LA GUERRA DE INDEPENDENCIA ESPAÑOLA 1808-1814

Guerra de Independencia española

¿Guerra de Independencia? ¿Guerra internacional? ¿Guerra Civil?

Mucho se ha escrito y hablado sobre la conocida como Guerra de Independencia de 1808 a 1814. Nosotros siempre la hemos estudiado desde pequeños como una guerra contra la invasión francesa. ¿Pero realmente fue así? La historia generalmente no es tan simple, es compleja y llena de matices. Al final del artículo esbozaré una serie de cuestiones que poco a poco la historiografía ha ido poniendo encima de la mesa.

Uno de los primeros que hablaron de este conflicto fue el conde de Toreno en 1835, quien hablaba de “levantamiento, guerra y revolución”. Y fue durante el reinado de Isabel II cuando se romantizó el concepto y nació la denominación de “Guerra de la Independencia española” que ha llegado y predominado hasta nuestros días. Sin embargo, los británicos, uno de los principales protagonistas, junto a españoles y franceses, se refieren a ella como “Peninsular war” al extender el conflicto a tierras portuguesas y no lo delimitan tan solo a territorio español.

GUERRA INTERNACIONAL

Para empezar, fue algo más que eso, fue una guerra internacional para empezar, enmarcada en aquel periodo de guerras napoleónicas que se produjeron desde 1803 con la Guerra de la Tercera Coalición a 1815 con la derrota francesa en Waterloo. Por otro lado, los tres grandes contendientes, Francia, España y Reino Unido eran por aquel entonces potencias imperiales. «Toda la América española fue una inmensa retaguardia de guerra» como dice Daniel Aquillué en su libro España con Honra sobre el que se basa este artículo en gran parte.

Guerra de Independencia española
Portugal también sufrió esta guerra, no olvidemos que fue invadido en 1807 por tropas francesas y españolas, en virtud del Tratado de Fontainebleau firmado ese mismo año entre ambos países y que dio pie a los franceses para quedarse en España, antecedente de esta historia que estamos contando. Napoleón quería anular a los lusos, grandes aliados de los británicos para que estos no utilizaran sus puertos como bases navales. De hecho, un año después tropas británicas desembarcaron en Portugal siendo clave la llegada de estos al mando de Arthur Wellesley, duque de Wellington, para el desenlace del conflicto.

Incluso el suelo francés fue testigo del ruido de los cañones, por ejemplo, tropas españolas se internaron en el país vecino y saquearon Urdos en el valle de Aspe, en la región de Aquitania. Eso sucedió en septiembre de 1808 pero en diciembre se llegó al Rosellón, territorio pegado a la frontera española por el Pirineo catalán.

Mas curioso fue lo que ocurrió en Dinamarca, allí estaba luchando la división española del marqués de la Romana, unos 15.000 hombres, al lado de tropas francesas en estos momentos aliados. Al enterarse del levantamiento de mayo, más de la mitad de los soldados españoles se revelaron y decidieron volver a España, eso sí ayudados de la Royal Navy por que la empresa no era sencilla. Aquellos que no lograron volver fueron hechos prisioneros y muchos enrolados en los ejércitos napoleónicos y luchando en el frente ruso en 1812.


Guerra de Independencia española

 

SOLDADOS DE DIFERENTES

NACIONALIDADES

El ejército real borbónico estaba formado por soldados de diferentes nacionalidades, no solo españoles. Había unidades suizas, valones e irlandeses. ¿Y en el bando francés? Pues tres cuartos de lo mismo, por ejemplo, lucharon aquí unos 20.000 polacos incorporados a las filas napoleónicas después de que las potencias absolutistas, recordemos, Prusia, Rusia y Austria, devastaran su país.

Pero no solo polacos formarían parte de los ejércitos napoleónicos sino soldados de todos los estados periféricos del Imperio francés, como alemanes, italianos, portugueses, holandeses, belgas, suizos e incluso españoles.

Si, españoles que defendían las ideas napoleónicas y lucharon al lado de José I Bonaparte. De hecho, este tenía un ejército compuesto por casi 11.000 soldados españoles bajo el mando de su ministro de la guerra Gonzalo O’Farrill. A lo que habría que sumar las milicias cívicas de distintos pueblos como Plenas, Calatayud, Alcañiz, Teruel o Daroca, en Aragón, o las de las ciudades andaluzas que en 1812 alcanzaron los casi 34.000 efectivos al servicio de José I, aunque muchos de los alistados lo fuero de forma forzada.

En el campo civil aquellos que defendieron o apoyaron la causa napoleónica se les acusó de

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afrancesados y josefinos como les llamaron de forma despectiva, aparte de traidores. Porque hubo compatriotas que no querían una revolución, pero sí que las ideas ilustradas que parecía traían los Napoleón, en contra del absolutismo imperante, impregnaran nuestra sociedad. Querían esa reforma ilustrada. De hecho, en 1813 cuando José I se vio obligado a dejar España se marcharon con él unos 12.000 españoles al exilio.

Pero se calcula que hasta dos millones de españoles juraron fidelidad al rey José y colaboraron con los franceses, según el historiador Francisco Amorós. Es cierto que en los momentos en los que la victoria francesa parecía irrebatible y la causa fernandina perdida.

¿No podemos hablar de guerra civil, aunque con matices?

GUERRA TOTAL Y LA GUERRILLA

Hubo un notable cambio en las guerras del siglo XIX respecto a las del siglo precedente y anteriores. En el siglo XVIII rara era la batalla en la que participaran 100.000 contendientes. Ahora se levantaban levas masivas y la participación era multitudinaria. En Leipzig llegaron a luchar cerca de 500.000 soldados de los que casi un cuarto fue de bajas, muertos o heridos. Aunque la táctica fue muy parecida, descargas de fusilería, avances de la infantería hombro con hombro en ordenadas filas, fuego de artillería y cargas de caballería.

En España las batallas más multitudinarias fueron las de Talavera y Ocaña en 1809 con un total de 100.000 soldados entre ambos lados y la de Vitoria de 1813 con algo más de contendientes. Pero la gran diferencia fue la implicación de la población civil, de forma voluntaria o involuntaria, que sufrieron los avatares de la guerra de forma directa. Sufrieron saqueos por parte de las fuerzas napoleónicas como de las británicas como sucedió en Badajoz, Ciudad Rodrigo o San Sebastián. Sin olvidar los casos de Zaragoza, Gerona o Cádiz con sus asedios.

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Las levas se pusieron a la orden del día y el ejercito pasó de su característica aristocrática a su formación popular. A lo largo de la guerra se movilizaron unos 200.000 soldados españoles leales a Fernando VII y unos 30.000 guerrilleros. Solo en clave española, sin contar con el ejercito anglo-luso. Napoleón llegó a contar con 300.000 efectivos en suelo español en 1811. En total podemos decir que en suelo patrio llegaron a enfrentarse más de medio millón de combatientes. Y no podemos olvidarnos de los levantamientos populares sucedidos entre marzo y mayo de 1808.

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Enfrentarse cara a cara a campo abierto con los ejércitos napoleónicos era un auténtico suicidio. Bailén fue de las pocas y honrosas excepciones. Por eso la guerra de guerrillas jugó un papel tan importante. Eso sí que no se lo esperaba Napoleón, esa guerra irregular era toda una sorpresa para la que no estaba preparado. Compuesta por soldados, desertores, contrabandistas, hombres y mujeres del pueblo que conocían a la perfección el terreno, sabían moverse por las dificultades orográficas y sabían dar violentos golpes de manos allí donde los franceses no los esperaban.  

Se estima que hubo medio millón de bajas en estos seis años de guerra guerra.

ALGUNAS CONSIDERACIONES DE LA HISTORIOGRAFÍA MODERNA

Y para finalizar estas consideraciones sobre la guerra de independencia, y tal como escribí al principio, esbozaré una serie de cuestiones que poco a poco la historiografía ha ido poniendo encima de la mesa.

Sin negar la visión del alzamiento contra los ejércitos napoleónicos que llegaron a España remarcando su carácter nacional y espontáneo, estudios recientes ponen en tela de juicio este único argumento e incluso el calificativo de guerra de independencia, el profesor Álvarez Junco ha hablado de «invención».

Se han puesto encima de la mesa determinadas preguntas, por ejemplo el profesor Gérard Dufour, sobre ese levantamiento como ¿fue en defensa ante todo del rey y la religión, como defendían los fernandinos? Porque clérigos lucharon en ambos bandos especialmente clero secular en el bando josefino. Y siguiendo con la religión, ¿por qué esa insistencia en defender la religión en el Estatuto de Bayona? Los liberales, o parte de ellos, argumentaron el levantamiento como una lucha contra el Antiguo Régimen cuya máxima manifestación fue la constitución de 1812, entonces ¿cómo se explica la sumisa reacción años después cuando se anularon todas las reformas que acababan contra el absolutismo y se aceptó el exilio de tantos compatriotas? O incluso la nula resistencia a las tropas francesas cuya llegada supuso el final del trienio liberal. En este levantamiento popular contra Napoleón ¿predominó un carácter regional o local? ¿existía realmente una identidad nacional en el sentido actual del término? El propio Jovellanos llegó a hablar de «guerra civil».

Lo que es evidente es que los sucesos sufridos en España y Portugal entre 1808 y 1814 están todavía muy vivos para los historiadores de Historia Contemporánea y las valoraciones e interpretaciones son muy variadas.

Bibliografía

Viva España con Honra, una historia del siglo XIX español 1793-1923 de Daniel Aquillué. La Esfera de los Libros, Madrid 2023

Historia Contemporánea de España 1808-1923, Blanca Buldain Jaca (coordinadora). El reinado de Fernando VII, 1808-1833 por Ana Clara Guerrero Latorre. Editorial AKAL

 

Para saber más:

España: El desafío de la modernidad (1808-1996), Juan Pablo Fusi y Jordi Palafox, Madrid 1997.

La guerra de la Independencia, de Gérard Dufour, Madrid, Historia 16, 1989

España contra Napoleón. Guerrillas, bandoleros y el mito del pueblo en armas 1808-1814 de C.J. Esdaile, Barcelona 2006.

El sueño de la nación indomable. Los mitos de la guerra de la independencia. Ricardo García Cárcel Madrid, 2007. Editorial Ariel

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