LA GUERRA DE LOS SEIS DÍAS



La Guerra de los Seis Días

La guerra que comenzó el 5 de junio de 1967 podemos calificarla como una de las más breves,  la Guerra de los Seis Días, militarmente una de las más contundentes y con una repercusión geopolítica cuyas consecuencias todavía hoy se notan a pesar de haber sucedido hace más de cincuenta años.

Influencia soviética

Las sombras de la guerra fría se cernían sobre Oriente Medio desde la creación del Estado de Israel, eterno aliado de los Estados Unidos. La extinta URSS estaba decidida a aumentar su influencia en tan tensa y delicada zona, y  armaba militarmente tanto a sirios como a egipcios. Pero la relación entre ambos países no eran la idónea para crear un frente común, y alentados por los soviéticos, el 4 de noviembre de 1966 Siria y Egipto firman un pacto de defensa mutua que Israel vio con recelo.

Provocaciones

Las confrontaciones estaban al orden del día, los agricultores israelíes ganaban terreno con sus arados, los árabes se defienden, pero los tractores blindados fueron ganando metros. Este fue el gran pretexto israelí para atacar los Altos del Golán y ocupar la zona. Lo que en el momento se consideraba una provocación sistemática por parte israelí se confirmó años más tarde en palabras del propio Moshe Dayan, gran protagonista de la Guerra de los Seis Días: «Al menos el 80% de los enfrentamientos eran provocados»

El 7 de abril de 1967 tuvo lugar el primer enfrentamiento entre la aviación israelí y la siria. Mirage III hebreos frente a Mig 17 sirios. En cuestión de cinco minutos cuatro Mig fueron derribados y los israelíes se permitieron el lujo de sobrevolar Damasco. El temporizador de la guerra se puso en marcha.

Egipto se posiciona. Órdago.

Egipto se veía obligado por el acuerdo de defensa mutua con Siria y por su oportunidad de ganar prestigio en la zona. El 14 de mayo desplegó dos divisiones blindadas camino del Sinaí. Movimiento que rápidamente fue replicado por el gobierno de Tel Aviv.

La Guerra de los Seis Días
El movimiento de Nasser parecía un órdago en toda regla, pero ¿llevaba cartas? O era un farol.

Pidió a las tropas de la ONU destacadas en el Sinaí que se retirasen y lo hicieron.

El sábado 20 de mayó Nasser movió ficha ocupando la Franja de Gaza y proclamando el estado de emergencia. A la par paracaidistas egipcios ocuparon los islotes de Tirán y Sanafir cerrando el paso del golfo de Aqaba a la navegación israelí. La apuesta era muy fuerte y arriesgada.

Nasser afloja la cuerda y permite dos días después el acceso a Eliat de los buques no israelíes, pero no parece suficiente para éstos. Nasser sigue crecido y no detiene su escalada verbal. Pero en realidad estaba entre la espada y la pared, si continuaba el riesgo de catástrofe era real y si daba marcha atrás su crédito y prestigio se vendría abajo. Por ello optó por ofrecer la posibilidad de iniciar negociaciones en busca de una situación global para la región, incluyendo la cuestión palestina. El silencio de Israel no auguraba nada bueno.

El Estado Mayor israelí presionaba y solo el primer ministro Levi Eshkol a duras penas conseguía mantener al ejército en sus cuarteles. Aunque el 27 de mayo tuvo que ceder y permitirles una movilización general.

En el bando árabe no había unidad como para afrontar una apuesta tan decidida como la que había iniciado Nasser. El rey Hussein de Jordania se encontraba en una tesitura complicada. Sus relaciones con El Cairo eran, por decirlo de algún modo, tirantes y se encontraba aislado de casi todo el mundo árabe. Pero pensaba que este posible conflicto podía suponer la unión de los países árabes y abordar la amenaza israelí con ciertas garantías.

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El día 30 el rey Hussein se entrevistó en El Cairo con Nasser y firmaron un pacto de defensa mutua como el que los egipcios habían firmado con los sirios. Nasser aprovechó esta escalada de tensión para tejer una gran alianza anti-Israel a la que se sumó Irak el 3 de junio.

La comparativa de las fuerzas militares árabes frente a las israelíes dio a Nasser la confianza suficiente en lograr sus objetivos. Pero era más un sueño que una realidad. Al final ni los propios egipcios estaban preparados para semejante envite. Ni los sirios ni los iraquíes habían completado su movilización. Y la ayuda saudí, argelina o marroquí no dejó de ser testimonial.

Israel no se dejó intimidar por el número de efectivos enemigos, era consciente de su superioridad militar.

Gobierno de Unidad Nacional

Pero Eshkol no pudo retener mas tiempo a los militares que no dejaban de presionar hasta que se vio obligado a formar un Gobierno de unidad nacional nombrando ministro de Defensa a Moshe Dayan. El general volvía del ostracismo y fue el gran beneficiado de la situación. Era consiente que la rapidez era la clave de aquella guerra. Y consiguió la autorización del Gobierno para atacar el 5 de junio.

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El objetivo inicial israelí era que se batiera a la aviación árabe y se destruyera la vanguardia egipcia en el Sinaí y Gaza. Una estrategia disuasoria para que Nasser abrieran los estrechos de Tiran, que los árabes controlaran al terrorismo palestino y que obtuvieran de Siria la zona neutral. Pero cuando Dayán llegó al ministerio amplió los objetivos: se avanzaría hasta el sur del Sinaí y se abrirán los estrechos.

Nunca se había considerado tomar el Sinaí, el canal, los estrechos de Tirán, Cisjordania ni el Golán pero el devenir de la guerra influyó en aquellas decisiones.

Comienzan los ataques

En la madrugada del 5 de junio los pilotos israelíes estaban preparados para salir en combate. Tenían previsto un ataque simultáneo sobre 25 objetivos con una fuerza de 375 aparatos. El plan conllevaba mucho riesgo porque la apuesta ofensiva suponía dejar el espacio aéreo israelí desprotegido por momentos. Golpear primero, efecto sorpresa, infligir perdidas considerables y evitar la respuesta o si llegaba estar preparado. Sencillo.

Pero el jefe de la aviación israelí, Mordechai Hod, sabia que no era así. Sabía que escuadrillas de Mig se relevaban hora tras hora para vigilar el Sinaí.

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El ataque comenzaría a las 7 de la mañana del 5 de junio.

Las escuadrillas que sobrevolaron el Sinaí solo detectaron un único avión que se alejó de su ruta. En él viajaban los jefes de la Aviación y de las Fuerzas Armadas egipcias quienes fueron conscientes de primera mano del ataque israelí.  Como era lógico trataron de dar la alarma pero de forma totalmente infructuosa.

De esta forma los pilotos israelíes entre las 7:45 y las 8 de aquella mañana bombardearon a placer sus objetivos. Egipto perdió gran parte de sus aviones ese mismo día.

Nasser informó del ataque con retraso a sus aliados y no siendo veraz a los hechos, creando falsas expectativas e influenciando en la rápida derrota.

Información alejada de la realidad

Al rey Hussein se le informó que el 75% de los aviones enemigos habían sido derribados o puestos fuera de combate. Que se estaba preparando un contraataque de la aviación egipcia y que en el Sinaí habían desencadenado una ofensiva. Eran las 9 de la mañana. En estas circunstancias se le pedía abrir un nuevo frente como estaba acordado.

Esta información provocó que jordanos, sirios e iraquíes perdieran la aviación por creer que Israel había sufrido revés considerable. Cuando en realidad estaba sucediendo todo lo contrario. ¿Quién era el responsable de ese comunicado que condujo a los aliados de Egipto a la debacle? Se supone que fue iniciativa de Nasser.

La realidad

A las 9 de la mañana los carros de combate israelíes habían penetrado en el Sinaí como cuchillo en mantequilla y habían roto el frente en dos zonas.

La lentitud en la toma de decisiones en el bando árabe hizo que perdieran una oportunidad de pillar a los bombardeos israelíes repostando en sus bases militares.

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Hussein recibió la llamada del general Odd Bull, jefe de los cascos azules de la ONU, tenía un mensaje para él del primer ministro israelí, Levi Eshkol: si no atacaban no sufrirían consecuencia alguna. Si el rey de Jordania hubiera sabido de primer mano cual era la realidad de la guerra posiblemente hubiera aceptado la oferta. Pero creyó que la lucha era pareja y que no podía echarse atrás.

Hubo un ataque de la aviación árabe sobre bases israelíes pero el daño no fue considerable. Los Mirage israelíes acabaron ese día con la aviación egipcia, jordana, iraquí y siria.

Al atardecer de ese 5 de junio los objetivos iniciales de los israelíes se habían conseguido. Pero Dayan no estaba conforme. Israel aprovechó las circunstancias, tomó Jerusalén y ocupó toda la Cisjordania en 72 horas. El 7 de junio estaban en el muro de las lamentaciones.

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Pero la tensión desbordaba fronteras y la conexión Casa Blanca-Kremlin echaba humo. Las amenazas se sucedían. Los primeros apoyaban a Israel junto con el mundo occidental. Los segundos a los árabes.

Las ofertas iniciales de los israelíes y de la ONU no fueron atendidas por Nasser de forma incomprensible y temeraria. Poco a poco las ofertas eran cada vez más duras y seguían desoyéndose por El Cairo hasta que Israel exigió una capitulación incondicional.

Alto el fuego

El día 8 Jordania pedía el armisticio. Ese mismo día Dayan ordenó al general David Elezar que tomara los Altos del Golán. Siria solicitaba el alto el fuego.

Posiblemente esto fue un error de los israelíes. Le costó la ruptura diplomática con las URSS, la enemistad del bloque del Este y la perpetua beligerancia con Siria. Pero la presión de los colonos de Galilea fue muy fuerte y la euforia del momento propició la decisión. El propio Moshe Dayan, diez años después, se declaró arrepentido de aquella decisión.

La Guerra de los Seis Días terminó el día 10 pero la tensión internacional no fue reduciéndose. La URSS amenazó con intervenir directamente y el presidente Johnson intentó atemperar los ánimos comprometiéndose a hablar con los israelíes pero a la par que enviaba a la VI Flota a la zona.

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El coste fue muy elevado. Los árabes perdieron 15.000 hombres y tuvieron 50.000 heridos. Los judíos 983 y 4.500 respectivamente. Pero además los árabes perdieron 67.000 kms. cuadrados de tierra, 444 aviones, 965 carros de combate. Las pérdidas israelíes fueron mucho menores.

Consecuencias

La guerra no cerró heridas si no que las perpetuó. Seis años después llegaría la guerra del Yom Kipur. En el año de 1978 se dio un paso hacia la paz con los acuerdos de Camp David, auspiciados por el presidente estadounidense Jimmy Carter en el que Israel y Egipto llegaron a un acuerdo condicionado del Sinaí pero sin evacuación del Golán.
La Guerra de los Seis Días

Hoy en día las consecuencias se siguen viviendo, y la tensión en la zona parece no diluirse. Las intermediaciones del Consejo de Seguridad de la ONU tampoco tienen efecto, especialmente por el derecho a veto de los EE.UU. Como ejemplo la resolución 242 de 22 de noviembre de 1967.

El apetito se abre comiendo

Para concluir estas palabras del historiador Avi Shlaim sobre la Guerra de los Seis Días: «El Gobierno de Eshkol no tenía un plan político para dirigir la guerra (…) Improvisó y aprovechó las oportunidades tal y como se le fueron presentando. Esperaba tener una guerra en un frente, fue arrastrado a un segundo y terminó luchando en un tercero. Lo que no tuvieron fue un plan para la extensión territorial (…) el apetito se abre comiendo».

Fuentes:
El muro de hierro, Israel y el Mundo Árabe. Avi Shlaim (2003)
La Guerra de los Seis Días. Michel B. Oren (2003)
Revista La Aventura de la Historia, num 104. Seis días de junio, por David Solar.


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