POMPEYO EN HISPANIA: GUERRA Y RED CLIENTELAR

 

Pompeyo Magno

Cneo Pompeyo Magno es reconocido por ser uno de los individuos más acaudalados e influyentes de la antigua Roma hacia el final de la República. Fue parte del famoso triunvirato junto a Julio César y Craso, y participó en la guerra civil contra César. Sin embargo, su vida presenta otras particularidades significativas, entre ellas su relación con Hispania, que será el tema central de este artículo.

En la carrera política de Pompeyo su victoriosa participación en las guerras sertorianas, en Hispania, le permitió alcanzar una posición política preeminente en la República romana. 

¿QUIÉN FUE POMPEYO? 

Pompeyo nació un 29 de septiembre del año 106 a.e.c.

La desaparición de Sila del primer plano del escenario político iba a dar paso a una nueva clase política que se había ido gestando durante la década de los 80 y que ya empezaba a desempeñar papeles de cierta relevancia. Es el caso de nuestro protagonista, Pompeyo, uno de los más firmes apoyos de Sila durante su segunda marcha sobre Roma.

En estos primeros años su vida política transcurrió ligada a la de Craso, desde la desaparición de Sila hasta la formación del primer triunvirato que formarían junto a J. Cesar, siendo referentes de la vida pública romana, lo que los llevó a un duro enfrentamiento personal. Ambos poseían una importante clientela personal que los apoyaba, pero Pompeyo estaba reforzado con el ejercito que reclutara tras el desembarco de Sila en Brindisi, fiel a su persona, y que no había llegado a licenciar.

Los acontecimientos de la década de los 70 les auparían a los primeros puestos de la res pública y, los de la década siguiente, les iban a poner en sus manos, sobre todo en las de Pompeyo, poderes excepcionales, precedidos por el consulado que ambos desempeñarían en el 70 cuando desplegaran todo un arsenal de legislación que protegía los intereses de la oligarquía senatorial.

Las victorias de Sertorio en Hispania fueron una gran oportunidad para nuestro protagonista como iremos viendo.

Fue llamado de nuevo por el Senado para encargarse de la revuelta de esclavos liderada por Espartaco y la que Craso no conseguía sofocar, pero en última instancia si lo logró y Pompeyo no intervino.

Gracias a la Lex Gabinia, se le concedieron poderes excepcionales en el año 67 para hacerse cargo de la lucha contra la piratería a lo largo y ancho del Mediterráneo. Y Pompeyo cumplió de forma brillante y con rapidez la tarea encomendada. En poco más de tres meses acabó con el peligro de los piratas, desmanteló sus refugios y, en lugar de castigarles, llegó a un acuerdo con ellos para que colaboraran con Roma. Este nuevo éxito le abrió las puertas para otro cometido, finalizar la guerra con Mitrídates.

Su nueva victoria le convirtió en uno de los hombres más poderosos de Roma, pues además de la campaña contra Mitrídates, emprendió algunas expediciones de conquista que ampliaron considerablemente el territorio dominado por los romanos en Oriente. Y reorganizó la zona.

En el año 60 se constituye el primer triunvirato donde Pompeyo comparte escena con Craso y Julio César, en una alianza privada. No se conoce con exactitud los detalles del pacto, pero indudablemente estaba basado en un acuerdo de ayuda mutua. César deseaba acceder al consulado con la ayuda de sus nuevos aliados y desde esa posición conseguir que el Senado ratificara los acuerdos a los que Pompeyo había llegado en Oriente. Pero durante el consulado, César había conseguido pasar de ser un instrumento de Pompeyo y Craso a convertirse en el hombre fuerte del triunvirato. Y Pompeyo no tardó en movilizarse para recuperar el espacio perdido.

Los tres se necesitaban. Y en Luca renovaron la alianza, a César se le prorrogaba su mando en la Galia, Craso y Pompeyo deberían presentarse a las elecciones consulares para el 55  y una vez desempeñado el cargo debían recibir el mando de Hispania, Pompeyo y de Siria para Craso.

Pero el triunvirato tenía las horas contadas. En el año 54 murió la esposa de Pompeyo, hija de César y un año después falleció Craso en su guerra contra los partos, en Carrhes. Unos graves desordenes en Roma facilitaron que Pompeyo fuera nombrado único cónsul y desde esta posición se encargó de menoscabar lo más posible la figura de César. Especialmente negando a este la posibilidad de acceder de nuevo al consulado.

A César la única salida que le quedaba era la militar y así en el año 49 cruza el Rubicón y comienza una nueva guerra civil.

Los primeros envites de la contienda favorecieron a César. Especialmente en Hispania, pero no así en África. Había llegado el momento del enfrentamiento directo entre ambos, seria en los Balcanes en el año 48. En Dirraquium las huestes pompeyanas consiguieron poner en huida a las cesarianas, hacia Tesalia. En ese momento Pompeyo podría haber puesto rumbo a Roma invadiendo Italia, pero no lo hizo. Volvieron a enfrentarse en la llanura de Farsalia con el ejército de César en franca desventaja, pero fue al final quien consiguió la victoria. Pompeyo puso rumbo a Egipto, donde, antes de desembarcar, fue traicionado y asesinado el 28 de septiembre del 48. Su cabeza fue entregada a César cuando éste llegó a Alejandría.

GUERRAS SERTORIANAS

Durante la primera guerra civil de la República romana, con Sila y Cayo Mario como grandes adversarios y líderes de las dos facciones enfrentadas en el Senado los optimates y populares, Hispania se convertiría en el centro del poder de la facción partidaria de Mario, tras la conquista de Roma por Sila. Sertorio, gobernador de Hispania Citerior en el año 83, partidario de Mario, se convirtió en un rebelde, estableciendo la independencia de la Hispania romana en el 80.

En el año 81 Sertorio había tenido que huir de Hispania para volver al año siguiente ayudado por los lusitanos. Sila nombró gobernador de Hispania Ulterior en el año 70 a Quinto Cecilio Metelo quien a pesar de un exitoso inicio tuvo que replegarse a sus bases de partida en Corduba (Córdoba). Mientras que Sertorio veía reforzado su contingente militar con la llegada a Hispania de las 53 cohortes que el pretor Marco Perpenna logró salvar del ejército popular de Marco Emilio Lépido derrotado en Cerdeña.

Fue el momento que el Senado eligió a Pompeyo para dirigir las operaciones militares en Hispania. A favor de este, además de sus cualidades militares, sumaba su posición a favor del Senado, su posicionamiento por la opción optimate, y las relaciones que su familia había establecido con determinados pueblos de la península Ibérica, concretamente su padre Pompeyo Estrabón, como más adelante veremos.

Nombrado procónsul se dirigió a Hispania al frente de un ejército de 50.000 infantes y 1.000 jinetes, atravesando la provincia narbonense y entrando en la Península Ibérica por el paso de Pertús, en el noreste, a finales del año 77.

En la primavera del 76, en el frente del suroeste, Quinto Cecilio Metelo derrotó a los contingentes sertorianos dirigidos por Hirtuleyo en Itálica (Santiponce, Sevilla). En el área levantina, zona importante para el control de las rutas mediterráneas y las conexiones con la península Itálica, Pompeyo se enfrentó directamente con Sertorio y sus lugartenientes. Tras cruzar el Ebro sin oposición efectiva de Perpenna, envió algunos contingentes a Cartago Nova para abrir un nuevo frente mientras él se dirigía a Valentia (Valencia) donde sus adversarios se habían fortificado. Sertorio evitó la maniobra asediando y conquistando la ciudad filo senatorial de Lauro (Liria).

En las campañas del 75 no variaron lo escenarios de lucha del año anterior. Metelo derrotó definitivamente a las tropas de Hirtuleyo en Segovia (Isla del Castillo, en las proximidades de Écija) y Pompeyo consiguió conquistar Valentia, obligando a sus enemigos a replegarse hacia el sur.

Sertorio tuvo que refugiarse en una fortificada Saguntum (Sagunto) después de retirarse de Sucro (Alcira) y que las tropas de Metelo y las de Pompeyo se unieran.

Pompeyo puso sus miras en la Celtiberia con el objetivo de debilitar la retaguardia sertoriana, estableciendo su campamento en las actuales tierras navarras, fundando la ciudad de Pompaelo (Pamplona) nombre derivado de su nombre. 

Las fuerzas estaban equilibradas, Pompeyo pidió refuerzos al Senado y Sertorio aceptó la alianza ofrecida por Mitrídates, el rey de Ponto.  

En el 74 las ofensivas pompeyanas continuaron en la Celtiberia para liquidar los apoyos con los que contaba Sertorio entre algunos pueblos y centros urbanos. De esta forma, Metelo conquistó Bílbilis (cerca de Calatayud) y Segóbriga (Saelices, en Cuenca). A su vez el propio Pompeyo penetró en tierras de los vacceos en el Valle del Duero. Las fuerzas de Metelo y Pompeyo se unieron para asediar Calagurris (Calahorra) en poder sertoriano que resistió el ataque. Pero la guerra terminó cuando Pompeyo conquistó los centros neurálgicos que apoyaban a Sertorio y este se fue replegando al Valle del Ebro. En Osca, Sertorio murió por una conjura poniendo fin a la primera guerra civil desarrollada en las provincias.

La derrota de Sertorio tiró por tierra las esperanzas de los indígenas de una integración más igualitaria en el régimen romano, sin embargo, Pompeyo, con su labor pacificadora posterior, consiguió apoyos que luego le sirvieron de mucho en el enfrentamiento con Julio César.

REDES CLIENTELARES

Finalizada la guerra, mientras que Metelo regresó a Roma, Pompeyo se quedó en Hispania para someter la poca resistencia sertoriana que quedaba. Pero no se quedó solo en eso, aprovechó para desplegar una estrategia política que afianzara su poder e influencia personal en aquellos territorios alejados de la Urbe. Ampliar su red clientelar. 

Entre los núcleos sometidos encontramos en tierras sorianas a Uxama Argaela, Burgo de Osma en Soria, o Termancia en el término de Montejo de Tiermes; en tierras burgalesas Clunia, Coruña del Conde Burgos; Osca (Huesca) y Calagurris (Calahorra). Estas victorias permitieron a Roma ampliar y consolidar el dominio en la meseta norte llegando a la línea del Duero y del Pisuerga. Plinio el Viejo resalta que Pompeyo hizo inscribir el nombre de los 876 lugares sometidos en el trofeo conmemorativo levantado en Los Pirineos.

El origen de la creación de esa clientela pompeyana, no solo se debe al propio Pompeyo tras la guerra sertoriana, ya sus antepasados habían comenzado la labor. Es muy posible que durante el conflicto los contactos con los clientes de su familia ayudaran a Pompeyo. Incluso que algunas comunidades se pasaran a su bando, precisamente por esa relación clientelar con la gens Pompeia. Aunque las fuentes no nos dan información al respecto, si que existen indicios que podrían apoyar esa teoría.

Según Luis Amela Valverde, «cuando Pompeyo Magno penetra a finales del 77 en Hispania por el Pirineo Oriental y somete a lacetanos e indigetes, se supone que se debió al fuerte ejercito que conducía. Pero la presencia de los lacetanos, ya conocidos por la turma Salluitana, nos puede inducir a pensar que la rendición de estos dos pueblos estuviera en parte motivada por la presencia de clientes pompeyanos en los centros de decisión de estas etnias, ya que evidentemente, si suponemos la existencia de aristócratas indígenas clientes de la familia de Pompeyo, sería lógico que estos apoyasen al que considerarían su patrono».

Uno de los documentos epigráficos más relevantes en el estudio de la romanización en el Valle del Ebro es el conocido Bronce de Ascoli. Ahí se transcribe un decreto del padre de Pompeyo Magno, Cneo Pompeyo Estrabón, por el cual, en función de su imperium militar concedió la ciudadanía romana y una serie de recompensas a un escuadrón de treinta jinetes hispanos, la turma Salluitana, por el valor demostrado durante el asedio de la ciudad de Ausculum (Ascoli). 

La obtención de esa clientela se debió a los diversos beneficios que Pompeyo realizó durante la administración de la Provincia, sumado a una espléndida labor de propaganda. Por ejemplo, la concesión de la ciudadanía romana a los Fabii de Saguntum y a L. Cornelio Balbo en Gades, incluso se votó en Roma una ley al respecto, lex Gellia Cornelia de Civitate; la fijación de nuevos límites territoriales; el establecimiento de veteranos; la fundación de ciudades, como Pompaelo (Pamplona) y Lugdunum Convenarum (Saint Bertrand de Comminges en el departamento francés de Alto Garona); los trofeos de Pompeyo, monumento situado en al cumbre de los Pirineos, o la inscripción de Pompeyo Magno en Tarragona.

Sin olvidar las recompensas otorgadas a aquellos que apoyaron la causa senatorial durante la guerra sertoriana. Por ejemplo, en la Celtiberia, las comunidades fieles a Roma recibieron ganancias materiales y en el Valle del Ebro y en Levante, las medidas tenían un carácter integrador, como la concesión de la ciudadanía romana. Si bien es cierto que estas concesiones las otorgaba el Estado romano, no lo es menos, que quien las protagonizada era Pompeyo.

Siguiendo con Luis Amela Valverde, «la concesión de la ciudadanía romana en la época tardorrepublicana no obedeció a un programa oficial, sino a la acción política de personajes determinados, al amparo de la legislación ordinaria y de los poderes extraordinarios conferidos para el desarrollo de las misiones de carácter militar que se les había encomendado. El otorgamiento generoso de este beneficio a muchos hispanos llevará a un cambio en las relaciones entre los provinciales y Roma, que conducirá a su integración, al identificar sus intereses con los del Gobierno (…) La concesión de la ciudadanía romana a los provinciales se convirtió entonces en una práctica usual, como queda confirmada por las concesiones de C. Mario, Cneo Pompeyo Estrabón, L. Cornelio Sila, Q. Sertorio, Pompeyo Magno, y Julio César».



Fuentes:
La Historia en su lugar (editorial Planeta) Vol 4 Pompeyo en Hispania
La Historia en su lugar (editorial Planeta) Vol 5 La guerra de Sertorio
Historia Antigua Universal III. Historia de Roma (UNED, unidad didáctica)
El desarrollo de la clientela pompeyana en Hispania, por Luis Amela Valverde (2010). Studia Historica. Historia Antigua, 7. Recuperado a partir de https://revistas.usal.es/uno/index.php/0213-2052/article/view/6280
Las concesiones de ciudadanía romana: Pompeyo Magno en Hispania, por Luis Amela Valverde (Memorias de Historia Antigua, ISSN 0210-2943, Nº 21-22, 2000-2001, págs. 91-103)

Para saber mas:

Cneo Pompeyo Magno

Las guerras sertorianas

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