LA BATALLA DE LAS ARDENAS
La batalla de las Ardenas
o del saliente (battle of the bulge como se conoce en el mundo anglosajón), ha
pasado a la historia como uno de los enfrentamientos más épicos de la IIª
Guerra Mundial, cuando el ejército alemán lanzó su última gran ofensiva en el
frente occidental, en los bosques nevados de las Ardenas (Bélgica). Y lo hizo
el sábado 16 de diciembre de 1944, días ante de iniciarse el invierno, durante
casi siete semanas y buscando el efecto sorpresa. Supuso el agotamiento de las
mejores unidades de la Wehrmacht en claro proceso de desintegración. Las
divisiones Panzer no lograron alcanzar los objetivos ni consolidar lo poco
logrado y tuvieron que retroceder a sus puntos de origen.
Último órdago de Hitler
Último órdago de Hitler
Hitler lanzó su último
órdago, 300.000 soldados, 1.800 tanques, 2.400 aviones que puso en juego en un
último movimiento de la partida que revirtiera la historia. Pero, aunque
consiguió sorprender a las tropas norteamericanas que desde su desembarco en
Normandía allá por el mes de junio no paraban de avanzar y pensaban que el
final de la guerra estaba próximo, no consiguió dar el golpe definitivo que
tanto necesitaba. No consiguió tomar Bastogne, ni cruzar el Mosa ni llegar, por
supuesto, a Amberes, para dividir a los ejércitos aliados.
16 de diciembre de 1944
A las 5:20 de esa mañana del 16 de diciembre, la artillería alemana abrió fuego contra las posiciones norteamericanas. El 6ª Ejercito Panzer del general Dietrich era el encargado de abrir el ataque, debía alcanzar el río Mosa en menos de 48 horas y dirigirse a Amberes. Pero la misión era extremadamente complicada e incluso irreal. Con independencia de la oposición del ejercito enemigo, debía recorrer unos 115 kms para alcanzar el río y unos 200 para llegar a Amberes, todo ello a través de un terreno difícil, con pocas, malas y estrechas carreteras muy fáciles de bloquear. Sin olvidarnos de la nieve y el barro. Igual le sucedía al 5ª Ejercito Panzer del general von Manteuffel. Realmente no había planes para la conquista de Amberes solo para cruzar el Mosa, lo que hace pensar en cierta improvisación provocada por la desesperación del acontecer de la guerra.
A las 5:20 de esa mañana del 16 de diciembre, la artillería alemana abrió fuego contra las posiciones norteamericanas. El 6ª Ejercito Panzer del general Dietrich era el encargado de abrir el ataque, debía alcanzar el río Mosa en menos de 48 horas y dirigirse a Amberes. Pero la misión era extremadamente complicada e incluso irreal. Con independencia de la oposición del ejercito enemigo, debía recorrer unos 115 kms para alcanzar el río y unos 200 para llegar a Amberes, todo ello a través de un terreno difícil, con pocas, malas y estrechas carreteras muy fáciles de bloquear. Sin olvidarnos de la nieve y el barro. Igual le sucedía al 5ª Ejercito Panzer del general von Manteuffel. Realmente no había planes para la conquista de Amberes solo para cruzar el Mosa, lo que hace pensar en cierta improvisación provocada por la desesperación del acontecer de la guerra.
Operaciones Stösser y Greif
Como paso previo al
ataque se puso en marcha la operación Stösser a cargo de un batallón de
paracaidistas novatos pero debido a la meteorología la operación se demoró 24
horas hasta la tarde del 24 cuando todo se había desatado ya. Pero desde el
lanzamiento todo salió mal y el día 20 unos 200 hombres habían sido capturados.
Otra operación paralela,
quizás mas conocida, fue la llevada a cabo por Otto Skorzeny, que se había
hecho famoso por la operación de rescate de Benito Mussolini, cuando estuvo
secuestrado. Operación Greif se denominó, infiltrándose tras las líneas
norteamericanas con vestimenta y equitación estadounidense para crear
desconcierto y caos y alcanzar varios de los puentes sobre el río Mosa y
mantenerlos hasta la llegada de las divisiones Panzer. Pero ni el material fue
lo suficientemente creíble ni la rápida y precipitada elección del equipo humano,
solo 10 marinos mercantes podrían pasar por estadounidense y poco mas de 120
hablaban un inglés aceptable. Consecuencia, que, salvo momentos de confusión e
histeria entre las filas norteamericanas al tener conocimiento de esta
infiltración, Skorzeny no consiguió ningún otro objetivo.
Frenados en el bosque de las Ardenas
Los primeros ataques fueron repelidos sobre todo por la artillería, una vez los aliados se recuperaron del efecto sorpresa. La intención de alcanzar el Mosa en 48 horas fue totalmente infructuosa, a las 72 horas de haber iniciado el ataque, los alemanes solo habían conseguido avanzar 10 kms con importantes pérdidas. Solo consiguieron parte del objetivo en el sector defendido por la 106ª división norteamericana que resultaría destruida en pocos días.
Los primeros ataques fueron repelidos sobre todo por la artillería, una vez los aliados se recuperaron del efecto sorpresa. La intención de alcanzar el Mosa en 48 horas fue totalmente infructuosa, a las 72 horas de haber iniciado el ataque, los alemanes solo habían conseguido avanzar 10 kms con importantes pérdidas. Solo consiguieron parte del objetivo en el sector defendido por la 106ª división norteamericana que resultaría destruida en pocos días.
Papel importante en la
batalla lo tuvo en británico Montgomery que fue nombrado por Eisenhower, el día
20, para liderar el contrataque al mando de todas las unidades situadas al
norte del saliente, primando el interés general por encima del político.
Cuestión, por otro lado, que suscitó no poca suspicacia y problemas entre los
mandos aliados. El general británico se impuso como un estratega clarividente
que logró insuflar moral a sus tropas y detener el avance de las divisiones
Panzer, que desistieron finalmente de cruzar el Mosa.
Desenlace final
Desenlace final
Hitler, como venía siendo
habitual en él, se negó a reconocer la realidad hasta que no se consumó el
desastre. Sin embargo, sus generales se percataron del fracaso de la ofensiva a
la segunda semana de su puesta en marcha. Consiguieron el efecto sorpresa, pero
por poco tiempo y el colapso que buscaban en la moral aliada no llegó.
Bajas
Bajas
El resultado de bajas
durante la batalla fue muy similar. Las bajas alemanas se cifraron en total
alrededor de 80.000 (muertos, heridos y desaparecidos), por poco más de 75.000
por parte americana (8.400 muertos). En ambos bandos se
conocieron fusilamientos de prisioneros por venganza.
Libros de referencia
Una de las mejores guías para conocer con detalle el desenlace de la batalla es el libro de Antony Beevor, posiblemente el mejor escritor militar de nuestro tiempo, Ardenas 1944, la última apuesta de Hitler. En el mismo, el historiador británico, apuesta de forma indudable por la idea de que la ofensiva de las Ardenas supuso para el bando alemán un absurdo dispendio de recursos insustituibles que hubieran podido ser aprovechados mucho más cabalmente en el frente del Este. En línea de haber hecho que el frente Oriental fuera absolutamente vulnerable. Esta teoría, ampliamente defendida por la mayor parte de los historiadores contemporáneos, fue siempre rebatida por la historiografía soviética que veía en ella un menosprecio a sus méritos a la hora de dar el golpe definitivo a la IIª Guerra Mundial.
Una de las mejores guías para conocer con detalle el desenlace de la batalla es el libro de Antony Beevor, posiblemente el mejor escritor militar de nuestro tiempo, Ardenas 1944, la última apuesta de Hitler. En el mismo, el historiador británico, apuesta de forma indudable por la idea de que la ofensiva de las Ardenas supuso para el bando alemán un absurdo dispendio de recursos insustituibles que hubieran podido ser aprovechados mucho más cabalmente en el frente del Este. En línea de haber hecho que el frente Oriental fuera absolutamente vulnerable. Esta teoría, ampliamente defendida por la mayor parte de los historiadores contemporáneos, fue siempre rebatida por la historiografía soviética que veía en ella un menosprecio a sus méritos a la hora de dar el golpe definitivo a la IIª Guerra Mundial.
Beevor, recoge la
declaración conjunta del Mariscal de Campo Wilhelm Keitel y Alfred Jodl oficial
de la Wehrmacht y su ayudante personal, en un interrogatorio el 20 de julio de
1945 una vez finalizada la contienda en Europa, muy significativa en este
sentido: “la crítica de si hubiera sido mejor emplear las reservas
de las que disponíamos en el este y no en el oeste, la sometemos al juicio de
la historia. Decidir si fue o no un “crimen” prolongar la guerra con ese
ataque, lo dejamos en manos de los tribunales aliados. Nuestro propio juicio es
invariable e independiente de ellos”. Pero reconocieron que abrir ese frente
allanó el camino a la ofensiva rusa lanzada el 12 de enero de 1945 desde las
cabezas de puente del Vístula. Jodl: “la rapidez con la que los aliados
reaccionaron superó tal vez nuestras expectativas. Pero, sobre todo, fue el
ritmo de nuestros propios movimientos el que quedó muy por detrás de nuestras
expectativas”.
La conclusión de Beevor
no deja lugar a dudas: “La sorpresa y crueldad de la ofensiva de las Ardenas de
Hitler trasladaron la horrorosa brutalidad del Frente Oriental al Occidental.
Pero (…) el susto de la guerra total no desencadenó el pánico universal ni el
colapso total que se esperaba. Antes bien, provocó un volumen decisivo de
resistencia desesperada, una obstinada determinación de resistir a toda costa,
incluso en pleno asedio. (…). Quizá la mayor equivocación de las autoridades alemanas
en la ofensiva fue juzgar erróneamente a los soldados de un ejército al que
fingían despreciar”.
“Esta fue la última
ofensiva alemana de la guerra. Produjo en nosotros no poca preocupación y nos
hizo postergar nuestro propio avance, pero al final salimos beneficiados. Los
alemanes no pudieron recuperarse de sus pérdidas y las batallas que se
desarrollaron posteriormente sobre el Rin, a pesar de ser duras, no cabe duda
de que fueron más fáciles (…). Tomados por sorpresa Eisenhower y sus
comandantes actuaron rápidamente, aunque reconocerán que el mayor mérito no fue
suyo. Según dijo Montgomery “el factor principal del éxito de la batalla de las
Ardenas fue el enfrentamiento incondicional del soldado estadounidense”. Sin
duda la mayor parte de la lucha correspondió a las tropas estadounidenses que
fueron las que sufrieron casi todas las bajas”. Winston Churchill.
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Fuentes:
La Segunda Guerra Mundial, volumen II, Editorial Argos
Segunda Guerra Mundial 1939-1945, vol. 27 Hitler contraataca en las Ardenas
Gran Crónica de la IIª GM, vol. 14
La Segunda Guerra Mundial, volumen II, Editorial Argos
Segunda Guerra Mundial 1939-1945, vol. 27 Hitler contraataca en las Ardenas
Gran Crónica de la IIª GM, vol. 14
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