OPERACIÓN ANTROPOIDE

Operación Antropoide

El 27 de septiembre de 1941, Reinhard Heydrich fue nombrado Protector de Bohemia, en sustitución del barón von Neurath. Los protectores se consideraban virreyes de los territorios conquistados. A Praga llega este hombre, considerado como el verdadero dictador del III Reich y posible sucesor de Hitler, se le conocería como el “carnicero de Praga” .  Pero en su trayectoria se cruzaron Jan Kubis y Josef Gabcik, lanzados en paracaídas en diciembre de aquel año. Eran los primeros que regresaban a Checoslovaquia después de meses de preparación en a Escuela Especial de Escocia, en Cholmondeley, un campamento de instrucción de Comandos. Jan era de Moravia y Josef de Eslovaquia, y habían recibido la orden de asesinar al jerarca nazi. 

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Han de vivir numerosas peripecias hasta llegar a Praga, donde los recogen el matrimonio Moravec y les ponen en comunicación con los miembros del Sokol, la Resistencia checa. A finales de febrero de 1942 se enteraron que otros tres paracaidistas habían sido lanzados provistos de una emisora de radio que recibiría el nombre de Estacion Libuse. Jan y Josef consiguieron averiguar las costumbres de Heydrich, que sus oficinas estaban instaladas en el castillo de Hradcany pero que vivía en un pueblecito  llamado Panenske Brezany, a 25 kms. de la capital y que su coche, un Mercedes verde descapotable, lo conducía siempre el
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Oberscharführer Klein, un gigante de 1,97 m de estatura. Saben también que las oficinas de la Gestapo están en el edificio del Banco Petschek y que se utilizan las cámaras acorazadas para las torturas y ejecuciones.

Los seleccionados originalmente fueron Josef Gabcik y Karel Svoboda. Pero a los pocos días de empezar el entrenamiento (debían ser instruidos en técnicas paracaidistas para ser lanzados en Checoslovaquia desde el exilio) el segundo fue sustituido por darse un severo golpe en la cabeza durante un salto. El nuevo comando elegido fue Jan Kubis. 

PERIPECIAS HASTA LLEGAR A PRAGA

El 28 de diciembre de 1941 saltaron en paracaídas sobre su país natal. Un fallo en la navegación hizo que cayesen sobre un paraje inhóspito y nevado de Nehvidzy, a unos 30 kilómetros de la capital checa. El frío les helaba los huesos y Gabcík había resultado herido en el tobillo tras un aterrizaje infructuoso. Con todo, los dos paracaidistas se recompusieron y llegaron hasta Praga. 

La resistencia, además, permanecía aislada. Una avería en su radio de comunicación les dejó sin contacto durante meses con el Reino Unido, desde donde esperaban órdenes. Nada sabían de la llegada de los dos paracaidistas y enseguida sospecharon de ellos. Apenas hay documentación sobre los primeros encuentros entre la resistencia y los paracaidistas, pero los pocos testimonios que se conservan detallan la tensión en sus relaciones. La resistencia estaba muy mermada y desconfiaba de todo y todos, era normal que lo hicieran también con aquellos recién llegados con esa misión casi suicida.

Una vez estabilizada la situación, Gabcík y Kubis encontraron un apoyo fundamental en Adolf Opálka, un teniente checo integrado en una red de espionaje desarrollada por Winston Churchill. Con él formaron una célula integrada por otros soldados: Josef Bublík, Jan Hrubý, Jaroslav Svarc, Josef Valcík y Karel Curda. La misión de aniquilar a Heydrich se bautizó con el nombre de Operación Antropoide

REINHARD HEYDRICH 

Heydrich era el jefe general de la seguridad en la Alemania nazi y el principal arquitecto de la Solución Final. Su paso por Praga fue demoledor, se calcula que asesinó a medio millar de personas reconocidas según aterrizó en la ciudad, aunque los cálculos mas pesimistas acercan esa cifra a unas 5.000 con el paso de los días. Los judíos también fueron blanco de su crueldad, para no perder la costumbre.

Era el segundo de Himmler en la Gestapo y el servicio de inteligencia nazi. El propio Hitler lo llamaba “el hombre con el corazón de hierro”. La idea de encargarle la dirección nazi en Checoslovaquia tenía un doble objetivo, por un lado contener y erradicar la resistencia y por otro, no menos importante, hacerlo sin menoscabar la producción industrial checa tan importante para los alemanes durante al guerra. Consiguió tejer una tupida red de informadores que controlaba todo al detalle.

Pero a pesar de haber recibido informaciones respecto a un posible atentando contra su vida estaba tan endiosado que no le dio crédito. Pensó que el temor que infundía en la población era suficiente para que se descartarse cualquier intentona en ese sentido. Eso le hacía ser a sus propios ojos, indestructible.

A pesar de esta represión intentó ganarse el favor del pueblo. Les concedió algunos beneficios sociales como aumento de salarios, reducción en la jornada laboral, vacaciones pagadas… especialmente a los trabajadores de las fabricas, que como hemos dicho antes, eran de vital importancia

EL PLAN 

Volvamos a nuestros héroes paracaidistas. Jan ya conocía los métodos alemanes, pues llevaba una marca indeleble en su cuerpo: siete crucecitas gamadas marcadas a fuego en las posaderas. Pasan los días y los checos no consiguen realizar su propósito. 

Van analizando alternativas y solo encuentran problemas. El coche de Heydrich circula siempre a una velocidad de 180 kms/h por lo que si quieren atentar contra él solo lo podrían hacer en la ciudad. Otra posibilidad es atacar el tren que utiliza de vez en cuando, pero no les parece adecuado de cara a una huida en medio del campo.

Al final se decantaron por atentar contra el vehículo por las calles de Praga. Había que buscar el punto que mejor se adecuara a las circunstancias. 

 EL ATENTADO

Así llegamos al 27 de mayo. Según algunos informes aquella mañana en vez de ir al volante el habitual Klein, era otro conductor, menos avezado. Heydrich, como de costumbre, tomó asiento junto al chófer y a gran velocidad emprendió la marcha.

La carretera de Praga, cuando ya enfila la calle “Rude Armady” gira en una curva totalmente cerrada donde empieza una cuesta de cierta importancia que desciende al puente Troja sobre el río Vltava. En el mismo recodo existe  una parada de tranvías. Era el lugar perfecto, el vehículo tendría que reducir la velocidad y los ocupantes quedaban expuestos a una acción relámpago. 

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En esa curva se apostan Jan y Josef, el uno armado con una metralleta  y el otro con una bomba de mano. En el momento en que se acerca el coche de Heydrich, un tranvía sube la cuesta lo que obliga al chófer de las S.S. a reducir la marcha. El primero que actúa es Josef, eran las 10:30 de la mañana, cuando sale de su escondite, pero su metralleta Sten se encasquilla. Estaba en una posición ideal del blanco, unos dos o tres metros. Al verlo Jan lanzó la granada contra el coche, que cayó sobre la parte trasera. Los cristales del tranvía saltaron por los aires. Heydrich y el conductor saltaron a tierra empuñando sus armas. En otros informes se dice que los checos arrojaron una granada de humo para protegerse.  Va a producirse un tiroteo aparentemente sin mayores consecuencias que sembrar el pánico. De repente, Heydrich sufre como un estremecimiento y ha de apoyarse en la verja de un jardín inmediato.

Jan ha podido huir montando en una bicicleta y Josef ha mantenido a raya al chófer, hasta que le hiere en una pierna. Nadie se atreve a acercarse a Heydrich, a quien han reconocido, hasta que una mujer alemana ordena al conductor de una camioneta que le recoja y le lleve a la Clínica Bulovka. Momentos después todo el aparato policial se pone en marcha y se ha comunicado la novedad a Berlín. 

ATENCIONES SANITARIAS 

El "Carnicero de Praga" se negó a ser atendido por médicos locales y exigió que solo le intervinieran alemanes. Según parece, no se fiaba de aquellos a los que había represaliado con tanta crueldad. Himmler dispone que varios médicos salgan inmediatamente en dirección a Praga. Las emisoras de radio comunican el siguiente parte:

«...Esta mañana del 27 de mayo, a las 10:30 horas, se ha llevado en Praga un atentado contra la vida del Representante del Reich, Reinhardt Heydrich. Se ofrece una recompensa de diez millones de coronas a quien capture a los culpables. Quienquiera que esconda a los criminales, les ayude, o tenga conocimiento de su identidad o de su fisonomía y no lo comunique a las autoridades, será fusilado juntamente con toda su familia...»

Por la tarde se ordena el toque de queda.

Comienza la caza y la Gestapo registra manzanas  enteras de casas, pidiendo constantemente la documentación y procediendo a detenciones preventivas. El acoso se hace cada vez mayor y los jefes de la Resistencia consideran que lo prudente es ocultar a Jan y Josef en un lugar seguro. Se les ocurre que lo apropiado es la iglesia ortodoxa  de San Cirilo, situada en la calle Resslova, pues cuentan con la garantía del pope Vladimir Petrek y la aprobación del obispo.

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Mientras, Heydrich lucha con la muerte. Trozos de metralla le han perforado las regiones abdominal y pulmonar y el bazo también está dañado y tiene que ser extraído. Hasta que fallece el 4 de junio.

Algunos historiadores apuntan a que la piel de caballo que forraba los asientos del coche fue la que infectó las heridas de Heydrich. En cualquier caso, el retraso en el tratamiento provocó la septicemia que acabó con su vida. 

Se han practicado ya mas de 3.000 detenciones y desde el 27 de mayo se encuentra en Praga la plana mayor de la Gestapo y del S.D. Allí están Müller, Nebey Schellenberg, junto con los mejores agentes que disponen.

El cadáver de Heydrich estará expuesto durante dos días en el patio de armas del castillo y con toda solemnidad será trasladado a Berlín, donde se le rinden funerales oficiales.

TRAICIONES

Entre el grupo de paracaidistas y la Resistencia se producen por lo menos dos casos de traición. El sargento Karel Curda se presenta a la Gestapo para informar de todos los extremos  que conoce, lo que acarrea nuevos registros y que la señora Moravec y el señor Hajsky ingieran capsulas de veneno  para librarse de los interrogatorios. El que dará la pista verdadera será el hijo de la señora Moravec.

Fue Curda quien les hablo a los nazis del escondite de sus compañeros en la iglesia. No están muy claros sus motivos, seguramente la cuantiosa recompensa o su responsabilidad en la sangriento represión  que asolaba Praga.

ASEDIO A LA IGLESIA

Una vez conocido el escondite, los alemanes se movieron con rapidez. A las cuatro y cuarto de la madrugada del 18 de junio de 1942, 800 efectivos de las SS rodearon la iglesia en la que se refugiaban los paracaidistas checoslovacos. 

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Comienza entonces el asedio a la iglesia. El edificio esta rodeado por varias compañías de las S.S., agentes de la Gestapo y cuerpo de bomberos. Se intenta anegar de agua los sótanos, lanzar gases lacrimógenos y granadas de humo, mangueras que eran “devueltas” por los asediados. Tardan tiempo encontrar la entrada a la cripta pero al final, una vez hallada, consiguen saltar con dinamita la piedra que cerraba el acceso y comienzan a deslizarse hombres de las S.S., que van a encontrar la muerte, segados por las metralletas de los paracaidistas. La operación dura mucho tiempo, hasta que los sitiados agotan la munición. 

A Karel Curda -el hombre que delató a sus compañeros- lo fusilaron el 29 de abril de 1947. 

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Si alguna vez viajas a Praga no dejes de visitar la iglesia y la cripta. Es sobrecogedora la sensación cuando bajas y te mueves por ese reducido espacio viendo el ventanuco por donde intentaban introducir las manqueras.

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LA REPRESIÓN

Ahora comenzaría la represión. 

«En el curso de las pesquisas para descubrir al asesino el Obergruppenführer de las S.S., ha quedado demostrado que la población de la localidad de Lidice, cerca de Kladno, ha ayudado a los culpables del crimen y ha cooperado con ellos. El hecho está demostrado aunque la población lo niegue. La actitud de la población con respecto al crimen se manifiesta también por otros actos hostiles al Reich. (…) Todos los hombres han sido fusilados. Las mujeres han sido deportadas a campos de concentración y los niños enviados a  centros de reeducación. Todos los edificios del pueblo han sido arrasados al nivel del suelo, y se ha suprimido el nombre de la localidad».

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Fuentes.

La Segunda Guerra Mundial, José Fernando Aguirre. Editorial Argos. 1963

PHILLIPS, R. Un Rayo De Luz. Reinhard Heydrich, Lidice, Y Los Mineros De North Staffordshire. Babelcube Inc. sept 2016    

Comentarios

  1. Estremecedora historia. Propia de esa época de terror impuesta por el régimen nazi. Gracias por compartir.

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    1. Eran tiempos muy duros y crueles, propios de una guerra. Ese atentado supuso un fuerte golpe a la jerarquía nazi pero la represión fue tremenda. Gracias Rafael por comentar.

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  2. Muchas gracias por compartir. Ya leí sobre el tema y vi la película.

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  3. Terrible historia. Gracias !

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