades económicas individuales, se incentivó la fundación de cooperativas, se reestructuraron los ministerios económicos, se crearon oficinas estatales de estudios y ejecución de mejoras técnicas, se puso en marcha una reforma agraria que primaba la productividad y se actualizaron los precios y salarios. Sin embargo, las enormes tensiones introducidas en los rígidos mecanismos de la economía planificada condujeron al fracaso de tales reformas, sembrando de dudas, improvisaciones y contradicciones la economía soviética.

Todas las medidas económicas fracasaron, consiguiendo el efecto contrario, introduciendo una gran incertidumbre en el sistema económico productivo soviético, desestabilizándolo  y produciendo un enorme caos. Lo peor fue que este fracaso repercutió en la imagen de las reformas de la perestroika.

En el ámbito político, Gorbachov desarrolló una política reformista dubitativa, lo que le generó tensiones de ambos lados, por parte del núcleo duro del comunismo y por el sector aperturista.

Una primera fase de la reforma del sistema político llegó en 1988 cuando se aprobó una modificación constitucional y la nueva ley electoral: se mantenía el PCUS como partido único pero se iniciaba un cierto pluralismo, al permitir la presentación en las elecciones de candidatos no oficialistas e independientes. Con este nuevo marco normativo se produjeron las elecciones de marzo de 1989 en las que se renovó el Congreso de los Diputados Populares  pero también los Congresos de las Repúblicas y las corporaciones municipales. 

El resultado de estas elecciones fue muy significativo manifestándose una evidente hostilidad hacía el PCUS. El caso mas simbólico fue la elección del científico disidente Andrei Sajarov, una de las grandes referencias intelectuales frente a la dictadura comunista. 

La segunda fase vino caracterizada por la pérdida del monopolio político del PCUS. El Congreso aprobó una reforma constitucional en la que se suprimía la condición de privilegio del PCUS. Esto permitió la rápida aparición de partidos y agrupaciones políticas, incluso antes de la aprobación de la Ley de Asociaciones Públicas en agosto de 1990.

En la siguiente convocatoria electoral a soviets locales y parlamentos republicanos los resultados, especialmente en grandes ciudades y algunas repúblicas volvieron a dar la espalda al PCUS. En el interior del partido se desencadenó una grave crisis que fue debilitando a Gorbachov.

Pero lo mas grave de la situación se produjo en la periferia, las elecciones habían permitido el triunfo de tendencias secesionistas. El problema de las nacionalidades se convirtió en un autentico polvorín.

EL POLVORÍN DE LAS REPÚBLICAS

La URSS nace sobre la base del imperio ruso. Con multiplicidad de etnias, culturas y religiones. Stalin en los años 30 reinterpretó el tradicional nacionalismo ruso dando origen al concepto de la gran patria soviética. Durante 40 años de dictadura las particularidades nacionales de cada una de las repúblicas fueron soterradas pero no erradicadas. Así en la década de los 70 se produjo un movimiento de recuperación de las raíces tradicionales y, aún más importante, la vuelta a las practicas religiosas.  

El resultado de las elecciones de 1990 dio el triunfo a candidatos independentistas en los parlamentos de las repúblicas de Estonia, Letonia, Lituania, Georgia, Armenia y Moldavia. La fractura del PCUS, la debilidad de Gorbachov y el surgimiento del problema nacionalista desestabilizaron definitivamente a la URSS.

Las tensiones territoriales que habían estado reprimidas por la férrea disciplina y el estricto control ejercido por el PCUS, cuyo centralismo de hecho estaba respaldado por un falso federalismo, se convirtieron en un gran problema de muy difícil solución. De hecho estallaron conflictos interterritoriales en especial en tres amplias regiones: las repúblicas bálticas, Asía Central y Transcaucásica.

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Estonia, Letonia y Lituania (Estados independientes entre 1918 y 1939) eran repúblicas industrializadas, y con el mas alto nivel de vida de la URSS y muy relacionadas con Centro Europa y Escandinavia. Desde 1986 el proceso de recuperación de las identidades culturales que acompañó a la perestroika generó movimientos ciudadanos que culminaron en la creación de Frentes Populares, cuyo programa incluía el propósito explícito de recuperar la soberanía nacional.

En Asía Central las repúblicas de Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Tazhikistán y Kirguizistán, eran las mas pobres de la URSS a pesar de sus grandes recursos naturales. La apertura de 1985 hizo que el islam se convirtiera en el más fuerte lazo de identificación, y a su vez, de diferenciación de Moscú, proliferando la construcción de mezquitas e introduciendo los principios islámicos en la reforma de la enseñanza.

Por otro lado,  en las repúblicas transcaucásicas (Armenia, Azerbaiyán y Georgia) estalló una abierta guerra civil, debido a la disputa  por el control del enclave de Nagorno-Karabaj entre armenios (cristianos) y azeríes (musulmanes) que provocó la intervención del ejército rojo en Bakú.

A todo esto sumamos el resurgimiento del nacionalismo eslavo de forma muy particular el ruso que se erigió como estandarte el discurso de que la URSS era la heredera del imperio ruso y a su vez hacía de Rusia la legítima heredera del legado soviético.

Gorbachov pretendió mantener de alguna forma una especia de confederación de repúblicas que no fue aceptada por muchas de ellas como las bálticas, por ejemplo. Ni tampoco Armenia, Moldavia y Georgia. 

EL NUEVO MODELO DE RELACIONES INTERNACIONALES 

Lo que supuso el final de la Guerra Fría. Sin duda un gran triunfo personal de  Gorbachov. 

La llegada de Gorbachov a la secretaria general del PCUS cambió radicalmente la situación internacional. La formulación del nuevo pensamiento político, la consecuente revisión del papel que la URSS había desempeñado en el mundo y su apuesta  por la cooperación y el consenso obligaron al presidente Reagan a una reorientación parcial de sus posiciones. Parcial porque no dejó su objetivo de garantizar la hegemonía estadounidense, ni renunció al uso de medidas de fuerza, pero tuvo que aceptar los ofrecimientos de diálogo que llegaban desde Moscú para no perder la batalla de la opinión pública, en la que el nuevo líder soviético le había tomado la delantera.

Reagan podía ser un anticomunista convencido pero nunca renunció a la posibilidad de llegar a acuerdos satisfactorios para ambas partes que pudieran reducir el inmenso coste que el país debía asumir para garantizar una política de contención global del comunismo. Tras un encuentro preliminar en Reykiavik en 1986, los acuerdos fueron llegando: diciembre de 1987 Tratado de Washington eliminación verificable de armas nucleares de corto y medio alcance; al año siguiente se iniciaron las negociaciones START para la reducción de armas nucleares estratégicas que acabó en otro tratado; Ottawa 1990 para la reducción de  fuerzas convencionales. El 15 de febrero de 1989 el Ejército Rojo se retiraban de Afganistán.

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Esta política soviética había supuesto el corte de apoyos económicos y militares a países de Sudamérica, Asia y África a los que había apoyado en su momento de expansión en los años 70. Lo que ayudó a la relajación de tensiones internacionales.

Los días 2 y 3 de diciembre de 1989, pocos días después de la caída del muro de Berlín, los presidentes Bush (EE UU) y Gorbachov (URSS)  celebraron la Cumbre de Malta donde se firmó la carta de defunción de la Guerra Fría. Luego llegaría la Carta de París de 21 de noviembre de 1990 donde se acuerda un pacto de no agresión entre la OTAN y el Pacto de Varsovia que dejó de tener efecto cuando en julio del año siguiente desapareciera el bloque militar comunista dejando a la OTAN como única gran alianza militar existente. 

La caída de la URSS


AGOSTO  DE 1991  INTENTO DE GOLPE DE ESTADO

Desde el invierno de 1990 el run run del desencanto entre la vieja cúpula comunista iba en aumento. Opuestos a cualquier síntoma aperturista que supusiera pérdida de control político por el PCUS. Comenzaron a pensar en una medida de fuerza que apartara a Gorbachov del poder. Alarmados por el meteórico proceso de fragmentación territorial, la desastrosa crisis económica que asolaba el país y la debilidad internacional de la URSS, las consideraron las palancas necesarias que motivarían la revuelta. Y pensaban que encontrarían apoyos entre la sociedad.

Sus objetivos eran claros: relevar a Gorbachov del poder, poner fin a la reformas de la perestroika, bloquear  el sistema autonómico de las repúblicas, reforzar la posición internacional de la URSS tan deteriorada, volviendo a posicionamientos de negociación dura con EE UU alejándose del acercamiento que ahora existía y recuperar la influencia en los países del bloque del Este.

Los conspiradores aprovecharon la estancia vacacional de Gorbachov en Crimea para “secuestrarle” y bloquear su contacto con el exterior, exigiéndole la dimisión de sus cargos, cuestión que no sucedió. Así se aisló al presidente del mundo exterior y se decretó oficialmente su incapacidad por enfermedad.

El día 19 se informó a la población, se decretó el estado de excepción y se movilizaron

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unidades militares en las principales ciudades del país. Pero su sorpresa fue que la población civil no les acompañó sino que se opuso ante lo que era evidente un golpe de estado. Los titubeos de los golpistas ante esta situación de no avance, la división del Ejército, la presión internacional y esta reacción popular escenificada en Moscú y las autoridades de las República de Rusia con Boris Yeltsin a la cabeza consiguieron frenar la iniciativa revolucionaria y hacer fracasar la intentona.

El 22 de agosto Gorbachov era liberado y regresaba a Moscú, recuperando teóricamente el poder. Pero su autoridad no fue reconocida, los hechos le habían superado. Los derrotados en el golpe no fueron solo los golpistas, también lo fue Gorbachov  y su perestroika.

El intento de golpe fue la puntilla al sistema soviético y precipitó la desintegración de la URSS en aquellos últimos y frenéticos días del mes de agosto de 1991.

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Y aquí surgiría otra figura clave en este proceso, uno de los líderes que mejor supo aprovechar la situación, Boris Yeltsin, a la sazón presidente de la Federación Rusa. Aupado por la sociedad y la opinión pública internacional, su imagen de defensor de las instituciones democráticas ante los tanques soviéticos le catapultó al estrellato. Aprovechó el vacío de poder para dictar el 20 de agosto unos decretos dudosamente constitucionales pero que nadie rebatió. Transfirió todas las instituciones centrales soviéticas a la jurisdicción rusa y asumió la jefatura del Ejército en territorio ruso. El 23 de agosto, en la sesión extraordinaria de Soviet Supremo, se dio un nuevo golpe a la ya maltrecha URSS. Gorbachov no pudo oponerse a las propuestas de Yeltsin plegándose a sus exigencias pero no dimitió de su cargo de presidente de la URSS. Al día siguiente si que renunció a la Secretaria General del PCUS. El día 27 las repúblicas bálticas eran reconocidas como Estados independientes por la Comunidad Europea y el 29 Rusia y Ucrania firmaban un tratado bilateral de cooperación. El 2 de septiembre se liquidaban las ultimas instituciones importantes de la URSS.

El 8 de diciembre Yeltsin creaba la CEI o Comunidad de Estados Independientes en Minsk formada por las tres repúblicas eslavas (Rusia, Ucrania y Bielorrusia) a la que se sumaron otras ocho repúblicas.

Gorbachov dimitió de la Presidencia de una prácticamente inexistente URSS el 25 de diciembre cuando la bandera roja fue arriada del Kremlin y sustituida por la nueva bandera rusa. La URSS había dejado oficialmente de existir.


Fuentes

Historia Contemporánea (1914-1989) El desplome del universo comunista, Juan Carlos Jimenez Redondo (Editorial universitaria Ramón Areces)

Historia del Mundo Actual, de la caída del muro a la Gran Recesión, Juan Avilés e Isidro Sepúlveda (Editorial Síntesis) 

Geopolítica. Claves para entender un mundo cambiante. Eva M.ª Martín Roda (coordinadora)(Editorial universitaria Ramón Areces)



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