EL PRONUNCIAMIENTO DE RIEGO
El 1 de
enero de 1820 tuvo lugar en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) el
pronunciamiento de Rafael de Riego, contra el absolutismo del rey Fernando VII,
después de haber recibido la orden de dirigir una expedición contra los
insurgentes en las colonias de América, cuestión que fue la gota que colmaba el
vaso, como tantas veces en la historia.
El siglo
comenzó con unos dubitativos borbones que pusieron en bandeja la “invasión”
francesa de España, pasamos por una Guerra de Independencia, por un periodo
liberal auspiciado por la Constitución del 12 y la vuelta del absolutismo, todo
ello en 20 años. Lo que hacía presagiar como iba a desenvolverse el siglo XIX
español.
Riego
proclamó inmediatamente la restauración de la Constitución de Cádiz de 1812 y
el restablecimiento de las autoridades constitucionales. Dando comienzo al Trienio Liberal o trienio constitucional (1820-1823) que finalizaría el 7 de
abril de 1823 con la llegada del famoso ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis. El 8 de marzo de 1820, en Madrid, Fernando VII es obligado a jurar la
Constitución española de 1812 y a suprimir la Inquisición. Falso y ficticio
pues en cuanto pudo la rechazó y volvió a instaurar el Antiguo Régimen y su
monarquía absoluta.
ANTECEDENTES
Pero ¿qué
sucedió antes para llegar a esta situación?
En 1814,
tras la finalización de la Guerra de Independencia y la abdicación de José I,
Fernando VII, el deseado, vuelve de su exilio. Las tensiones entre liberales
partidarios de La Pepa y absolutistas iban en aumento. Estos confiaban en
Fernando VII y los liberales intentaban asegurar la supervivencia atando en
corto al rey para obtener su respaldo a la Constitución. Por ello elaboraron el
decreto de febrero de 1814 para salvaguardar su obra. Y el rey respondió: “todo
lo hecho durante mi ausencia que sea beneficioso para el reino recibirá mi
aprobación al mostrarse conforme con mis reales intenciones” ¿Significaba que
aceptaba la nueva situación y la Constitución de 1812?
El 13 de
marzo de 1814, Fernando VII salía de Valençay con destino a la Península. El 24
cruzó la frontera. En algunas ciudades como Zaragoza, Valencia o Sevilla se
celebró por todo lo alto. Recibió con frialdad al liberal General Copons,
capitán general de Cataluña quien le entregó un documento de “el estado de la
nación”. Lo recibió con frialdad y con una frase elocuente: “…y mi anhelo por
hacer cuanto pueda conducir al bien de mis vasallos” ¿Mis vasallos? Esto
empezaba a responder a la pregunta anterior.
Al llegar
a Valencia fue recibido por el general Elio con un discurso pro absolutista y
por el diputado Mozo de Rosales, representante de la ciudad de Sevilla, también
pro absolutista, que portaba un manifiesto en defensa del restablecimiento de
la monarquía absoluta, el llamado Manifiesto de los Persas. Se le conoce así
por su curioso inicio, “Señor: era costumbre en los antiguos persas…”. Este
manifiesto era una dura crítica a la obra liberal, especialmente a la
Constitución del 12 y un canto a la monarquía absoluta.
El 4 de mayo de 1814, Fernando VII se
quitaba la careta y decretaba la supresión de las cortes y el fin de la
Constitución de 1812. Daba comienzo al periodo denominado Sexenio Absolutista y
vuelta al Antiguo Régimen, con los primeros arrestos de liberales y el
desmantelamiento de la obra liberal. Supuso una vuelta al pasado en temas
sociales, económicos y religiosos.
OTROS INTENTOS DE SUBLEVACIÓN
Antes
del pronunciamiento de Riego ya hubo otros intentos de sublevación contra la
corona de Fernando VII, pero todos ellos infructuosos porque generalmente
estaban faltos de preparación y organización y no contaban con una base militar
amplia. Ejemplos los tenemos en septiembre de 1814 con Espoz y Mina; en
septiembre de 1815 fue Diaz Porlier quien lo intenta de nuevo con el mismo resultado.
Las intentonas entre 1816-1819 fueron agrupadas por Hammett como “las
conspiraciones masónicas”, porque la masonería era quien proporcionaba la
organización de éstas. En 1816 fue descubierta la conspiración del Triángulo.
Lacy en Barcelona y Milans del Bosch en Gerona lo intentaron también en 1817. Y
Juan van Halen también, quien pudo exiliarse en Londres.
EL PRONUNCIAMIENTO
Volvamos
a ese 1 de enero de 1820. El alzamiento se llevaba preparando desde hacía unos
meses. Rafael de Riego estaba al mando de unas tropas que estaban destinadas a
partir hacia las colonias para combatir la insurrección. El ejército estaba
compuesto por unos 15.000 hombres veteranos de la Guerra de Independencia, poco
predispuestos para embarcarse en una nueva guerra y en unos buques que no
inspiraban confianza. Acantonados en Andalucía, en espera de su partida, en
condiciones precarias incluida una epidemia de fiebre amarilla.
A
esta tropa desilusionada y desmotivada dirigió Riego su proclama:
«Soldados,
mi amor hacia vosotros es grande. Por lo mismo yo no podía consentir, como jefe
vuestro, que se os alejase de vuestra patria, en unos buques podridos, para
llevaros a hacer una guerra injusta al nuevo mundo; ni que se os compeliese a
abandonar a vuestros padres y hermanos, dejándolos sumidos en la miseria y la
opresión (…)
(…) España está viviendo a merced de un poder
arbitrario y absoluto, ejercido sin el menor respeto a las leyes fundamentales
de la nación. El rey, que debe su trono a cuantos lucharon en la guerra de la
Independencia, no ha jurado, sin embargo, la Constitución; la Constitución,
pacto entre el monarca y el pueblo, cimiento y encarnación de toda nación
moderna.
La
Constitución española, justa y liberal, ha sido elaborada en Cádiz entre sangre
y sufrimiento. Mas el rey no la ha jurado y es necesario, para que España se
salve, que el rey jure y respete esa Constitución de 1812 (…)
Si,
si, soldados, la Constitución
¡Viva
la Constitución!”
El
objetivo era evidente, la restauración de la Constitución de 1812, la restauración
de los decretos aprobados en las Cortes de Cádiz y el establecimiento de una
monarquía de tipo liberal que limitara así los poderes del monarca y suprimiese
los privilegios característicos del Antiguo Régimen.
EXPANSIÓN
El
inicio del pronunciamiento no fue halagüeño y todo hacia prever el mismo final
que los anteriores. Los planes de tomar Cádiz fracasaron. Y Riego inició un
duro y calamitoso peregrinaje por Andalucía intentando recabar apoyos para la
sublevación. Pero los rumores que se extendieron por todo el país sobre sus
hazañas, las criticas a la capacidad del gobierno para enfrentarse al problema
y el fermento constitucionalista que existía permitieron la generalización del
movimiento. Cuando el mismo Riego pensaba en su fracaso, a finales de febrero
ciudades como La Coruña, Ferrol, Vigo, Zaragoza, Barcelona…se sumaban a la
revolución.
Cádiz
de sublevó el 1 de marzo y tras este suceso, Fernando VII reaccionó y
comprendió que el alzamiento estaba teniendo éxito. Y el 7 de marzo, el rey,
dando prueba una vez mas de su faceta camaleónica dijo “siendo la voluntad
general del pueblo, me he decido a jurar la Constitución promulgada por las
Cortes generales y extraordinarias en el año 1812” volviéndose a poner la careta.
El máximo defensor del absolutismo se plegaba al fervor constitucionalista con
el objetivo de salvaguardar su cuello. Evidentemente nada sincero y esperando
la ayuda exterior que llegaría tres años después. Y en 1820 Fernando VII jura
la Constitución de 1812. “Marchemos francamente, y yo el primero por la senda
constitucional”
CONSECUENCIAS
Las
primeras consecuencias de la caída del absolutismo fernandino se pueden resumir
en: reposición en sus puestos de los destituidos de 1814, amnistía para los
exiliados y encarcelados durante el Sexenio Absolutista, reposición de toda la
simbología liberal en las calles y plazas de las principales ciudades y se dio
inicio a legislar en el orden social y económico. Una de las primeras medidas
fue la propuesta de reanudar la libertad de imprenta. Se volvió a decretar la
abolición del Santo Oficio, esta vez para siempre, Y poco a poco se fueron
restableciendo otros decretos de las Cortes de Cádiz.
Dio
comienzo al periodo que se ha conocido como “Trienio Liberal” que finalizaría
con la llegada de Los Cien Mil hijos de San Luis, pero esa será una nueva
entrada en el blog.
Fuentes:
Historia
Contemporánea de España 1808-1923, editorial Akay, Blanca Buldain Jaca
(coordinadora); caps 2 y 3 Ana Clara Guerrero Latorre
Muy buen artículo, si señor. Hay que saber de donde vienen nuestros símbolos, de nuestra historia. Muchos republicanos deberían saber que el himno de Riego, que adoptan como himno nacional, corresponde a un liberal que creía en un régimen monárquico constitucional liberal, y no a un régimen republicano.
ResponderEliminarClaro, no podemos ni debemos manipular la historia ni intentar ajustarla a nuestros intereses. La idea republicana surge años mas tarde, en este momento no se concebía una forma de gobierno ni estado que no fuera una monarquía, máxime teniendo en cuenta lo que estaba sucediendo allende los mares. La historia hay que contextualizarla y no verla con nuestros "ojos actuales". De todas formas a Riego se le ha idealizado como un luchador contra el absolutismo de Fernando VII. Gracias por la aportación.
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