LEGIONES ROMANAS EN HISPANIA
Entre los años finales
del siglo III hasta el I a.C. Roma requirió de importantes recursos humanos y
materiales para la conquista de Hispania y hacer frente a largas guerras.
Fueron las legiones romanas en Hispania.
La Pax romana desde la
época de Augusto se preservó gracias a una serie de legiones acantonadas,
de las que solo se mantuvo de forma permanente la Legio VII Gemina, que
dio origen a la ciudad de León.
La presencia militar
romana sirvió de apoyo y cobertura para la explotación minera y agrícola de la
Península.
Los Escipiones en
Hispania
La llegada de los
hermanos Escipión, Cneo y Publio a Tarraco en el 218 a.C. supuso el inicio de
la presencia romana en la península. La hegemonía romana se asentó sobre las
regiones otrora en posesión de los cartagineses, que darían lugar a la Hispania
Citerior y a la Hispania Ulterior.
Pero la seguridad era
clave para el mantenimiento de las posesiones. Los ataques de los lusitanos,
celtíberos y resto de pueblos íberos requirieron la presencia y actuación de
las legiones. Que se tuvieron que emplear a fondo ante las tribus nativas,
mejores conocedoras del terreno, aguerridas y guerreras.
Explotación económica
La explotación económica de la Península dependía de la labor del ejército, para conseguir la sumisión
de los nativos y consolidar los territorios de forma más o menos pacífica. Y el
Senado romano reaccionó en aras de ese objetivo, apostando por una acción
militar contundente cuyo objetivo era eliminar a los enemigos de roma a
cualquier precio.
Las competencias
militares de los gobernadores romanos en Hispania eran incuestionables. Para
mantener el control y la seguridad se requería un ejército, pero no siempre
dispusieron de tropas suficientes. El Senado tenía otros intereses y otros
compromisos al mismo tiempo que impedían esa disposición. El apoyo y
utilización de tropas nativas fue
utilizado en muchas ocasiones.
Esta labor diplomática
que captó aliados ibéricos para la causa, como ya habían hecho los
cartagineses, fue vital. Así se atrajeron a reyes y líderes de los distintos
pueblos para sumar el esfuerzo bélico, pero eso no era suficiente para
consolidar el poder en la Península.
Estrategia militar:
campamentos
El despliegue militar que
llevó a cabo Roma en Hispania exigió establecer campamentos en lugares
estratégicos. Así en la Vía de la Plata para asegurar su control nos
encontramos con Castra Caecilia y Castra Servilia, cerca de Cáceres; Castra
Calpurniana y Castra Postumiana, en la provincia de Córdoba; Castellum Ebora
(Sanlúcar) o la propia Itálica, primera fundación romana en Hispania, para
vigilar el valle bético y estar preparados para los ataques lusitanos. Corduba
también ejerció como campamento militar y en la costa hubo bases navales como
Carteia, cerca de Algeciras.
Otras localidades, por su
posición estratégica, requirieron de atención especial, como Gracchurris
(Alfaro) para el control del paso del valle del Ebro a la Meseta norte o
Pompaelo (Pamplona).
Hemos comentado antes la
labor de los aliados en la guerra. Algunas localidades se consideraban aliadas
en virtud de un tratado (foedus) que las vinculaba a Roma, así Gadir,
Malaca, Epora (Montoro), Emporion y Saguntum jugaron ese
papel por su ubicación estratégica.
Legiones
Las guerras civiles del
siglo I a.C. supusieron un punto de inflexión con el incremento de efectivos
militares en la Península. Contra Sertorio llegaron a movilizarse catorce
legiones. En la batalla de Munda, Cesar dispuso de ocho legiones frente a las
trece que se opusieron a ellas. Y en las guerras cántabras llegaron a intervenir siete legiones.
Según A. García y
Bellido, el precursor de los estudios sobre el ejército romano en España, se
contabilizaron seis legiones en Hispania:
La II Augusta, la
IV Macedonica, la V Alauda, la VI Victrix, la IX Hispana y la X Gemina.
En Herrera del Pisuerga,
base de la IV Macedonica se hallaron las producciones del alfarero
legionario de dicha unidad L. Terentius. Esta Legión estuvo asentada
allí, según se tiene acreditado, entre el 20/15 a.C. y el 39 d.C. La Legio
VI Victrix estuvo en su campamento de León desde poco antes al cambio de
Era hasta el año 68. La X Gemina, entre los años 15/10 a.C. y 10/20 d.C,
estuvo donde más tarde se levantará la ciudad de Asturica Augusta. Mas
tarde establecerá el campamento mas al sur, en Rosinos de Vidriales, hasta el
año 63 cuando marchan a Panonia.
En el año 74 en León se
instala, donde estuvo la VI Victrix, la VII Gemina, origen de la
ciudad.
Tenemos más información
de establecimientos militares en el norte de Hispania a través de la Notitia
Dignitatum (XLII, 1.25) de comienzos del siglo V, como no solo la VII
Gemina, sino la cohors Lucensis en Lucus Augusti (Lugo), la cohors
II Flavia Pacatiana en Paetaonio (Rosinos de Vidriales), la cohors
Celtiberae en Iulibriga, la cohors I Gallica en Veleia y
la cohors II Gallica en un establecimiento indeterminado denominado ad
Cohortem Gallicam.
Época imperial
Augusto reorganizó administrativamente Hispania con tres provincias, Baetica,
Lusitania y Tarraconensis. Esta última basada en consideraciones
militares ya que abarcaba los territorios septentrionales recientemente
pacificados. Su gobernador era directamente nombrado por el emperador (legatus
Augusti propraetore).
Tras las guerras
cántabras permanecieron en el norte algunas legiones. La IV Macedonica,
la VI Victrix y la X Gemina tuvieron una relevancia crucial en el
control y vigilancia. Pero su labor no fue solo militar, sino que debieron
colaborar en distintas obras públicas como vías, puentes, acueductos… tanto en
su construcción como en su mantenimiento.
Estas legiones fueron
moviéndose, dependiendo de las necesidades del Imperio y trasladadas a otras
fronteras conflictivas en el limes del Rin o del Danubio.
La única que se mantuvo
de forma permanente fue la Legio VII Gemina, creada por el emperador
Galba con reclutas hispanos y que desde la época de Vespasiano quedó asentada
definitivamente en su campamento. Junto al mismo fue creciendo un barrio con
una población que vivía de los legionarios y con el tiempo acabaron fundiéndose
y se transformaron en una ciudad, la actual León.
Es en los años 80 del
siglo pasado cuando la arqueología militar se asienta como disciplina y
comienzan a aparecer estudios al respecto, con una renovación total de los
planteamientos metodológicos.
Hispanos en las legiones
romanas
Se ha comentado la ayuda
nativa en el esfuerzo militar de Roma en la Península. El limitado aparato
militar romano en la época de la IIª guerra púnica forzó a Escipión a buscar
aliados entre las fuerzas indígenas.
Otras veces la prestación
de contingentes militares utilizados como auxilia figuro entre las
obligaciones impuestas. Famosos fueron los jinetes lusitanos, celtíberos o
astures y qué decir de los temibles honderos baleáricos.
Estas tropas auxiliares
eran dirigidas por sus propios jefes indígenas y luchaban con su particular
armamento.
Fue con Augusto cuando se
hizo notable el incremento de reclutamiento de hispanos para renovar los
efectivos legionarios instalados en Hispania. Aunque también sirvieron en
legiones sitas en otros lugares del Imperio o en cuerpos especiales como los pretorianos o los vigiles de Roma.
Los momentos de esplendor
de estos legionarios hispanos fueron en la época de Augusto, durante la
dinastía Flavia y posteriormente con los emperadores hispanos Trajano y
Adriano. El reclutamiento de estas unidades auxiliares profesionales de
infantería (cohortes) y caballería (alae) debió organizarse por
distritos como indican sus nombres: Asturum, Arevacorum, Bracarorum,
Vettonum, Cantabrorum, Vasconum, Celtiberorum o Lusitanorum. Aunque
también se conocen otras con el nombre genérico de Hispanorum. Así
García y Bellido menciona las Cohors II Gallica, Cohors IIII Gallorum o Cohors
I Celtiberorum.
El ejército y la
romanización
Esta convivencia
castrense ayudó el acceso de los milites hispanos a la cultura romana.
Por no hablar de las uniones maritales de los legionarios con mujeres
indígenas.
También influyó en esta
cuestión el establecimiento de soldados licenciados a los que se les daba tierras.
Así las colonias militares y civiles fundadas por Cesar y Augusto como Emerita,
Caesaraugusta, Urso o Acci, por mencionar algunas, se convirtieron en focos importantes de romanización.
Los soldados hispanos
retornaban a sus lugares de origen una vez finalizado el tiempo se servicio
militar, contribuyendo a la integración cultural de sus comunidades. Y recibían
la ciudadanía romana al licenciarse como lo acredita el bronce de Ascoli (89
a.C.).
Fuentes:
Nueva Historia de España.
La Historia en su lugar, vol III. Artículo El ejército romano en Hispania.
Edit. Planeta
Artículo de José María
Blázquez Martínez A. García y Bellido y el inicio de los estudios del ejército
romano en Hispania (Espacio, Tiempo y Forma. Historia Antigua, serie II, vol.
16, Madrid, UNED, 2003)
El ejército romano en la
Península Ibérica. De la “arqueología filológica” a la arqueología militar
romana. Ángel Morillo y Esperanza Martín Hernández (Univ. de León). Estudios
Humanísticos. Historia nº 4, 2005.
El ejército romano de
conquista en el norte de la península ibérica. (HAnt XXXI-2007, 51-86). Narciso
Santos. Univ. Oviedo
Legionario. El manual del
soldado romano. Philip Matyszar, AKAL
Para saber más:
José Manuel Roldan, Los
Hispanos en el ejército romano de época republicana. Universidad de Salamanca,
1993
el ejército y la romanización es un punto que no entiendo bien ¿me lo podías explicar un poco mas sencillo porfavor?
ResponderEliminarEstá referido a la convivencia de los soldados con la población civil y los matrimonios que hubo. Su presencia ayudó a extender la cultura romana, empezando por el idioma, en Hispania. Muchos legionarios al licenciarse decidieron quedarse aquí. El enlace que hay en ese apartado es muy ilustrativo
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