INDÍBIL Y MANDONIO: ALIADOS IBÉRICOS
Nos situaremos en plena
Segunda Guerra Púnica en Hispania y cómo se apoyaron tanto romanos como
cartagineses en los pueblos ibéricos para alcanzar sus metas. Ambos ejércitos
estaban faltos de material humano, tan lejos de sus ciudades, con lo que la
necesidad de contactar con el apoyo local fue vital. Veremos cómo actuaban esos
pueblos, en concreto con el caso de los ilergetes, qué visión tenían ellos de
la guerra y su concepto de fidelidad y alianza. La política diplomática fue
ingente en aquellos años, el futuro de la guerra estaba en juego.
POLÍTICA DIPLOMÁTICA
Ya desde la llegada de
Amílcar Barca se puso en marcha esa política diplomática con alianzas con muchos
reyes ibéricos ,casándose, por ejemplo, con la hija de uno de ellos.
La llegada de Cneo Escipión a Tarraco en el 218 a.C. supuso el inicio de la presencia romana en la
península y su lucha contra Cartago. Junto a su hermano el cónsul Publio,
fueron derrotando a los cartagineses en sus primeros meses y sometiendo a los
pueblos de la región, layetanos, ilergetes, ausetanos, lacetanos y otros. Y
como ya se ha dicho, necesitaron reclutar como aliados unidades auxiliares
indígenas dirigidas por sus propios jefes y con sus armas tradicionales, algo
novedosos para las legiones.
Durante los años 216 y
215 a.C. la guerra fue cambiante y la fortuna también. Se aliaba con unos y
otros de forma aleatoria. Aunque el revés mas relevante se lo llevaron los
romanos cuando Cneo y Publio Escipión caen en combate (211 a.C.) en una
significativa derrota. En la que participaron los protagonistas de este
artículo.
PUBLIO CORNELIO ESCIPIÓN
Pero la guerra gira de
forma espectacular con la llegada de un nuevo general romano, Publio Cornelio
Escipión hijo y sobrino de los generales abatidos. Toma Qart Hadash, ciudad
fundada por Asdrúbal en el año 226 a.C. y que a la postre sería renombrada como Cartago Nova, que era la
principal base naval púnica. Y alcanza victorias relevantes en Baecula (208) e
Ilipa (206) acabando finalmente con el poder púnico en la península ibérica.Una de las claves de
estas victorias romanas fue el apoyo de poblaciones autóctonas que fueron
cambiando de bando, lealtades y apoyos según iba variando la dirección de la
guerra. Como lo habían sido en las victorias cartaginesas.
El papel de los aliados
ibéricos fue fundamental en el desarrollo de la guerra. Publio Cornelio no solo
trabajó el campo militar de forma exitosa sino también el diplomático, captando
fidelidades donde antes había enemistad. Así fue atrayéndose a los reyes y
líderes de los distintos pueblos de Iberia.
LOS ILERGETES
Uno de esos casos fue el
de los jefes ilergetes Indíbil y su hermano menor Mandonio. Con gran
repercusión al tratarse sin duda del pueblo ibérico más poderoso al norte del
Ebro. Ambos líderes destacan en las narraciones tanto de Tito Livio como de
Polibio, dos de los autores mas significativos por recoger los hechos de estas
guerras.
En la relación
Roma-ilergetes se pueden destacar cuatro fases. En una primera entre 219 y 209
a.C. los ilergetes fueron fieles aliados de los cartagineses luchando contra
los pueblos iberios aliados de Roma. Pero con menos fortuna al enfrentarse a
las legiones, aunque en el 211a.C. Indíbil al mando de un fuerte ejército de 7.500
hombres, ilergetes y aliados, contribuyó a la victoria púnica en la batalla que
terminó con la vida de los Escipiones.
Al entrar victorioso
Publio Cornelio en Cartagena (Qart Hadasht) encontró a estos rehenes, las hijas
de Indíbil y la mujer de Mandonio, y aprovechó la circunstancia de ganarse a
los ilergetes como aliados, liberando y colmando de regalos a los rehenes. Iniciando
una segunda fase en la tormentosa relación. Indíbil y Mandonio combatieron al
lado de las legiones en Baecula y aunque no hay certeza documental se piensa
que también estuvieron en la batalla de Ilipa.
Tras estas victorias
Escipión cayó gravemente enfermo, situación que provocó motines por una parte
del ejército romano. Y pensando en la posible muerte del general romano Indíbil
aprovechó para abandonarlo también, comenzando una tercera fase. Livio atribuye
al líder ilergete la ilusión de convertirse en ese momento rey de toda
Hispania. Y sin atacar a las legiones si lo hicieron con pueblos que
permanecían fieles a Roma. Al enterarse de la recuperación de Escipión se
replegaron a sus tierras.
El posicionamiento de los
líderes ilergetes ante aquella conjetura no gustó a Escipión que tras su
recuperación fue cambiando su discurso al referirse a ellos, recordando su
primera infidelidad a Cartago y ahora a Roma.
La consecuencia fue un
enfrentamiento abierto junto al Ebro, de la que Polibio se hace eco, en el que
los ilergetes consiguieron reunir un potente ejercito con cerca de veintidós
mil hombres para enfrentarse a las legiones romanas. La victoria cayó del lado
romano e Indíbil no tuvo más remedio que enviar a su hermano ante Escipión y
pedir clemencia.
FIN DE LA RELACIÓN
La cuarta y última fase
de la relación Roma con los ilergetes comienza tras esta batalla. Tras la marcha
de Escipión de Hispania, Indíbil vuelve a organizar otro poderoso ejército
aliándose con otros pueblos íberos. Enfrente las legiones de los generales
Lucio Léntulo y Lucio Manlio Acidino. La victoria volvió a caer del lado romano
donde encontró la muerte el líder Indíbil, corría el año 205 a.C.
Estas dos ultimas
batallas desmitifican la teoría de que los íberos y celtíberos no tenían
estrategia ni capacidad militar para enfrentarse a su enemigo en batallas
campales y que solo atacaban en escaramuzas o en combate de guerrillas.
Tras la batalla los
íberos culparon al fallecido Indíbil, según nos cuenta Livio, de arrastrarles
al desastre y entregaron a los romanos a su hermando Mandonio y otros jefes
militares.
CONCLUSIONES
Es muy relevante tener en
cuenta la consideración de fidelidad de los jefes íberos, la clave está en el
compromiso personal y no estatal difícil de entender para los romanos de la
época. Un elemento recurrente de las acciones ilergetes es el saqueo al sur y
al este de los pueblos aliados de Roma más que la destrucción del enemigo.
No se puede pensar en una
conciencia nacional íbera. Para Indíbil y los íberos en general, la
guerra no se concebía como una lucha hasta el final sino como un conflicto
limitado en busca del honor, reconocimiento entre los pares y, por supuesto, de
botín en forma de ganado y otros bienes.
Seguramente Indíbil y
Mandonio se vieron envueltos en una partida mucho más grande de lo que ellos
podían comprender. Fueron pequeñas piezas de todo el engranaje de la Segunda
Guerra Púnica y su mentalidad tradicional se vio desbordad por los
acontecimientos.
Fuentes:
Protohistoria y
Antigüedad de la Península Ibérica vol II La Iberia prerromana y la Romanidad.
Eduardo Sánchez-Morenos (coord.) Historia de España. Silex
Historia Antigua
Universal III Historia de Roma. Fe Bajo, Javier Cabrero y Pilar Fernández. UNED
unidad didáctica.
Revista Aventura de la
Historia nº 107 Indíbil y Mandonio un grito de libertad. Fernando Quesada Sanz
Historias de Polibio
Ab urbe condita Tito Livio
Para saber más sobre las
guerras púnicas:
Las guerras púnicas.
Pedro Barceló. Editorial Síntesis
La caída de Cartago. Las
Guerras Púnicas 264-156 a.C. Adrian Goldsworthy. Editorial Ariel
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