LAS GUERRAS PÚNICAS (I)
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INICIOS Y SICILIA. PRIMERA GUERRA
No
hay nada más clarividente, a modo de presentación, que las palabras de TitoLivio sobre el conflicto que vamos a tratar, las Guerras Púnicas, en su fantástico compendio histórico
Ab Urbe Condita en el Libro XXI De Sagunto al Trebia: «…que la guerra que
voy a describir es la más memorable de cualquiera de las que hayan sido libradas;
me refiero a la guerra que los cartagineses, bajo la dirección de Aníbal,
libraron contra Roma. Ningún estado y ninguna nación, tan ricas en recursos o
en fuerza, se han enfrentado jamás con las armas; ninguna de ellas había
alcanzado nunca tal estado de eficacia o estaba mejor preparada para soportar
la tensión de una guerra larga; nada había en sus tácticas que les resultase
extraño después de la Primera Guerra Púnica; y tan variables fueron las
fortunas y tan dudoso Marte que aquellos que finalmente vencieron estuvieron al
principio más que próximos a la ruina. Y aún con todo, grande como era su
fuerza, el odio que sentían el uno por el otro fue todavía mayor. Los romanos
estaban furiosamente indignados porque los vencidos se habían atrevido a tomar
la ofensiva en contra de sus conquistadores; los cartagineses estaban amargados
y resentidos por lo que consideraban un comportamiento tiránico y rapaz por
parte de Roma».
¿Cómo eran Roma y Cartago antes de este conflicto? La primera era, antes de las guerras, una incipiente potencia que ni aún ella sabía hasta
dónde podría llegar. Controlaba parte de la península itálica, el centro y el
sur. Cartago estaba consolidada como potencia naval controlando el Mediterráneo
Occidental. Dominando la primera el escenario terrestre siendo Cartago la
dominadora del naval, pero solo al principio y como punto de partida. Veremos
cómo Roma evoluciona en la industria naval y como Aníbal expone todo un
magisterio en las batallas campales.
Las
Guerras Púnicas fueron un punto de inflexión en la Historia de Roma. A su fin
se vislumbraba su expansionismo y su poderío militar.
FUENTES
Y PERSPECTIVA HISTÓRICA
Pero
tengamos en cuenta que, desde el punto de vista del historiador, la historia la
escribe el vencedor y en este caso se agiganta la expresión al haber sido
prácticamente destruido el vencido. No existe relato alguno que describa los
hechos desde el prisma cartaginés. Tan solo podríamos disponer de los relatos
de dos historiadores que acompañaron a Aníbal en sus andanzas en su periplo
italiano, uno de ellos fue su antiguo tutor, Sosilo, pero ninguno de sus
escritos ha llegado hasta nosotros.
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El
autor más fiable e importante fue Polibio, amigo íntimo de Publio CornelioEscipión Emiliano, que pudo hablar y contrastar visiones de participantes
supervivientes en la guerra contra Aníbal y fue testigo directo de la Tercera.
Otro que debemos tener en cuenta es Tito Livio, que ya escribió en tiempos de
Augusto, y nos proporciona el relato más largo y completo de la guerra con
Aníbal, y hay que confiar plenamente en él sobre los sucesos a partir del 216
a.C. ya que los escritos de Polibio no nos han llegado completos.
Antes
del conflicto, están constatados contactos entre ambas potencias a través de una serie de
sucesivos tratados, cuatro, en los que se establecían áreas de influencia y se
fijaban las mutuas condiciones de ayuda y colaboración.
El primero data del año
509 a.C. y según Polibio fue firmado en tiempos de Lucio Junio Bruto y Marco
Horacio, los primeros cónsules. Otros lo datan a mediados del siglo V, en este
caso favorable a Cartago preocupada ya por la posible ansia expansionista de la
joven república romana., en él se establecían límites a la navegación. Hay dos
más, uno en 348 a.C. y un tercero en 306 a.C. Y por último el del año 278 a.C.
cuando Pirro entra en Italia y Sicilia y se produce una unión de fuerzas.
PRIMERA
GUERRA PÚNICA
264-241 a.C.
Hasta
ese momento las relaciones entre ambas potencias habían sido muy cordiales,
como demuestran esos acuerdos. Pero tras la conclusión de la guerra contra
Pirro y la salida de éste de Italia las cosas empezaron a cambiar.
Por
cuestiones económicas Roma puso sus ojos en Sicilia una vez consolidada su
expansión por el centro y sur de la península, pero este interés chocaba frontalmente
con los intereses cartagineses. La combinación estaba hecha y solo faltaba que llegara
el momento. Sicilia disponía de riqueza agrícola y los griegos acuciaban una
debilidad muy golosa para romanos y cartagineses.
Se
ha discutido mucho sobre los orígenes de la Primera Guerra Púnica, aunque todos
los autores clásicos se basan en el cuarto acuerdo entre Roma y Cartago firmado
a consecuencia de la guerra contra Pirro, por el cual se prohibía la primera a
intervenir en los asuntos de Sicilia y a la segunda en los de Italia.
Polibio
nos cuenta que un numero de mercenarios itálicos, los mamertinos, fueron
licenciados por Agatócles, tirano de Siracusa, en el 285 a.C. y que en lugar de
volver a la península se apoderaron de Mesina a la que Hierón II de Siracusa puso
sitio en el 265 a.C.
Los
mamertinos pidieron ayuda a los cartagineses que lograron se levantara el
sitio, pero aquellos acabaron pidiendo ayuda a Roma, hartos de los cartagineses,
que decidió acudir a esta petición de ayuda a sabiendas que eso podría acarrear
una guerra.
Llegó
a la isla, en 264 a.C. el tribuno militar C. Claudio expulsando a la guarnición
cartaginesa. Hierón II se alía con los púnicos y sitian a los romanos en
Mesina. En su ayuda llega el cónsul Ap. Claudio Caudex que liberó Mesina y dio
un nuevo paso en el conflicto al sitiar Siracusa. Lograron a su vez que muchas
ciudades se pusieran de su parte e Hierón pensó que su alianza con Cartago no
había funcionado, que no le servía de mucha ayuda y se pasó al bando romano.
Poco
después los romanos ocuparon Agrigento. Los cartagineses, buscando una solución
y revertir la situación, llevan la guerra al mar, sabiendo la debilidad de los
romanos allí, enviando sus barcos a Cerdeña con el objetivo de dar el salto a
la península. Roma se vio obligada a construir rápido y corriendo su primera
flota, copiando el modelo de naves empleado por su oponente. El primer
enfrentamiento, en el año 260 a.C., resultó un desastre para Roma, como no
podía ser de otra forma. La flota fue capturada sin combatir con su comandante
incluido, en la bahía de la ciudad de Lípari. Pero la revancha no tardó en
llegar y ese mismo año derrotaron a los cartagineses frente a las costas de
Mylae.
A
partir de ahí la situación se equilibró y, al mismo tiempo, se estancó. Se
producen distintas batallas navales con signos diferentes, pero no definitivos, los romanos llegan a desembarcar en el norte de África para que Cartago se
sintiera amenazado y las tropas púnicas regresaran para defender su ciudad.
Pero Roma sufrió un desastre en la llanura de Bagrada donde los mercenarios de
Jantipo aniquilaron al ejercito comandando por Atilio Regulo.
Roma
decide entonces centrarse en Sicilia en una guerra de desgaste. En el año 247 a.C.
entra en acción un joven Amílcar Barca que consigue avances en los intereses
cartaginenses llegando a saquear la costa meridional de Italia.
FINAL
DE LA GUERRA.
CONCLUSIONES
Consciente
de que necesitaba una potente flota y mejorar en su estrategia naval Roma se dedicó
a construir una nueva flota y la puso al mando de Lutacio Cátulo quien en 242 a.C.
puso cerco a las principales bases cartaginesas en Sicilia y en marzo de 241
a.C. derrotó a la flota púnica en las proximidades de las islas Egadas. Llegando al final de la Primera Guerra Púnica, los
cartagineses cansados de una guerra tan prolongada y con las miras puestas en
otros objetivos le dieron a Amílcar Barca plenos poderes para negociar una paz
honrosa.
Pero
las condiciones romanas fueron muy duras, obligando a los cartagineses a
retirarse de Sicilia y de todas las islas que se encuentran entre Italia y
Sicilia, así como a entregar una importante cantidad de talentos, entre otras
medidas.
Roma ganó prestigio internacional y la isla de Sicilia que en 227 a.C. pasó a ser la
primera provincia romana gobernada desde ese momento por un pretor.
Cartago
no solo perdió la guerra y Sicilia, sino que también perdió su hegemonía en el
Mediterráneo Occidental y la imposibilidad de acceder a algunos de los
circuitos comerciales que hasta ese momento habían sido claves en su
supervivencia.
PERIODO
ENTRE GUERRAS
(241-219aC)
La situación que vivió
Cartago después de la derrota fue muy complicada. Vivió una crisis política e
institucional sumada a las arcas del estado vacías, primero por la inversión en
la contienda y luego por la indemnización a Roma. Lo que provocó que
mercenarios y otros aliados que habían luchado al lado de los cartagineses no
recibieran sus compensaciones económicas pactadas y se levantaran en armas
reclamando sus derechos. El levantamiento (242 a.C.-238 a.C.) se produjo en
Sicca y desde allí se dirigieron directamente a Cartago. Se sumaron también una
gran cantidad de poblaciones libias cuyo único medio de sustento era la
agricultura y la presión fiscal ejercida sobre ellas las estaba asfixiando.
Amílcar fue el encargado
de la defensa de la ciudad con lo que quedaba del ejército, pero con resultados
adversos. Cartago se vio en la necesidad de pedir ayuda a Roma que le
proporcionó víveres y permitió que reclutara tropas mercenarias en suelo
itálico. Con muchas dificultades sofocaron la revuelta, pero las consecuencias
fueron negativas. La revuelta se trasladó a Cerdeña y allí Roma no fue tan
benevolente y aprovechó para ayudar a los sardos y poder echar a los
cartagineses.
La sublevación de los
mercenarios supuso para Cartago una nueva sangría en recursos humanos y
económicos que compensaría con su intervención en la península ibérica más
tarde.
En este periodo Roma
también tuvo sus problemas y tuvo que hacer frente a los ilirios en dos guerras
por un lado y a las sublevaciones de la Galia Cisalpina por otro. Respecto a los primeros, para afianzar su
posición en el Adriático donde la actuación de los piratas lo había convertido
en inseguro. Y sobre los galos la revuelta le da pie para ampliar su poder al
norte.
El acuerdo firmado con
Roma no impedía a Cartago mirar al lado occidental del Mediterráneo a la
Península Ibérica, donde ya comerciaban desde antiguo griegos, fenicios. En
Iberia Cartago puso en marcha una auténtica política imperialista.
Y esta será la segunda
parte de este extenso post.
Aconsejo seguir la secuencia sobre las Guerras Púnicas del blog amigo www.historiaeweb.com
Segunda parte de las Guerras Púnicas (Segunda y Tercera) Historia Sin Pretensiones
Bibliografía
Historia Antigua Universal III. Historia de Roma
(UNED) Fe Bajo Álvarez, Javier Cabrero Piquero y Pilar Fernández Urdiel.
Las guerras púnicas, Pedro Barceló, Editorial Síntesis
La caída de Cartago. Las guerras púnicas (265.146
a.C.), Adrián Goldsworthy, Ariel Historia
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