LA CRISIS DE LOS MISILES DE CUBA
Si alguna vez la humanidad estuvo muy cerca de la Tercera Guerra Mundial, que en este caso hubiera sido una devastadora guerra nuclear, fue aquel otoño de 1962. La crisis de los misiles de Cuba puso en jaque a todo el orbe.
ANTECEDENTES: POTSDAM Y LA
GUERRA FRÍA
Fue entonces cuando comenzó la guerra fría, el enfrentamiento que mantuvieron las dos grandes superpotencias, a nivel político, económico e ideológico, por liderar el mundo. Este conflicto no conllevó disputas militares entre ambos de forma directa pero aprovecharon otros escenarios para ello como fue Corea o Vietnam, creando un clima de tensión que recorrería todos los puntos del planeta. Esta siniestra competición derivó en la carrera espacial que comenzaron ambas potencias por poner al hombre en órbita y llegar a la luna, aunque el verdadero y peligroso riesgo empezó a fraguarse con la carrera armamentística y nuclear.
Stalin había conseguido extender una zona de influencia en los países del Este del continente al ir liberando de la ocupación nazi a los mismos, durante la guerra. Y lo mismo quería hacer en Asia, África o Sudamérica, expandir la ideología comunista por doquier. Enfrente se encontró a los estadounidenses con unas ideas políticas, económicas y sociales diametralmente opuestas: comenzaba la partida por disputarse el liderazgo mundial. De esta situación nacieron las alianzas militares que reflejaban esta división, la OTAN en los países liderados por Washington y el Pacto de Varsovia bajo el auspicio de Moscú.
REVOLUCIÓN CUBANA: FIDEL CASTRO
La amenaza parecía que se consolidaba y Eisenhower, en ese momento en la Casa Blanca, empezó a tejer, junto a la C.I.A., estrategias de complot y sabotaje, formando guerrillas y apoyando militarmente en secreto a la oposición cubana. La operación militar de Bahía de Cochinos, en 1961, fue un intento de invadir la isla por parte de exiliados cubanos, que resultó un desastre, cuando ya J.F. Kennedy era presidente.
NIKITA KRUSCHEV
OPERACIÓN
ÁNADIR
En febrero de 1962 Raúl Castro, hermano de Fidel, viajó a Moscú para concretar esa ayuda militar. No solo cerró un acuerdo de colaboración en el envío de armas sino también de un contingente de 42.000 militares. Recibieron plataformas de lanzamiento de misiles, cohetes de alcance medio, ojivas nucleares más bombarderos y cazas, entre los que figuraban los MIG 21. También se incluía defensa antiaérea.
Pero había que llevarlo a la isla sin levantar sospechas. El nombre de la operación proviene de un río ubicado en la parte norte del extremo oriental ruso, en la Siberia oriental. Como maniobra de distracción se hizo creer a la inteligencia occidental que ese era el destino del contingente, debidamente equipado para las bajísimas temperaturas de la zona. Incluso cuando la flota se encaminaba al Caribe no saltó ningún tipo de alarma.
En septiembre comienza a llegar el material a la isla. Todo esto ante las narices de los estadounidenses y sin que se dieran cuenta. El 14 de octubre de 1962, cuando ya se habían recibido 42 misiles y 9 de ellos ya estaban instalados, los aviones espías estadounidenses, los U-2, detectaron la maniobra fotografiando las instalaciones.
DÍAS PREVIOS
Los días previos a la semana clave los estadounidenses intentaban dar apariencia de normalidad para no despertar sospechas. De hecho el presidente se entrevistó con el ministro de Asuntos Exteriores soviético, Andrei Gromyko, La situación cuando menos no dejaba de ser curiosa. Kennedy ya sabía que los soviéticos tenían armamento nuclear en Cuba pero Gromyko no sabía que lo sabían. Partida de póker en toda regla. Solo se refirieron a Cuba de pasada a lo que el mandatario soviético matizó que cualquier ayuda a Cuba «tenía solamente el propósito de contribuir a la capacidad de defensa de Cuba».
A nivel interno, entre los asesores del presidente estadounidense, la tensión entre los partidarios del conflicto armado directo iba perdiendo fuerza a favor de los partidarios de apostar por un bloqueo. En esta decisión tuvo mucha influencia el hermano del presidente, Robert, a la sazón fiscal general. Otra de las voces autorizadas a favor de esta postura fue la de Adlai Stevenson, el embajador permanente ante las Naciones Unidas aunque siempre agotando previamente la vía diplomática.
COMUNICACIÓN TELEVISIVA DE J. F.
KENNEDY
La intervención televisiva donde Kennedy iba a denunciar públicamente e informar a su pueblo y el resto del mundo de la situación tensa que se estaba viviendo estaba prevista para el lunes 22 de octubre a las siete de la tarde. El presidente estaba tranquilo, mantuvo su agenda y esa misma tarde sobre las cuatro recibió al primer ministro de Uganda, Milton Obote como estaba previsto, quien no sospechó en ningún momento, como luego confirmaría, que el mundo estaba al filo de una guerra nuclear.
Luego informó a los líderes del Congreso. Donde no recibió toda la confianza, como esperaba.
A las 7 pronunció el discurso con expresión grave, la voz firme y tranquila. Aportó las pruebas fotográficas y sentenció: «El propósito de estas bases no puede ser otro que proporcionar una fuerza de ataque nuclear contra el Hemisferio Occidental». Acusó a los soviéticos de «engaño deliberado» y expuso sus medidas iniciales: cuarentena sobre todo el material militar ofensivo que fuera enviado a Cuba, omitiendo cualquier referencia a un bloqueo para no parecer excesivamente agresivos; redoblada vigilancia de la Isla; la declaración de que el lanzamiento de un proyectil desde Cuba sería considerado como un ataque de la URSS contra los Estados Unidos lo que supondría una acción de represalia; la inmediata convocatoria de la Organización de los Estados Americanos; una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la ONU; y finalmente un llamamiento a Kruschev para que desistiera de esta escalada de tensión.
Fragmento del discurso de J.F. Kennedy
«Conciudadanos: no dude nadie que ésta es una actitud difícil y peligrosa (…) nadie puede predecir qué rumbo tomará ni que pérdidas o bajas puede costar (…) Nuestro objetivo no es la victoria del poder sino la reivindicación de un derecho; no la paz a expensas de la libertad, sino a la vez la paz y la libertad (...)
MOVILIZACIÓN Y PREPARATIVOS DE
GUERRA
Por parte soviética, si bien sus palabras fueron beligerantes aceptando el reto, su política gestual fue distinta al ordenar aflojar la marcha de una flota de buques de guerra, con más material, que se encaminaba a la zona. E incluso algunos dieron la vuelta. El 26 de octubre el líder soviético envía un mensaje a la Casa Blanca para intentar llegar a un acuerdo, propuesta que contó con la total oposición de Fidel Castro, dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias. Aunque insistían en que las armas de Cuba eran defensivas. Proponía a los estadounidenses la retirada simultánea de sus misiles en Turquía. Empezada el juego de las ofertas y contraofertas.
En el Consejo de Seguridad de la ONU se desplegó todo un arsenal “diplomático” entre los embajadores de los dos países, Stevenson (EE.UU.) y Zorín (URSS). El estadounidense presionaba al soviético. «Es la primera vez que oigo decir que el delito no está en el robo sino en el descubrimiento del ladrón» «Niega usted, embajador Zorín, que la URSS ha enviado y está enviando proyectiles dirigidos del tipo medio e intermedio e instalaciones a Cuba? ¿sí o no? No espera la traducción ¿sí o no? Zorín mascullo algo como que no estaba ante un tribunal americano, a lo que Stevenson replicó: «Está Ud. ante un tribunal de la opinión mundial».
APOYOS EN EUROPA Y MOVIMIENTOS
PACIFISTAS
Lo sorprendente fue la tibieza con la que se acogió la situación en el Reino Unido, cuando no con dudas. El Economist, el Manchester Guardian, el Guardian no se mostraban muy convencidos. Frente a la incustionable respuesta de Adenauer y De Gaulle. Bertrand Russel, entre los pacifistas, que no tenia muy buena opinión de Kennedy, envió un mensaje a cada mandatario. Al Kremlin: «Solicito humildemente su ayuda para reducir la temperatura. Su continua paciencia es nuestra gran esperanza». Y a la Casa Blanca: «Su desesperada acción no puede concebirse como una justificación. No queremos un asesinato en masa. Ponga fin a esta locura». En EE.UU también hubo movimientos pacifistas en esta línea.
JARRO DE AGUA
FRÍA
En plena fase de tensas negociaciones un avión U-2 estadounidense fue derribado, ya que seguían comprobando la evolución de las instalaciones, lo que pareció dificultar las conversaciones, aunque afortunadamente para el planeta no fue así. En la madrugada del 28 de octubre la administración Kennedy aceptó las propuestas soviéticas. Ese fin de semana se acababan las posibilidades de solución pacífica. si no se recibía respuesta del Kremlin, la decisión era atacar el lunes.
ACUERDO FINAL
La responsabilidad de llegar a un acuerdo recayó sobre las espaldas de Bobby Kennedy y del embajador soviético en Washington, Anatoly Dobrinin. En la madrugada del 28 de octubre llegó el tan anisado acuerdo. La URSS no instalaría misiles en Cuba y EE UU se comprometía a no invadir la Isla, además de retirar los misiles Júpiter de Turquía.
La gran perjudicada fue Cuba que no se vio, según su punto de vista, respaldada por los soviéticos y sufrió, con más fuerza, el embargo económico por parte estadounidense que se agravaría con la desaparición de su principal aval y soporte económico y militar, la URSS, en los años 90.
Dobrinin declaró en sus memorias, en forma de justificación, que Kruschev había desplegado esa medida como una estrategia geopolítica para lograr una mayor paridad con los EE.UU. Que un motivo para dar el paso fue el fracaso de la invasión de Bahía Cochinos, donde Kennedy fue percibido como un presidente débil e indeciso que no respondería bajo una fuerte presión.
De esta crisis nació el famoso “teléfono rojo”, una línea de comunicación directa entre los dos máximos mandatarios de las dos superpotencias. La tensión continuó muy alta los siguientes años, si bien no a los niveles que se alcanzaron en aquellos días de octubre.
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Fuentes:
LEFFLER M. La guerra después de la guerra. Estados Unidos, la Unión Soviética y la Guerra Fría (2007) Barcelona, Ed. Crítica
POWASKI, R.E. La guerra fría. Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991 (2000) Barcelona, Ed. Crítica
DE LA TORRE GÓMEZ, H. Historia contemporánea (1914-1989) (2010) Madrid. Editorial Universitaria Ramón Areces.
SCHLESINGER .M, A Los mil días de Kennedy (1966), Barcelona, Ayma
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