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LA BATALLA DE LEPANTO

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  Los años previos a la batalla de Lepanto fueron muy agitados y tensos para Felipe II, de hecho, se considera 1568 como uno de los más críticos por la cantidad de frentes simultáneos a los que tenía que hacer frente. Y eso gracias a que en abril de 1559 firmó junto a Francia y Enrique II e Inglaterra y su reina Isabel I el tratado de Cateau-Cambrésis . Esto alivió en parte a presión de tenaza que ejercían los turcos en el sureste, en el mediterráneo, y los rebeldes protestantes en el norte. ANTECEDENTES: LA LIGA SANTA Pero la revuelta y levantamiento de los moriscos (1568) en las Alpujarras granadina fue aprovechada por los turcos para presionar con más fuerza a la monarquía hispana y su área de influencia. Así Euldj Alí conquistaba Túnez a primeros de 1570 y el sultán Selim II atacaba Chipre de posesión veneciana. Todo esto hacía presagiar que la presencia turca en el mediterráneo occidental se fortalecería y corría el riesgo de consolidarse convirtiéndolo en un lago turco. El

VERCINGÉTORIX

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  El galo Vercingétorix , la gran amenaza a las poderosas legiones romanas bajo el mando de Julio Cesar , ha pasado a la historia como un héroe nacional de Francia, precisamente encumbrado por su enemigo romano al destacar su valor y fiereza en su célebre obra Comentarios sobre la Guerra de las Galias. Aunque de él no sepamos ni el verdadero nombre, ya que Vercingétorix es un título que los galos daban a sus reyes: “el rey supremo de los que combaten al enemigo”. Y lo que sabemos de su vida está estrechamente ligada a la última resistencia gala frente a Roma. Ésta había conseguido con el establecimiento de la provincia Narbonense la comunicación terrestre con Hispania, cimentada en las colonias de Narbo Martius ( Narbona) y Massilia ( Marsella). Pero el norte llamaba mucho la atención por todo el abanico de posibilidades que presentaba. Pero eso si, repleto de tribus hostiles que no estaban por la labor. Tribus que también sea dicho no estaba unidas y sí en permanente rivalidad.

LA FARSA DE ÁVILA

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  La aristocracia castellana empezó a posicionarse de cara a la sucesión, en los últimos años del reinado de Enrique IV y especialmente tras su muerte en 1474. Se dividió completamente en dos bandos, unos a favor de la hija de Enrique, Juana ( La Beltraneja ) frente a los que consideraban ésta como ilegítima y apoyaron a los hermanos de Enrique, primero Alfonso y luego a Isabel, la futura reina católica. Llegándose a la es ceni ficación grotesca del derrocamiento del rey y nombrando a Alfonso sucesor. Es lo que conocemos como la farsa de Ávila. La cuestión sucesoria acabó en una guerra (1475-1479) cuando le rey de Portugal, Alfonso V, apoyó la candidatura de Juana. AGUAS REVUELTAS Nueve años antes de la muerte de Enrique IV, las aguas no bajaban tranquilas en Castilla, y se produjo un hecho cuando menos curioso , que comentábamos al inicio. El rey se granjeó la enemistad de la alta nobleza por sus favores a la baja nobleza . Y se vio traicionado por alguno en los que había con

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