BREVE Hª DE ESPAÑA: LOS AUSTRIAS MENORES

Los Austrias Menores

Una segunda parte de los Austrias en la corona Hispánica la protagonizaron  Felipe III, Felipe IV y Carlos II con quien se cierra la dinastía de los Austrias. Son los que se han conocido como los Austria menores.

FELIPE III

Al acceder al trono en 1598, Felipe III recibió una herencia espectacular, el imperio mas extenso y poderoso del mundo. Pero él no estaba, como su padre, por las tareas de gobierno y la administración de tan vasto territorio, le tiraba mas el ocio, la diversión y la vida cortesana. 

En ese momento la Monarquía Hispánica se encontraba ya exhausta aunque Felipe II había adoptado, al final de su reinado, una serie de medidas urgentes para paliar la difícil situación y facilitar el camino a su sucesor, cuya capacidad intelectual y política, presentaba serias dudas.

No iba desencaminado Felipe II en esas dudas porque pronto se confirmaron esas sospechas y se hizo patente la escasa personalidad del nuevo rey, así como su indolencia a la hora de ponerse al frente de los asuntos del Estado. Era evidente que necesitaba ayuda y esta llegó de una nueva figura política: el favorito o valido, una especie de ministro principal que actuaba en nombre del rey. Y el elegido fue el duque de Lerma.

Dos cuestiones marcaron el reinado: crisis financiera y la expulsión de los moriscos.

Sobre la primera sabemos que venía de lejos y como primera solución se optó por cortar la hemorragia de dinero en guerras y se impulsó una política exterior pacifista y una serie de reformas económicas. Medidas que no dieron el resultado apetecido porque, por ejemplo, los gastos de la corte estaban disparados. Así, en 1607 el Estado se tuvo que declarar en bancarrota.

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El tema de los moriscos tampoco era nuevo, problemas de integración, medidas para la conversión al cristianismo que no surtieron efecto alguno, y la sospecha del resto de la población, ya no solo de que eran falsas sino que se les consideraba aliados de los piratas berberiscos y de los turcos. Tengamos en cuenta que su concentración mayoritaria se encontraba en el cuadrante sur oriental de la Península. Así que en 1609 se decretó su expulsión y de paso la monarquía utilizó este episodio como una demostración de fuerza para aumentar su prestigio en una época de críticas a la política exterior pacifista.

Pero esta medida no saldría gratis y tuvo sus consecuencias. Y muy graves para los reinos de Valencia y Aragón especialmente. Por ejemplo una lógica pérdida demográfica, así como de capital y de trabajo. Con mayor repercusión en algunos sectores como la producción de seda, la horticultura o en el transporte. Supuso también una elevación de los salarios como consecuencia de la escasez de mano de obra. En total se calcula que fueron expulsados unos 275.000 moriscos que, en su mayoría, se asentaron en el norte de África.

Según todo esto fue una evidente falta de visión política en una situación económica tan complicada. 

Como ya se ha dicho para frenar la hemorragia financiera en guerras se optó por una política pacifista. En realidad continuó la política de los últimos años de Felipe II, que había firmado la Paz con Francia (Paz de Vervins en 1598).

El objetivo era principalmente económico, recortar gastos a costa de contemplar el descenso del prestigio de la corona en el concierto internacional. Así con la subida al trono de Jacobo I en Inglaterra se firma la paz de Londres en 1604. Mientras que con las Provincias Unidas se acordó la Tregua de los Doce años cinco años mas tarde, en 1609. No obstante, en el frente mediterráneo prosiguió la lucha contra los turcos.

Lerma intentó vender la falta de conflictividad en el norte de Europa como el comienzo de una  Pax Hispánica. Pero la realidad estaba lejos del control hegemónico que sugiere ese término.

FELIPE IV

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Felipe IV accedió al trono en 1621 con solo 16 años
y al igual que el caso anterior, se apoyó en un valido, en este caso en Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares. Por lo menos parecía que tenían mas capacidad y visión política que Felipe III y Lerma, generando renovadas expectativas en la sociedad, preocupada por salir del estado delicado en la que estaba la corona por la incapacidad del anterior monarca y el desacierto y corrupción de los validos. 

Se preveían desde el principio un aluvión de reformas por parte de Olivares para salir de la crisis económica, generar bienestar y recuperar en parte la reputación en el exterior.


En este sentido se reanudó la política exterior ofensiva, pero claro, para ello se necesitaba dinero, que no había. Pero para paliar esta situación, Olivares planteó una reforma financiera y militar.

Sin duda, uno de los proyectos cruciales fue el de la Unión de Armas, un proyecto para restaurar el poderío militar. Y en 1625 lo puso en marcha con un ejército permanente de 140.000 hombres sostenido por todos los reinos en función de su población y riqueza, buscando un mayor grado de disciplina y organización.

Estas reformas se inscribían en un plan mas amplio que pretendía unificar políticamente el
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imperio. El plan pretendía crear una estructura centralizada del Estado, mas fácil de gobernar. 

Intentó crear una única contribución, pero no lo logró. Eso si, aumentó la presión fiscal. La plata que llegaba de América iba directa a costear la política exterior. Intentó dar un giro de corte mercantilista a la economía, fomentó la industria y el comercio,  y la repoblación de las zonas mas necesitadas.

Pero a pesar de todas las reformas, a lo largo del periodo se sucedieron las bancarrotas: en 1627, 1647, 1652 y 1662.

La década de 1640 fue un periodo de crisis general para la monarquía, que estuvo a punto de colapsar. Momento delicado lo protagonizaron los alzamientos de Cataluña y Portugal.

En Cataluña por la Unión de Armas. El problema fiscal fue transformándose en una cuestión política que se agravó aun más por la guerra con Francia en 1635, y las exigencias de Olivares de obligarles a pagar la manutención de las tropas que luchaban en la frontera contra los franceses.

Así en junio de 1640 se produjo el Corpus de Sangre, una sangrienta revuelta en la que fue asesinado el virrey. Una revolución social y guerra civil. Los campesinos sin tierras atacaron a los ricos propietarios y en las ciudades las clases empobrecidas arremetieron contra las oligarquías urbanas. Los sublevados pidieron ayuda a Francia, que envió tropas al territorio catalán. La prolongación del conflicto y los perjuicios de la presencia francesa favorecieron la rendición de Barcelona en 1652 y la aceptación de la soberanía de Felipe IV.

Ese mismo año de 1640 se produjo otra rebelión en Portugal en contra también del proyecto de Unión de Armas. El aumento de la presión fiscal aderezado con un fuerte sentimiento nacionalista prepararon un cóctel de alto riesgo. A lo que sumamos las dificultades de Felipe IV para proteger el Imperio portugués de los ataques holandeses. La rebelión fue promovida por la nobleza y la alta burguesía y en cabeza se situó el duque de Braganza, quien se proclamó rey de Portugal (Juan IV). Los intentos de Felipe IV por recuperar Portugal fracasaron y la independencia portuguesa se consolidó.

Pero hubo otros movimientos secesionistas. En 1641 levantamientos andaluces;  en 1647 rebeliones de Nápoles y Palermo; y también hubo desórdenes en Vizcaya. Todas estas revueltas dieron al traste con la política reformadora de Olivares que acabó perdiendo el favor del rey y se retiró en 1643 dejando un panorama desolador.

Y todo eso no solo afectaría a la política interior. Podemos definir la política exterior de Felipe IV como agresiva. Retomó la guerra con las Provincias Unidas y se implicó de lleno en la guerra de los 30 años. Ambos conflictos estuvieron interrelacionados y llevaron también a la guerra con Francia.

En la guerra de los 30 años, de 1618 a 1648 se actuó como aliada de los Habsburgo austriacos en su lucha contra los príncipes protestantes germanos y las potencias que los apoyaban (Dinamarca y Suecia). Con una tímida intervención al inicio de la guerra hasta 1632.

Entrelazada con este conflicto estuvo la guerra contra las Provincias Unidas que se reanudó tras expirar la tregua de los doce años en 1621, guerra eminentemente marítima y comercial, viendo invadidos los circuitos comerciales peninsulares con América.

El temor de Francia a una posible hegemonía de los Habsburgo la impulsó a apoyar a los protestantes y entró en la guerra en 1635. La Monarquía Hispánica comenzaba a dar señales de agotamiento, con un colapso del comercio hispano-americano a partir de 1638. La economía estaba exhausta  y el cansancio se hacía patente tras muchos años de guerra.

En 1639 llegaría la derrota naval en la batalla de las Dunas con la destrucción de gran parte de la armada española y cuatro años después, en 1643, la gran derrota de los tercios frente a las tropas francesas en Rocroi.

La paz de Westfalia (1648) puso fin al conflicto en Centroeuropa. Significó la aceptación por España de la independencia de las Provincias Unidas y el final de la hegemonía de los Habsburgo en Europa, marcando un nuevo equilibrio en Europa.

La guerra con Francia no concluyó hasta la Paz de los Pirineos (1659). En ella Francia obtuvo un aparte de Cataluña (Rosellón y parte de la Cerdaña) y algunas plazas fortificadas de Flandes y Luxemburgo, así como algunas concesiones comerciales en América. El tratado fue refrendado con el matrimonio del rey francés Luis XIV con María Teresa de Austria, hija de Felipe IV.

CARLOS II

En 1665 accede al trono Carlos II siendo un niño. El panorama no era óptimo y era susceptible de empeorar.

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Su madre, Mariana de Austria tuvo que ejercer como regente. Pero ya no solo por la edad del nuevo monarca, es que además era enfermizo y débil mental, incapacitado para gobernar. Así que su reinado estuvo caracterizado por la constante presencia de regentes, validos o ministros que gobernaban de facto. No es de sorprender que en esta situación el poder estatal se fuese debilitando a pasos agigantados, privatizándose muchas funciones, lo que fue aprovechado por la aristocracia y la Iglesia para ampliar privilegios.

Aunque mejoró la economía, las revueltas sociales no desaparecieron: en Valencia estalló la denominada Segunda Germanía en 1693, una revuelta anti señorial que fue sofocada rápidamente y en Madrid se produjo el Motín de los Gatos en 1699, por el alza del precio del pan. Una revuelta social pero salpicada con tramas políticas y que tuvieron que ver con la disputa en la sucesión del rey.

Porque el problema más importante del reinado fue el sucesorio. Hacia 1697 se sabía que la muerte del rey estaba próxima. Sin descendencia comenzaban las tramas de posicionamiento con dos facciones enfrentadas y ambas con candidatos con vínculos familiares: por una lado la francesa con un Borbón, Felipe, duque de Anjou. Ambos estaban casados con hijas de Felipe IV, padre de Carlos II, y, además, las madres de ambos eran hijas de Felipe III, abuelo de Carlos II. 

El 1 de noviembre de 1700 moría el último representante de los Austrias. El final de la Casa de Austria fue dramático al iniciarse una guerra civil con motivo de la sucesión. Cuestión que se podría haber evitado si se hubieran respetado los deseos que Carlos II que había dejado en su testamento, firmado el 2 de octubre de 1700, un mes antes de su muerte, la opción por Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y biznieto de Felipe IV. 

ECONOMÍA Y SOCIEDAD. 

El siglo XVI fue un periodo de crecimiento demográfico. Ahora bien, ese crecimiento no fue homogéneo. Así Castilla vio aumentar su población de forma rápida y era el reino más densamente poblado. En la Corona de Aragón ese crecimiento fue menos destacado.

La agricultura seguía siendo la base de la economía y tiene lógica que la mayor parte de la población residiera en el campo. Por contra las ciudades eran pequeñas, muy pocas  alcanzaban los 25.000 habitantes, como eran los casos de Valladolid, Toledo o Valencia. Y punto y a parte era Sevilla que llegaba a los 100.000

Pero al finalizar el siglo y a lo largo del XVII se vivió una acusada crisis demográfica y la población peninsular se estancó o, incluso, decreció. 

Y entre las causas destacaremos las epidemias de peste, como la principal y que llegaron en varias oleadas; las malas cosechas que generaban escasez de alimentos; y una tercera seria la expulsión de los moriscos.

Respecto a la economía, cada siglo tiene una evolución económica distinta. El siglo XVI es de crecimiento económico, especialmente en Castilla; en cambio el XVII, es de crisis y recesión en todos los ámbitos económicos. 

La economía del siglo XVI se caracterizó por la expansión con un aumento de la población y el desarrollo comercial, que experimentó un gran impulso con la explotación de las Indias. Y Castilla fue quien mas se benefició. La agricultura y la artesanía aumentaron su producción para atender la demanda interna y la americana. 

Y el protagonista de este crecimiento económico es el comercio con América. Desde el Nuevo Mundo llegaban metales preciosos (especialmente plata) y demandaban todo tipo de productos. Pero también hubo sombras en este proceso y así el aumento de la circulación monetaria, por la abundancia de plata, y el crecimiento de la demanda provocó un aumento de los precios desorbitados, lo que se ha conocido como la  revolución de los precios

En el siglo XVII todo cambia porque se caracterizó por una grave crisis económica que afectó a toda Europa, pero en España alcanzó tintes especialmente graves por su coincidencia con las crisis política y fiscal de la monarquía.

Las manifestaciones mas destacables de esta recesión fueron varias:

    • Declive de la actividades artesanales y del comercio, especialmente las actividades textiles, sobre todo en Castilla. Cayó la demanda, subió la presión fiscal y los artesanos castellanos no pudieron competir con la oferta extranjera.
    • Por otro lado la llegada de metales preciosos de América fue disminuyendo, y lo que llegaba iba directamente a comerciantes extranjeros o se destinaba a pagar deudas de la monarquía.
    • Y el casi permanente de estado de bancarrota del Estado. La subida de los impuestos no ayudaba sino que empeoraba la situación por que estrangulaba aún más a los sectores productivos; se abusó del recurso a la deuda pública (juros) y la emisión de moneda de poca calidad (vellón) provocaron una mayor inflación y un agravamiento de la recesión económica.
    • Sin embargo en Cataluña y en Valencia las condiciones económicas comenzaron a recuperarse desde mediados de siglo mientras que en Castilla solo a partir de 1680 empezó la recuperación. 

La sociedad varió poco respecto a su pasado mas reciente, se dividía, como en la época medieval, en estamentos, cada uno con un estatuto jurídico específico que otorgaba diferentes derechos y obligaciones. Los mismos estamentos privilegiados, nobleza y clero, y uno no privilegiado, el pueblo llano o estado llano, formado, a su vez, por una gran variedad de grupos sociales. Y esos privilegios volvían a ser un régimen jurídico propio, la exención en el pago de impuestos, el desempeño de cargos públicos y otras ventajas sociales. 

La nobleza suponía un 5% de la población, pero poseía un enorme patrimonio territorial y muchas riquezas. Y eso que este tipo de monarquía autoritaria le había hecho perder poder político, pero el económico y social no se vio afectado. Una diferencia respecto al pasado fue su composición. Nos encontramos con una alta nobleza conformada por los grandes títulos nobiliarios. Dentro de ella existía una elite, el grupo de los Grandes de España (familias como los Alba, Mendoza, Feria, Osuna…), situados siempre cerca del rey. Pero muchos no supieron gestionar su fortuna y su modo de vida les condenó.

Por debajo había también una nobleza intermedia, formada por los caballeros y parte de la oligarquía urbana, a la que pronto se fue sumando un grupo de funcionarios que el rey había ennoblecido que es lo que se conoce como nobleza de toga. Y el grupo más numerosos lo constituía la baja nobleza, formada por los hidalgos. En general sufrió una progresiva pérdida de importancia social y económica. 

También hablamos de un alto clero donde encuadramos a los obispos, cardenales, abades de monasterios, etc. el bajo clero,  curas, monjes y monjas, etc. con condiciones de vida mas parecidas a las del pueblo llano o tercer estado.

Llegamos al pueblo llano, sin privilegios y que rondaba el 85% de la población en el que destacaba el campesinado y las clases populares urbanas (artesanos, criados, etc.). 
Y un punto relevante al hablar de la sociedad es que en el siglo XVII aumentaron los marginados sociales (mendigos, pícaros, etc.) como consecuencia del deterioro de la economía.

LA CULTURA, EL SIGLO DE ORO

Empecemos diferenciando por siglos pues cada uno tiene rasgos diferentes. En el XVI tenemos que hablar del  Humanismo y el Renacimiento, y en el XVII del dominio del Barroco. 

El Humanismo se difundió por Europa durante los siglos XV y XVI. Se caracterizó por la  valoración del ser humano, el interés por los estudios filológicos y la recuperación del mundo clásico. Todo ello sentaría las bases del desarrollo científico, artístico y cultural posterior.

En la Península entró gracias a la obra de personalidades como el cardenal Cisneros,  del filósofo Luis Vives o el gramático Antonio de Nebrija, que fue autor de la primera gramática castellana en 1492. 

La literatura fue otra de las grandes manifestaciones del Humanismo. Aquí encontramos a poetas como Garcilaso de la Vega, místicos de la talla de San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús o al autor de la Celestina, publicada en 1499, Fernando de Rojas.

Los aires del Renacimiento vendrían, como no podía ser de otra forma, con la llegada de artistas italianos y flamencos y también gracias a la formación de artistas españoles en talleres italianos.

En arquitectura, el primer tercio del siglo XVI lo llena el estilo llamado plateresco, que combina estructuras góticas con una decoración renacentista recargada. Ejemplo es el Hospital de la Santa Cruz en Toledo o la fachada de la universidad de Salamanca, por poner un par de ejemplos. El influjo del clasicismo italiano se produce hacia mediados del siglo XVI, con obras mas sobrias y equilibradas como el Palacio de Carlos V en Granada, de Pedro Machuca, formado en Italia. La última fase de la arquitectura renacentista es el estilo herreriano, caracterizado por una sobriedad absoluta, líneas rectas y formas geométricas puras. Destaca Juan de Herrera, que da nombre al estilo, y su gran obra fue el Monasterio del Escorial.

La escultura y la pintura estuvieron muy influenciadas por la Iglesia, al fin y al cabo era el
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cliente principal de los artistas. Encontramos a escultores como Alonso Berrugete o Juan de Juni y en pintura destacaría El Greco, con un estilo personal muy influido por el Manierismo.

Entre finales del siglo XVI y finales del XVII la cultura vivió un periodo de máximo esplendor. 

Por un lado hay que destacar el protagonismo del estilo Barroco en las artes. Muy vinculado con la defensa del catolicismo y de la monarquía que sirvió de instrumento de propaganda religiosa o política.

Espectacular fue el desarrollo de la literatura, una de las actividades donde más se manifestó este esplendor. Simplemente mencionar a Miguel de Cervantes, Góngora, Quevedo, Lope de Vega, Gracián o Calderón nos da una idea de lo impresionante del momento. Además, se desarrollaron nuevos géneros como novela moderna representada por El ingenioso hidalgo D Quijote de la Mancha, la comedia nueva de Lope de Vega, nuevas estéticas poéticas (culteranismo, conceptismo, etc.).

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La pintura también estuvo muy determinada por la religiosidad contrarreformista, pero esto no impidió la producción de obras de temática profana o popular. También encontramos un número considerable de pintores excepcionales en este periodo como Luis de Morales, Zurbarán, José de Ribera, Francisco Ribalta, Murillo, Juan Valdés, etc. pero destaca sobre todo Diego Velázquez maestro absoluto de las técnicas compositivas.

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Y en el campo del pensamiento teológico y filosófico alcanzaron un desarrollo notable con autores como Francisco de Vitoria, Francisco Suárez, Juan de Mariana o Saavedra FajardoPero por contra no ocurrió lo mismo en el campo científico, mientras en Europa se desarrollaba la revolución científica de la mano de Copérnico, Galileo, Newton o Descartes entre otros, el pensamiento científico español languidecía, entre otros motivos por la censura religiosa y la falta de apoyo privado o público. El atraso en la ciencia española hunde aquí sus raíces.


Esta serie de artículos sobre la Historia de España están basados en el temario de 2º de Bachillerato. Historia de España, serie Descubre, editorial Santillana. Curso 2020-2021. Forma parte de una serie del mismo nombre publicada como podcast en ivoox por Historia Sin Pretensiones.

Fuentes:

Historia Moderna de España (1469-1665). Josefina Castilla y Justina Rodríguez. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid 2011
Historia Moderna de España (1665-1808). Josefina Castilla y Laura Santaolaya. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid 2011
Los siglos XVI y XVII. Historia general de las civilizaciones. El progreso de la civilización europea y la decadencia de Oriente (1492-1715).Roland Mousnier. Ediciones Destino. Barcelona 1981
Los validos en la monarquía española del siglo XVII. Francisco Tomás y Valiente. Siglo XXI de España Editores. 1982
Arte y poder en la Edad Moderna. Alicia Cámara, Jose Enrique García y Antonio Urquízar. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid 2010
Historia del Arte. Jose M.ª de Azcárate, Alfonso E. Pérez y Juan A. Ramírez. Editorial Anaya. 1982
Nueva Historia de España. La Historia en su lugar (diferentes volúmenes)

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